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Una mirada a la América rebelde

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A fines de los noventa, las masivas protestas por los 500 años del Descubrimiento de Brasil lo hacen aventurarse en el documental político. Desde entonces no ha parado. Calcula que ha dirigido más de treinta documentales, donde retrata las luchas del Movimiento de los Sin Tierra (MST), los cacerolazos en Argentina y las rebeliones del movimiento indígena en Ecuador, entre otros procesos políticos.

El realizador argentino Carlos Pronzato rescata ahora la memoria teatral mapuche, tras haber vivido en los años ochentas un continente multicolor, poblado de culturas originarias e historias de resistencia. Dice: "Pelear solo por posiciones de poder no creo sea el camino y creo que es el movimiento indígena quien está planteando con fuerza este desafío".

Siguiendo la huella dejada por un joven Ernesto Guevara. Fue así como el director teatral y documentalista argentino Carlos Pronzato, descubrió en los años ochenta un continente multicolor, poblado de culturas originarias e historias de resistencia dignas de ser retratadas y difundidas. El viaje lo realizó en plena época de dictaduras militares y gorilas repartidos por toda Latinoamérica. Lo inició en México el año 1981 y finalizó en San Salvador de Bahía, Brasil, a fines de la misma década. En esta última ciudad trabajo en compañías de teatro, perfeccionó sus estudios de cine y terminó radicándose hasta el día de hoy.

Entre sus últimos trabajos destaca Bolivia, la Guerra del Gas, que aborda los acontecimientos de octubre de 2003 y que provocaron la caída del gobierno de Gonzalo Sánchez de Losada, con un saldo de 80 muertos y centenares de heridos.

Jallalla, Evo Presidente!, una de sus obras más exitosas, rememora un acontecimiento inédito en la vida política latinoamericana, como lo fue la asunción del primer presidente indígena, Evo Morales Ayma. "Este trabajo se centra en el rotundo triunfo de una revolución democrática que apunta a poner fin a más de 500 años de abusos y humillaciones en Bolivia", subraya Pronzato. El video evoca los festejos que recorrieron el país altiplánico el año 2004, así como los discursos de referentes políticos, dirigentes sociales y personalidades de la cultura que acompañaron la histórica celebración, entre ellos Hugo Chávez, Eduardo Galeano y Carlos Perro Santillán.

En carpeta señala tener un documental sobre la "guerra del Agua en Cochabamba" y un filme sobre el Che Guevara, hoy en etapa de postproducción en Buenos Aires. Invitado por el Centro de Desarrollo Humano Karukinká, Pronzato visitó Chile por segunda vez. Lo hizo en su calidad de director teatral y para conocer en terreno la experiencia de teatro comunitario que Karukinká ha desarrollado con comunidades mapuche del lago Budi, comuna de Puerto Saavedra. Acompañado siempre por su cámara, aprovechó también de filmar cortas entrevistas en la zona sur, un ejercicio que –reconoce– es la antesala a un nuevo proyecto documental, esta vez sobre la resistencia del pueblo mapuche.

Azkintuwe lo entrevistó en Temuko.

–Carlos, tu anterior visita fue en dictadura, en esta especie de "viaje en motocicleta" por Latinoamérica. ¿Cómo has encontrado Chile veinte años después?
–La anterior fue una caminata, en el año 85. Chile está muy diferente. Y me llevé un susto porque ahora vine de Arica a Santiago en un ómnibus, con un auxiliar que parecía un producto típico de un mundo dictatorial, un tipo que recogía cualquier basurita, con las llaves del baño bajo su control, todo ordenadito y sin nadie que se atreviera a decirle algo.

Si me hubiera ido ese día de Chile me habría llevado una imagen brutal, habría pensando que este país está absolutamente perdido. Pero metiéndose en el entramado social uno comienza a ver todo lo que hay y que se está haciendo. Lo mismo que pasó en Santiago; con los pingüinos da cuenta de que hay movimiento social, una gran rebelión estudiantil que causó mucho impacto en otros países y también en Brasil, donde se vivía un fenómeno parecido.

En mi caso, esa revuelta estudiantil se sumó al conocimiento que ya tenía de la causa mapuche y que sin duda ha sido para muchos que ven Chile desde fuera, el movimiento que ha mantenido viva la llama de la rebelión tras el fin de la dictadura.

–De allí entiendo tu interés por visitar el territorio mapuche.
–El interés viene de vivir en este cono sur del continente que en gran parte es indígena. Ese es un primer punto, porque para conocer esta región hay que conocer a sus pueblos originarios y su historia. Y si me interesan los movimientos sociales, debo interesarme por un pueblo que le da una dimensión de resistencia a este país.

La historia de los mapuche en Chile durante la colonia, la magnitud de su resistencia frente al imperio español, es algo que siempre ha llamado mi atención. La historia del sur de Chile, el tamaño de aquella resistencia que no solo fue simbólica, sino que logró contener el avance español, siempre ha estado en mi cabeza. Este es un primer punto.

El segundo es haber conocido en Brasil a Carolina Vera, una actriz que participa del grupo teatral de la comunidad Kechukawin. A ella la conocí en el Movimiento Sin Tierra y me habló de poder venir a Chile a presentar mis materiales documentales y, principalmente, a trabajar esto del teatro comunitario al interior de una comunidad mapuche.

Ese es el origen de mi visita y como te decía, se relacionaba más bien con el tema del teatro, aun cuando uno nunca abandona su cámara y he logrado registrar un par de entrevistas interesantes sobre lo que sucede en esta zona.

–Bien podría ser un primer viaje de exploración…
–Si, de exploración, de observación, de gestación también, porque esto lo conecto con otros viajes iniciales que realice donde los aymará en Bolivia y Kechua en Ecuador, culturas que más tarde pude documentar en sus luchas. Diría que este viaje tiene esa connotación, de observación inicial.

Hasta el momento no he tenido contacto directo con protagonistas de conflictos, pero si pude conocer al lonko Pascual Pichún cuando presentamos en Temuko el documental Jallalla, Evo Presidente. Fue muy interesante eso, porque tras el debate que se dio sobre el documental, lo primero que hice fue ir hasta su mesa para preguntarle que le había parecido y él me dice: "el arma visual es buenísima". Y eso me dio a entender que hubo una valoración del trabajo y que también se había conectado con las imágenes que estaba viendo, la lucha de sus hermanos aymará en Bolivia.

–¿No has podido charlar con otros dirigentes mapuches?
–No he tenido mayor contacto porque es una aproximación inicial. El lonko es una de las pocas personas con quienes he charlado, pero solo al pasar. He realizado algunos registros, pero son más bien entrevistas con algunos antropólogos, historiadores, que no están vinculados directamente con los conflictos, son testimonios que más bien me permiten situar el conflicto, que acá en Temuko está muy presente en todo.

Me han impresionado las pintadas en las calles, en las universidades; se percibe que hay una relación de conflicto constante. Se lo ve también en las noticias de la televisión, en los periódicos y en los juicios que se desarrollan en esta ciudad. Por la prensa he seguido un poco lo que acontece en Ercilla, la represión policial, el conflicto por la construcción del nuevo aeropuerto, es decir, uno se instala aquí y quiera o no, el conflicto se hace visible.

–Tú tienes nacionalidad argentina. Imagino que tienes alguna referencia de la lucha mapuche en Puelmapu, el territorio del este.
–Muy poca la verdad, porque hace muchos años que estoy radicado en Brasil. Sí conozco, porque ha sido muy mediático, lo que sucede en la Patagonia, con toda esta neoinvasión norteamericana y europea a través de compra de terrenos. Imagino que esto de alguna manera debe estar conflictuando espacios territoriales del pueblo mapuche.

Tengo referencias también de la lucha contra las mineras en Esquel, pero siempre lo vi como algo más relacionado con las Asambleas de Vecinos, con una lucha de un movimiento vecinal y no tanto como una lucha mapuche. Puede que tenga ese componente, de hecho, imagino que lo tiene porque afecta los recursos naturales y espacios territoriales de origen mapuche, pero lo poco que llegaba por los medios lo presentaba como una lucha vecinal.

Me pasa lo mismo que en Chile, debo observar lo que sucede en Argentina con los mapuche. Ahora viajo a Buenos Aires vía Neuquén y tratare de conectarme con eso.

–En Chile, el conflicto entre los mapuches y el Estado esta dado aún casi principalmente por la defensa de determinados recursos naturales o la recuperación del territorio para subsistencia. En tus trabajos documentales se observa que una de las demandas más sentidas por el movimiento indígena en Ecuador y Bolivia ha sido el tema de la participación política. ¿Notas esa diferencia entre nuestra realidad y otros puntos de la región?
–Hay una diferencia, claro está, porque son realidades diferentes y el mismo proceso político quizás ha podido madurar con mayor propiedad en Bolivia y Ecuador. En ambos países los pueblos originarios están también defendiendo sus recursos naturales, porque es parte de su subsistencia como colectivos, es una lucha inherente a su calidad de pueblos originarios, cotidiana se podría decir. Pero también estos pueblos y sus movimientos sociales han ido avanzando en el empoderamiento político y, como en el caso de Bolivia, han llegado incluso al gobierno.

Eso plantea un nuevo desafío creo yo, que es adecuar las instituciones del estado a esta nueva realidad multicultural, plurinacional, porque no se puede seguir con el mismo esquema de administración y gobierno. Es un conflicto que yo observo hoy cuando voy a Bolivia, por ejemplo.

–De allí quizás la necesidad de refundar los Estados, algo que han planteado con fuerza el presidente Evo Morales y Rafael Correa en Ecuador.
–Claro, es lo que se está dando en Bolivia con la Asamblea Constituyente. Es claro que tener a su favor un espacio político más aliado hacia estas reivindicaciones indígenas es básico para avanzar. Pero creo que el movimiento indígena está apuntando más allá incluso, porque no se trata tanto de refundar este Estado occidental y blanco.

Quizás el paso que se quiere dar es más riesgoso, pero implicaría una verdadera transformación de las estructuras de poder, transformación que podría reflejar esta nueva realidad político-social.

En lo personal creo que por el estado no se va a conseguir mucho. Es un cáncer que se recompone y rearma sus tejidos constantemente. Se ha visto en Argentina en los últimos años, se supone que habían caído las estructuras de poder, pero se recompuso todo y hoy no se si existe un cambio real. Pelear solo por posiciones de poder no creo sea el camino y creo que es el movimiento indígena quien está planteando con fuerza este desafío de transformación.
* El autor es Periodista.
www.azkintuwe.org.

Artículo distribuido por www.pieldeleopardo.com

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