Aylwin agradece a Onofre Jarpa por su aporte en la transición a la democracia
por Medios
17 años atrás 5 min lectura
Este texto está tomado del sitio de la Revista "Cosas" (de derecha), donde desgraciadamente está publicado sin fecha.
La Redacción de piensaChile
Sergio Onofre Jarpa: “De Pinochet aprendí muchas cosas”
Fue uno de los más fieles colaboradores del gobierno militar. Como parte del círculo político de los ’80, tuvo a su cargo el Ministerio del Interior y antes la embajada en Argentina en plena crisis limítrofe con ese país. Aquí recuerda el paso de Augusto Pinochet por la historia de Chile.
Cuando Chile –a ojos de muchos– amenazaba convertirse en la próxima Cuba bajo el gobierno de Salvador Allende, Sergio Onofre Jarpa, uno de los fundadores del Partido Nacional, lideraba la lucha contra la Unidad Popular. Sus esfuerzos se vieron consolidados el 11 de septiembre de 1973. Tres años después, pasó a formar parte del círculo político de Pinochet, al ser nombrado embajador en Colombia. Pero la verdadera prueba de fuego vino cuando, como representante diplomático en Argentina, tuvo que ser mediador en el conflicto limítrofe que tuvo al país al borde de la guerra por el Canal de Beagle.
Su carácter y visión sobre la época, le otorgó el puesto de ministro del Interior, donde tuvo que intervenir ante el estallido de las protestas en plena crisis económica. Junto al cardenal Juan Francisco Fresno logró un apertura política inusitada para la 1985. Así se pudieron amainar las continuas protestas en las calles y fortalecer la imagen del gobierno.
–¿Cómo conoció a Pinochet?
–Eso ocurrió como el año 71. El estaba a cargo de la aplicación de las medidas restrictivas para la libertad de prensa en el gobierno de Salvador Allende. Nosotros teníamos en el Partido Nacional un diario que se llamaba “Tribuna”. Entonces hubo un párrafo que se le escapó al director y que tenía un ataque al general Prats. Entonces Pinochet suspendió la circulación del diario, por lo que fuimos con Gonzalo Eguiguren, que estaba a cargo, a conversar con el general para darle una explicación de manera que nos dejara seguir publicando el “Tribuna”. Nos escuchó y dijo que muy bien y que se cumpliera lo ordenado, pero lo ordenado era que no saliéramos durante dos o tres días.
–¿Cómo fue su relación cuando usted fue embajador y ministro?
–¡Si no hubiera sido buena no hubiera sido jamás ministro! La relación empezó porque un día que yo estaba en el campo recibí un recado a través de Carabineros que necesitaban hablar conmigo. Vine al día siguiente a Santiago. Me explicó que quería que me fuera de embajador a Colombia. Le respondí que yo no tenía dotes diplomáticas y nunca las he tenido. Entonces me hizo una pregunta embromada. Me dijo: “¿Usted quiere ayudar o no? Si no quiere, hasta aquí no más hablamos, si quiere ayudar, váyase a Colombia”. Y así era: de frases cortas y de reacciones rápidas. Después, cuando yo era embajador en Argentina, mandé un memorándum a Santiago comentándole las cosas que se veían a la distancia y que tenían relación con la crisis económica que se vivía en Chile. Entonces me citó a hablar con él. Conversando largo, me di cuenta de que Pinochet estaba en la misma línea aperturista que yo, tanto en lo económico y en lo político. Después de varias conversaciones, me dijo: “Yo voy a hacer un cambio de algunos ministros, y a usted le pido que asuma en Interior”. Después que uno da la receta, le dicen “aplíquela”. Y bueno, me dije, probemos.
–¿Cómo le fue “aplicando la receta”?
–Se hicieron varias cosas, como evitar un paro generalizado que estaban preparando. Empezamos a pacificar las protestas con los dirigentes gremiales que yo conocía, pues varios habíamos estado juntos en la lucha contra el gobierno marxista el ’72 y ’73.
–Trabajando a su lado, ¿qué aprendió de Augusto Pinochet?
–El tenía una visión de conjunto no sólo de la situación de Chile, sino que de Latinoamérica en general y tenía muy claro el problema vecinal con Argentina. Además, aprendí la idea de actuar en forma práctica. Pues este hombre hacía un análisis y después aplicaba soluciones concretas. Uno va entendiendo que hay que tener una visión a más largo plazo, y eso me lo enseñó él.
–¿Cuál cree será la imagen que prevalecerá en la historia sobre Pinochet?
–Está tan distorsionado todo. Aquí siempre se critica lo que le llaman el atropello a los Derechos Humanos. Pero aquí a Honecker se le rindieron todos los homenajes y ese caballero sí que tenía una carga pesada. Y el Partido Comunista y sus seguidores, que aplaudían a Stalin y todas las matanzas en Europa, ahora aparecen como en defensa de los Derechos Humanos. Las cosas que se hacen con un sentido nacional de proyección histórica se reconocen después. Pero nosotros vamos a ver ahora el reconocimiento de la obra de Pinochet. Toda la política económica y la organización general de la institucionalidad chilena viene del gobierno militar. Nosotros estamos viviendo de eso, disfrutando de cierta prosperidad económica. En el ’73 no había nada, sólo caos y anarquía.
–¿Qué le parecen las reacciones que se han visto en las calles?
–Son las cosas que hacen siempre los grupos manejados por el Partido Comunista y sus socios. En este momento la gente de izquierda se ha preocupado, dentro y fuera de Chile, de distorsionar todo lo que ocurrió en el país y de aplaudir todo lo que se hace en Cuba. En cambio, cuando yo era ministro del Interior, todos los chilenos que estaban afuera querían volver y los cubanos querían irse de Cuba. Hoy, varios sectores se han visto influenciados por la propaganda negativa de Pinochet.
–¿Cómo compatibiliza su afecto hacia Pinochet con las acusaciones sobre Derechos Humanos y el caso Riggs?
–No hay ninguna de estas acusaciones probadas ni que hayan merecido una sentencia. No hay fallo y eso la gente no lo sabe. Hay procesos, acusaciones, campañas de todo. Pero, ¿dónde están las sentencias que lo inculpen de estos hechos? No hay. Y ahora que el caballero falleció, se acabó todo.
* Fuente: Revista Cosas
La Tercera: Aylwin agradece a Onofre Jarpa por su aporte en la transición a la democracia
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