Los dos tercios y el miedo a más democracia en Chile
por Andrés Kogan Valderrama (Chile)
3 años atrás 7 min lectura
La posible ratificación del quórum de dos tercios para aprobar las normas de la nueva carta magna en Chile, de parte de la Convención Constitucional, es una mala noticia para la democracia del país y el proceso constituyente en curso.
Sostengo esto, ya que los dos tercios fueron uno de los pilares fundamentales del llamado Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, firmado el 15 de noviembre del 2019 por buena parte de la clase política, la cual se vio obligada a sentar las bases para la redacción de una nueva constitución, pero fundada desde el miedo.
Un miedo de parte de la clase política, frente al desborde de la Revuelta Social, la cual fue capaz de interpelar los cimientos de la institucionalidad neoliberal en Chile por 30 años, en donde la constitución de 1980 de Pinochet, fue la piedra de tope para realizar transformaciones democráticas profundas en el país.
De ahí que a la derecha no le haya quedado otra opción que ceder al plebiscito por una nueva constitución, pero poniendo la condición del quórum de los dos tercios, el cual supuestamente garantizaba la representación de la derecha en la Convención Constitucional y el boicot así de planteamientos transformadores, con solo un tercio de los constituyentes elegidos.
El problema para la derecha, es que subestimó el nivel de politización de la sociedad chilena, reflejada no solo en el enorme triunfo del apruebo por una nueva constitución, sino también al no ser capaz de lograr el ansiado tercio de sus constituyentes.
Frente a este escenario, de derrumbe del mundo conservador en Chile, parecía ser el momento óptimo para que las fuerzas transformadoras, elegidas en la Convención Constitucional, cambiaran el quórum de los dos tercios a mayoría simple, ya no para derrotar a la derecha, sino para ampliar la democracia existente en el país.
Lo dramático de todo esto, es que algunos sectores de izquierda de la Convención Constitucional, prefieren mantener los dos tercios, apelando a argumentos conservadores, señalando que este quórum permite generar acuerdos más amplios y mayor estabilidad política para el país, repitiendo así una retórica de los acuerdos, que finalmente terminó beneficiando a una elite política y económica por 30 años, a la que poco y nada le interesó construir una democracia participativa.
Además, aquellos sectores de izquierda, han planteado, como es el caso del convencional Agustín Squella, de que cambiar este quórum de dos tercios, pondría en riesgo la Convención Constitucional misma, ya que se había definido así desde un comienzo por el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, no entendiendo así que este proceso es también de carácter destituyente.
Habría que recordarle a Squella, que el Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución, fue más que nada un salvavidas para la clase política actual, completamente desprestigiada y deslegitimada, y que no tuvo ningún tipo de participación de la ciudadanía, ya que fue generado a puertas cerradas por partidos políticos y un congreso que se negó históricamente a cambiar la constitución de manera democrática.
Asimismo, apelar a que estos dos tercios no son lo mismo que los dos tercios de la Constitución de la Dictadura, ya que es a partir de una hoja en blanco, es conformarse a escribir una constitución, hecha a la medida de las alianzas de partidos políticos.
Por el contrario, lo que se trata es justamente de abrir la discusión política, no de cerrarla a través de pactos estratégicos. Por eso no es suficiente el plebiscito de salida, para aprobar la nueva constitución, ya que lo que se demanda desde la ciudadanía es mucha más participación.
En consecuencia, la aprobación de este quórum de dos tercios no es otra cosa que una respuesta poco democrática a un proceso constituyente inédito en Chile, que no solo es de quienes fueron elegidos como convencionales para redactar la nueva constitución, sino que pertenece a todas y todos que somos parte del país.
En otras palabras, quienes votamos por el apruebo y por la Convención Constitucional el 25 de octubre del año 2020, votamos por una nueva constitución redactada de la manera más democrática posible, y no por un quorum de dos tercios. Creer lo contrario, es pensar que existe este proceso constituyente gracias al parlamento y no por la gigantesca movilización social del 2019.
Por suerte, existen muchas y muchos convencionales que sí han optado por cambiar este quórum de dos tercios por mayoría simple y que también propusieron la idea de plebiscitos dirimentes vinculantes, en donde la ciudadanía pueda votar por normas constitucionales cuando no se lleguen a los dos tercios en la Convención, democratizando de esta manera los mecanismos de participación.
Andrés Kogan Valderrama
Sociólogo en la Universidad Central de Chile
Diplomado en Educación para el Desarrollo Sustentable
Magíster en Comunicación y Cultura Contemporánea
Doctorando en Estudios Sociales de América Latina
Agustín Squella: Si se cambian los dos tercios, «se acaba la Convención»
El constituyente aseguró que el órgano perdería su legitimidad si se toma esta decisión.
«¿Cómo una Convención que va a establecer reglas constitucionales a futuro para el país va a partir incumpliendo ella una norma constitucional que la rige?», cuestionó el abogado.
El constituyente Agustín Squella aseguró en Cooperativa que la Convención Constitucional «se acaba» si es que sus integrantes definen modificar el quórum de dos tercios para la toma de decisiones, ya que esta instancia perdería su legitimidad a la hora de cambiar este tipo de normas.
En conversación con El Diario de Cooperativa, Squella dijo que «no sé cómo diablos estamos todavía discutiendo los dos tercios (…) de una vez por todas los convencionales deberíamos admitir un hecho objetivo, que por lo demás conocíamos cuando competimos para ser constituyentes y cuando se instaló la Convención, hay un quórum de dos tercios para aprobar futuras normas constitucionales y para aprobar normas de votación».
«Ese quórum hay que respetarlo, nos guste o no. A mí nunca, y tengo que confesarlo y lo dije en mi campaña, nunca me gustó el quorum de dos tercios, lo encontraba y lo encuentro alto, sin embargo estoy por respetarlo, porque es una norma previa al trabajo constitucional», recordó.
«Yo espero que sinceremos esta semana de una vez por todas esa cuestión y que la minoría que está por atribuirle a la Convención la facultad de cambiar los dos tercios, de una vez por todas declare que esa es su posición y si el pleno tiene que votar, aunque es increíble», agregó.
Para Squella, en caso de la aprobación de un cambio en el quorum, derivará en que «se acabe la Convención».
«¿Cómo una Convención que va a establecer reglas constitucionales a futuro para el país va a partir incumpliendo ella una norma constitucional que la rige? Eso sería cuando menos un mal ejemplo», insistió.
El abogado dijo que «la Convención quedaría, por decirlo en términos futbolísticos, a contrapié o mucho más que a contrapié, porque perdería a los ojos de la ciudadanía la legitimidad que la ciudadanía le reconoce».
«Hay un peligro muy grande si eso ocurriera, pero yo no solo tengo la esperanza, tengo la seguridad de que eso no va a ocurrir», sentenció.
«Ambigüedad» de Rojas Vade
Squella también se refirió a la situación de Rodrigo Rojas Vade, constituyente que reconoció haber inventado tener cáncer, a lo que indicó que «la mesa ha estado débil y sigue estando débil, a mi juicio (…) el hecho de que Rodrigo Rojas haya renunciado a una vicepresidencia, pero no haya renunciado a la Convención misma, es otra expresión de imprecisión, de ambigüedad, ahora no de parte de la mesa, sino de parte del propio constituyente».
«Si Rodrigo Rojas hubiera renunciado a la Convención no sabríamos muy bien que hacer con su renuncia desde el punto de vista jurídico, pero desde el punto de vista político esa renuncia habría, de alguna manera, cerrado la situación y ese efecto político, mientras él no renuncie, no se produce», lamentó.
*Fuente: Radio Cooperativa
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