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Frente a la embajada de EE.UU. en Estocolmo decimos: ¡Manos fuera de Venezuela!

Frente a la embajada de EE.UU. en Estocolmo decimos: ¡Manos fuera de Venezuela!
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Un soleado pero frío sábado de marzo fue el marco para el desarrollo de una manifestación frente a la embajada de EE.UU. en Estocolmo. Representantes de numerosas organizaciones y personas acudieron a la cita, para expresar su solidaridad con el pueblo venezolano y el repudio a las acciones del imperio y sus lacayos.

Los asistentes escucharon las intervenciones de Alexandra Bryngelsson (Revolution/Hands off Venezuela – texto íntegro a continuación), Ruth Cartaya (Venezuelanätverket), Vania Ramírez (Asociación sueco-cubana), Anders Romelsjö (Folket i Bild Kulturfront), Eva Björklund (Consejo sueco por la Paz) y Lorena Delgado (Partido de Izquierda).
Lo que caracterizó esta jornada fue la entusiasta participación de jóvenes en la organización y desarollo de la protesta.
En Estocolmo se ha conformado una plataforma de trabajo de solidaridad con Venezuela, y se planifican futuras acciones coordinadas.
¡Venezuela no está sola! ¡A multiplicar la solidaridad con la Patria de Bolívar!

¡Manos fuera de Venezuela!

Alexandra Bryngelsson
Los Estados Unidos nos mintieron sobre Iraq, nos mintieron sobre Libia y hoy nos mienten sobre Venezuela. El intento de golpe de Estado en Venezuela no tiene que ver con lo humanitario o la democracia. Lo que vemos en Venezuela es un intento de golpe de Estado organizado por el imperialismo estadounidense.

Las afirmaciones de que en Venezuela hay una dictadura son mentiras. El Gobierno de Venezuela – Maduro y Chávez anteriormente – han ganado 23 elecciones (de un total de 25) en los últimos 20 años. Maduro obtuvo un voto superior al de Trump en EE. UU., Bolsonaro en Brasil y Macron en Francia. Maduro ganó las elecciones el año pasado y es, por lo tanto, el presidente legítimo de Venezuela – elecciones presidenciales en las cuales Guaidó, hoy autoproclamado presidente, ni siquiera se presentó. Los países occidentales del mundo han apoyado los intentos de golpe de EE.UU. Incluso el gobierno sueco respaldó a los EE.UU. cuando Margot Wallström reconoció a Guaidó como presidente. Hablemos con claridad: todas las declaraciones de los EE.UU. de que se preocupan por las masas pobres y sólo quieren reinstaurar la «democracia» son simples mentiras. Han mentido antes y hoy mienten otra vez.

Desde que Hugo Chávez fue elegido presidente en 1998, el gobierno de Venezuela ha sido un clavo en el ojo de los EE.UU. y la clase dominante. Su objetivo siempre ha sido aplastar la revolución y restaurar lo que consideran como orden natural. Actualmente Venezuela se ve afectada por una crisis económica y Maduro ha perdido parte de su apoyo. Por eso Trump ve ahora su oportunidad de aplastar de una vez por todas a la revolución en Venezuela.


Lo que Trump y la derecha estadounidense no pueden soportar son todas las mejoras que el pueblo de Venezuela ha recibido fruto de la Revolución Bolivariana. Gracias a la Revolución, los pobres tienen la oportunidad de educarse por primera vez porque la educación superior ahora es gratuita. Gracias a las llamadas Misiones del gobierno, el bienestar del pueblo ha aumentado. A través de la Misión Robinson, Venezuela ha logrado erradicar el analfabetismo. Y a través de la Misión Barrio Adentro, muchos venezolanos pobres tienen acceso a atención médica por primera vez.

Pero lo que la oposición considera lo peor no son las reformas positivas introducidas por Hugo Chávez. Lo peor para los imperialistas y la derecha internacional es que la gente común ha comenzado a participar activamente en la política de Venezuela, intentando forjar su propio destino. Desde que comenzó la Revolución, ha habido un surgimiento explosivo de organizaciones políticas, organizaciones en áreas residenciales y varios experimentos de poder popular. Esto es un ejemplo peligroso. Esto es lo que la derecha odia de Venezuela. La derecha prefiere una llamada ”democracia” donde el pueblo le entregue el gobierno a los «expertos», sin protestar. Tan pronto como la clase trabajadora se levanta, los tildan de violentos, como ocurre con el movimiento de los chalecos amarillos en Francia. Y los líderes de izquierda que proponen una alternativa a la política de derecha son atacados en los medios, como Jeremy Corbyn en el Reino Unido.

Caracazo
Durante mucho tiempo, Venezuela fue el tipo de ”democracia” neoliberal a la que Trump quiere que regrese. El país estaba dominado por dos partidos, Copei y Acción Democrática, que defendían la misma política de derecha. Cuando el pueblo sufrió hambre y se rebeló contra el régimen, se encontraron con una feroz represión. En 1989 ocurrieron los llamados disturbios del Caracazo en Caracas, fruto del hambre del pueblo. La respuesta del poder fue violenta, llamando al ejército a detener los disturbios. Las cifras oficiales indican que alrededor de 200 personas murieron a manos del ejército, pero la mayoría de los analistas creen que probablemente fueron cerca de 2000 los muertos. ¿Dónde estuvo entonces la petición de cambio de régimen? ¿Dónde habló entonces EE.UU. de una crisis humanitaria? La respuesta es ¡en ninguna parte! Por el contrario, el régimen de ese entonces fue apoyado por EE.UU. y el FMI.

Es éste el tipo de «democracia» que Trump quiere reinstaurar en Venezuela – que la gente pueda votar por diferentes partidos pero que en el fondo representen la misma política neoliberal. Y que cuando la gente sufra de hambre y se rebele, se convoque al ejército para que imponga el «orden».
2002


Si Guaidó tuviera éxito con su golpe, sería el fin de la política progresista que ha caracterizado a Venezuela desde el comienzo de la revolución. Lo primero que hizo la derecha después del golpe militar en 2002 fue anular la Constitución, el Parlamento, y el Tribunal Supremo. Simplemente eliminar todo lo que asociamos con una democracia formal. Y hoy en día, la misma derecha dice que lo que defienden es la democracia. Hay que ser muy descarado.

En el 2002 se logró derrotar el golpe cuando los habitantes de los barrios pobres de Caracas rodearon el palacio presidencial y obligaron a los golpistas a rendirse.

Pero si la derecha logra ahora volver al poder, querrán vengarse de las masas populares. Se vengarán por las dos décadas en que no pudieron controlar el país a su gusto. Guaidó ya presentó su programa: privatización de las empresas nacionalizadas y las fincas expropiadas, para «abrir» la industria petrolera a empresas multinacionales extranjeras en condiciones muy favorables; despidos masivos de trabajadores en el sector público; eliminación de todos los programas de bienestar; privatización de la salud y la educación; y un «presupuesto equilibrado»

Para implementar este programa, deben desencadenar una máquina de terror y asesinato contra el movimiento Bolivariano. Guaidó asumirá el papel de Pinochet venezolano y asesinará y perseguirá a todos los que hayan tenido algo que ver con el movimiento Chavista. Esa siempre es la consecuencia cuando la clase trabajadora fracasa en la toma del poder en una revolución.

Profundizar la revolución
Para estar seguros de que la contrarrevolución nunca ganará, sólo queda un camino por recorrer: profundizar la revolución. Desde el primer día, la burguesía interna ha intentado sabotear la revolución en Venezuela. Por ejemplo, Polar, el mayor monopolio de alimentos, ha ocultado y destruído alimentos en repetidas ocasiones. Cualquier empresa que forme parte del sabotaje económico contra el gobierno debe ser expropiada. Cuando estuve en Venezuela en 2006 visitamos una fábrica de porcelana en Maracaibo. Allí, el propietario de la fábrica había cerrado y se negaba a producir, a pesar de que la fábrica se había mantenido con ganancia. Pero los trabajadores respondieron ocupando la fábrica y comenzando la producción. Su requisito era seguir controlando su lugar de trabajo, pero que el Estado entrara como propietario para que pudieran producir según las necesidades de la gente.

Maduro ha tratado de negociar con la oposición y hacerles concesiones, pero la debilidad sólo invita a la agresión. La única forma de derrotar el intento de golpe es movilizando a los obreros y campesinos revolucionarios y luchando contra el imperialismo y sus agentes locales. Las milicias deben fortalecerse, armarse y desarrollarse en cada lugar de trabajo, fábrica y comunidad agrícola.

Guaidó ha llamado abiertamente a un golpe militar, ha alabado la confiscación de los bienes venezolanos por parte de los EE.UU. y ahora pide un ataque militar estadounidense. Traiciona al pueblo venezolano. Debe ser arrestado y llevado ante la justicia, y la Asamblea Nacional, que conspira tras bambalinas para facilitar un golpe de estado, debe ser clausurada.

Las empresas multinacionales de los países involucrados en el golpe de Estado deben ser expropiadas. Los bienes pertenecientes a los oligarcas involucrados en el golpe deben ser confiscados. Los latifundios deben ser entregados a los campesinos. Estas propiedades deben colocarse bajo el control de los trabajadores y campesinos, como base para un plan de producción democrática para enfrentar la crisis actual y satisfacer las necesidades urgentes de las masas venezolanas.

Una gran parte de la actual crisis económica en Venezuela se debe precisamente al sabotaje económico de la derecha y la burguesía. Para derrotar al imperialismo, para derrotar al golpe, sólo hay un camino a seguir. profundizar la revolución. Expropiar las grandes corporaciones y dejar que la clase obrera tome el control de la economía.

Es nuestro deber como internacionalistas, demócratas y revolucionarios apoyar el derecho de Venezuela a la libre determinación. El presidente de Venezuela será elegido por el pueblo venezolano, no nombrado por Donald Trump. Es nuestro deber revelar las mentiras sobre Venezuela, defender la Revolución y hacer todo lo que esté a nuestro alcance para ayudar al pueblo venezolano a derrotar el golpe. A los imperialistas estadounidenses y a todos los que los apoyan, les decimos: no al golpe, no a la guerra, ¡Manos fuera de Venezuela!

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