Para no creer: Tras sucesivas derrotas, Francia unifica y moviliza a los terroristas africanos en el Sahel
por Medios Internacionales
4 semanas atrás 14 min lectura
Imagen superior: Imagen simbólica: separatistas tuaregs en Malí
¿Quién lucha en el Sahel?
A nadie puede sorprender que al mismo ritmo que los gobiernos revolucionarios del Sahel Central (Burkina Faso, Mali y Níger), cuyas juntas militares tras derrocar gobiernos procolonialistas han coincidido en expulsar de sus territorios las misiones militares de Francia, Estados Unidos y las Naciones Unidas, la actividad de las khatibas suscritas al Dáesh y al-Qaeda se incrementa mes tras mes.
Esta coincidencia no radica en la salida las tropas imperiales, sino en la ampliación del financiamiento y asistencia que los enemigos de las juntas están brindando a los terroristas, como es el caso de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) siguiendo la hoja de ruta de las inteligencias norteamericana y francesa
Si bien el surgimiento del terrorismo islámico como lo conocemos en la actualidad data de los años de la última Guerra Civil de Argelia (1991-2002), el ejército nacional argelino y el Frente Islámico de Salvación (FIS), alentado de cientos de veteranos argelinos que habían participado de la guerra antisoviética de Afganistán y retornaban a su país para extender la yihad.
Desde el final de la guerra de Argelia los “afganos”, como se conoce en el continente a todos aquellos combatientes africanos que viajaron a Afganistán para incorporarse a la guerra, se mantuvieron en estado latente militando, fundando organizaciones y creando las condiciones para encender el continente, realizando algunas operaciones para calentar el músculo a la espera de que estén dadas las condiciones para iniciar su “guerra santa”.
Lo que recién se dio a comienzos del 2011 con la Primavera Árabe, movimiento alentado por Estados Unidos y Francia que enseguida, con el guiño del Pentágono y las Naciones Unidas, las monarquías del Golfo Pérsico comenzaron la contratación de miles de muyahidines de todos los rincones del mundo islámico para lanzarlos exclusivamente contra los gobiernos de Libia y Siria.
Desde entonces la historia es tan conocida como sangrienta, la aparición de muchos de estos terroristas en el norte de Mali que Francia distrajo de la guerra contra el Coronel Gadafi para abortar la rebelión tuareg de abril del 2012, operación que finalmente dio inicio a la actual situación del Sahel y que con los años se ha extendido a otras regiones del continente como el Golfo de Guinea y algunos países de África oriental.
Es esta expansión, que finalmente se terminó escapando del control de sus creadores -Washington, Londres y París- es lo que ha facilitado el aumento de la presencia militar occidental en la región, aplicando hasta el hartazgo la cantinela de la lucha contra el terrorismo, aunque en realidad las tropas occidentales estaban allí, en el Sahel central, para proteger los intereses de sus empresas. Mientras tanto, fuera de esos aros de seguridad dejaron hacer, con absoluta libertad, a las khatibas integristas. beneficiando mediáticamente a las fuerzas de ocupación occidentales para justificar su presencia.
Esas presencias, más allá de lo militar, han ejercido una fortísima injerencia política -que nunca había cesado desde los tiempos coloniales- hacía en el interior de esos gobiernos, siempre débiles, llevándolos por ruinosos caminos económicos basados en endeudamiento y “alianzas” para la explotación de sus recursos naturales, cuyos resultados solo beneficiaban a las elites corruptas de esos países y, naturalmente, a las empresas extranjeras que llegaban con acuerdos leoninos y protección garantizada.
Las recientes expulsiones decididas por las juntas gobernantes, que desde el 2021 se comenzaron a establecer en el Sahel, modifican la matriz colonial francesa, por lo que la vieja metrópoli se encuentra recurriendo a sus viejos métodos de dominación que consiste en fomentar las divisiones internas y que en estos tiempos se agrega el plus de las khatibas terroristas que, al parecer sin control, operan en la región.
Si bien la franquicia del Dáesh, para esa región, el Sahil Wilayat (Estado Islámico para el Gran Sahara (EIGS)), que opera de manera incesante desde el 2015 en esa geografía, ha protagonizado incontables ataques, tanto contra los ejércitos de las tres naciones apuntadas como también contra la población civil en aldeas, ciudades, rutas, procesiones religiosas y mercados, es el Jama’at Nusrat al-Islām wal Muslimeen (Grupo de apoyo del Islām y los musulmanes (JNIM)), la fracción de al-Qaeda, conformada en 2017 después de que una media docenas de grupos se unieran bajo un mando coordinado, ha experimentado un crecimiento exponencial, también alentado por la desaparición de las fuerzas occidentales que, de manera furtiva, colaboraron y colaboran, desde siempre, con los muyahidines.
En este contexto es en el que se da el incremento de las operaciones del JNIM, que ha sido particularmente notorio a lo largo del décimo mes del calendario islámico o hijri, el Shawwal 1445 H, que coincidió este año entre el 10 de abril y el 8 de mayo del calendario gregoriano, solo si se lo compara con el mes anterior, de Ramadán 1445 H, que este año comenzó el 12 de marzo.
Según diversos análisis, las acciones del JNIM muestran que a lo largo de este periodo han registrado un aumento de emboscadas a convoyes militares, ocupaciones de pueblos y accidentes provocados por las famosas minas antipersonales, conocidas como artefactos explosivos improvisados (AEI), plantadas en rutas de alto tránsito.
En este último periodo analizado, el JNIM ha realizado tres ataques que provocaron la destrucción de más de 60 motocicletas, además de 17 ocupaciones de localidades y la destrucción de una veintena vehículos, entre los que se incluyen varios blindados del ejército; más de treinta incidentes con AEI, los que causaron cerca de 70 muertos. Además, en estos hechos el grupo incautó unas 270 armas, entre las que se incluye un mortero, 15 vehículos y 73 motos.
Mientras que en el mes anterior, el de Ramadán, más allá de su condición de ser sagrado -lo que no interfiere en la yihad- se habían realizado dos emboscadas, unas 15 localidades fueron ocupadas; se produjeron doce incidentes con AEI, dejando un total de 83, produciendo además la destrucción de 25 vehículos, entre ellos siete blindados. Además del robo de un centenar y medio de armas de diferente tipo y calibre, nueve vehículos y diez motos. A lo que siempre hay que sumar el saqueo y destrucción de viviendas, el robo de granos y ganado. Mientras que todo lo que no pueda ser arrastrado por la embestida terrorista es destruido o incendiado, particularmente los pozos de agua y las bombas para su extracción, al igual que los generadores eléctricos.
En la guerra que desde el 2012 se libra en el Sahel, las motos, que han sido históricamente vitales para la movilidad tanto de civiles como de militares han pasado a ser un elemento clave para la movilidad de los integristas, por lo que tanto el robo como la destrucción de estos vehículos tiene un sentido estratégico.
Esta renovada capacidad de los grupos terroristas para llevar a cabo este tipo de ataques cada vez más frecuentes y efectivos en una amplia zona, plantea a los jóvenes gobiernos del Sahel Central un desafío casi definitorio para su existencia.
La furia criminal
En este contexto se han ejecutado infinidad de matanzas, particularmente contra población civil, tanto en el norte de Mali como en el noreste de Burkina Faso. Hechos que la prensa internacional siempre achaca a los ejércitos locales que, tras la salida de las fuerzas occidentales, están siendo acompañados por la empresa de seguridad rusa Wagner Group, ahora rebautizada como Africa Corp.
Según algunas ONG vinculadas a intereses occidentales en el pasado, a fines de abril último efectivos del ejército burkinés habrían asesinado a más de 220 civiles, entre ellos niños, en dos ciudades de la provincia septentrional, acusados de colaborar con los grupos terrorista que operan en el área.
Tras la difusión radial de dicha matanza, prácticamente en el momento que la conocía el Gobierno, por parte de la británica BBC y la estadounidense Voz de las Américas, el Gobierno del coronel Paul Sandaogo Damiba suspendió la emisión de ambos medios, que tuvieron la información, por parte de la ONG Human Rights Watch, con aceitados vínculos con la CIA.
Ataques similares al denunciado por HRW, se reitera en el norte y centro de Mali, responsabilizando, absolutamente siempre, a las Fuerzas Armadas de Mali, (FAMa) y a la operadora de seguridad rusa Africa Corp, como si los terroristas utilizaran en sus ataques perfumados pétalos de rosas.
Sin tanta actividad terrorista como en Mali y Burkina Faso, en Níger, que se encuentra en plena disputa para que finalmente los Estados Unidos retiren la totalidad de sus efectivos (Ver. Níger: La primera batalla del fin del mundo), las operaciones contra la junta del Gobierno que tomó el poder en julio del año pasado, las protagonizan países vecinos prooccidentales como Nigeria, que tras el golpe en Níger, su presidente, Bola Thimbu, en ese momento también a cargo de CEDEAO, en una irresponsable sobreactuación, estuvo al borde de iniciar una escalada militar, lo que fue desaconsejado por sus propios mandos militares.
En vista de que Nigeria no pudo convertirse en el espolón de proa, es ahora Benín el que está provocando a Niamey con el manejo de los pasos fronterizos sobre el río Níger, lo que impide las salidas de las exportaciones petroleras de Niamey. Al tiempo que los militares nigerinos observan con particular atención a ese país debido a la presencia, no denunciada, de varias bases militares francesas, siempre tan dispuestas a intervenir en sus viejos dominios.
Guadi Calvo es escritor y periodista argentino. Analista Internacional especializado en África, Medio Oriente y Asia Central. En Facebook: https://www.facebook.com/lineainternacionalGC
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.
*Fuente: Rebelion
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Francia moviliza a los terroristas africanos contra Rusia
Valeria Werbinina
12 Sep 2024 08:05
Tras numerosas derrotas sucesivas en África, que condujeron a un fortalecimiento de la influencia rusa, Francia intenta devolver el favor a Rusia. Grupos terroristas locales actúan como fuerza impulsora antirrusa.
Fuente: Gettyimages.ru © Patrick Robert – Corbis
Los gobernantes franceses parecen querer iniciar un nuevo juego en África. La expulsión de los contingentes militares franceses de Malí, Níger y Burkina Faso ha obligado a los antiguos gobernantes coloniales a pasar a otro nivel. Ahora intentan desestabilizar la situación instrumentalizando a los grupos separatistas y terroristas locales.
El objetivo es destruir cualquier influencia y presencia rusa en la región del Sahel -en el mejor de los casos, incluso en toda África- para restaurar su propia influencia y reinstaurar a los antiguos gobernantes locales corruptos con los que era tan fácil hacer negocios. No hay que subestimar a Francia: La emboscada a miembros del grupo Wagner en Malí, en la que murieron decenas de combatientes experimentados, demostró lo alto que puede ser el precio de cualquier error.
Como informa el diario francés Le Monde , los «rebeldes del norte» se reunieron en la pequeña ciudad de Tin Zaouatine, en la frontera entre Argelia y Malí, a finales de agosto para concluir un «pacto de asistencia mutua». Se trata de grupos de Níger y Malí.
Oficialmente, se trata del movimiento maliense «Marco Estratégico para la Defensa del Pueblo de Azawad» (CSP-PDA), que en sí mismo no está unificado y está formado por varios grupos, así como del «Frente Patriótico de Liberación» (FPL) de Níger. Azawad hace referencia a las zonas del norte de Malí que los tuareg locales reclaman como un Estado independiente.
Mientras que los miembros del CSP-PDA llevan mucho tiempo luchando contra todos los gobiernos malienses, el FPL se fundó al día siguiente del golpe de Estado en Níger en 2023. Como es bien sabido, el presidente prooccidental Bazoum fue depuesto en este golpe de Estado. Los miembros del «Frente Patriótico de Liberación» luchan por el regreso de Bazoum al poder, un objetivo que satisface plenamente a Francia y Occidente.
Es significativo que Tin Zaouatine, de entre todos los lugares, haya sido elegido como punto de encuentro de los llamados «combatientes por la paz». Como informa el propio Le Monde , fue precisamente en este lugar donde combatientes rusos del grupo Wagner y 47 soldados malienses murieron en una emboscada en julio.
Huelga decir que Tin Zaouatine no fue elegido al azar. Se trata de una flagrante declaración de guerra, no tanto a los gobiernos de Malí y Níger, sino a Rusia.
El intento de unir a los movimientos separatistas y terroristas demuestra que Occidente se está centrando claramente en una larga confrontación. Serán principalmente los locales los que luchen, sobre todo porque la vida humana no es tan barata en ningún otro lugar como en África, pero por supuesto Occidente les apoyará con armas, datos de reconocimiento, entrenadores y un cierto número de mercenarios.
El mero hecho de que Le Monde informe sobre este acontecimiento, y en un tono tan compasivo, demuestra el interés del gobierno de París por el mismo. Su instrumento en este tipo de asuntos en África son, sobre todo, los servicios secretos. Esto significa que es muy probable que los servicios secretos franceses estén detrás de la reunión de las organizaciones terroristas.
No es casualidad que aparezcan los nombres floridos de los grupos armados, que pretenden sonar bien a los ciudadanos occidentales: «Movimiento por la Paz», «Frente Patriótico», etcétera. Al fin y al cabo, los medios de comunicación occidentales tendrán que informar sobre sus «hazañas» exclusivamente bajo una luz heroica. Sin embargo, es difícil presentar como héroes a personas que, por ejemplo, entraron en una aldea maliense y dispararon contra algunos de sus habitantes.
De hecho, no hace tanto tiempo que los propios medios de comunicación franceses llamaban sin reparos terroristas a estas personas. Mientras tanto, la palabra «terrorista» ha sido sustituida por el término más neutro de «rebelde». No está lejos el día en que el término cambie finalmente por algo así como «heroicos luchadores por la libertad».
Mientras los medios de comunicación locales africanos califican directamente a estos «combatientes» de separatistas y terroristas, los medios franceses han inventado toda una mitología para encubrirlo. Dado que las juntas militares de Burkina Faso, Malí y Níger habían formado la Alianza del Sahel a finales de 2023, los rebeldes que luchaban contra ellas sintieron supuestamente la necesidad de «firmar un pacto de asistencia mutua en caso de agresión por parte de los Estados de la alianza».
Como parte de su acuerdo, los miembros de la alianza se comprometieron a luchar contra el yihadismo y otras amenazas externas. Pero su mayor falta, por supuesto, es que «expulsaron a soldados y enviados franceses, recurrieron a nuevos socios, entre ellos Rusia, y pusieron en entredicho el orden protegido por la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO)», admite Le Monde.
Las fuerzas armadas combinadas de los tres países suman unos 100.000 hombres, pero, como señala fríamente Le Monde, la cuestión es «hasta qué punto los Estados, que figuran entre los más pobres del mundo, pueden soportar los costes de la guerra». Como dice el político maliense Babarou Bocoum, el Sahel «no puede permitirse el lujo de una guerra larga». No hay que olvidar las sanciones con las que la CEDEAO, dirigida por Occidente, ha castigado sin miramientos a los tres Estados, que ya de por sí distan mucho de ser prósperos.
El concepto occidental de sanciones supone que funcionarán según el principio de «el goteo constante desgasta la piedra» y que tarde o temprano tendrán el efecto deseado por Occidente. Y si los expertos dicen que una guerra se convierte en una carga abrumadora para los Estados pobres, entonces hay que apoyar la guerra. Nada personal, sólo negocios.
En el fondo, Francia ya no oculta que sigue su propia estrategia militar en relación con África y que esta estrategia tuvo que corregirse tras la expulsión de las tropas francesas de Níger. El 1 de agosto, el general Pascal Ianni se convirtió en el nuevo jefe del Mando de África. Justo cuando el número de soldados franceses en el continente se había reducido a 2.300 más 1.500 en la base de Yibuti, hubo que crear un Mando África separado y confiar su dirección a un hombre que, según las cuidadosas palabras de los periodistas franceses, es «un especialista en campañas de influencia e información».
Pero los soldados y las bases militares son sólo la punta del iceberg. Francia ha gobernado una parte considerable de África durante demasiado tiempo como para simplemente levantarse y marcharse, incluso después de que el imperio colonial francés llegara a su fin.
Numerosos diplomáticos, agentes de los servicios secretos y expertos económicos trabajaron para garantizar que las antiguas colonias estuvieran plagadas de agentes franceses, que estas colonias no obtuvieran independencia financiera, que estuvieran atadas con todo tipo de obligaciones y que las riquezas naturales se reservaran para las empresas y personas «adecuadas». Había planes de larga data asociados a los yacimientos de materias primas de estos países, que iban a reportar beneficios durante mucho tiempo.
La serie de golpes de Estado en los países del Sahel frustró estos planes. La antigua madre patria fue humillada y expulsada junto con sus soldados y enviados. Pero anhela vengarse y no se detendrá ante nada para conseguirlo. En público, por supuesto, se pronunciarán los habituales discursos sobre libertad, igualdad y fraternidad que tanto gustan al Sr. Macron.
Traducido del ruso. Publicado por primera vez el 11 de septiembre por Wsgljad.
*Fuente: RT.DE.COM
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