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Chile al desnudo: Historiador Gabriel Salazar derriba mitos nacionales

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Gabriel Salazar, Premio Nacional de Historia 2006, nos presenta Mercaderes, empresarios y capitalistas (Chile, siglo XIX) de Editorial Sudamericana. Un libro que cuestiona el orden portaliano desde su origen. Salazar aborda el tema desde una perspectiva económica para desmitificar una parte de nuestra historia y sus consecuencias posteriores.

A través de sus páginas podemos darnos cuenta de porqué, cuando nos acercamos a las celebraciones del Bicentenario, no son muchas las cosas que han cambiado en nuestro país en cuanto a los abusos y la usura, lo que además tiene que ver con los orígenes de nuestra República.

Gabriel Salazar actualmente es profesor titular en el departamento de Ciencias Históricas de la Universidad de Chile y entre sus obras destacan: Labradores, peones y proletarios (1985); Violencia política popular en las grandes alamedas (1990); Los pobres, los intelectuales y el poder (1995); Historia contemporánea de Chile (1999, con Julio Pinto V.); Historia de la acumulación capitalista de Chile (2002); Construcción de Estado en Chile, 1800- 1837 (2006) y Ser niño huacho en la historia de Chile (2007). Sobre su libro y otros temas conversó con Punto Final.
 
¿Por qué comenzar su libro con la historia, un tanto novelada, de un mercader, Juan Antonio Fresno?
Más que nada porque con los documentos que encontré pude hacer la historia de un gran mercader desde su intimidad. Cómo llegó a Chile, de dónde venía, con quién se casó, cómo construyó su fortuna. Pude demostrar al mismo tiempo las relaciones que se dieron en esa clase social en torno a él y los problemas que tuvo para designar a la persona que lo reemplazaría en la conducción de sus negocios, pues sus hijos no reunían las condiciones. La idea era mostrar a los capitalistas desde su interior. Mostrar a esta clase social también por dentro, desde sus relaciones humanas, conocer sus problemas, sus miedos. 
 
¿Tiene que ver también con una nueva manera de escribir la historia?
Desde luego, es una manera de hacer historia económica, pero no tan preocupado del modelo, las estadísticas, la estructura, sino que desde la perspectiva del ser humano. Porque los mercaderes y capitalistas también son seres humanos. Trato de mostrar cuál era su lógica empresarial. Si explotaban porqué lo hacían, cuáles eran las razones, cómo lo hicieron. Me interesaba mostrar esa parte de la clase patronal.
 
¿Cómo ha evolucionado la clase que usted analiza?
Aquí el concepto amplio es empresario, el que inicia una operación tendiente a movilizar los factores productivos, el capital, para acumular más dinero. El mercader es un tipo de empresario en el sentido que su lógica acumulativa no es producir sino que comprar barato lo que ya está producido para venderlo caro. Es un intermediario que no desarrolla las fuerzas productivas, como decía Carlos Marx. Y como compra barato castiga al productor. En el fondo es un gran explotador de otros empresarios productores. El empresario es un concepto más amplio, el mercader uno más específico, y el capitalista tiende a ser definido como aquel que gana dinero a partir del dinero. En el fondo es un banquero, un financista que utiliza la usura, el crédito. Hoy el crédito impera.  
 
Usted habla de la “construcción dictatorial” del orden portaliano realizada por los mercaderes ¿Por qué construcción dictatorial?
De hecho el Estado que se construyó después de 1830 y fue constitucionalizado en 1833 fue producto de un golpe militar asestado contra un grupo social y político que era mayoría en ese momento, que eran los liberales. Entonces un golpe que se da contra esa mayoría y con extraordinaria crueldad, no desemboca en otra cosa que en una dictadura. La batalla de Lircay fue sangrienta, a los militares que cayeron prisioneros los asesinaron a hachazos, como fue el caso del coronel Tupper. Y estando ya Portales en el gobierno como ministro, realizó una represión brutal, con fusilamientos, exoneraciones, relegaciones y exilio. Además descabezó al ejército, cuya oficialidad, en la gran mayoría había luchado en la guerra de Independencia y eran liberales. Dio de baja a más de doscientos oficiales sin sueldo ni pensión. También inició una represión contra los sectores populares. O sea, fue una dictadura de punta a cabo.
 
¿Encuentran resistencia quienes fundan el orden portaliano?
Sí la encuentran. Recordemos que el golpe de Estado fue contra la mayoría y el ejército que comandaban José Joaquín Prieto y Manuel Bulnes fue un ejército mercenario que se reclutó entre los inquilinos de varios dueños de fundo más algunas tropas que Manuel Bulnes trajo de la frontera donde combatían a los mapuches. El financiamiento lo aportó Diego Portales y sus amigos mercaderes. Este ejército mercenario derrotó al ejército constitucional patriota que comandaba Ramón Freire. Después de la batalla de Lircay y de la represión brutal siguieron encontrando oposición. Hubo cerca de siete motines militares y civiles entre 1830 y 1837. El último de ellos fue el que liquidó a Portales. Recordemos después la oposición de la Sociedad de la Igualdad. En 1851 guerra civil, en 1859 guerra civil nuevamente. El Estado portaliano encontró una oposición terrible, no sólo civil sino militar. Ha sido el régimen político que tuvo que enfrentar más insurrecciones armadas.    
 
EL CAPITAL EXTRANJERO
 Usted plantea que en diferentes épocas el orden portaliano colapsa, pero ha sido salvado por políticos y militares ¿Estamos condenados al renacer cíclico de ese orden?
El Estado que construyó Portales fue por medio de la violencia y permaneció hasta 1925. No fue alterado. Lo que ocurre es que en su aspecto económico, que es lo que examino en este libro, el régimen portaliano comenzó a experimentar crisis muy complicadas desde 1860, y cada vez más profundas. Experimentó crisis importantes en el año 60, 73, 78, hasta la gran crisis de 1908-1910. El orden portaliano hizo agua, se derrumbó por el lado económico y sino pasó a mayores, como se cuenta en el libro, es porque el capital extranjero que se instaló en Chile en la práctica se convirtió en la burguesía capitalista del país. Son los extranjeros quienes mantienen el desarrollo del país hasta comienzos del siglo XX. La crisis la experimentó principalmente la oligarquía portaliana de la época, que no le queda más remedio que echar mano a los recursos del Estado, por eso dan el golpe contra Balmaceda, pues querían seguir profitando de los recursos estatales. Luego, durante el régimen parlamentario, continúan haciendo lo mismo. Hacia 1920 los movimientos sociales se rebelan contra este régimen e intentan erradicarlo y levantar otro Estado. Pero Alessandri se las arregla para establecer el Estado de 1925, que en el fondo es el mismo de 1833 con algunos cambios cosméticos.          
 
A pesar de que la oligarquía mercantil es la que construye el Estado a su amaño ¿Por qué permite la entrada de capitales extranjeros que se llevan la tajada mayor? Eso sucede hasta el día de hoy.
El capital extranjero comienza a llegar con Bernardo O’Higgins y poco a poco va tomando el control de la economía del país. Sobre todo después de 1860. Ese capital extranjero inclusive inició un proceso de industrialización del país, lo que logró desarrollar en gran escala. La industria chilena de 1900, 1906, 1907, fue mucho más importante que la industria de 1940 y desde luego muchísimo más que la de hoy en día. Todo gracias a que los extranjeros se movilizaban para instalar en el país sus industrias y desarrollarlas, y si no llegaron a industrializarse más fue porque el Estado controlado por la vieja oligarquía mercantil no protegió la industria, al contrario, la desprotegió, porque creó pactos de libre comercio, al igual que sucede hoy, con las potencias de la época, y por eso que aquella oligarquía liberal, que era mercantil, hizo colapsar la industrialización creada por los extranjeros, que hizo crisis alrededor de 1920.   
 
NACE EL ROTO CHILENO
 
¿En qué aspectos ha variado la condición del trabajador chileno?
En el siglo XIX, cuando predominó la oligarquía mercantil, antes del desarrollo de la industria por parte de los extranjeros, dominaron en Chile la hacienda y el habilitador minero, que era un especulador de la minería. No era un minero. Hay un tremendo error, incluso entre historiadores de izquierda que, por ejemplo, consideran a José Santos Ossa como minero, o a Francisco Puelma, cuando en estricto rigor eran comerciantes que le compraban a los pirquineros. Eran mercaderes, comerciantes del producto que sacaban los verdaderos mineros. Así se enriquecieron. En el siglo XIX predominaron en Chile los hacendados que explotaban el trabajo de los inquilinos y los peones, y los habilitadores mineros que explotaban el trabajo de los pirquineros y del peonaje minero.

El inquilino no podía irse de la hacienda porque tenía familia, pero sus hijos sí, y éstos comienzan a vagabundear por el país y constituyen el “roto chileno”. Es decir, el trabajador típico del siglo XIX es el peón. Es un trabajador temporero. Pero cuando se inicia la industrialización, a fines del XIX, aparece la clase obrera. Por eso hacia 1870-1880 la clase obrera hace huelgas para apoyar la industrialización, porque ellos querían que Chile se industrializara, ya que el patrón industrial les pagaba salario en efectivo, mientras que el habilitador minero le pagaba al peón en fichas, lo mismo que el hacendado. O sea, en un principio, protegieron a los patrones para que el Estado protegiera la industria ¿Pero qué pasó? Estalló la inflación, los salarios bajaron y la clase obrera se vuelve contra los patrones industriales.
 
ESCLAVOS DE LA TARJETA DE CRÉDITO
Entonces, tenemos en el XIX al peonaje temporero y luego a la clase obrera, que era muy pequeña porque la industria nunca la desarrollaron gran escala. La clase obrera crece entre 1938 y 1973, cuando el Estado se preocupa de desarrollar la industria. Pero cuando Pinochet llega al gobierno de nuevo favorece al capitalismo comercial, por eso hoy estamos llenos de mall y las fábricas han desaparecido. No existe ninguna de las grandes industrias que había en los años que precedieron al golpe de 1973. Hoy tenemos una gran masa de trabajadores, precaristas, que como se les llama, o temporeros, que es muy parecido al peón del siglo XIX. Sólo que le pagan un salario un poco mejor. Y la zanahoria que le pusieron son las tarjetas de crédito. Las casas comerciales han entregado en Chile 22 millones de tarjetas de crédito. Agrégale unos 6 millones de tarjetas bancarias, que entregan los bancos. Es decir, si descontamos a los menores de dieciocho años, tenemos mucho más de una tarjeta de crédito por habitante. La usura es brutal. El trabajador chileno es explotado de dos maneras: en su trabajo por que le pagan un salario de hambre, y una vez que le pagan lo explotan a través del mercado vendiéndole a crédito todo, y más encima cobrándole por la educación y salud, cosa que antes no ocurría, por eso hoy día la explotación es mucho mayor que antes, que en la otra democracia. Con la diferencia que no se nota porque la gente consume a crédito y cree que nos es pobre.
 
La Iglesia siempre ha influido en la sociedad ¿Cómo se manejan sus relaciones con el Estado portaliano?
El Estado portaliano fue un estado mercantil. Los mercaderes estaban preocupados fundamentalmente de abrir las puertas al mercado mundial, de relacionarse con todos al igual que hoy. En una relación de libre comercio. En segundo lugar se preocupaban de expandir las fronteras del país. Promovieron la guerra contra Perú y Bolivia, a los que le quitaron un par de provincias. No nos atrevimos con Argentina, y ellos nos quitaron un par de provincias. El Estado portaliano nunca se preocupó de la política interna, del desarrollo de la producción y de los problemas sociales. Se deshizo de esos problemas por dos caminos. El problema laboral lo mandó a los municipios, que como no tenían dinero no resolvieron nada. Y el problema social de la pobreza y la miseria se lo pasaron a la Iglesia. La política social no la hizo el Estado la hizo la Iglesia a través de la caridad. Fue la Iglesia la que construyó hospitales y escuelas. La Iglesia fue el ministerio social del Estado portaliano, pero basada esencialmente en la caridad, que los ricos pasaran dinero. Pero como los ricos entraron en crisis por la crisis económica del Estado portaliano, comenzaron a entregar menos aportes y la Iglesia se encontró con falta de recursos. En 1914 le enviaron una carta al ministro de hacienda diciéndole que “ la Iglesia ya no puede contra la pobreza. Tiempo atrás pensamos que la caridad obra milagros, hoy sabemos que no. Es momento que el Estado llegue a hacerse cargo de la pobreza”. El ministro respondió: “No hay dinero. Haga Usted lo que pueda”. Fue por eso que los movimientos sociales se rebelaron y exigieron a Alessandri que se hiciera cargo del problema social. Alessandri sólo sacó unas leyes rascas y nada más. No solucionó nada. Es recién el Frente Popular quien comenzará a hacerse cargo del problema social.  
 
Llama la atención que la familia Edwards merece un capítulo en su libro ¿Cuál es la razón?
En ese capítulo estudiamos las familias de mercaderes, no sólo los Edwards. Estudiamos una docena, más o menos, de familias que se enriquecieron a través del comercio y que fueron influyentes. Lo que pasa es que la familia Edwards fue la más importante, por eso estudiamos su trayectoria, no tanto por hacer la biografía de uno de los Edwards sino para estudiar esa familia como empresa, como un conjunto de empresas. Le seguimos la pista hasta 1930 aproximadamente. La fortuna la forma el segundo Edwards, que era un gringo nato, Jorge Edwards. Su hijo A. Edwards Ossandón es el que forma el imperio, él era un especulador minero y con la fortuna que hizo le permitió formar un banco. Fue tan grande su fortuna que la tercera generación ya no son empresarios, se dedican a la política. Las últimas generaciones giran en torno a El Mercurio, con bastante influencia social, incluso como para promover golpes de Estado tal cual lo hicieron contra Allende en 1973. 
 
UN EJÉRCITO MASACRADOR
Nos acercamos al Bicentenario y el ministro de defensa ha afirmado que la parada militar de este año dará inició a las celebraciones ¿Qué opinión le merece esto? ¿Tiene relación el orden portaliano con el discurso que alaba permanentemente “la tradición democrática de nuestras fuerzas armadas”?
El Estado portaliano controlado por los mercaderes fue siempre sustentado por una minoría social que si hubiese habido elecciones democráticas libres las habrían perdido todas. Por esa razón Portales se dio cuenta que no podrían gobernar si el régimen fuera democrático. Entonces necesitaba un ejército, y como no lo tenía porque el ejército de entonces era liberal, armó uno mercenario, que fue el que triunfó en Lircay. De ahí en adelante el Estado portaliano necesitó del ejército para poder sostenerse, por eso fue autoritario y represivo. Hay que contar la historia del ejército chileno tal como es. Desde que asesinaron a Manuel Rodríguez en 1818 y hasta 1973 el ejército intervino violentamente, masacrando a muchos o a pocos, en veintitrés oportunidades. En toda Latinoamérica es un caso único. No existe otro país donde el ejército haya violentado a su propio pueblo en veintitrés ocasiones. Todas las intervenciones fueron siempre en la misma dirección, para proteger el Estado mercantil, para proteger las distintas versiones del Estado portaliano y reprimir a sus opositores. Ese Estado, en sus diferentes versiones, no sería nada sin el ejército, por eso ha construido el mito del ejército chileno. Este ejército le ha servido para reprimir a los rotos, para ganar unas provincias a Perú y Bolivia. Si tú te fijas, antes Estado e Iglesia estaban unidos, hoy la verdadera relación es entre el Estado y el ejército. Es el ejército el que ha permitido dictar las Constituciones en Chile, la de 1833, 1925 y 1980. El ejército es el verdadero dueño del Estado en este país. Ese es un hecho real, y la oligarquía, que es minoría, necesita de él. Por eso no me extraña que todo el tiempo estén promoviendo el mito del ejército chileno y lo glorifiquen. Deberían hacer un juicio al ejército, pues sólo están juzgando a un milico suelto tras otro milico suelto, pero lo que está enfermo es el ejército como institución. Habría que hacer un juicio ciudadano contra un ejército que ha masacrado a su pueblo a través de la historia. Es tiempo que saneemos eso. Y claro, decir que el Bicentenario parte con las glorias del ejército es simplemente el reforzamiento del mito de los que han sido unos verdaderos criminales en este país.  
 
Las fiestas patrias siempre han tenido un carácter patriotero, que resalta las cualidades del chilenismo ¿Existe ese tal chilenismo, o es un mito impuesto e utilizado por la oligarquía?
Esa es la paradoja, en Chile se celebran las Fiestas Patrias el 18 de septiembre, donde se hacen las ramadas para celebrar al roto chileno, que se supone es el que baila cueca y se emborracha en las ramadas. Y el día 19 se celebra al ejército, que la historia demuestra que ha estado masacrando a los rotos chilenos durante dos siglos. Es muy paradojal que el 18 celebremos a los vencidos y el 19 a los vencedores. O el 18 a las víctimas y el 19 a los victimarios. Lo encuentro absolutamente increíble. Lo que ha pasado es que como el Estado se la juega por el libre mercado y está comprometido con el mercado mundial pero no con el pueblo, necesita crear mitos nacionales para poder legitimarse. Entonces, qué hace. Ha tomado la cultura popular y la ha convertido en mito nacional. La nación es un mito más. La nación no existe, lo que existe son los grupos sociales concretos y ahí las masas populares son mayoría, los demás son minorías, dejémonos de cuentos.
 
LA IZQUIERDA INSTITUCIONAL
¿Qué pasa con la reconciliación, con los derechos humanos?
Es una vieja historia en Chile. Porque el Estado, construido tres veces en base a violentos golpes militares y siempre en pro de la oligarquía, derrotando los proyectos sociales del pueblo mediante masacres, es ilegítimo. No se pueden construir Estados contra la mayoría, entonces ¿Cuál es el problema de un Estado ilegítimo? Que tiene que legitimarse a cómo dé lugar utilizando distintos mecanismos ¿Qué hizo Pinochet cuando era un dictador brutal? Dictó una Constitución. En seguida ¿qué necesitaba para legitimarse el Estado que dejó Pinochet con la Constitución del ‘80? Que los políticos civiles demócratas administraran ese Estado. Cuándo la Concertación comienza a administrar la Constitución del ‘80 la legitima, y de paso legitima la dictadura de Pinochet. Pero ¿qué necesita además? Necesita sacar un discurso teórico que diga que todo es magnífico y dicen: ya, con este Estado nos estamos globalizando, nos estamos modernizando. Después sacan políticas sociales, bonos para los pobres. Todo para legitimar lo ilegitimo.

Dentro de todo esto se construye la fiesta del Bicentenario y sacan la monserga de la reconciliación: somos todos chilenos, reconciliémonos, olvidemos el pasado que nos divide. Claro, porque si olvidamos el pasado el Estado ilegitimo queda más legitimado que nunca. De ahí que sectores populares y agrupaciones sociales y de derechos humanos luchen contra el olvido y contra cualquier ley que pretenda impunidad. Cuando un Estado es ilegítimo, es legítima la desobediencia, es legítima la rebelión.   
 
¿Y qué pasa con la Izquierda , qué papel juega en todo esto?
Cuando se construyó el Estado el movimiento social fue excluido, y como no fue el Estado que quería el pueblo se inicia la protesta. Luego, algunos de estos movimientos se convierten en partidos políticos. Al principio lo liberales pelearon desde la calle, pero cuando presentaron candidatos se meten dentro del Estado y se vuelven oligarquía liberal. Después los radicales hacen lo mismo, también el partido democrático. Cada rebelión popular ha producido un partido, que con el tiempo entra al Estado, se oligarquiza y queda todo igual. Jamás se reforma el Estado. En el caso del partido democrático se corrompió por todos lados, por algo Recabarren renunció. Después el Partido Socialista y el Partido Comunista entraron al Estado que Alessandri creó contra el pueblo en 1925. Intentan hacer la revolución desde el interior de un Estado que es contrario a la revolución, por eso que Allende finalmente termina suicidándose, porque estaba metido en una jaula que no era la suya.

Qué presenciamos hoy: el PS está dentro de la oligarquía y es neoliberal, el PPD es neoliberal y el PC que estaba afuera quiere meterse adentro también, por eso lo llaman la cola de la Concertación. Están todos dentro del Estado. Yo creo que no hay Izquierda. Y la que podría ser, la extraparlamentaria, está jugando a las elecciones, qué terrible, jugando a tener presidente y parlamentarios en el Estado ilegítimo que construyó Pinochet. La tarea es construir otra Izquierda, pero no dentro del Estado sino fuera de él. Y con el pueblo como soberano. De una vez por todas hay que cortar ese hilo de reproducir el Estado portaliano.
 
Finalmente ¿Cómo percibe la situación política en Latinoamérica?
En América Latina hay dos procesos muy interesantes que están en marcha. Uno es la movilización de los pueblos para ejercer soberanía por sí mismos. Tiempo atrás el pueblo venezolano se movió en ese sentido. También los indígenas ecuatorianos y sectores populares en Brasil se han movilizado. En Argentina los piqueteros y otros sectores asociados van por ese sendero. Hay un gran movimiento de los pueblos tendiente a desarrollar su propia soberanía. En Chile el pueblo mapuche. Por eso que en varios países estos movimientos han desembocado en la convocatoria a Asambleas Nacionales Constituyentes, donde el pueblo quiere decidir cómo debe ser el Estado. Por otro lado, en torno a este mismo fenómeno han surgido caudillos de nuevo tipo, que dialogan con este fenómeno. Pero al mismo tiempo el caudillismo es peligroso porque anula la autonomía de las bases sociales. Eso produjo el castrismo, está produciendo el fenómeno del chavismo y el de Correa en Ecuador. Está pasando en Bolivia y capaz que pase en Paraguay. Son dos fenómenos que forman parte de la misma raíz. Los pueblos quieren ser soberanos, pero si un caudillo les facilita la pega es mejor. Pero como decía, es peligroso, aunque hasta el momento se han portado bien los caudillos. 

Ahora, si vemos el mapa de América Latina hay una tendencia a la izquierda y en ese mapa Colombia queda aislada, y dentro de Colombia las FARC. Entonces, siete bases estadounidenses no son ingenuas, no son para combatir el narcotráfico, son para poner ahí una especie de segundo Irak, y con razón Chávez las rechaza, porque esas bases están pensadas debido al petróleo venezolano. Para qué estamos con cosas, es la verdad. Está muy interesante el panorama en América Latina, y es muy triste que Chile esté guiado por políticos neoliberales que no encajan en este nuevo mapa.
martes, 22 de septiembre de 2009

Publicada en revista Punto Final Nº 694 (Septiembre 17. 2009)

* Fuente: El Clarin

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