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Gobierno y Fuerzas Armadas… ¿son democráticos y constitucionalistas?

Gobierno y Fuerzas Armadas… ¿son democráticos y constitucionalistas?
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21 de abril de 2021
Durante décadas (prácticamente un siglo) hemos sido bombardeados por el conservadurismo beato de nuestra dirigencia derechista con frases, libros, periódicos e incluso películas (especialmente películas) “made in USA”, proponiendo -y pontificando- como ejemplo máximo imitar a la estructura socioeconómica y política del imperio del norte.

Ello ha tenido una variante más antigua y con efectos variopintos en el desarrollo chileno. Se trata de Inglaterra, una especie de “aliado” que más bien ha tenido actuaciones de interesado apoyo a ciertas causas nuestras, ya que preferentemente ha privilegiado a un pequeño y enriquecido sector de nuestra sociedad. La participación inglesa en la Guerra del Pacífico (o del Salitre) y en la guerra civil de 1891, lo confirman. Esa ‘variante’ ha influido de manera significativa en la estructuración de nuestra Armada, nuestra Marina… ¿alguien lo duda?

Así entonces, para un sector de nuestra sociedad, tanto Inglaterra como Estados Unidos son hoy día los patrones a imitar. No sólo en lo económico y político, sino también en lo militar. Sin embargo, la derecha chilena –al igual que los altos mandos de nuestras fuerzas armadas (FFAA)- muestra una conducta bipolar al momento de sentirse incómoda con algunas de las características habidas en esas dos potencias occidentales. En ese momento, sin siquiera enrojecer de vergüenza, en los hechos concretos los altos mandos reniegan de lo aseverado durante más de medio siglo.

En las últimas semana los chilenos han sido testigos de un par de situaciones en las que el gobierno derechista, encabezado por Sebastián Piñera, y la oficialidad del Ejercito han reaccionado de tal manera que obligan a muchas personas a pensar cuán falaces son sus posturas dizque democráticas, en especial si esos dirigentes han insistido durante años en alabar y proponer el sistema económico, social y político de los Estados Unidos de Norteamérica.

¿Qué se pretende demostrar con lo escrito en estas líneas? La democracia en EEUU, en Canadá y en Inglaterra (como en la mayoría de las naciones de Europa), muestra dos realidades sólidamente respetadas. Una de ellas es la libertad de prensa y de expresión… la otra es el sometimiento de las fuerzas armadas locales al poder civil, ergo, al poder político que representa la soberanía de los habitantes de esas naciones.

En países como los mencionados es habitual encontrar prensa que trata duramente a sus autoridades; incluso existe prensa que se mofa de ellas. Pero no se ahoga allí este asunto. Está también el cine, donde hay películas en las que abiertamente se festina a ciertos íconos del pasado político e histórico, cual es el caso de filmes en los que se cuestiona y festina a personajes de la talla de Dwight Eisenhower, George Patton, George W. Bush Jr., Richard Nixon, a miembros de la familia Kennedy, Donald Trump, J. Edgar Hoover, a los directores de la CIA, etc., etc. Algo similar sucede en Inglaterra con prensa que le da fuertes golpes y bromas (generalmente de muy mal gusto) a la familia real, a los primeros ministros, a los capos del MI5, y así se critica mordazmente a medio mundo político, militar, policial, religioso, intelectual, artístico, etc.

Y contrariamente a lo que de seguro piensa el establishment acá en Chile, allá en América del Norte y en Europa esa prensa libre, sin ataduras ni mordazas ni amenazas, hace más sólida la democracia y más respetadas sus instituciones.

En nuestro país, si miramos al pasado, hubo también prensa y momentos como los descritos. Ello ocurrió durante los gobiernos de Alessandri Rodríguez, Frei Montalva y Allende Gossens. Reconozcamos que en gran parte del gobierno de Ibáñez del Campo también estuvo presente la misma situación de libertaria de la prensa nacional. Sano es recordar la existencia de revistas satírico-políticas como ’Topaze”, y programas de radioemisoras verdaderamente “filudos”, cuáles eran, por ejemplo, “Aló, aquí habla Soto”, o los de Tito Mundt y los de Hernández Parker. Libertad, libertad, libertad… y los gobiernos callaban y la democracia continuaba su camino.

Hubo excepciones, es verdad, pero eran eso, golondrinas que no hacían verano. Una de ellas sucedió en el segundo período presidencial de Arturo Alessandri Palma, cuando el mandatario (de genio ligero y lengua procaz) se topó en la céntrica calle Estado (Santiago de Chile) con el director de la Revista ‘Topaza’, Joge Délano (‘Coke’), y sin pensarlo dos veces se trenzó a golpes de puño con el periodista porque, según el mandatario, Délano lo había ridiculizado en un número de ‘Topaze’. La policía intervino de inmediato, pero Alessandri Palma ordenó dejar libre a su contendor ya que “con este caballero tenemos mucho que conversar”, y le invitó a beber un café en La Moneda. Otros tiempos, qué duda cabe.

No acaece lo mismo hoy día. El gobierno (el mandatario, para ser precisos) que siempre ha izado banderas en honor de Washington y, a la vez, permanentemente nos está hablando de democracia y libertades, olvidó de un solo golpe sus palabras levantando un teléfono para comunicarse con los dueños del canal de TV Chilevisión, y quejarse oficialmente en un programa matinal porque un periodista había mencionado –en plena pandemia del Covid19- la “variante Piñera”. ´¿Una mínima broma pone en jaque al gobernante? ¿Tan débil es su posición actual? ¿O, po el contrario, tan fuerte cree ser y estar que se permite dar mandobles públicos a una de las más entrañables libertades, la de prensa y expresión?

Pocos días después fue el Ejército quien emitió una declaración pública (firmada por un general de brigada, apellidado Gutiérrez Sepúlveda, expresando

“el malestar y rechazo del Ejército de Chile, a raíz de la emisión, el día 16 de abril, del programa ‘Políticamente Incorrecto’, en el cual se simuló la entrevista a un integrante de la institución (…) La manera en que se denosta al Ejército y a sus integrantes no demuestra otra cosa que el ánimo de deslegitimarlo y degradarlo”.

Pareciera que en el último tiempo se ha normalizado que tanto la policía como el Ejército se dediquen a opinar, a deliberar saltándose constitucionalmente la obediencia al poder civil. Eso no lo copiaron de los EEUU, ni de Inglaterra… por el contrario, parecen haberlo copiado de Myanmar y de Corea del Norte.

La reacción de muchos civiles, vía redes sociales, no se hizo esperar. En algunas cuentas de usuarios (en especial de Twitter), hubo respuestas y comentarios como los que usted puede leer a continuación:

“Hay que cursar las acciones legales contra el Ejército por esta violación al Capítulo XI (se supone que corresponde a la Constitución Política del Estado): Fuerzas Armadas, de Orden y Seguridad Pública NO son deliberantes. Las medidas ante una situación que consideren ofensivas, por disciplina y obediencia deben hacerlas a su Ministro (el de Defensa)”.

“Las responsabilidades son personales sólo cuando el delito es cometido fuera de la institución o dentro de ella y esta lo denuncia, pero cuando ese delito lo comenten muchos y el Ejército en vez de denunciar lo trata de ocultar y persigue a los denunciantes, es toda la institución responsable”.

A su vez, el ex capitán de Ejército, Rafael Harvey, en su cuenta de twitter señala:

“Un Ejército que espía a sus denunciantes de corrupción, a periodistas y magistrados que lo investigan, no puede venir a decir cómo se debe ejercer la libertad de expresión (…) Ya son 43 aristas que investiga la Ministra Rutherford por FRAUDE. Nunca se han pronunciado sobre estos escandalosos fraudes. No son casos aislados; es política de mando. Existen oficiales procesados y confesos de FRAUDE al fisco que están en servicio activo (…) Todo lo afirmado por los humoristas representa la verdad factual de la que ha sido testigo Chile; no es ficción. Tienen en sus manos el 2do FRAUDE fiscal más grande de la historia de Chile. Jamás han pedido disculpas a familiares de víctimas de la Dictadura. De no haber actuado como lo han hecho, esta carta no sería necesaria. Menos cartas, más autocrítica”.

El escritor Jorge Baradit, también en su cuenta de twitter, escribió:

“El Ejército de Chile ha cometido suficientes faltas graves contra el pueblo de Chile durante su historia y en la actualidad, incluido el procesamiento de sus últimos CUATRO comandantes en jefe, como para haberse ganado alguna forma de ‘inmunidad’ frente a las críticas”.

Como es fácilmente observable, en estas situaciones, tanto el Ejército como el gobierno han abandonado, por conveniencia personal (y no institucional), los ejemplos y enseñanzas de “libertad y democracia” que, durante veinte lustros, aseguraron recibir complacidamente desde las capitales de naciones como EEUU e Inglaterra.

En otras palabras, el actual gobierno y el actual alto mando del Ejército, han manifestado sin rubor alguno que la democracia y las libertades existen sólo de acuerdo a los intereses personales, económicos y políticos de quienes ocupan los más altos cargos tanto en el gobierno como en el cuerpo de la alta oficialidad.

A la pregunta que encabeza este artículo, dirigida al gobierno y al Ejército: “¿son democráticos y constitucionalistas?”, la respuesta ya es pública y oficial: “somos, pero sólo si nos conviene en lo personal… de lo contrario, de inmediato podemos ser alumnos destacados de Myanmar y de Corea del Norte”.

Y a los fríos hechos hemos de remitirnos.

*Fuente: Politika

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