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«Nueva derecha», realidad o fraude comunicacional

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En Chile no existe una democracia de masas, sino una
elitista del líder, para utilizar la terminología de Max Weber. El gobierno de
Sebastián Piñera ha acumulado un poder prácticamente inédito en nuestra
historia; como la derecha es dueña de casi todos los medios de comunicación de
masas puede decidir qué es noticia y qué no lo es; por ejemplo, durante dos
meses los medios no informaron sobre la huelga de hambre de los mapuches, lo
mismo ocurrió con la reconstrucción, la huelga de las Farmacias Ahumada y la
muerte de mineros que a diario se suceden. Ser dueño de la Prensa es equivalente a
estar a la cabeza en el permanente "baño de popularidad" en las encuestas.

En el último Consejo ampliado de la UDI Juan Antonio Coloma
se fue por el chorro y convencido que se compraron la "rueda de la fortuna"
anuncia un gobierno de derecha hasta el 2018, año en que, según ellos, Chile
será un país desarrollado. Afortunadamente don Juan Antonio se quedó chico si
lo comparamos con los treinta años de gobierno democratacristiano que, en su
momento presagiara Radomiro Tomic – por suerte, todos estos pronósticos siempre
fracasan.

En la historia política el canibalismo es una regla: la Democracia Cristiana
tuvo que comerse al electorado del Partido Radical y a la derecha para
convertirse en partido hegemónico; demos algunas pruebas electorales para
justificar este aserto: en 1963, los radicales obtuvieron un 20,8 %; en 1965,
el 13,3 %; en 1971, el 8% por ciento.

Donde el canibalismo es mucho más radical es respecto a la
derecha política: en 1963, el 22,6% ; en 1965, el 12,5%;  en 1971, el 18,1%  -en este último caso, como Partido Nacional-.

En la actualidad es la derecha la que se come a la Democracia Cristiana:
en las últimas elecciones parlamentarias la UDI obtuvo un 23,05%  y la Democracia Cristiana
un 14,21%.  En las encuestas, la derecha
tiene casi dos tercios y la
Concertación menos de un tercio. Podemos sostener que en la
medida en que la
Concertación pierde apoyo popular, por incapacidad para
proponer un proyecto de país, la derecha 
aumenta en poder mediático.

En el colmo de la soberbia, el ministro del Interior,
Rodrigo Hinzpeter, propuso la reelección de su jefe; la mayores expresiones de
indignación ante semejante despropósito provinieron de la derecha más fanática,
adherente al tirano Augusto Pinochet – el hermano de Su Excelencia, José
Piñera, acusa esta salida de madre como un acto "chavista" y, por otro lado, Hermógenes
Pérez de Arce, que odia tiernamente a Piñera, lo acusa al presidente de haber
intervenido en las elecciones de la
ANFP.

La
Nueva Derecha tiene tres grandes inventores – cada uno más
audaz y creativo que el otro- el presidente de la república quien sostiene
"estamos construyendo una nueva derecha, muy alejada de los totalitarismos y
los atropellos a los derechos humanos" 
-es lógico preguntar dónde ubicará a Novoa y los devotos del dictador
Pinochet, que conforman la base de la derecha -. Hinzpeter propone una derecha
pragmática y que sea "capaz de enfrentar los grandes desafíos del Chile
actual"; El que ha llegado más lejos en esta propuesta es el senador Pablo
Longueira que propone, nada menos, que siete desafíos -por cierto, muy difícil de
ser aceptados por el liderazgo de su Partido-.            

La nueva derecha es, fundamentalmente, una invención
mediática producto del éxito efímero del gobierno de Sebastián Piñera. Como
todos sabemos, desde la "borrachera" del triunfo se inicia el camino hacia la
derrota; así ocurrió en el pasado, con La Revolución en Libertad y que tal vez será el
destino ineludible de la
Nueva Derecha. La característica de las invenciones
mediáticas es construir burbujas que, a la primera prueba, se destruyen.
10/11/10  

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