Hoy no es lo mismo izquierda que revolución
por Rómulo Pardo Silva (Chile)
15 años atrás 2 min lectura
Los significados de las palabras del discurso político no deben ser ambiguos para que la ciudadanía se pronuncie bien informada de las opciones.
Es el caso de los términos izquierda y revolucionario que se tratan de hacer sinónimos pero corresponden a pensamientos y prácticas opuestos.
Frente a la alternativa entre la civilización capitalista y una nueva civilización radicalmente distinta, la izquierda actual, cualquiera haya sido su programa en el pasado, se inclina por la continuidad.
Los izquierdistas europeos y latinoamericanos han hecho suyo el capitalismo. Coaligados con la derecha en programas de gobierno y pactos de candidatos en algunos casos incluso casi han desaparecido en beneficio de su burguesía.
Revolucionario en cambio es impulsar el programa de una economía de propiedad social, global, planificada, sustentable. Una civilización solidaria en donde lo cultural y humanista sea central.
Ambas posiciones son absolutamente antagónicas.
Mientras la izquierda busca o logra administrar un poder cívico-militar constituido, lo revolucionario tiene que fundar una nueva realidad. Debe difundir con claridad su proyecto, desarrollar y organizar la fuerza propia rebelde, luchar desde la base para imponer al sistema la ejecución de bienes sociales sostenibles, ganar espacio parlamentario sin transar logros programáticos a cambio de apoyar y legitimar intereses del patronazgo ni ser parte en las pugnas electorales interburguesas.
Es necesario entonces resignificar la palabra izquierda. No se puede calificar del mismo modo a Fidel Castro y a Luiz Inácio Lula Da Silva. La izquierda no es sino el otro lado de la derecha.
Simón Bolívar puede iluminar la diferencia entre ambas conductas. Escribió:
¡Lo imposible es lo que nosotros tenemos que hacer, porque de lo posible se encargan los demás todos los días!
Y los revolucionarios saben que lo imposible es posible y difícil, pero vital para la supervivencia de la humanidad y la vida.
* Fuente: Mal Publicados
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