Articulos recientes

Al navegar en nuestro sitio, aceptas el uso de cookies para fines estadísticos.

Noticias

Opinión

Señor, le traigo el diario…. ¡Súbalo!

Compartir:
Le tocaron el timbre, desde la entrada del edificio. A la pregunta de “¿Quiés es”? los detectives que formaban el comando de captura le respondieron “El diario”. La respuesta vino como cada día, a la misma hora, con el mismo tono de señor feudal “¡Súbalo!”.

Al escuchar que golpeaban la puerta, Iturriaga abrió para recibir el diario que le traían, pero lo que vio apenas giró la cerradura no fue un rollo de papel, sino un par de cañones de pistola que se le vinieron encima. Los funcionarios de la Policía de Investigaciones que participaban en la Operación esperaban una feroz resistencia del “Comando Número Uno”, ese que dirigió las violaciones más brutales contra mujeres indefensas, atadas de pies y manos, contra prisioneros esposados, debilitados luego de largas sesiones de tortura. Pero no hubo ni un gesto que permitiera pensar que el “clandestino” trató de defender “su libertad”.

El absolvente de la “Escuela de Las Américas”, el gran especialista en lucha irregular, cayó en una trampa casi infantil, que le tendió inteligentemente la policía, partiendo del perfil sicológico que manejaban del “Comando Número Uno”. Ellos, luego de haber capturado a muchos de estas escorias humanas, conocen lo que son como personas. Lo mismo que el Mamo, que había jurado que no lo capturarían vivo, se entregó ‘chanchito’. De igual a igual, con una arma en la mano, se cagan de susto.

Al ver las imágenes en la televisión, no puedo dejar de recordar a los oficiales argentinos que torturaron y masacraron a cientos de jóvenes argentinos, que luchaban contra la dictadura, y que más tarde -esos mismos oficiales de tropas especiales- se cagaron de susto y se rindieron sin disparar un tiro cuando tuvieron al frente a los gurkas nepaleses en las Islas Malvinas [1]. ¡Cobardes! Es muy fácil ser valiente cuando se actúa desde el poder, con toda la maquinaria cubriendo las espaldas, actuando contra quienes luchan por sus ideales, desarmados o provistos apenas de un par de fierros viejos y sin entrenamiento adecuado.

Verlo esposado ha sido una mínima recompensa en pago por los crímenes cometidos contra nuestras compañeras y compañeros asesinados,  cobardemente, cuando ya estaban hechos prisoneros. Verlo sonreir me hizo pensar en lo fácil que debe ser hacerlo cuando se marcha rumbo a una “cárcel” que no es tal, sino algo que más bien podría ser catalogado de un camping, con piscina, televisión, gimnasio, mozos sirviendo a la mesa, etc. Es fácil sonreir cuando se es detenido y se tiene la certeza que nadie te va a golpear, nadie te va a aplicar electricidad en los rincones más sensibles de tu cuerpo, cuando sabes que nos vas a escuchar los gritos desgarradores de tus compañeros al otro lado del muro, cuando no hay duda que al final la muerte te encontrará en la cama, que no llegará a ti en forma violenta… ría Iturriaga, que su risa no deja de ser la de un cobarde, la de un depravado violador, la de un torturador. No entiendo porque hay que seguir llamándole “general”.

Chao, “Comando Número Uno”, aguanta, que ya vienen los otros procesos y a los 5 años que ya tienes encima, se sumarán otros, y en la penumbra de tu pieza, te van a acorralar los recuerdos de tus crímenes. Y recuerda, nunca más pidas que te suban el diario. ¿Qué dirán tus profesores gringos de la Escuela de Las Américas? Chao, clandestino.

Nota:
[1] He pedido a la  Redacción, con posterioridad a la publicación de este artículo,  que introduzca esta modificación para dejar en claro que la cobardía de que hablo se la atribuyo a aquellos oficiales que comandaban tropas especiales durante la "guerra sucia". La redacción inicial puede haber sido poco felíz y haberse mal interpretado mi opinión y los cargos que yo hago a ellos, a los oficiales y no a la tropa. El autor.

Compartir:

Artículos Relacionados

Deja una respuesta

WordPress Theme built by Shufflehound. piensaChile © Copyright 2021. All rights reserved.