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“La pasión por el fútbol no puede adormecer la conciencia ciudadana”

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Brasil acoge el Tercer campeonato mundial (alternativo) de fútbol de la calle

  • De la pelota de trapo, al poder del deporte mediatizado
  • Los valores alternativos que cuestionan el deporte mercantilizado

Con el pitazo inicial de Brasil-Croacia se abrirá el próximo 12 de junio en San Pablo uno de los grandes eventos deportivos mundiales. Desde junio del 2013, Brasil entero ha sido escenario de movilizaciones sociales que en torno al Mundial expresan facetas de descontento popular. “Las protestas no son contra el fútbol, sino contra ciertas políticas de Estado y problemas que se derivan de la realización de Mundial”, enfatiza Sergio Haddad, educador popular brasilero y desde su juventud militante-dirigente de muy diversas organizaciones sociales. Haddad fue en el 2001 uno de los co-fundadores del Foro Social Mundial y es hoy, junto con la ONG “Acción Educativa” (Ação Educativa) que dirige, uno de los promotores más activos del 3er Campeonato Mundial de Fútbol de la Calle que se realizará en San Pablo entre el 1ro y el 12 de julio próximos. “Reunirá delegaciones de 30 de los 64 países que practican esa modalidad deportiva”, subraya Haddad iniciando esta entrevista exclusiva. Sergio Haddad junto con Celia Alldridge, militante de la Marcha Mundial de Mujeres en el país sudamericano, animan la primera quincena de mayo en Suiza la Campaña “Goles contra la injusticia” promovida por E-CHANGER, organización helvética de cooperación solidaria presente en Brasil.

P: ¿Qué significa el fútbol en la realidad brasilera, latinoamericana, de hoy?

Sergio Haddad (SH): El fútbol es una pasión. Es parte de la cultura de nuestros pueblos. Una reacreación, en particular para los niños y jóvenes de todas las clases sociales. Desde pequeños comienzan a pegarle a la pelota, sea de trapo o de cuero, en potreros de la perifieria de las ciudadas o en clubles para clases medias. El fútbol, como todo en nuestra sociedad, vive un proceso muy fuerte de mercantilización. Que incluye los partidos, los campeonatos y los jugadores. Al mismo tiempo que los intereses económicos dominan este deporte, se da también un proceso fuerte de elitismo y desigualdad en la profesión de jugador. Con pocos que ganan fortunas y muchos que apenas logran sobrevivir. Es, sin duda, un reflejo directo de lo que vive la sociedad mundial en general, y nuestros países en América Latina, en particular. Somos campeones de la concentración del ingreso, producto de las políticas neoliberales de los últimos años. Unos pocos jugadores son presentados como “héroes” del mercado, de la juventud y de gran parte de la población. Y proyectan la falsa ilusión del ascenso social por medio del fútbol, cuando sabemos fehacientemente que son muy escasos los que participan de esta promoción social si tenemos los millones que práctican este deporte en el mundo entero.

Un útil para contrarrestar la violencia social

P: ¿A pesar de esos condicionantes económicos, sociales y hasta culturales…es posible imaginar otra concepción del fútbol?

SH: La pregunta clave es si el fútbol, como cualquiera otra práctica social, deportiva o cultural puede servir a otros valores en una sociedad marcada por el mercado y el consumo… Este es, sin duda, el gran desafío de aquéllos que pensamos que es posible contruir otro mundo, basado en valores de justicia social, solidaridad, democracia verdadera. El Fútbol de la Calle nació en los años noventa en el barrio Chaco Chico , en la ciudad argentina de Moreno, en el gran Buenos Aires. Venía de la mano de una propuesta de recuperar el protagonismo y el diálogo entre jóvenes en un barrio – y una realidad social- en el que la violencia atravesaba todas las relaciones: familiares, escolares, comunitarias. Pensado como una práctica socio-pedagógica, el Fútbol de la Calle tiene reglas que varían de acuerdo con cada predio y lugar en el quese practica , pero que tiene también algunos pricipios básicos.

P: ¿En que consiste concretamente el Fútbol Callejero?

SH: Un partido es organizado en tres tiempos y obligatoriamente integra niños y niñas. En el primer período, se definen las reglas de juego, basadas en ciertos valores como respeto, solidaridad, cooperación, tolerancia. Y según las mismas se definen los puntos.

En el segundo momento, el partido se realiza según dichas reglas. Y en el tercero los dos equipos evalúan si los acuerdos iniciales fueron cumplidos y a partir de entonces se decide quien es el vencedor. No hay un árbitro sino un mediador que tiene un papel fundamental en derimir conflictos y en tanto que educador, promueve los valores acordados por los dos equipos.

600 mil futbolistas de la calle

P: ¿Es posible que los jóvenes entiendan y se apropien realmente de esta otra forma de percibir el fútbol, cuando los referentes mediáticos reproducen la visión tradicional y comercializada de este deporte?

SH: Sin duda, es difícil ir en contra del sistema, pero no imposible. Desde su nacimiento hasta ahora cerca de 600 mil jóvenes en el mundo entero practican el Fútbol Callejero, promoviendo ciudadanía, participación, diálogo y respeto de las diferencias.

P: En esta doble perspectiva de deporte mercantilizado y, por otra parte, instrumento creador de conciencia, ¿qué significado tiene para ustedes en Brasil el Campeonato Mundial de julio próximo?

SH: Tiene varias implicaciones. El Mundial es un riesgo en tanto que puede inducir a violaciones de derechos humanos esenciales y a actitudes xenofóbicas y discriminatorias. También es una oportunidad en la medida en que pueda mostrar que es posible, a partir del fútbol, pensar el mundo de otra manera, valorizando al ser humano, respetando las diferencias y promoviendo la paz. E implica también el desafío de promover esa otra faceta, esa otra perspectiva, sobre la base de la participación social y la creación de ciudadanía.

P: ¿Cómo se puede entender el fútbol como pasión popular y al mismo tiempo las grandes movilizaciones sociales que desde junio del año pasado han atravesado Brasil en torno a hechos ligados al Mundial?

SH: Las movilizaciones no son contra el fútbol. Son contra los gastos efectuados por los gobernantes para organizar el Mundial frente a los precarios servicios públicos ofrecidos en educación, salud, transporte etc. Esas protestas también van dirigidas contra la violación de los derechos esenciales, como por ejemplo la expulsión de familias de sus viviendas para liberar los terrenos donde se construyeron los estudios. O contra el aumento de la prostitución que viene de la mano del turismo futbolístico. No puedo negar que también parte de las protestas son dirigidas contra la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA), no solo por las condiciones que impone junto con sus grandes sponsors para realizar el Campeonato y que son aceptadas por el Gobierno, sino también y sobre todo por lo que representa en términos de mercantilización del deporte y la corrupción que viene de la mano.

“Alternativa simbólica al Mundial”

P: ¿En ese contexto, el Mundial de la Calle que se realizará en julio en San Pablo es concebido como una alternativa al Mundial oficial?

S.H: Una alternativa simbólica a los valores actuales dominantes, para los cuales el mercado es más importante que el ser humano. Es una pequeña semilla que se junta con otras iniciativas que promueven otros valores. No pienso que pueda ser un contrapunto al Mundial y tampoco tiene esa intención. Lo que queremos es ir construyendo un movimiento que pueda ser una alternativa a largo plazo. Que junto con otros movimientos y acciones ayude a pensar en construir otro futuro para la humanidad basado en valores diferente y el respeto de los valores esenciales de la persona.

P: ¿Qué esperan desde Brasil de la sociedad civil suiza, europea, internacional, en esta coyuntura del Mundial?

SH: Europa vive una crisis económica que integra además otras facetas: ambiental, social, de valores. Los movimientos sociales tradicionales parecen estar debilitados y los gobiernos pierden legitimidad al aplicar recetas tradicionales y antisociales para hacer frente a dicha crisis. Aumenta el desempleo, se debilita el Estado social, crece la desigualdad social y explota la xenofobia y la discriminación. Este Mundial, con una prensa enfocada en Brasil, puede ser también una oportunidad para que la sociedad civil europea adhiera, informe, sensibilice y busque caminos diferentes. Desde Brasil, cuna del Foro Social Mundial y de fuertes movimientos sociales rurales y urbanos, en plena América Latina, continente de esperanza, trataremos de mostrar algo diferente a partir de nuestras experiencias y de nuestra pasión por el fútbol. Queda abierto el desafío a la sociedad civil del norte de intentar también mostrar facetas alternativas….

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