21 de febrero de 2024
“La resistencia en Donbás y Gaza comparten una visión común esencial: derrocar al hegemón unipolar que ha aplastado sus aspiraciones nacionales”.
Volvemos con la traducción al español para Noticias Bravas de otro artículo del periodista brasileño Pepe Escobar:
Durante mi reciente y vertiginoso viaje por Donbás siguiendo a los batallones cristianos ortodoxos que defienden su tierra, Novorossiya, se hizo evidente que la resistencia en estas repúblicas rusas recién liberadas está librando una batalla muy parecida a la de sus homólogos en Asia Occidental.
Casi 10 años después de Maidan en Kiev, y dos años después del inicio de la Operación Militar Especial (OME) de Rusia en Ucrania, la determinación de la resistencia no ha hecho más que profundizarse.
Es imposible hacer justicia a la fuerza, la resistencia y la fe del pueblo de Donbás, que se encuentra en primera línea de una guerra de Estados Unidos contra Rusia. La batalla que han estado librando desde 2014 ahora se ha despojado visiblemente de su cubierta y se ha revelado como, en el fondo, una guerra cósmica del Occidente colectivo contra la civilización rusa.
Como dejó muy claro el presidente ruso Vladimir Putin durante su entrevista con Tucker Carlson, vista por mil millones de personas en todo el mundo, Ucrania forma parte de la civilización rusa, aunque no forme parte de la Federación Rusa. Así que bombardear a civiles de etnia rusa en Donbás -todavía en curso- se traduce como ataques a Rusia.
Comparte el mismo razonamiento que el movimiento de resistencia Ansarolá de Yemen, que describe el genocidio israelí en Gaza como uno lanzado contra “nuestra gente”: gente de las tierras del Islam.
Al igual que la rica tierra negra de Novorossiya es el lugar donde el “orden internacional basado en normas” vino a morir; la Franja de Gaza en Asia Occidental -una tierra ancestral, Palestina- puede ser en última instancia el lugar donde el sionismo perecerá. Tanto el orden basado en normas como el sionismo, después de todo, son construcciones esenciales del mundo unipolar occidental y claves para hacer avanzar sus intereses económicos y militares globales.
Las incandescentes líneas de falla geopolíticas actuales ya están configuradas: el Occidente colectivo frente al Islam, el Occidente colectivo frente a Rusia y pronto una parte sustancial de Occidente, aunque sea a regañadientes, frente a China.
Sin embargo, está en juego un serio contragolpe.
Por mucho que el Eje de la Resistencia en Asia Occidental siga impulsando su estrategia de “enjambre”, esos batallones cristianos ortodoxos en Donbás no pueden sino considerarse la vanguardia del Eje de la Resistencia eslava.
Al mencionar esta conexión entre chiíes y cristianos ortodoxos a dos altos mandos en Donetsk, a sólo 2 kilómetros de la línea del frente, sonrieron, desconcertados, pero sin duda captaron el mensaje.
Después de todo, más que nadie en Europa, estos soldados son capaces de captar este tema unificador: en los dos principales frentes imperiales -Donbás y Asia Occidental- la crisis del hegemón occidental se está profundizando y acelerando rápidamente su colapso.
La humillación cósmica en curso de la OTAN en las estepas de Novorossiya se refleja en el combo anglo-estadounidense-sionista que camina sonámbulo hacia una conflagración mayor en toda Asia Occidental, insistiendo frenéticamente en que no quieren la guerra mientras bombardean a todos los vectores del Eje de la Resistencia excepto Irán (no pueden, porque el Pentágono jugó todos los escenarios, y todos significan la perdición).
Si rascamos la chapa de quién está en el poder en Kiev y Tel Aviv, y quién mueve sus hilos, encontraremos a los mismos titiriteros que controlan Ucrania, Israel, Estados Unidos, el Reino Unido y casi todos los miembros de la OTAN.
Lavrov: “Sin perspectivas” sobre Israel-Palestina
El papel de Rusia en Asia Occidental es bastante complejo y lleno de matices. En la superficie, los pasillos del poder de Moscú dejan muy claro que Israel-Palestina “no es nuestra guerra: Nuestra guerra está en Ucrania”.
Al mismo tiempo, el Kremlin sigue promocionándose como mediador y pacificador de confianza en Asia Occidental. Rusia se encuentra quizás en una situación única para desempeñar ese papel: es una gran potencia mundial, muy implicada en la política energética de la región, líder de las instituciones económicas y de seguridad emergentes del mundo y goza de sólidas relaciones con todos los Estados clave de la región.
Una Rusia multipolar -con su gran población de musulmanes moderados- conecta instintivamente con la difícil situación de los palestinos. Luego está el factor BRICS+, en el que la actual presidencia rusa puede atraer toda la atención de los nuevos miembros Irán, Arabia Saudí, EAU y Egipto para avanzar en nuevas soluciones al enigma palestino.
Esta semana en Moscú, en la 13ª Conferencia sobre Oriente Medio del Club Valdai, el ministro de Asuntos Exteriores Sergey Lavrov fue directo al grano, haciendo hincapié en la causa, las políticas del Hegemón; y el efecto, empujar a Israel-Palestina hacia la catástrofe.
Desempeñó el papel de Rusia pacificadora: proponemos “celebrar una reunión interpalestina para superar las divisiones internas”. Y también dio la cara de la Rusia de la Realpolitik: No hay “perspectivas de un acuerdo Israel-Palestina por el momento”.
Un detallado informe Valdai abrió una ventana crucial para entender la postura rusa, que vincula Gaza y Yemen como “epicentros del dolor”.
Para contextualizar, es importante recordar que, a finales del mes pasado, el representante especial de Putin para asuntos de Asia Occidental, el viceministro de Asuntos Exteriores ML Bogdanov, recibió en Moscú a una delegación de Ansarolá encabezada por Mohammed Abdelsalam.
Fuentes diplomáticas confirman que hablaron en profundidad de todo: el destino de un acuerdo global para la crisis político-militar en Yemen, Gaza y el Mar Rojo. No es de extrañar que Washington y Londres perdieran los papeles.
‘Desaparición de la cuestión palestina’
Podría decirse que la mesa redonda más importante de Valdai versó sobre Palestina y cómo unificar a los palestinos.
Nasser al-Kidwa, miembro del Consejo Nacional Palestino (CNP) y ex ministro de Asuntos Exteriores de la Autoridad Palestina (AP) (2005-2006), destacó las tres posiciones estratégicas de Israel, todas ellas encaminadas a mantener un peligroso statu quo:
En primer lugar, Tel Aviv pretende mantener la división entre Gaza y Cisjordania ocupada. La segunda, según Kidwa, es “debilitar y fortalecer a uno u otro, impidiendo el liderazgo nacional, utilizando la fuerza y sólo la fuerza para suprimir los derechos nacionales palestinos e impedir una solución política”.
El tercero en la agenda de Israel es buscar activamente la normalización con una serie de países árabes sin tratar la cuestión palestina, es decir, “hacer desaparecer la cuestión palestina”.
Kidwa subrayó entonces la “desaparición” de estas tres posiciones estratégicas -esencialmente porque Netanyahu intenta prolongar la guerra “para salvarse a sí mismo”-, lo que conduce a otros resultados probables: un nuevo gobierno israelí; un nuevo liderazgo palestino, “nos guste o no”; y un nuevo Hamás.
Según Kidwa, esto implica cuatro amplios campos de debate: el Estado de Palestina; Gaza y la retirada israelí; el cambio de la situación palestina, un proceso que debe ser interno, “pacífico” y que no albergue “ninguna venganza”; y el mecanismo general futuro.
Lo que está claro, dice Kidwa, es que no habrá una “solución de dos Estados” en el futuro. Se volverá a lo básico, que es afirmar “el derecho a la independencia nacional de Palestina”, una cuestión que ya se acordó ostensiblemente hace tres décadas en Oslo.
Sobre el mecanismo futuro, Kidwa no oculta que “el Cuarteto es disfuncional”. Pone sus esperanzas en la idea española, respaldada por la UE, “que hemos modificado”. Se trata, a grandes rasgos, de una conferencia de paz internacional en varias rondas basada en la situación sobre el terreno en Gaza.
Eso implicará varias rondas, “con un nuevo gobierno israelí”, obligado a desarrollar un “marco de paz”. El resultado final debe ser el mínimo aceptable para la comunidad internacional, basado en resoluciones del CSNU en abundancia: fronteras de 1967, reconocimiento mutuo y un plazo concreto, que podría ser 2027. Y, lo que es más importante, debe establecer “compromisos respetados desde el principio”, algo que la multitud de Oslo no podría entender.
Es bastante obvio que nada de lo anterior será posible bajo Netanyahu y la disfuncional Casa Blanca actual.
Pero Kidwa también admite que, en el lado palestino, “no tenemos un maestro que una estos elementos, Gaza y Cisjordania juntos”. Esto, por supuesto, es un éxito de la política estratégica de los israelíes, que durante mucho tiempo se han esforzado por mantener enfrentados a los dos territorios palestinos y han asesinado a cualquier líder palestino capaz de superar la división.
En Valdai, Amal Abou Zeid, asesor del ex presidente libanés general Michel Aoun (2016-2022), señaló que “tanto como la guerra de Ucrania, la guerra de Gaza trastocó los cimientos del orden regional”.
El orden anterior estaba “centrado en la economía, como vía hacia la estabilidad”. Entonces llegó la operación del 7 de octubre de Hamás contra Israel, que desencadenó una transformación radical. Puso “en suspenso la normalización entre Israel y el Golfo, especialmente Arabia Saudí”, y reavivó la resolución política de la crisis palestina. “Sin esa resolución”, subrayó Zeid, la amenaza a la estabilidad es “regional y global”.
Así que volvemos a la coexistencia de dos Estados a lo largo de las fronteras de 1967: el sueño imposible. Zeid, sin embargo, tiene razón en que sin cerrar el capítulo palestino es “inalcanzable para los europeos mantener relaciones normales con las naciones mediterráneas. La UE debe impulsar el proceso de paz”.
Nadie, desde Asia Occidental hasta Rusia, contiene la respiración, especialmente cuando “prevalece el extremismo israelí”, la AP tiene un “vacío de liderazgo” y hay una “ausencia de mediación estadounidense”.
Viejas ideas frente a nuevos actores
Zaid Eyadat, director del Centro de Estudios Estratégicos de la Universidad de Jordania, intentó adoptar una “perspectiva racionalista” contraria. Hay “nuevas dinámicas” en juego, argumentó, diciendo que “la guerra es mucho más grande que Hamás y más allá de Gaza”.
Pero las perspectivas de Eyadat son sombrías. “Israel está ganando”, insiste, contradiciendo a todo el Eje de Resistencia de la región e incluso a la parte árabe.
Eyadat señala que “la cuestión palestina vuelve a estar en el escenario, pero sin el deseo de una solución global. Así que los palestinos perderán”.
¿Por qué? Por una “quiebra de ideas”. Como en “cómo transformar algo de insostenible a más razonable”. Y es el “orden basado en reglas” el que está en el corazón de este “déficit moral”.
Este es el tipo de afirmaciones de antaño que no concuerdan con los visionarios mutlipolares de hoy en día, preocupados por la resistencia. Mientras Eyadat se preocupa por la competencia entre Israel e Irán, una Tel Aviv extremista y descontrolada, las divisiones entre Hamás y la AP, y Estados Unidos persiguiendo sus propios intereses, lo que falta en este análisis es el terreno de juego y el auge del multipolarismo a nivel mundial.
El “enjambre” del Eje de la Resistencia en Asia Occidental apenas ha comenzado y todavía tiene muchas cartas militares y económicas por jugar. El Eje de la Resistencia eslavo lleva dos años luchando sin descanso, y sólo ahora empiezan a vislumbrar una posible luz, vinculada a la caída de Adveevka, al final del (turbio) túnel.
La guerra de resistencia es una guerra global, que hasta ahora sólo se ha librado en dos campos de batalla. Pero sus partidarios estatales son jugadores formidables en el actual tablero mundial y poco a poco van acumulando victorias en sus respectivos dominios. Todo ello mientras el enemigo, el Hegemón, está en caída libre económica, carece de mandatos internos para sus guerras y ofrece cero soluciones.
Ya sea en el fangoso suelo negro de Donbás, en las costas mediterráneas de Gaza o en las vías navegables esenciales del mundo, Hamás, Hezbolá, Hashd al-Shaabi y Ansarolá se tomarán todo el tiempo que necesiten para convertir los “epicentros del dolor” en “epicentros de la esperanza”.
*Fuente: NoticiasBravas
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