Refundar las Fuerzas Armadas en la Nueva Constitución
por Enrique Villanueva Molina (Chile)
4 años atrás 9 min lectura
Militares deliberando, opinando sobre la pertinencia o no de programas periodísticos, intentado con sus reclamos neutralizar la libertad de prensa, un gobierno y un ministro de defensa que incentiva la acción militar inconstitucional pero que hacen caso omiso del espionaje grosero a periodistas que investigan la corrupción en las filas de las FFAA y Carabineros. A estas alturas no se quién podría negar o poner en duda la extensión de la corrupción y de la crisis moral que esta anidada en los altos mandos militares, cuatro de los últimos comandantes en jefe de ejército y más de 800 oficiales de distinto rango enfrentan a la justicia por delitos de corrupción, hechos que demuestran que los altos mandos militares actúan sin el control civil que estipula la propia constitución.
Ante estos hechos, que se suman a otros de larga data, la refundación de las Fuerzas Armadas empieza a ser una necesidad para proteger a democracia y, para responder a los desafíos de cambio que está enfrentando el pais hoy, los que se inician con la redacción de una nueva constitución proceso del cual las Fuerzas Armadas no deben quedar al margen. A diferencia de otros cientos de reformas que se han hecho en las FFAA desde 1990 en adelante, esta vez lo que se requiere es que en la Constitución queden establecidos los fines y los objetivos de la organización militar. Lo que es esencial para redefinir su orientación, misión y algo muy importante, para que en la doctrina militar se asuma la democracia y el respeto a los derechos humanos, que es un ámbito en el cual las FFAA están al debe con el país, porque estas fueron el brazo armado de la dictadura y causantes de violaciones al derecho a la vida y de crímenes de lesa humanidad.
Por lo tanto no se trata de reformas más o reformas menos, se trata de cambios profundos que terminen y sancionen el negacionismo justificador de su accionar represivo y criminal en contra del enemigo interno, al cual los militares no consideran como sujetos de derechos, cambios que serán posibles si en la nueva constitución los derechos humanos son el eje rector del buen gobierno. Asegurando así, el respeto de la dignidad de las personas, en su indivisibilidad y universalidad lo que debe regir como ley para todos los organismos del estado y como principios, aplicados en el quehacer y el régimen interno de las instituciones militares.
Las acciones de deliberación política y el descontrol de los militares tienen su raíz en que estas son instituciones se han construido al margen de los cambios políticos, sociales y económicos que ha vivido Chile a lo cual contribuyen hechos históricos objetivos y ciertos mitos que se asumen como verdades. Desde el ámbito histórico no caben dudas que las FFAA fueron actores y son las herederas de las gestas y batallas libradas para construir nuestra independencia, hechos a partir de los cuales los militares construyeron su propia historia, exaltando valores como el patriotismo, el heroísmo, la entrega sin límites a la patria, que en momentos de librar batallas y guerras fueron indispensables.
Pero la historia tiene más de una interpretación, más aun con el acceso a la cantidad de información disponible, la que cuestiona o al menos abre interrogantes sobre el significado de esas guerras y, principalmente, de la participación de los militares en conflictos políticos después de la guerra del pacifico, la que siempre fue a favor de los poderosos. Así lo demuestra, por ejemplo, la participación particularmente de la armada en la guerra civil, la que terminó con el derrocamiento y la muerte de Balmaceda en 1891, quienes en ese momento dejaron de ser obedientes y no deliberantes, actuando coludidos con los intereses industriales salitreros ingleses en la política chilena, participando activa y militarmente en la lucha por el poder.
Un “modelo” que casi un siglo después, en 1973, se repitió calcado con el derrocamiento y asesinato de Salvador Allende, ambos presidentes que en épocas distintas intentaron llevar a la práctica propuestas de organización económica. Desplazándose hacia una dimensión diferente a la del capital, sin comprometerse con el capital, liberándose de forma creativa de la tradición abusiva que impone el capitalismo a las personas.
Pero los mandos militares superiores continúan leyendo la historia al revés, sin injerencia del poder civil, negando que en ambos casos la oligarquía y las elites económicas movilizaron todo su poder, en Chile y en el extranjero, para interrumpir estas experiencias y que utilizaron a las FFAA, cuyos jefes militares dejaron de lado la obediencia al poder civil y a la constitución, su prescindencia política, para actuar bajo el argumento político creado por ellos de que la patria estaba amenazada y en el caso de Allende, de hacer caer a Chile “en las garras del comunismo”.
Así se ha contado la historia, exaltando falsos supuestos que sostienen un edificio de valores que tienen cimientos de barro, ocultando hechos que reflejan la crudeza y la cobardía con la que militares corruptos actúan escudándose en la defensa de la patria, me refiero por ejemplo a la matanza de 2,000 o más obreros, hombres mujeres y niños en huelga y apertrechados en la Escuela Santa María de Iquique [1]. Sumándole a ello la cruel matanza del pueblo mapuche en la “pacificación de la Araucanía” [2], cuyo corolario es el golpe de estado de 1973 y la brutal ocupación y militarización de la Araucanía en nuestros días.
La doctrina militar, otra construcción de y para las FFAA en la cual el poder civil ha tenido poca o nula injerencia, a pesar de que esta, la doctrina, es el sustento ideológico que los militares han construido afirmando la preponderancia del factor militar, sobreestimación de lo bélico, en la constitución de la nacionalidad. Para ello en su historia justifican el rol protagónico de los institutos armados en el siglo XIX, en el período colonial, en la independencia y en la consolidación de la República, todos periodos posibles “solo como derivación de hazañas militares”.
A partir de aquí se establece una relación entre el Ejército y el nacimiento de la nación, en la cual el ejercito es anterior a la nación, considerando el año 1603 como el que marca el nacimiento oficial del ejército [3] y por lo tanto, asume ser el heredero genuino de las virtudes raciales, siendo de mayor antigüedad que el Estado nacional. Estos fundamentos históricos construidos sobre una suerte de exclusivismo militar” encuentran eco y continuidad en la doctrina de la seguridad nacional, la que surge en Estados Unidos, después de la segunda guerra mundial, con el objetivo de utilizar a las FFAA de los países del continente para frenar e impedir la consolidación de gobiernos nacionalistas, antiimperialistas, o de liderazgos que alborotaran con ideas Revolucionarias su patio trasero.
Son miles los oficiales y suboficiales quienes fueron formados en estos fundamentos doctrinarios y que luego fueron los protagonistas de los cruentos golpes de estado que se realizaron en todo Latinoamérica, doctrina que heredaron las FFAA en Chile (y carabineros) y que tiene su continuidad hasta nuestros días, traspasándola a la formación de oficiales para el ejercicio de la Seguridad Nacional, convencidos de que su misión principal es la búsqueda y persecución del enemigo interno entre sus propios compatriotas.
Ante esta realidad entonces, la pregunta valida es si es posible construir cambios sociales, políticos y económicos en el pais mientras las FFAA continúen apertrechadas en sus propias ideas y ajenas a todo desarrollo político económico, cultural, que es lo que la mayoría de los chilenos anhelamos, la respuesta es No. Por lo que se requiere refundar las instituciones militares y de carabineros, lo que se inicia abriendo un debate que concluya en la nueva constitución, orientando unas FFAA distintas para Chile, sacando la discusión de los cuarteles, llevándola a los centros de estudio a las universidades, a las organizaciones sociales.
Es desde la constitución que se orientan todos estos cambios fundamentales para aplicarlos también a la formación de los militares, porque tal y como están ahora las escuelas de formación militar son clasistas y son una herramienta de control ideológico, en las que se reproduce el negacionismo sobre el pasado, reafirmando que las FFAA “nos liberaron en una guerra contra el comunismo y derrotando al enemigo interno. A diferencia del pasado y del momento actual en la formación de nuevas generaciones de militares debe haber una conexión con los objetivos estratégicos de la educación en Chile y es más, los oficiales superiores deberían ser graduados en universidades, para conectarlos con la realidad del país.
En resumen la refundación de las FFAA es hoy una necesidad imperiosa, la defensa y la seguridad de la Nación ya no solo se remite a definiciones puramente militares, la seguridad de un Estado democrático se fundamenta en valores como los de paz, libertad, justicia, igualdad, protección de los derechos humanos y convivencia democrática, entre otros, valores y conceptos de los cuales los militares deben ser partícipes y estar convencidos de ellos.
Mientras no se cambien todos estos conceptos, la prescindencia política y el respeto al poder civil, que en el general Schneider y en los militares que se opusieron al golpe de estado de 1973 fueron valores reales, continuaran siendo argumentos distorsionados y utilizados para mantener instituciones militares, que vigilan y no participan de la democracia, caminando al lado y como guardianes serviles de los poderosos.
El riesgo de esto es mayor en medio del alto grado de descomposición que vive nuestra sociedad, contexto en el cual las instituciones militares y carabineros son una amenaza constante para la democracia, porque sus mandos no tienen control civil y se mandan solos y no hay seguridad de que generales y oficiales superiores corruptos, coludidos con políticos ambiciosos y en resguardo de sus intereses, utilicen nuevamente la verticalidad del mando, para distorsionar los valores de lealtad institucional y la acción corporativa para encubrir sus actuaciones.
Una situación que se agrava frente a un gobierno que no gobierna, que está aislado del pueblo y desprestigiado, aferrándose a sus intereses y a los sectores minoritarios que representa, incentivando convenientemente la autonomía de los militares y carabineros, protegiendo y otorgando impunidad a quienes han violado los derechos humanos y cometidos crímenes de lesa humanidad en democracia.
Por todo esto, no hay otro concepto que interprete mejor la salida a la crisis que viven hoy las instituciones militares, una crisis que ya no es organizacional o solo de adaptación a la realidad política y democrática que ha vivido el pais post dictadura, es una crisis moral que se expresa en el liderazgo de estas organizaciones, en sus altos mandos y oficiales superiores y que afecta a la institución en toda su extensión.
Enrique Villanueva Molina
Notas:
[1] un asesinato en masa provocado por el general Roberto Silva Renard quien ordenó a sus tropas hacer fuego en contra de la multitud indefensa.
[2] 1861, Cornelio Saavedra propuso un plan de «pacificación» que consistió en ocupar territorios que eran reconocidos como propiedad del pueblo mapuche
[3] En esa fecha el gobernador Alonso de Ribera creó el Ejército Permanente del Reino de Chile
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