04 de septiembre 2019
Para usar botas, no se requiere ser soldado, solo hace falta tener pies. Y cualquiera puede calzarlas, sobre todo los que ostentan el poder. Y estas botas que pueden ser de 7 leguas, como en el cuento y servir para dar trancos fenomenales avanzando en la historia, también pueden servir para sojuzgar a las multitudes y patear fuerte al que se salga de la fila, manteniéndolas estáticas e inmóviles o danzando sobre una baldosa.
Cuando volvimos al sistema político con elecciones, muchos nos contábamos el cuento de que íbamos a avanzar dando saltos de 7 Leguas. Los recursos naturales del país iban a ser usados convenientemente asociándose el Estado con los que los explotaban, o al menos cobrando un impuesto significativo. Y también creímos que nuestros gobiernos iban a estimular los valores agregados a estos productos para que nuestro país tuviera la industria metalúrgica adecuada a nuestra realidad minera.
También nos contamos el cuento que la Investigación Científica Tecnológica iba a ser acogida y agrandada para poseer patentes sobre los temas de nuestra industria, y que el mejoramiento de la salud y educación de nuestra población, iba a ser un tema prioritario.
Pensamos que la movilidad de las personas, para que buscaran mejores trabajos también iba a ser prioritaria, y que los medios de información iban a ser diversos permitiendo el debate y la denuncia de la corrupción, como corresponde a una democracia.
Y aquí estamos 30 años después, esperando con una paciencia rayana en la imbecilidad, que estas cosas sucedan.
Por ejemplo, la construcción de las llamadas autopistas, que no son tales ya que no tienen vallas de seguridad contra los animalitos que se arrancan de los predios, ni caminos laterales alternativos, ha permitido que las concesionarias lleven 30 años cobrando unos peajes de película que encarecen cualquier viaje normal.
Por ejemplo, los viajes a Tongoy.
Tongoy, pueblo que tiene playas estupendas, una bahía magnífica, industrias de extracción de arenas silícicas de diversas formas, de carbonato de calcio, crianza de ostras y ostiones, pesca de bahía y un clima excelente; que tiene Biblioteca, Liceos, Sanatorios y un gran movimiento turístico, está atorada por los peajes.
Por ejemplo, ir desde Tongoy a todos los pueblecitos donde se fabrica aceite o hay minas o hay trabajo agrícola como El Olivo, Tamaya, etc cuesta en peajes $5800 de ida y vuelta y si le sumamos el pasaje o la bencina, la cuenta sube a $10.000 diarios.
Si alguien quiere instalar un comercio de fletes, o de mariscos con Santiago, le vale solamente en peajes de ida y vuelta la suma de 34.100. Si a eso añadimos 60 litros de bencina que son 54.000 más, son unos $88.000 por el paseo, valor al que hay que agregarle a la mercadería además del sueldo del chofer y otros gastitos como el desgaste del vehículo, el aceite y la mantención y los partes. Fuera del costo de la mercadería-Casi el 40% de los costos directos obvios del transporte son de peaje.
Los jóvenes no tienen trabajo y se escucha mucho hablar de drogadicción.
Claro, en alta mar en una bahía mansa y sin vigilancia, se puede hacer todo tipo de fletes ya que el mar no cobra peajes y esos fletes son más rentables que ir a cosechar papas a Ovalle.
Y de pescar, ni hablar. Seguramente los pescadores chocan con los que tienen el monopolio de la pesca en alta mar, y todo el pescado viene del sur.
Un descuido total de una zona hermosa.
A las personas que van a trabajar 5 días a la semana en Santiago, el movilizarse les cuesta a lo menos 28.000 por persona en el mejor de los casos. El que no tiene trabajo y sale a buscarlo tiene que pedir prestado para poder salir.
Más rentable es hacer microtráfico en la vecindad.
Así la inmovilidad genera falta de oportunidades y las malas prácticas se infiltran en los pueblos, por decisiones miopes y de corto plazo.
El empleo a futuro se va a ver amenazado por la inteligencia artificial. A estas alturas deberíamos haber desarrollado científicos que nutrieran una industria diferente basada en el conocimiento. De modo que nuestro pueblo tuviera trabajo y pudiéramos exportar algo que no fuera materias primas.
Pero claro, eso necesitaba un pensamiento generoso, visionario e interesado. Digo interesado en dar los trancos de 7 leguas y no interesado en el valor de las acciones de las corporaciones internacionales poseídas por los que tienen las botas puestas, a las cuales se les pisarían los callos si se hubiera empoderado intelectualmente a los chilenos.
Así vemos que mucho hablar de futuro, pero los científicos se están quejando que nadie se preocupa de los becarios que vuelven capacitados y no encuentran trabajo en Chile. Así los Institutos de Investigación Tecnológica fueron desguazados sin piedad en la época de Lagos, que se supone que ha sido el súper estadista de los que han reinado en Chile y la inversión en ciencias no ha aumentado del 0.38% del PIB.
Tampoco veo una desalinización masiva del agua de mar usando la energía solar en los poblados de la costa de Chile ni un uso del Litio fabricando baterías y otras cosas. Como los chinos son dueños de un % de Soquimich capaz que prefieran llevarse el material en bruto y así aprovechar todas las impurezas valiosas que contiene.
Incendios, sequía, contaminación y cambio climático no juegan a nuestro favor. Especialmente si actuamos como imbéciles víctimas de nuestro deslumbramiento por la sociedad mercantilizada y consumista de chimbirichis que no necesitamos. Y botamos basura como condenados.
La bota del endeudamiento se está sintiendo en el lomo de todos aquellos que creyeron que comprar casa a través de un Banco y no colapsar en el intento, era posible. Aquellos que creyeron que las casas comerciales vendían cosas, cuando en realidad prestaban dinero a interés, aquellos que compraron un 4×4 sin darse cuenta de que no lo necesitaban y está gastando un dineral en bencina.
Y eso de “Puro, Chile es tu cielo azulado”, ya no es cierto en Quinteros, Ventanas ni Puchuncaví, y creo que tampoco en Santiago.
Y “Tu campo de flores bordado” se está convirtiendo en un sitio eriazo, con espinos y mucha basura movida por el viento.
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