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300!

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No. El tema no va de la película llena de hoplitas en plan “cabeza de músculo” que, encabezados por Leónidas, le plantaron cara a Jerjes en el paso de las Termópilas en el año 191 antes de nuestra era.

Hoy por hoy, la pétrea inscripción que le rinde homenaje a los héroes, -esa que reza “Viajero, ve y dile a Esparta que hemos muerto por cumplir con sus leyes”-, no es sino un penoso recuerdo de virtudes desaparecidas del mundo hace siglos, y en Chile desde el día en que Salvador Allende mostró que, cuando no se quiere ser vasallo, existen alternativas.

Los 300 de los que te hablo son los 300 mil millones de Euros que necesitan los bancos europeos para no quebrar, para liberarse de los activos tóxicos con los que especularon y con los que se quedaron cuando la pachanga del imperio se terminó por falta de bailarines.

Traducido a dólares, -¿a quién le importa ahora lo que vale un pijotero dólar?-, son unos U$ 450 mil millones. Allí donde fabrican las calculadoras que te evitan conocer la tabla del nueve le están agregando ceros al chirimbolo cosa guapa.

El próximo número de TIME Magazine le dedica una nota al desastre Europeo porque queda mal que el imperio se hunda solo, y por eso de “mal de muchos…”

TIME dice: “Sólo el 29 de septiembre los gobiernos de Alemania y de Islandia se precipitaron para sostener cinco frágiles instituciones financieras con enormes inyecciones de liquidez o francas nacionalizaciones, haciendo de ese día uno de los más lúgubres de la historia de las Finanzas europeas”.

Desde ese día la cueca no para. Solo que en Europa nadie es tan caradura como los bancos yanquis que solicitaron y están obteniendo U$ 700 mil millones por narices, en menos de una semana. Nótese que cuando pides un crédito en Europa, a título individual, o peor aún, como PYME, se demoran un mes en decirte que no. Como me dijo sin sonreír un “ejecutivo” del banco LCL, “Los bancos no estamos aquí para correr riesgos” (sic).

Otra ejecutiva, esta del banco BNP Paribas, me dijo mirándome a los ojos: “Todo esto es de la culpa del gobierno, que no interviene”. ¿Qué? Pregunté, ¿Ud. quiere que se renacionalice el banco? “Jamás, respondió, solo que nos den plata…”

Por eso ahora piden los 300 palos que te cuento. Sin sonrojarse. Porque, como en los EEUU, se trata de comprar con plata pública los activos podridos con los que especularon y que ahora nadie quiere. El problema de fondo es que los bancos no confían los unos en los otros. De ahí viene buena parte de la falta de liquidez de los mercados, para ponerlo en la jerga mierdita de los “expertos”.

Como en los EEUU, nadie sabe a qué precio comprar esa basura. Ni conoce las razones por las que el Estado, los Estados, debiesen salvarle el negocito privado a estos Schylok de utilería que en vez de financiar la actividad productiva consagran los mejor de su tiempo a jugar al pepito paga doble y a verse la suerte entre gitanos.

TIME precisa que “Entre las “víctimas” (sic) más destacadas están Fortis, principal banco belga, el venerable banco hipotecario británico Bradford & Bingley y el alemán Hypo Real Estate que, con un balance de U$ 560 mil millones, es un actor de primea línea en el mercado local de instrumentos financieros”.

El semanario estadounidense precisa que “Al entrar en la danza, el mensaje que los gobiernos querían enviar se suponía tranquilizador: Nada de pánico – Su dinero está a salvo”.

Ya me dirás tú… Con estos linces, parientes cercanos de los gatos de campo (Felis sylvestris catus), estamos arreglaos.

Lo dramático del tema es que no hay rueda de repuesto. La social democracia se pasó al campo de los libremercadistas globalizadores con un paso alegre y vivaracho, justo cuando la manivela venía de vuelta. Pasa que son así de enteraos.

A quienes anuncian el retorno del Estado, de la regulación financiera que evitaría el pillaje planetario, de las intervenciones en plan keynesiano que pudiesen sacarnos de la recesión ya iniciada, hay que explicarles que no hay toro, que no hay arena, que l’an sacao, y que han sembrao…

De los sociatas europeos conocidos, DSK está en el FMI, Pascal Lamy en la OMC y los demás en Babia. O gobernando con la derecha como los alemanes. O son la derecha, como los laboristas británicos.

Cualquier parecido con hechos o circunstancias propias a la fértil provincia y señalada… no es pura coincidencia.

Por lo demás… caeteris paribus (*).
03/10/2008

(*) es una locución latina que significa: permaneciendo el resto constante.

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