El Estado chileno se ha puesto muy raro este último tiempo…
por Patricia Verdugo (Chile)
18 años atrás 4 min lectura
Cuesta creer que se fue hace ya cinco años. Y más cuesta aceptar que se murió más de pobreza que de Sida. Pero a él siempre le gustó encarar la verdad, así que más vale que se entere… si es que al cielo de los artistas llegan noticias.
Tras su funeral –no lo olvidemos- descubrieron que la cama ocho del Hospital San José tenía una falla en el suministro de oxígeno. Se murieron otros tres de lo mismo que él. No supe si Rosa Ramírez, su mujer, interpuso una querella contra el Estado. De haber logrado una buena indemnización, podría haber financiado varias temporadas del teatro que lo hacía tan feliz. Ese teatro que llevaba funciones gratis a las poblaciones populares y a los pueblos chiquitos de su país.
Es posible. Nada seguro esto de las indemnizaciones. Lo digo porque el Estado chileno se ha puesto muy raro este último tiempo. Me refiero el Estado de una república democrática. Poco después de morir Andrés, a un preso de la Cárcel Pública le diagnosticaron Sida, lo pasó pésimo por seis meses y luego otro examen indicó que estaba más sano que un yogurt. Se querelló por el daño sicológico provocado por el errado diagnóstico y el Consejo de Defensa del Estado argumentó ante los tribunales que ¡hubo un milagro!… Sí, no es broma. Dijeron que entre su fe religiosa y las agüitas de yerbas, se mejoró. No supe entonces si celebrar que Chile descubrió la cura contra el Sida o si celebrar que el Estado chileno entró en contienda de competencia con el tribunal vaticano que decide sobre santidades y milagros.
Eso por hablar del Sida. Porque a Andrés le caería mal saber de Pinochet. Saber que, cuando se murió, el Estado le hizo reverencias escandalosas. Que el Poder Legislativo hizo un minuto de silencio en su honor. Que el Poder Ejecutivo envió a la ministra de Defensa, en su representación, al funeral. Y que las fuerzas armadas, que dependen del Ejecutivo, se cuadraron ante el ataúd de día y de noche. Y que el Poder Judicial no protestó por tanto honor dispensado al mayor criminal de la historia de Chile. Simplemente anunció que su muerte lo sobreseía de todos los procesos. Y sólo un juez se atrevió a decir que “hubo denegación de justicia”. Para rematar el cuadro, el Estado anunció que seguirá dando “seguridad” a su viuda. De seguro que esa plata –de todos los chilenos- permitiría financiar un teatro-circo como el de Andrés Pérez.
Raro el Estado. Fui una de miles que firmó una carta pidiendo que la Estación Mapocho llevara su nombre. La Rosa se enojó y con razón. A ella le parecía una mala broma que la cultura establecida se apropiara de su nombre después de darle la espalda. Pero algunos pensamos que era una buena broma que los funcionarios culturales tuvieran que pronunciar su nombre per secula seculorum después de lo que hicieron. No resultó, no aprobaron la petición.
Nunca le conté, porque no quise apenarlo, lo que pasó después que me pidió interceder ante La Moneda para poder seguir trabajando en Matucana 100. Fue una noche después de la última función de “La Huída”, luego de abrazarme bañado en sudor. Toqué la puerta de ministros y subsecretarios. Sólo me contestó el entonces subsecretario de la Presidencia, Eduardo Dockendorff. Y de veras estaba apenado cuando me dijo: “Ya es tarde, no hay nada que hacer”. Se lo dije a la Rosa. Me dio vergüenza decírselo a Andrés mirándolo a los ojos, porque era “nuestro” gobierno el que cerraba la puerta. Era el gobierno de Lagos el que le quitaba el espacio que él, Rosa y toda la compañía transformó de basural en un centro cultural.
El desencanto y la pena hicieron lo suyo, teniendo material con el que trabajar. El resto lo hizo la cama ocho del Hospital San José, ya que mal podía dar la pelea a una pulmonía sin siquiera contar con oxígeno.
Pero sabiendo que todos nos morimos, cualquiera sea la causa, valga hacer una diferencia clave. Para Andrés, hubo homenajes por las calles. Su ataúd apenas podía moverse entre la multitud que lanzaba flores en señal de agradecimiento por su fértil y generosa vida. A nadie se le pasó por la cabeza que había que esconder el féretro en un helicóptero “por razones de seguridad”. ..
Artículos Relacionados
Con analfabetos como Morales, Bolivia está saliendo de la miseria
por Melibea (España)
15 años atrás 3 min lectura
«Messi es el mejor del mundo porque sigue jugando como un chiquilín en su barrio»
por Julio Boccalatte y Marcos González Cezer (Argentina)
15 años atrás 12 min lectura
Los Tratados de Libre Comercio en acción (TLC)
por Ernesto Carmona (Chile)
17 años atrás 9 min lectura
“Este era un día normal y Hinzpeter lo transformó en protesta nacional”
por Alejandro Navarro (Chile)
13 años atrás 3 min lectura
2023: Recordando el homenaje del Presidente López Obrador (México) al Presidente Salvador Allende (Chile)
por Los Periodistas (México)
2 días atrás
23 de enero de 2025 Recordando el homenaje del Presidente Manuel López Obrador (México) al Presidente Salvador Allende (Chile), en el cual, el presidente mexicano otorgó a Allende, en…
Violeta Berríos, viuda de detenido desaparecido en Calama: «No tuve vida, solo búsqueda»
por Paula Padilla Argelich (Chile)
2 días atrás
22 de enero de 2025 Violeta Berríos, viuda de desaparecido en dictadura de Pinochet en Calama: «No tuve vida, solo búsqueda» «Aunque hayan pasado 50 años, el dolor es…
Sáhara / Sukeina Yed Ahlu Sid: “La ONU es peor para nosotros que Marruecos”
por Héctor Bujari Santorum
4 días atrás
20 de enero de 2025 Cada palabra suya lleva el peso de un pueblo que resiste mientras el mundo sigue mirando hacia otro lado. Al otro lado del teléfono,…
Israel sigue lanzando ataques contra Gaza al tiempo que el gabinete de seguridad aprueba el acuerdo de alto el fuego
por Medios Internacionales
1 semana atrás
17 de enero de 2025
Mientras los palestinos esperan que se confirme la aprobación del acuerdo, Israel continúa lanzando mortíferos ataques contra la Franja de Gaza. Más de 113 palestinos han muerto, incluidos al menos 28 niños y niñas, desde que se anunció el miércoles el acuerdo de alto el fuego. Estas fueron las palabras expresadas por Sami Abu Tahoun, un niño desplazado que vive en el campamento de refugiados de al-Nuseirat.