En opinión
unánime de los expertos la catástrofe de New Orleans era previsible y
sus consecuencias manejables. Esto hace que las exigencias de un
“Impeachment”, renuncia del presidente norteamericano, comiencen a
escucharse cada vez mas fuertes. No por último, porque el presupuesto
de más de 10.000 millones de dólares, previsto para gastos de
renovación y reforzamiento de diques y compuertas durante el año 2004,
por presión y exigencias de la administración Bush, fueron reducidos a
1400 millones.
Las
inundaciones de New Orleáns causadas por un huracán estaban desde hace
mucho tiempo en la lista de posibles catástrofes más grandes en los
Estados Unidos. De acuerdo a las estimaciones que se poseen hasta ahora
el desastre del Mississippi supera en varias veces a la del 11 de
septiembre, tanto en perdidas humanas como materiales. Sin embargo la
reacción del presidente no puede ser más contraria. Apenas un día
después de los ataques terroristas estaba Georg W. Bush, megáfono en
mano, parado sobre las ruinas aún humeantes del Worl Trade Center y
representaba el papel de Administrador de la Catástrofe, lo cual trajo
una amplia ayuda inmediata. Un día después del huracán “Katrina” Bush
voló a San Diego, a participar allí en una fiesta con amigos. Recién
después de tres días simuló a medias su interés en los sucesos. En el
vuelo de regreso a Washington, desde su cómodo sillón del avión “Air
Force One” contempló desde el aire la zona de la catástrofe. Con eso el
se ganó la acusación de “Altanería imperial” de los principales medios
de comunicación.
No ayudó mucho a Bush que el día viernes realizara
una visita a la zona de la catástrofe, toda vez que él trato de
entregar la responsabilidad de las fallas a las autoridades locales y
regionales. El hecho de que un tercio de las fuerzas de la Guardia
Nacional, entrenadas para servicios en catástrofes, se encuentre en
Irak así como el 40% de los helicópteros y otros equipos, no puede ser
negado.
Cuando el
huracán “Charley” azotó las costas de Florida, el 14 de agosto del año
2004, matando a 26 personas y dejando cientos sin hogar, el presidente
Bush voló de inmediato a la zona, para inspeccionarla junto a su
hermano, gobernador del ese estado federal.
El presidente declaró
esa vez “zona de catástrofe” la región, lo cual ayudó a que en menos de
24 horas todos los afectados fueron abastecidos con todo lo
necesario. “En tiempos de catástrofes el espíritu americano ilumina más
claro que nunca”, declaró entonces George W. Bush. De ese “espíritu
americano” las víctimas de las inundaciones en New Orleans,
abandonadas, empobrecidas y mayoritariamente negras y latinas no han
sentido mucho.
Pero
el gobierno de Bush no sólo ha hecho poco y nada, durante toda una
semana, por ir en auxilio de las víctimas, sino que ha mostrado una
arrogancia increíble. Sin dar ningún argumento rechazó el ofrecimiento
de Fidel Castro de enviar más de 1.000 médicos a la zona de catástrofe
y toneladas de medicamentos. El primer grupo de 500 médicos podría
haber llegado a la zona ya el día viernes pasado. También rechazó las
ofertas de Venezuela de enviar ayuda y de entregar combustibles a bajo
precio a los damnificados a través de la cadena de bombas bencineras
Citgo.
Que la situación del gobierno Bush no es fácil lo demuestra
el mensaje de ayuda enviado a sus aliados de la OTAN, pidiendo 500.000
raciones de alimentos, ordenando el regreso de algunas unidades
militares desde Afganistán e Irak.
Cuando las casas se transforman en trampas
Todo
esto, por supuesto, no es informado por la prensa chilena. Una vez más
de nos trata de ocultar la verdad, se intenta tapar el sol con un dedo.
Las verdaderas dimensiones de la catástrofe se siguen silenciando, como
si con ello pudiera reducirse el número de victimas. Según periódicos
europeos, miles de familias humildes, negros y latinos, sin las
condiciones económicas para huir del huracán que se aproximaba,
hicieron lo único que les quedaba: reforzar puertas y ventanas de sus
viviendas y quedarse a esperar a que pasaran los vientos y las lluvias.
Ellos no contaron con que los diques cederían. Esperaban el agua de las
lluvias, pero no los 3 y más metros de agua que inundó grandes zonas
protegidas por el sistema de diques que finalmente cedió. De esa forma,
sus casas, donde habían buscado refugio, se convirtieron en trampas
mortales. En la muerte de estos miles de seres humanos hay responsables
y el gobierno norteamericano tendrá que responder por ello.
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