Rusia y China dibujan el futuro mientras el mundo espera el próximo movimiento de Irán
por Pepe Escobar (Desde Moscú)
9 meses atrás 9 min lectura
El planeta entero aguarda con la respiración contenida la declaradamente inevitable respuesta iraní al ataque contra su Сonsulado/residencia del embajador en Damasco por parte de los psicópatas bíblicos responsables del genocidio de Gaza.
Envuelta en un aura de secretismo, cada día que pasa traiciona la inmensidad del desafío: la posible respuesta asimétrica debe ser, simultáneamente, simbólica, sustantiva, convincente, razonable y racional. Esto está poniendo totalmente histérica a Tel Aviv y extremadamente susceptibles a las instancias decisorias del Hegemón.
Todo el mundo que tenga un cerebro que funcione sabe que este sueño húmedo de truco publicitario, desde el punto de vista de los cristianos zionistas conservadores estadouniendes, fue una provocación seria, diseñada para atraer a EEUU al plan israelí largamente deseado de golpear decisivamente tanto a Hizbulá como a Teherán.
El jefe del Estado Mayor de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), Herzi Halevi, casi delató el juego, cuando afirmó el 7 de abril que «estamos operando en cooperación con EEUU y los socios estratégicos de la región».
Traducción: nunca confíen en el Hegemón aunque se haga flotar la idea —a través de mediadores suizos— de que Washington no interferirá en la respuesta de Teherán a Tel Aviv. Solo hay que recordar las garantías de Washington a Sadam Huseín antes de la primera Guerra del Golfo.
Es imposible tomarse al pie de la letra las garantías de los hegemones. La Casa Blanca y el Pentágono dan de vez en cuando estas garantías a Moscú cada vez que Kiev ataca en lo más profundo de Rusia utilizando información satelital, logística y armamento de EEUU y el Reino Unido, y con la OTAN en control operativo de facto.
El ataque de terrorismo de Estado contra Damasco, que hizo añicos la convención de Viena sobre inmunidad diplomática, fue crucialmente también un ataque tanto contra los BRICS ampliados como contra la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Irán es miembro de ambos organismos multilaterales y, además, mantiene alianzas estratégicas tanto con Rusia como con China.
Así que no es de extrañar que los dirigentes, tanto de Pekín como de Moscú, estén considerando cuidadosamente todas las posibles repercusiones del próximo movimiento iraní.
La escalada intencionada de Tel Aviv —cuando se trata de expandir la guerra en Asia Occidental— resulta ser el reflejo de otra escalada: la OTAN no tiene otra salida en Ucrania que redoblar la ofensiva, sin final a la vista.
Esto comenzó con el secretario de Estado, el pequeño Tony Blinken, afirmando que Ucrania (la cursiva es mía) se unirá a la OTAN. Lo que cualquiera con un cerebro que funcione sabe que es traducible como la hoja de ruta hacia una guerra caliente Rusia-OTAN con consecuencias increíblemente nefastas.
La irresponsabilidad criminal del pequeño Blinken fue debidamente recogida por el dúo franco-británico, como expresaron el ministro británico de Exteriores, David de Arabia Cameron y su homólogo francés Stéphane Séjourné: «Si Ucrania pierde, perdemos todos».
Al menos han acertado en eso (la cursiva es mía), aunque han tardado mucho en enmarcar la inminente humillación cósmica de la OTAN.
De la «doble oposición» a la «doble disuasión»
Pasemos ahora de los payasos a los adultos. Como es el caso del ministro de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, y el ministro de Exteriores chino, Wang Yi, que discutieron juntos literalmente todos los expedientes incandescentes en Pekín.
Lavrov y Wang no pueden ser más claros sobre el futuro de la asociación estratégica Rusia-
China. Se comprometerán juntos en todos los asuntos relacionados con la seguridad euroasiática. Apostarán, en palabras de Lavrov, por la «oposición dual» para contrarrestar la «disuasión dual» de Occidente.
Contrarrestarán todos los intentos de los sospechosos habituales de «ralentizar el curso natural de la historia». Añadan a ello la confirmación de que el presidente ruso, Vladímir Putin, y el presidente chino, Xi Jinping, celebrarán al menos dos reuniones bilaterales en 2024: la cumbre de la OCS en junio y la cumbre de los BRICS en octubre. En pocas palabras: los perros de las guerras eternas ladran, mientras avanza la caravana de la integración euroasiática.
Tanto Lavrov como Wang dejaron muy claro que, mientras sigue «el curso natural de la historia», la asociación estratégica Rusia-China seguirá buscando una forma de resolver la tragedia de Ucrania, teniendo en cuenta los intereses de Rusia.
Traducción: Será mejor que la OTAN se despierte y huela el café.
Este encuentro es una prueba gráfica más del actual movimiento tectónico en lo que los chinos suelen describir como la «correlación de fuerzas mundial». El mes que viene —ya está confirmado— le tocará a Putin visitar Pekín.
Nunca está de más recordar que el 4 de febrero de 2022, también en Pekín, Putin explicó personalmente a Xi por qué la expansión de la OTAN/Hegemonía en Ucrania era totalmente inaceptable para Rusia. Xi, a efectos prácticos, comprendió lo que estaba en juego y no se opuso posteriormente a la operación militar especial.
Su «exceso de capacidad» me está volviendo loca
Tanto Teherán como Moscú se enfrentan a un serio desafío cuando se trata de las intenciones del Hegemón. Es imposible concluir definitivamente que Washington no estaba al tanto del ataque de Tel Aviv contra Irán en Damasco, aunque sea contraintuitivo creer que los demócratas, en un año electoral, alimentarían voluntariamente una desagradable guerra caliente en Asia Occidental provocada por Israel.
Sin embargo, siempre existe la posibilidad que el genocidio en Gaza avalado por la Casa Blanca esté a punto de extrapolar el marco de un enfrentamiento entre Israel e Irán/Eje de Resistencia, ya que el Hegemón está implicado de facto en una miríada de niveles.
Para aliviar esa tensión, introduzcamos lo que, dadas las circunstancias, puede entenderse como un alivio cómico: la aventura de la llorona Yellen viaja a China. La secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen, fue a Pekín para proferir esencialmente dos amenazas (al fin y al cabo, se trata del Hegemón).
1. Yellen señaló que las empresas chinas podrían enfrentarse a «consecuencias significativas» si proporcionan «apoyo material a la guerra de Rusia contra Ucrania».
2. Yellen acusó a las empresas chinas de «exceso de capacidad», sobre todo en el sector de los vehículos eléctricos (por cierto, 18 de las 20 mayores empresas de vehículos eléctricos del mundo son chinas).
Los chinos, como era de esperar, rechazaron todo el espectáculo con apenas un bostezo, señalando que el Hegemón simplemente no puede hacer frente a la ventaja competitiva de China, por lo que recurren a otro caso más de bombo y platillo de la reducción de riesgo.
En resumen: se trata de proteccionismo apenas disimulado. El ministro de Comercio chino, Wang Wentao, fue directo al grano: la ventaja de China se basa en la innovación, no en las subvenciones. Otros añadieron dos factores clave: la eficiencia de las cadenas de suministro y la competencia ultradinámica del mercado. Los vehículos de nuevas energías en China, junto con las baterías de litio y las células solares, se conocen como los nuevos «tres grandes ítems».
El teatro de la llorona Yellen en Pekín debería identificarse fácilmente como otra táctica desesperada de una antigua hiperpotencia, que ya no goza de supremacía militar; ni de un MICIMATT dominante (el complejo militar-industrial-congresional-inteligencia-medios de comunicación-academia-tanques de pensamiento, según la brillante formulación del activista político estadounidense y exoficial de la Agencia Central de Inteligencia Ray McGovern); ni logística con rutas marítimas totalmente controladas; ni petrodólar invulnerable; ni miedo forzado e indiscriminado a las sanciones; y sobre todo, ni siquiera el propio miedo al miedo, sustituido en todo el sur global por la rabia y el desprecio absoluto por el apoyo imperial al genocidio en Gaza.
Remezcla chabacana de una tragedia griega
Una vez más es el inestimable economista estadoinidense Michael Hudson quien lo resume todo:
«La posición oficial de EEUU reconoce que ya no puede ser un exportador industrial, pero ¿cómo va a equilibrar los pagos internacionales para sostener el tipo de cambio del dólar? La solución es la búsqueda de rentas. Por eso EEUU afirma, bueno, ¿cuál es la principal nueva oportunidad de búsqueda de rentas en el comercio mundial? Bueno, es la tecnología de la información y la tecnología informática.
Por eso Estados Unidos lucha tanto contra China y por eso el presidente Biden ha dicho una y otra vez que China es el enemigo número uno. Primero actuó contra Huawei por las comunicaciones 5G y ahora está intentando que Europa, los exportadores estadounidenses y taiwaneses no exporten ni un chip informático a China, y que los holandeses no exporten maquinaria de grabado de chips a China. Existe la creencia que, de alguna manera, Estados Unidos, si puede evitar que otros países produzcan rentas de propiedad intelectual de alta tecnología, entonces esos otros países serán dependientes de él.
Buscar rentas significa realmente depender de otros países si no tienen la opción de pagarte mucho más dinero que el coste real de producción. Eso es la renta, el precio por encima del valor. Pues bien, Estados Unidos, como no puede competir en valor debido al alto coste de la vida y de la mano de obra allí, solo puede monopolizar la renta.
Pues bien, China no se ha amilanado. China ha saltado por encima de Estados Unidos y está produciendo su propia maquinaria de grabado, sus propios chips informáticos. La pregunta es, ¿qué va a hacer el resto del mundo? Bueno, el resto del mundo significa, por un lado, la mayoría global, Eurasia, los BRICS+, y por otro, Europa Occidental.
Europa Occidental está justo en medio de todo esto. ¿Realmente va a renunciar a las exportaciones chinas, mucho menos caras, a precio de coste, incluido el beneficio normal, o va a dejarse encerrar en la tecnología estadounidense de extracción de rentas, no solo para los chips informáticos, sino también para las armas militares?».
Desde el punto de vista gráfico, esta semana llena de acontecimientos nos ha deparado otra joyita: Xi recibió oficialmente a Lavrov cuando Yellen aún estaba en Pekín. Los expertos chinos señalan que la posición de Pekín en esta tríada enrevesada es admirablemente flexible, en comparación con el vicioso punto muerto de las relaciones entre Estados Unidos y Rusia.
Nadie sabe cómo puede desbloquearse la situación. Lo que está claro es que los dirigentes de Rusia y China, así como los de Irán, conocen perfectamente los peligros que acechan en el tablero de ajedrez cuando los sospechosos habituales parecen ir a por todas, jugándoselo todo, incluso sabiendo que están superados en armas, en producción, en número y en astucia.
Se trata de una chabacana tragedia griega, aunque sin el pathos y la grandeza de Sófocles, con un puñado de repugnantes y brutales especímenes que se hunden en su propia perdición sin pestañear.
*Fuente: Sputnik
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