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¿Quién se beneficia con la actual actitud de la dirección del PC chileno?

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El pacto por omisión fraguado entre la comisión política de nuestro partido y la Concertación, con la venia de la derecha más liberal, ya es un hecho. Entre filtraciones, trascendidos y declaraciones oficiales de lado y lado, ya está claro que los comunistas nos omitiremos en las próximas elecciones municipales en comunas como Santiago y La Florida, entre varias otras, y el oficialismo lo hará supuestamente en otras de nuestro, también supuesto, interés. Decimos supuesto porque, desde que se iniciaron las negociaciones, las bases del partido no han sido consultadas seriamente. Con el argumento reiterado de que se ha consultado la opinión al partido, las resoluciones se han adoptado entre cuatro paredes, porque se considera inviable hacer opinar al conjunto de los comunistas sobre un tema “que requiere respuestas rápidas” y que los negociadores demuestren que tienen poder para negociar. Bajo esta modalidad, se repiten las prácticas antidemocráticas que tanto daño han causado al partido, atrapado en el más añejo estilo, ni siquiera estalinista, sino más parecido al de pandilleros de los años 30 y 40 del siglo pasado.

Un pacto electoral no tiene por qué ser obligatoriamente malo. Dependerá de las condiciones en que surge y se realiza y de lo que las partes negocien, a condición de que los revolucionarios (palabra bien dejada de lado por nuestros dirigentes), estén posicionados sólidamente entre las masas y esa negociación las beneficie a estas finalmente, en la perspectiva de sus metas históricas transformadoras, como también en el corto plazo. Que el pacto beneficie su política transformadora y no postergue sus aspiraciones de cambio. Pero en el actual pacto por omisión están presentes diversos factores que apuntan totalmente en sentido contrario. Todo indica que se trata de una forma más de cooptación. Un nuevo acuerdo para acercar más al partido a la Concertación y alejarlo de las grandes peleas que pueden llevar a los cambios radicales que necesita el país.¿Quién se beneficia? Los reveses sufridos por los impulsores del maquillaje del sistema electoral binominal genera un escenario propicio para profundizar en el debate del partido y de la izquierda. Las escasas modificaciones al sistema electoral que se podrían obtener, no ofrecen la perspectiva de avanzar seriamente a la democratización de la institucionalidad del país.

El retoque cosmético que se logrará, si es que se abren paso los intentos reformadores, sólo permitirá la llegada de un par de parlamentarios comunistas a la Cámara de Diputados. Y aún cuando fueran algunos más ¿qué obtendrá el movimiento popular de ello?. Si es que la disposición de los futuros parlamentarios fuera ponerse a la cabeza de las mayores batallas por la democratización del país, se podría justificar en parte. Pero ¿Qué podrá hacer la pequeña bancada de los “incluidos”?. Aparte de hacer presente todas las protestas que se les pase por la mente y las que pueda sugerir mucha gente: nada más. El peso de tan pequeña representación no influirá de manera significativa. El arribo de parlamentarios comunistas, si los hubiera, aportaría a construir una imagen de país reconciliado, de una sociedad que por fin se ha reencontrado. La chilena, será una democracia ya prácticamente madura. Si hasta los comunistas estarán en el parlamento. Entonces tendrán alcaldes, concejales, parlamentarios, periódico, radio, etc. Es decir, un ejemplo de democracia. Y cuando los parlamentarios comunistas juren la Constitución de 1980, maquillada y firmada por Ricardo Lagos Escobar, estarán jurando por una Carta Fundamental de un país en que todavía hay leyes secretas heredadas de la dictadura, además de la existencia de enclaves de poder dictatoriales. Pero con los comunistas en el Parlamento, contribuiremos a limpiar la imagen país que beneficia a la Concertación, el mejor administrador que ha tenido el modelo neoliberal en Chile. Si la derecha no podría haberlo hecho mejor en estos 18 años. Baste recordar la carta del diputado Sergio Aguiló, difundida hace unos años, en la que identifica a la Concertación como la nueva derecha. El desgaste que producen casi dos décadas en el gobierno, ha debilitado al bloque oficialista y porto das partes se abre fisuras. Como ayer, hoy les une fundamentalmente el interés supremo de no perder las granjerías de que gozan. Los sueldos y sobre sueldos, las posibilidades de asegurarse condiciones económicas óptimas, bastante más allá de un “buen pasar”. La participación de negociados que no “excluyen” a nadie, sino que son democráticamente transversales. El goce de las cuotas de poder que ostentan y los privilegios que otorgan, les hace concebir cualquier fórmula que les permita conservar todo aquello. Es allí donde entra nuestro partido, como un balón de oxígeno para proporcionar auxilio a la Concertación.

Un paso estratégico
Las contiendas sociales que se registran a nivel de trabajadores, estudiantes, pobladores y cesantes, sólo son respaldadas por la dirección de nuestro partido en la medida que permiten ejercer presión para lograr los acuerdos que garanticen un resultado favorable en la reforma del binominal. Aferrados en forma desesperada a la oportunidad de que alguno de nuestros dirigentes máximos alcance la “dignidad parlamentaria”, harto cuestionable en el Chile de las coimas, tráfico de influencias y corrupción a granel. Este nuevo paso táctico que constituye el pacto por omisión, ya es más que eso. El compañero Oscar Azócar se encargó de dejarlo claro durante la constitución del recientemente creado Comité Regional Norte. Allí informó a los participantes de la conferencia regional, que lo que se establece con la concertación es una alianza y que por tanto, los compromisos que encierra deberán ser acatados y cumplidos por el conjunto del partido, que debería incluso trabajar por las candidaturas concertacionistas allí donde se acuerde hacerlo.

La proverbial disciplina que nos caracterizó a los comunistas en otros tiempos de dura lucha, es aprovechada hoy para imponer las fórmulas más turbias y reprochables, para acomodarse al sistema. La actual dirección de nuestro partido no nos conduce en un proceso de acumulación de fuerzas para demoler la institucionalidad heredada de la dictadura, levantar otra democrática y avanzar ala construcción del socialismo. Todo indica que nos llevan, como partido, a constituir un verdadero tónico para la Concertación, ya sea plenamente incorporados al conglomerado oficialista o apegados a ella, lo que sólo beneficia la preservación de sus cuotas de poder y acceso a los privilegios que les obsequia el modelo y el sistema. A los dichos del compañero Azócar, se suman los del compañero presidente del partido, Guillermo Teillier, pronunciados en reuniones con distintos comunales, en las que ha entregado su visión de lo que viene. El compañero Teillier ha dicho que en las próximas elecciones presidenciales, no podemos permitir que gane la derecha. Preparando así el terreno para un eventual llamado a volver a sufragar por la Concertación, incluso en primera vuelta. A lo anterior se deben agregar los esfuerzos desplegados por los compañeros integrantes del Comité Central de nuestro partido, Manuel Hernández y Juan Andrés Lagos, para lograr que las agrupaciones de DD.HH. apoyen la constitución del Instituto de Derechos Humanos, propuesto por el gobierno. Organismo que, si bien cubre parcialmente aspiraciones de familiares de víctimas y ex prisioneros políticos, representando en lo fundamental un aparato para brindar servicios y asistencia a ex prisioneros y familiares de víctimas, no garantiza hasta ahora la generación de herramientas efectivas para impulsar la aplicación de justicia plena a las violaciones de los DD.HH. y mucho menos perseguir a los criminales y sanear las instituciones que los cobijan. Ambos compañeros desarrollan enormes esfuerzos para lograr la aprobación de este Instituto por las agrupaciones y la aceptación del proyecto por el partido.

Crisis orgánica y política
Una mirada general sobre el estado orgánico del partido confirma que la ligazón con organismos de masas es reducida. Aunque la dirección se esfuerza por resaltar el papel de la CUT, donde tenemos abundante representación, el magisterio, y algunos otros sectores de trabajadores, la realidad no es para pensar que se construye un movimiento de masas para transformar la situación del país, para conquistar los cambios que este requiere urgentemente. Hoy por hoy todo se transa y negocia, como se hace con el pacto por omisión.

Incluso las movilizaciones de los subcontratistas de Codelco han sido objeto de presiones por parte de la dirección del partido y germina allí un escenario conflictivo interno que apenas comienza a revelarse, pues a los negociadores del pacto por omisión les desacomodan las decididas movilizaciones de estos trabajadores. Pero además, se constata una errática asesoría a la Confederación de Trabajadores del Cobre encabezada por el compañero Cristián Cuevas. Por ejemplo, resulta impresentable que el presidente de la CUT se convierta en mediador de un conflicto en que la central debiera estar, si no a la cabeza, al menos brindando el apoyo más resuelto. Alguien podría pensar que se trata de una inteligente táctica que permite sumar a Arturo Martínez, y quines lo apoyan, al esfuerzo de los subcontratistas. Pero una vez más cabe preguntarse quién sirve a quién, porque para Martínez, además de poner paños fríos al conflicto, esta intervención en el conflicto lo posiciona de manera inmejorable en sus aspiraciones de llegar al congreso en las próximas parlamentarias. Más aún, la dirección del partido adoptó la medida de incluir a Cristián Cuevas, que en el pasado congreso nacional integró la lista de postulantes al Comité Central entre las últimas posiciones de la prelación y por tanto no fue electo, en las delegaciones del partido que han viajado a determinadas citas internacionales. De esta manera el excluido de ayer, pasó a ser más considerado por la dirección, lo que no deja de ser sintomático, pues representa los dañinos métodos de control de los cuadros: “Es mejor tenerlo cerca que lejos”.

La situación de nuestra juventud no escapa al actual escenario. Hay cerca de 70 militantes de la jota en proceso de cuadros. Concepto bastante novedoso y discutible, porque históricamente nunca las comisiones de control y promoción de cuadros sometían a proceso alguno a los militantes. Nunca existió siquiera la idea de “proceso de cuadros” en una especie de visión judicial, como la esgrimen los dirigentes aparecidos en los últimos años y acomodados como funcionarios del partido o en trabajos conseguidos por la organización y de alguna manera dependientes de ella. Estos 70 compañeros de la jota fueron llamados por la comisión de cuadros por las opiniones que defendieron en el reciente congreso nacional de nuestras Juventudes Comunistas. No son los únicos problemas graves que atraviesa la Jota. Existe un número importante de compañeros marginados por los organismos regulares y otros que se automarginaron en masa frente a la imposibilidad de corregir el comportamiento de sus máximos organismos y sus integrantes. Así ocurrió en Puente Alto, Arica, Concepción, La Florida, Peñalolén, San Joaquín, La Cisterna, San Ramón, Pedro Aguirre Cerda, o la existencia de dos jotas en Quilicura, por nombrarlos casos más conocidos.

Al conjunto del partido se le mantiene desinformado de esta y otras situaciones que afectan nuestra integridad orgánica. Es lo que ocurre en otros tantos comunales del partido que enfrentan serios problemas. En la mayoría de los comunales se registra una fuerte disminución de la militancia. Hoy hay muchas menos células que las que había para el último congreso nacional. La caída es grande y de ella no se da cuenta o, si se hace, se atribuye a los militantes que se alejan del partido la reducción, bajo el argumento de que se trata de compañeros que no entienden la política actual llevada adelante por la dirección y que, por último, es mejor que estén afuera para que no causen molestias internas. Ejemplo de esto podría ser lo que ocurre en Lebu, donde todo el partido está prácticamente afuera y, de un gran comunal, sólo queda una decena de compañeros militando y cerca de 80 compañeros fuera del partido. En general en la Octava Región la situación es dramática por los niveles de fragmentación del partido.

Más grave resulta todavía el que haya sido disuelto el comunal Concepción, debido a la incapacidad de la dirección regional y del propio Comité Central, para atender correctamente las preocupaciones de los comunistas de ese comunal. Frente a esta situación, un grupo significativo de militantes decidió seguir realizando trabajo político y de masas, e incluso impulsando el Juntos Podemos y celebrando el aniversario del partido sin la tutela de la dirección regional. Todo lo anterior sin mencionar el conflicto de El Siglo, que merece por sí solo un capítulo aparte, del que podemos al menos adelantar una pregunta:¿Por qué la dirección central no ha buscado una solución al problema? ¿Por qué mantiene un conflicto que pudo haberse resuelto con sólo negociar el petitorio o el finiquito de los compañeros que trabajan en el diario? ¿Para qué recurrir a los mismos argumentos de las grandes empresas contra sus trabajadores y asumir así un doble discurso?

Así las cosas, el escenario está muy claro. Los niveles de deterioro del partido por una parte y las negociaciones y acuerdos con la Concertación, por otra, son señales claras de cuales son los intereses y esfuerzos principales de la actual dirección del partido. Todo indica que no está en los objetivos de ella, luchar por la transformación del país, sino integrar al partido del modo menos traumático posible al sistema. Por eso no les quita el sueño el deterioro orgánico ni el cuidado de los cuadros. Sólo les interesa contar con subalternos obedientes y acríticos que lleven adelante las políticas negociadas o diseñadas para negociar y conciliar con los sostenedores del modelo y sistema.

Lejos del pueblo
La dirección impulsa una discusión interna del partido sobre la lucha municipal, a políticas municipales, los PLADECO, los planes reguladores, sin abrir camino a la construcción de una política municipal de los comunistas que tenga alcance estratégico, en la perspectiva de la conquista del poder por el pueblo y la transformación de la sociedad. Busca que la preocupación del partido en materia municipal sea tan reducida como sea posible. En el mejor de los casos, a que los concejales y alcaldes comunistas resulten buenos administradores de los municipios y se prestigien como tales, sin apuntar a la construcción de un proyecto alternativo, que considere la participación directa de los habitantes de las comunas mucho más allá de los procesos electorales. Tema sobre el cual lanzaremos una propuesta específica en días próximos. La tendencia electorera de la dirección y militantes asueldo, demanda una completa reflexión y respuesta del conjunto de los comunistas, pues no nos conduce a generar en ese campo, el germen de la transformación social del país, dejando de lado los dramáticos y urgentes problemas de los trabajadores, sembrando una confusa visión respecto de las fuerzas motoras de la revolución. Debate que requiere ser zanjado con prontitud. Así lo ilustra el distanciamiento y las opiniones emitidas por diversos dirigentes del partido, respecto del llamado a una Asamblea Constituyente y la elaboración de una nueva Constitución para el país. Esta iniciativa no está en las prioridades de la comisión política ni en la mayoría del comité central del partido. Nuestros máximos dirigentes declaran que “cómo no vamos a estar de acuerdo con una asamblea constituyente si fuimos los primeros en plantearla”. Pero aclaran de inmediato que, para eso, primero hay que conquistar el cacareado Gobierno Democrático de Justicia Social. Y salta la pregunta: ¿Será que el pacto por omisión nos conduce hacia ese gobierno?¿Qué hacer?

Por todo lo anterior, no podemos quedarnos de brazos cruzados. La situación es grave. Frente a estos hechos llamamos a todos los militantes de corazón honesto, a los que no tiene pega gracias al apadrinamiento de la dirección, a los que no son funcionarios obsecuentes y creen todavía en la revolución, a los que llevan adelante las tareas que buscan la transformación de la sociedad y la conquista de una democracia plena y la posterior construcción del socialismo en nuestra tierra, a no dejarse arrastrar a posiciones conciliadoras y de colaboración con el modelo y sus administradores. A no permitir que la actual dirección arrastre al partido a la claudicación y colaboración con losamos del modelo y del sistema, bien servidos hasta ahora por la Concertación.

Llamamos a quienes todavía están militando, pese a estar disconformes con el actuar de la dirección y el estado en que mantiene al partido, a no abandonar las filas de la organización. A quienes se han alejado, los llamamos a incorporarse a militar para disputarle el partido, patrimonio del pueblo y la clase trabajadora, a quienes lo mantienen disminuido y reducido, y tratan de llevarlo a ser parte de los críticos acomodados que adornan el sistema. Llamamos a los militantes que están en conflicto con diversos organismos del partido y la juventud, a permanecer al menos agrupados y buscar coordinación entre los disconformes, para revertir el estado de cosas que les ha alejado. Los disconformes somos mayoría, busquemos el modo de hacer que esta mayoría se exprese y luego, coordinada, recupere la conducción del partido, para llevarlo en la dirección de la revolución que reclaman millones de postergados, marginados y explotados de nuestro país.

* Fuente: Revista Principios

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