De la democracia a la oligarquía de los partidos
por Karl Jaspers (Alemania)
7 meses atrás 11 min lectura
13 de mayo de 2024
Publicamos este artículo, resumen de algunas hojas de un libro de Karl Jaspers, filósofo alemán. Lo hacemos al constatar que lo que Jasper advierte hace más de 50 años explica la critica situación que vive hoy la política alemana, el estado, los partidos y la sociedad en su conjunto. Pero no sólo por eso lo publicamos, sino, por el claro paralelo que observamos con la realidad que vive Chile, donde los partidos políticos volvieron a la vida legal en 1990, ya separándose del pueblo, de la sociedad, y comenzaron a operar como entidades autónomas, que se apoderaron del estado e hicieron posible que pequeños grupos comenzaran a decidir todo aquello que debería ser decidido por la sociedad en su conjunto, si esta quiere realmente ser democrática. Es indispensable que entendamos que los problemas que vive Chile, que la miseria que se ha apoderado de la política, no es un fenómeno exclusivamente chileno, sino un fenómeno mundial. Es un error reaccionar frente a la corrupción que vemos, a la desaparición de los partidos políticos como entidades democráticas diciendo «bueno, ¡esto es Chile!». Para buscar soluciones, despertemos y miremos más allá de la fronteras.
La Redacción de piensaChile
¿Hacia dónde va la República Federal de Alemania?
Del texto:
«…. Los partidos, que en ningún caso deberían ser el Estado, alejados de la vida del pueblo, se hacen a sí mismos el Estado…. La dirección del Estado está en manos de la oligarquía de los partidos…. Su posición, ausente de cualquier tensión con otro poder, seduce…. Los partidos quieren ocupar los espacios con su propia gente. Esta es la recompensa al trabajo del partido, el botín de la victoria tras la batalla electoral ….»
Extracto (cita corta) de: «Wohin treibt die Bundesrepublik?» (1966) SERIE PIPER 1988
De las páginas 128 y siguientes
- El cambio estructural de la República Federal: De la democracia a la oligarquía de los partidos
[….]
(3) Cuando se pregunta si nuestro Estado es una democracia, la respuesta suele ser evidente: Sí, una democracia parlamentaria. La Ley Fundamental así lo atestigua: «Todo el poder del Estado emana del pueblo». (Artículo 20) ¿Pero cómo es esto en la realidad? Los autores de la Ley Fundamental parecen haber tenido miedo del pueblo. Pues esta ley restringe al mínimo la eficacia del pueblo. El Bundestag se elige cada cuatro años. Las listas o personas que le presentan los partidos ya son elegidas de antemano por los partidos. El proceso de esta elección previa oculta, que es la elección propiamente dicha, es complicado; los nombres para las listas de las circunscripciones y las listas de los Estados federados no se elaboran de la misma manera. Pero son siempre los comités de los partidos, nunca el pueblo, los que intervienen en este comienzo decisivo. Hay que ser miembro del partido para participar en estas elecciones y ser nominado.
Incluso si eres miembro del partido, como tal tienes poco influencia en las nominaciones. La jerarquía y la burocracia del partido son decisivas. Los miembros del partido como tales no tienen nada que decir en la designación de las listas estatales.
Quien quiera votar en el verdadero sentido de participar desde la nominación hasta la votación final, tiene que afiliarse al partido. Los que no se afilian a un partido no pueden quejarse de que no pueden votar otra cosa que lo que les proponen los partidos. Votan a los ya elegidos y sólo tienen influencia en el número de los ya elegidos por el partido para que se conviertan en miembros del parlamento.
Por lo tanto, el pueblo sólo tiene una elección muy limitada entre aquellos que le han propuesto los partidos. Puede rechazar todas estas propuestas electorales. Están obligados a «elegir» según su estado de ánimo, políticamente irreflexivo, tiene que elegir realmente sin conocimiento.
(4) Los partidos son órganos del pueblo. Deben surgir del pueblo a través de la libre iniciativa. El artículo 21 dice: «Los partidos participarán en la toma de decisiones políticas del pueblo». Sin embargo, difícilmente se puede afirmar que en la República Federal se esté formando la voluntad política del pueblo. La ignorancia de la mayoría de la gente es aterradora. Los partidos no informan ni educan al pueblo y no le enseñan a pensar. En las elecciones actúan según los principios de la publicidad. Sus acciones tienen en cuenta los intereses materiales de los grupos cuyos votos quieren conseguir.
[….]
(5) La tarea, la situación y la realidad de los parlamentarios. El pueblo no puede cogobernarse a sí mismo. Son gobernados por sus representantes designados, los parlamentarios, los que a su vez eligen al canciller. La cuestión es, en primer lugar, qué influencia tiene el pueblo. Esa influencia es extremadamente pequeña. Ni siquiera las elecciones son elecciones propiamente dichas, sino aclamación de la oligarquía del partido. En segundo lugar, la cuestión es qué cualidades deben tener y tienen realmente los parlamentarios como políticos. Esto tiene una importancia vital. Porque ellos forman el gobierno. Toman las decisiones decisivas. Trabajan a través de las comisiones.
Eschenburg ha hecho una excelente descripción de la situación del parlamentario. Se le exigen cosas sobrehumanas. Le llegan demandas y peticiones de todas partes. Tiene la tarea de hacer propaganda, de relacionarse con sus votantes. Necesita experiencia y centrarse en las líneas generales y sencillas de una política bien orientada. Pero el parlamentario no está sujeto a instrucciones. Es completamente libre en la elección de su actividad, en lo que considera más importante. Una profesión maravillosa para los que están a la altura, ¡una profesión destructiva para los que no lo están!
[….]
(6) Los partidos cambian de sentido. La dirección del cambio es ésta: Estaban concebidos como órganos del pueblo, el que expresa su voluntad a través de ellos y, a la inversa, es educado políticamente por ellos. Pero se convierten en órganos del Estado, que ahora vuelve a gobernar a sus súbditos como un Estado autoritario. Los partidos, que en ningún caso deberían ser el Estado, se convierten ellos mismos en el Estado, alejados de la vida del pueblo. Originalmente eran formaciones autónomas de la libertad ilimitada del pueblo, pero en su conciencia se convierten en los portadores del poder. El Estado son los partidos. La dirección del Estado está en manos de la oligarquía de los partidos. Ésta usurpa el Estado.
(7) Esta transformación se promueve institucionalmente sin quererlo. Cuando se fundó la República Federal, la intención era la estabilidad del gobierno. La participación activa del pueblo peligroso debía reducirse al mínimo. Pero esta participación no se podía eliminar porque se afirmaba que quería ser una democracia. Pero su efecto se redujo a las elecciones celebradas cada cuatro años. Y, con los medios de propaganda, en las elecciones, se les trataba como ganado votante, el cual sólo decidía el grado de participación de los distintos partidos en el gobierno
[….]
El hecho de que los partidos se conviertan en el único poder político cambia su significado. Su posición, sin tensiones con otros poderes, es seductora. La posesión exclusiva del poder es perniciosa, aunque prevalezca la forma de la separación de poderes (legislativo, ejecutivo, judicial).
[….]
(9) El papel del parlamento como poder de autoridad se vuelve ambiguo. Por un lado, presume de intervenir en cuestiones de personal. Pero por otro, parece ceder cada vez más el control.
Según la Ley Fundamental, el Canciller nombra a sus ministros a su libre albedrío. En realidad, previa consulta con su partido y el partido de coalición, quizá incluso de forma que se comprometa a elegir a sus ministros antes de la elección del canciller. Según la Ley Fundamental, también podría nombrar a hombres que no pertenecieran a ningún partido o incluso a los que pertenecieran al partido de la oposición si sólo se fijara en las cualificaciones. Pero, de hecho, no puede hacerlo. Porque los partidos quieren llenar los escaños con su propia gente. Esa es la recompensa por el trabajo de los partidos, el botín de la victoria tras la batalla electoral.
Hay poco control por parte del Parlamento. Los comités de expertos con derecho a interrogar no son eficaces. Los daños, los escándalos, las cuestiones de hecho fundamentales no se tratan de esta manera, donde el gobierno estaría bajo constante escrutinio o podría ser instruido. Cuando tienen lugar, es más probable que se utilicen como medidas de protección para encubrir los errores del gobierno
[….]
El propósito de la oposición democrática es dar vida a la política a través del debate, del escrutinio, de la voluntad de asumir la responsabilidad del gobierno mismo, con objetivos modificados y de ponerse a prueba. Esto les obliga a pensar y a comportarse de tal manera que la voluntad objetiva sea creíble en sus objetivos y convicciones políticas. El gobierno y la oposición, aunque estén en lucha por el poder, son amigos en el terreno común de un único interés estatal.
Si no se reconoce a la oposición como una fuerza productiva e indispensable para el Estado, entonces sólo es un adversario juzgado negativamente, antiestatal y, por tanto, realmente censurable. Si la oposición no tiene objetivos y planteamientos propios y bien pensados que capten las mentes de la población, entonces parece ser lo mismo que el partido gobernante. Para los miembros del partido derrotado, ya no se trata de una cuestión de importancia política, sino únicamente de conseguir ellos mismos una participación en el gobierno, sin importar cómo ni por qué medios.
Con la abolición de la oposición como factor indispensable en el proceso de toma de decisiones políticas del Estado, la libertad democrática llega a su fin. Pues cesa la lucha política en la mente de los ciudadanos.
[….]
(10) El hecho de que no se haya desarrollado ninguna oposición productiva, ninguna interacción entre el gobierno y la oposición luchando en el mismo terreno, tiene como antítesis la tendencia a formar una gran coalición o un gobierno de todos los partidos.
[….]
Como siempre en las democracias parlamentarias, existe un gran clientelismo de los cargos. No se puede determinar estadísticamente en qué medida se aplica ya a las profesiones no políticas. Ocurre que un médico de hospital se afilia al partido que gobierna la ciudad para convertirse en jefe de una clínica municipal.
-Traducido para piensaChile del alemán al castellano por Martin Fischer
*Fuente: Gewaltenteilung
Màs sobre el tema:
YO APOYO A CHILE
Amigos, ojalá, nos vaya bien con ésto…y que vaya en progresión geométrica…
Que siga circulando…, lo vamos a lograr…
LEY DE REFORMA DEL CONGRESO… Enviar a 5 contactos y si ellos hacen lo mismo, ésta es la progresión de difusión:
01- 5
02 – 25
03 – 125
04 – 625
05 – 3.125
06 – 15.625
07 – 78.125
08 – 390.625
09 – 1.953.125
10 – 9.765.625
11 – 48.828.125 con 11 re-envíos se entera todo CHILE.
Que nuestros parlamentarios dejen de tener atribuciones súper extra exclusivas.
Esta es una idea que realmente debe ser considerada por los ciudadanos. Una Ley de reforma del congreso del año 2012 que constituye una enmienda de la Constitución de Chile.
1. El honorable diputado o senador será asalariado solamente durante el período que haya sido elegido, y no tendrá jubilación de por vida. En la actualidad, luego de ejercer por un solo período, tiene derecho a percibir, a diferencia de los demás ciudadanos, jubilación por el resto de su vida.
2. El congresista, contribuirá a la seguridad social. Todo personero actualmente en el fondo de jubilación del congreso deberá pasar al régimen vigente de la seguridad social, es decir de A. F. P. en forma inmediata. De esta manera, todo honorable, deberá participar de los beneficios dentro del régimen de la seguridad social civil vigente, exactamente igual que todos los ciudadanos de este país. El fondo de jubilación no podrá ser usado para ninguna otra finalidad.
3. El honorable debe pagar su plan de jubilación, como todos los chilenos, en vez que todos los chilenos, paguemos su plan de jubilación.
4. Al honorable no le asistirá el derecho de votar su propio aumento de ingresos parlamentarios.
5. El honorable, dejará su seguro actual de salud y deberá participar del mismo sistema de salud que los demás ciudadanos chilenos, es decir FONASA o ISAPRES.
6. El honorable debe cumplir con las mismas leyes y obligaciones que los demás ciudadanos chilenos.
7. El diputado deberá cumplir sus mandatos por no más de 2 legislaturas.
¡SERVIR EN EL CONGRESO ES UN HONOR, NO UNA CARRERA PROFESIONAL! Una cosa es servir a Chile, otra cosa es servirse de Chile
Si cada persona pasa este mensaje a un mínimo de veinte otras, en tres días la mayoría de los chilenos recibirán este mensaje. La hora para esta enmienda a la Constitución es ¡AHORA!El político es un empleado del pueblo, pagado por el pueblo. No es un Dios. Se debe a todos los ciudadanos.
(La culpa es nuestra por dejarlos hacer lo que les viene en ganas. Los privilegios, deben corresponder a ciudadanos que se distingan por algún mérito y no a los que nos representan en el congreso)
Si los pusiésemos en su sitio, qué pocos políticos tendríamos, pues de vocación, hay pocos.
DE ESTA MANERA PODEMOS ARREGLAR NOSOTROS EL CONGRESO Y EVITAR QUE LOS CONGRESISTAS SE SIGAN ARREGLANDO CON NOSOTROS.
¡¡Si estás de acuerdo con lo expuesto, reenvíalo!!
¡¡Si no, bórralo!!
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