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Educando para la libertad y la felicidad

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Después de haber vivido algunos pícaros años sobre este mundo, y de haberle puesto mucha pensadera al tema del propósito de esta pinche vida, en plano trascendental y en plano práctico, he llegado a algunas conclusiones, que quizás son perogrulladas y todo el mundo las sabe, pero para mí son importantes porque son fruto de mi reflexión y experiencia, no de la mera repetición.

Un gran porcentaje de las creaciones culturales del ser humano, hace referencia a los límites y a las negociaciones como parte del problema de la felicidad, que parece ser El Problema Humano. Hay vidas enteras dedicadas a estos temas.  Dónde termino yo  y donde empiezas tú.  Cómo negocio esa sutil línea que nos separa o nos une para poder confirmarnos yo en ti, tú en mi.  Cómo llenar esa necesidad de afecto y aceptación, sin perder mis contornos, aceptando los tuyos, abriendo boquetes para que las almas dialoguen en los puntos convergentes,  negociando a través del diálogo aquello en lo que no se coincide, sin violencia, sin agresión.  Cómo acepto el hecho de que tú no me aceptes, no me estimes, quizás te produzca repulsión porque soy de otro color, me visto distinto, hablo diferente, huelo diferente porque como otras cosas.  Como me acepto yo con mi color de piel, con mis ancestros, o con mi cojera.  Como nos perdonamos mutuamente las diferencias, y nos perdonamos a nosotros mismos.

En el seno del hogar, dónde todos aparentemente reciben el mismo ejemplo, hay personas que difieren hasta el punto de no soportarse.  La adolescente que llena el lavamanos de pelos, el adolescente que deja las toallas mojadas y no tira la cadena son los típicos ejemplares que exasperan a todo el resto de los convivientes. Cómo resuelven estos puntos sin destruirse mutuamente, sin violencia, va a determinar parte de su felicidad futura.

Se han dado diversas soluciones al problema.  Casi todas por la vía de la represión castigando los comportamientos antisociales y por el invento de lenguajes y códigos compartidos que disminuyan la fricción.

Así se inventaron la etiqueta, los códigos de maneras prefijadas, que no involucren emociones y que todos entiendan lo mismo y la diplomacia.  Aparecieron los Manuales como el de Carreño y los Colegios de Señoritas.

El problema es que al inventar el lenguaje, herramienta que se diversificó ad infinitum, se inventó la mentira.  Es muy difícil mentir con lenguaje gestual que sale de los reflejos.  Si alguien que no te agrada te toca, pegas un salto atrás.  Todo este negocio de entenderse con el otro se complicó terriblemente. No hablo de las mentirillas dichas para ocultar actividades particulares que no interesan a nadie más que a uno.  Hablo de la mentira con el propósito de que el otro entienda algo que no es cierto y reaccione del modo que nos conviene. De la mentira usada para tapar nuestra  cobardía de decir la verdad porque tenemos miedo a ser descalificados, por ejemplo, porque tenemos miedo de no ser aceptados en una sociedad prejuiciosa y poco amorosa.  No tenemos códigos para eso ni hábitos. Y ni la Diplomacia ni la Etiqueta salvan de la mentira, a lo más la elevan a la categoría de arte. Y con la mentira generalizada, se pierde la confianza en el otro y en la sociedad y todos nos sentimos infelices.

Pero ahora hemos descubierto que no sacamos nada con enseñar buenas maneras a nuestros hijos, etiqueta, o castigarlos, ya que siguen  pisando los callos del prójimo, y después mienten para ocultarlo, lo cual es un proceso cosmético pero no va al fondo.  Da mucho mejor resultado enseñarles primero a manejar sus emociones, para que estas, motores primarios de nuestra existencia, no tomen el control de sus vidas en forma desaforada ya que el Ser Humano debe utilizar la reflexión, antes de actuar.

La mayoría de los actos, de los cuales nos arrepentimos se producen porque nos disgustamos con el  prójimo y quedamos con mala sensación, Muchos de ellos provocados por emociones reactivas que nos invaden y que no pasaron por el filtro de la reflexión.

La reflexión es ese diálogo interno que se da entre la acción y la reacción y que le da una intencionalidad a nuestra acción y la contextualiza basándose en nuestra percepción del momento y la interpreta a través de  nuestros valores y de metas a corto o largo plazo que están incorporadas en nuestra conciencia. El acto de reflexionar es lo que nos da nuestra singularidad en el Reino Animal.  Porque los animales también piensan y son inteligentes, pero no tienen el repertorio conductual tan variado que tenemos nosotros, ni la decisión  tan compleja y evaluatoria de los objetivos que perseguimos con nuestras conductas.

Quién tenga el control de las emociones de un pueblo, lo maneja. Quien tenga el control de sus propias emociones, se maneja a si mismo y es más difícil manipularlo, y obtiene la libertad, por lo menos para evaluar el resultado de su comportamiento y poder elegir.

Eso lo saben todos los líderes , buenos y malos, de este mundo.  También lo sabe el Budismo, que como doctrina filosófica aplicada a la conducta, enseña el desapego como forma de vida. En idioma chileno, no enganches con tonteras.  Toma perspectiva y nunca actúes desde tus reacciones .  Los maestros de Artes Marciales conocen bien ese campo.

Jesús también está en el tema con la enseñanza de devolver bien por mal,  de amar a nuestros enemigos.  Todas esas enseñanzas son temas emocionales en que se insta a cambiar el circuito instintivo.

Toda acción está motivada o tiene como transfondo una emoción.  Como ser si yo siento agresividad, me preparo para dar un puñete, no una sonrisa.  En el miedo, quiero esconderme.  En el amor a mi mama, quiero darle un beso.  Educar las emociones significa elegir las reacciones más apropiadamente humanas, e incorporarlas en el repertorio de las personas y tratar de inhibir los comportamientos gratuitamente violentos o no apropiados a la situación.   Si alguien me agrede de palabra, puedo no contestar, puedo preguntar por qué me están agrediendo, o puedo soltar un puñetazo El resultado es bastante diferente.

¿Quiénes nos enseñan el manejo de nuestras emociones?  Se supone que nuestros padres, nuestros maestros, la televisión, los libros, los amigos. Es decir, el entorno cultural. Desgraciadamente ninguno de estos estamentos está consciente del rol de maestro emocional que está desempeñando, y la mayoría tampoco tuvo maestros. Así nuestra emocionalidad primitiva y  mal manejada como la que muestra la televisión para enganchar, es la maestra de nuestros hijos.  Monos animados feos , que para hablar gritan, como si estuvieran siempre enojados.  Películas dónde se glorifica la guerra y se mata con toda soltura de cuerpo. Bombas, balazos, puñetes, dinamita como solución gloriosa de los problemas, como emblema varonil de la vida. Farándulas llenas de niñas con el trasero al aire, que se descalifican  mutuamente como forma de comportamiento “competitivo”, de la mujer moderna, el sexo al lote sin ninguna planificación ni menos afectividad como camino a la felicidad.

Así, el ítem más importante de nuestra vida en comunidad que es el aprendizaje de conductas vinculadas a una emoción específica,, no es enseñado sistemáticamente, sino que está dejado al ensayo y error, digamos, al libre juego de las fuerzas del mercado, que es la acumulación de acciones primitivas y reactivas y no necesariamente cuerdas.  Bueno, así también son los resultados que vamos obteniendo.

Con el avance de la Psicología Social y de la Psicología de la Educación y la posibilidad de investigación de sociedades complejas, se han desarrollado en  otros países, disciplinas educativas destinadas a enseñar a los niños a partir de los Jardines Infantiles, a manejar las emociones permitiéndoles tener una vida mejor y construir una sociedad más feliz.

Me tocó, por casualidad, traducir al Castellano parte de los Manuales para profesores de esa especialidad en el área de Kindergarten.  Lo encontré maravilloso.  Cómo los niños aprenden a reconocer sus propias emociones y darles un nombre.  Cómo a través de imágenes aprenden a reconocer a través de los gestos, las emociones de otro.  Cómo se les enseña a tomar conciencia de que lo que me pasa a mí, también te pasa a ti, aunque seas un enanito verde y yo un monstruo amarillo.  Porque en el Ser Humano existen muchas posibilidades, positivas y negativas para vivir en sociedad y el escoger las positivas depende de la educación de las emociones.

Así como las clases de Religión con sus contenidos morales van abandonando las salas de clases y las familias, así como la Filosofía con la sabiduría acumulada de nuestra civilización tampoco se enseña, así como la Lógica tan necesaria para aprender a distinguir, aunque sea entre comillas, lo verdadero de lo falso tampoco se enseña en la Educación Secundaria ( y esta falta hace que las discusiones públicas en este país estén llenas de falacias y mentiras por lado y lado), así en estos tiempos de confusión deberíamos siquiera manejar lo más básico, nuestras emociones, para poder al menos ser más felices y menos conflictuados.

Ojalá la joven psicóloga que está tratando de traer este programa a Chile tenga éxito.  Nos hace falta felicidad, confianza  y optimismo, ser más aceptadores y menos prejuiciosos, y si nosotros no lo logramos, quizás nuestros nietos si lo logren. Santiago, Abril 2009

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