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Diputado Hugo Gutiérrez: “El camino sigue siendo profundizar la democracia, no veo otro”

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“Yo no dejo de insistir, es mejor que se equivoque el pueblo al elegir un intendente o gobernador, a que sea un Presidente de la República, solo y en su oficina.”

 
A partir de las experiencias compartidas entre Fundación Decide y el Diputado Hugo Gutiérrez y en el esfuerzo por impulsar un proceso de descentralización desde la Región de Tarapacá, comprendiendo sus dificultades y alcances hemos realizado la siguiente entrevista cuyo contenido compartimos con los lectores. En ella, Hugo Gutiérrez conversó respecto de sus posiciones sobre la Región de Tarapacá, la descentralización, la Comisión Asesora Presidencial de Descentralización y Desarrollo Regional y, como no, la Nueva Mayoría.
Cuando estuvimos en Iquique, cuando hablamos con las personas, les explicábamos que para hablar de descentralización, hay que desnudar el carácter del centralismo, el carácter social que tiene. Porque no solamente es una mera  forma política de funcionar, sino que hay  también otros intereses que están detrás, que contribuyen a reproducir una centralidad política, económica y cultural, en todos los aspectos, que va perjudicando mucho a las regiones. Entonces, para usted, ¿Cuáles son los efectos que el centralismo produce en su región? Los que usted nota, desde un punto de  vista más amplio y político. No se trata de los aspectos más técnicos, sino que las personas nos relaten un poco sobre el imaginario que tienen en la zona cuando se habla de centralismo o descentralización. Por eso, ¿qué efecto produce el centralismo que hace que las personas manifiesten en cierta medida, un  tipo de disgusto, o se sientan pasado a llevar, o sientan la necesidad de cambiar el marco normativo que rige al país?
El centralismo se traduce al final del día en una  forma de enfrentar tu vida cotidiana. Porque no pones la solución de los conflictos territoriales en tus potencialidades, sino que en un tercero que está lejos de ti, que es el que habitualmente soluciona los problemas. El centralismo te impide ser protagonista de tu drama personal y social;  te hace ajeno al poder. Tú no te crees capaz de incidir en el poder, que eventualmente lo puedes  tener muy cercano, pero no lo ves como tal, sino que lo ves como un poder lejano que no está a tu alcance y que tienes muy pocas posibilidades de incidir en él. Y eso se ve en todas las esferas, por supuesto, las sociales, culturales y económicas, pero donde está lo lamentable es que el quehacer de la política tiene como propósito seguir dejándote interdicto del centro. No te ayuda a la emancipación, sino que al contrario. Hoy en día los que tienen el poder regional, ya sea porque han sido elegidos parlamentarios, COREs, Alcaldes, Concejales, son contribuyentes a una política de interdicción. Y eso genera un drama humano de no transformarte a ti, ciudadano, protagonista de tu historia.
Entonces el centralismo trae consigo la percepción en las personas de que existe una escasez de vías para incidir en la política, y eso genera esa interdicción; en términos gruesos.
En términos gruesos lo que tenemos es la construcción de una sociedad regional que no se hace cargo de sus problemas porque siempre es un tercero, que en este caso es el que habita en la centralidad; el que te lo resuelve. Y eso  tiene implicancias serias, porque al final del día el empresariado siempre está pidiendo que le tiren una manito a los del centro, que los movimientos culturales esperan ser escuchados por el centro; que la actividad social tiene que ser resguardada, apoyada por el centro. Es decir, al final, todo se vuelve y se crea una conciencia centralista. Y eso nos hace mal, porque al final del día, el protagonista que tiene que realzarse aquí es la ciudadanía, es el ciudadano, que hoy en día no  florece producto de que hay un centralismo que lo inhibe.
Nosotros siempre hemos pensado, al calor de esta discusión, que tenemos que desentrañar el carácter social que tiene la descentralización, porque no nos interesa, podemos ilustrarlo así, no nos interesa que exista un proceso de regionalización o descentralización que sea una especie de desprendimiento con el gobierno central y que se empiecen a izar las banderas regionales, si los puentes los siguen construyendo los mismos grupos. Es decir, que puedan cambiar el carácter institucional del país, pero que en el fondo eso no sea sinónimo de que cambie la vida de las personas ni que tampoco eso afecte el desarrollo de la región. En ese sentido, ¿qué cosas, instituciones o estructuras usted cree que habría que  fortalecer con mayor urgencia?
Los Diálogos Territoriales para mí fueron muy decidores porque me demostraron que hay un capital humano que quiere soltar amarras con el centro. Es decir, que hay una ciudadanía que se está empoderando con la descentralización, rompiendo incluso una creencia que tenía yo, que es que no teníamos capital humano que pudiese enfrentar las problemáticas que debíamos enfrentar una vez que se produjese una cierta descentralización. Yo creo que hay que seguir apoyando diálogos donde la ciudadanía empiece a generar un quehacer descentralizador. Porque ya  veo que existe una conciencia descentralizadora en algunos actores en mi región, pero en el quehacer creo que hay ciertas debilidades. Por eso yo creo que hay que seguir apoyando, más que preocuparse de los actores políticos relevantes de la región, hay que preocuparse de cómo uno llega lo más abajo posible con un discurso y un quehacer descentralizador. Y ahí estoy hablando de junta de vecinos, clubes deportivos, los clubes de rayuela, todo lo que está en la base que en realidad es donde tiene que operar el cambio, el switch tiene cambiar ahí. Y yo creo que ahí ya ha cambiado en cierta medida. No todo lo que uno aspiraría, pero creo que hay que empezar a extender estos diálogos territoriales desde la base social.
Usted como diputado, ¿qué lo posiciona como una persona contraria al centralismo?
Además de una retórica permanente en contra del centralismo y el apoyo a todas las iniciativas incumbentes para descentralizar el país, creo que hay que atacar constantemente prácticas centralistas y esa convicción de que todo se resuelve en el centro. Creo que eso ha sido determinante para mí, al menos como diputado. Todo lo que de alguna forma tenga como propósito seguir manteniendo prácticas políticas hegemónicas centralistas, las he atacado fuertemente, porque considero que a veces el poder central se ve  tan contundente que es difícil desnaturalizarlo o deconstruirlo. Entonces he atacado fuertemente, y la ciudadanía se da cuenta, figuras (como un Senador) que distribuyen el poder, porque el poder ejecutivo se lo da a él para que lo distribuya. O un intendente que tiene un cargo que lo ejercita sólo en función de la complacencia al Presidente de la República y no en función de servirle a la ciudadanía; todo eso lo he atacado radicalmente. Creo que eso la ciudadanía lo ha entendido, que hoy en día hay que confiar en las propias capacidades, aun cuando en mi región es  fácil decirlo porque ha tenido una larga tradición o experiencia descentralizadora. Esto debido a un alcalde, el alcalde de Iquique, que siempre ha generado un protagonismo social que sin atacar al centro, siempre busca sacarle reivindicaciones, lo que ha conseguido.
En ese sentido, ¿qué opinión tiene usted sobre las propuestas que tiene la Comisión Asesora Presidencial para la descentralización? Trae consigo, por ejemplo, la elección de intendente, pero en el proyecto del gobierno sale que  tiene que haber un gobernador regional, lo que sería prácticamente mantener la misma estructura de poder.
Creo que la Comisión Asesor Presidencial para la Descentralización hizo un buen trabajo; he leído sus propuestas y me siento satisfecho con lo que han hecho. No obstante, siempre se pueden incorporar otras temáticas. Sin embargo, creo que la sola recomendación de esta Comisión Asesora le quedó grande al Gobierno, tan grande que yo creo que no quieren llevarlo a la práctica y se han hecho los desentendidos respecto de las propuestas. De ahí que mucho de sus integrantes insistan permanentemente en reflotar sus propuestas, y hay un gobierno que hace oídos sordos porque en buenas cuentas eso puede que signifique a ellos perder poder. Y todo aquel que tiene poder, como dice el dicho, lo quieren mantener; y acá mi idea es que el poder no es que se pierda, sino que pase de unas pocas manos a donde tiene que estar que es, naturalmente, en las regiones, donde las autoridades sean elegidas por el pueblo. Yo no dejo de insistir, es mejor que se equivoque el pueblo al elegir un intendente o gobernador, a que sea un Presidente de la República, solo y en su oficina.
¿Ve voluntad de cambio en la Nueva Mayoría y en sectores de la Alianza para impulsar estas  transformaciones?
Categóricamente no, no veo voluntad de este gobierno de la Nueva Mayoría de descentralizar el país, creo que ellos quieren mantener la antigua fórmula de dominación desde el centro. Y ellos sienten que descentralizar significa distribuir poder y eventualmente hasta perderlo, con elecciones democráticas de intendentes. Pero yo creo que el juego democrático implica eso: ganar o perder. Pero pareciera que acá hay ciertos actores políticos que sólo quieren ganar y no verse sujetos al juego democrático. Entonces, hoy en día están en toda una jugarreta, diría yo bastante asquerosa, de distribuirse las regiones antes de aprobar una ley de elección de intendentes. Porque ellos primeros quieren el cuoteo y después dar el vamos a la elección de intendentes; eso me parece que no se condice con un Estado democrático donde uno tiene que estar sujeto a las reglas de la democracia, y donde eventualmente uno puede perder.
Claro, y entonces, ¿qué papel debieran jugar las sociedades regionales en este proceso?
La comunidad regional debería tener un rol protagónico en generar la voluntad decidora de descentralizar el país. Y a eso apelo permanentemente: que mi región se ponga a la cabeza de esta exigencia. Sobre todo con el diagnóstico que tengo, en el que veo grandes obstáculos para descentralizar el país y de desconcentrarlo. Creo que mientras esa voluntad gubernamental de descentralizar o desconcentrar el país no sea genuina, el rol que cumplen la comunidades o sociedades regionales es vital.
Respecto al desarrollo económico, tenemos muy claro que el modelo económico está ligado al centralismo. Entonces, qué propuestas hay para efectivamente dejar de ser un país que basa su economía sólo en la extracción de recursos naturales y empezar a desarrollar otras actividades, las que ciertamente tienen que impulsarse desde las regiones.
Mira, yo la reflexión que tengo a propósito  justamente del cambio de Intendente y de la última designación en Tarapacá es que uno termina por concluir que el centralismo es indispensable, sino fundamental, para mantener un modelo de desarrollo económico que es el extractivista rentista. Mi región se ha especializado en generar  venta y producción a partir de la extracción minera y de peces. Y justamente si uno ve quienes están ligados a la corrupción, están ligados justamente a CORPESCA amparada por Orpis, y la minera amparada por Rossi. Entonces la necesidad de mantener ese desarrollo económico orientado desde el centro, orienta toda la actividad política de mi región, y quien se sale de su esquema se rebela. Entonces en mi región, por supuesto, soy un resistente permanente porque no acepto el modelo de desarrollo en esos términos y que se siga manteniendo en mi región porque eso perjudica con claridad nuestros recursos naturales, a las comunidades indígenas, el agua, etcétera. Es decir, la viabilidad histórica de mi región está en peligro por la existencia de un patrón determinado de desarrollo económico. Entonces lo alternativo a eso es generar la descentralización para que seamos nosotros los que resolvamos si es que este modelo extractivista rentista tiene que mantenerse en el tiempo, sobre todo cuando pone en riesgo la existencia misma de la región.
¿Y existen propuestas?
Creo tener respuestas. Pero me parece que es una pregunta a la que tiene que darle necesariamente respuesta la región de Tarapacá. Pero esa respuesta hoy día la da Santiago, y esa respuesta cómo la construyó Santiago, o cómo la construyó el centro: la construyó en sus negociaciones con las mineras, negociaciones que ni siquiera se hacen en Santiago, por lo demás. Y lo hacen en el centro del poder, que es justamente quien nos transforma a nosotros en una región sólo hecha para los comodity, con autoridades para amparar esos comodity.
¿Y cómo avanzamos en esto finalmente? O sea, si sabemos que ni la Nueva Mayoría ni la Alianza, tampoco el Gobierno, tiene voluntad de avanzar hacia una descentralización efectiva, que no es sólo territorial, sino que democrática  también. ¿Cómo avanzamos en eso?, ¿dónde están nuestros aliados? Si ponemos el énfasis en los diálogos territoriales es precisamente porque es la organización social a través de la cual podemos avanzar. Pero aparte de eso, dentro del Congreso y en otras regiones que tengan procesos similares, ¿cómo vamos construyendo un proceso que tenga frutos de aquí a, al menos, un par de años?
Lo que sucede es que el patrón de desarrollo económico determina un quehacer político determinado. ¿Por qué? Porque hoy día hay que resguardar una forma de construir la riqueza, y si dependiese de regiones hay muchos que no estarían disponibles para cumplir el rol que cumplen hoy en día. Pero hay experiencias interesantes. Por ejemplo, en Arica y Parinacota la ciudadanía movilizada ha impedido que las mineras puedan desarrollar su quehacer en los mismos términos en que los desarrolla en Antofagasta y en Tarapacá. Y ellos han resuelto que su modelo de desarrollo sea basado en la agricultura, como un centro de abastecimiento agrícola de Chile e incluso de los países vecinos. Entonces hay definiciones que se pueden hacer desde la región, pero al final del día quien traba es el centro. Por eso te digo yo que pongo mi confianza en un ciudadano que pueda lograr entender lo que está pasando y ser resistente al modelo. Porque al final del día no es solamente quedarse en la descentralización, sino que explicarse porque ocurre la centralización y lo dispensable que es para la reproducción del modelo económico. Entonces por eso digo yo, para mí los diálogos territoriales han sido útiles porque han demostrado que hay un capital humano con lo cual se puede construir algo distinto, hay un capital humano que existe; no en los términos de que sean todos ingenieros, o  todos abogados, o todos médicos, sino que, la ciudadanía en general, ha ido comprendiendo y asimilando ciertos conceptos que son importantísimos en relación con la viabilidad que tenemos como región. Entonces, ¿cuál es el camino? El camino sigue siendo profundizar la democracia, no veo otro. Yo creo que aquí hay palabras que son medias añejas pero que siempre hay que tomarlas permanentemente. Yo creo en el poder popular, y yo creo que efectivamente hay que construirlo, y eso se construye desde abajo, ayudando a que la ciudadanía tome conciencia de sus problemáticas. A eso es lo que yo apuesto, y por eso creo en la descentralización. Creo en la descentralización, porque el poder mientras más abajo lleguemos, más democracia tenemos. Creo que la calidad de vida pasa mucho por la participación de la gente, no solamente porque tú le des más cosas de comer o para poder vestirse, que hay muchos que creen que la calidad de vida se desenvuelve en eso; se desenvuelve también en una comprensión del momento histórico que  tiene el ser humano, del futuro que tiene esa vida  temporal, y la contribución que tiene que hacer a mejorar la participación y la democracia en el país. Lamentablemente el ser humano parece que sólo le interesa tener un buen trabajo para ganar unas buenas lucas para tener una buena comida y una buena casa, eso es lo que nos han metido en Entonces uno tiene que demostrar que existe  también, al ser humano, al ciudadano, otras  formas de comprensión de la vida humana, que no solamente pasa por el mejor comer o el mejor  vestir, sino que también pasa por tener mejor calidad de participación en las instancias decisivas; y eso cuesta, porque eso es transformar al ser humano de un consumidor a un protagonista de su historia, y ese traspaso es dificultoso; es un paso difícil. Lo veo permanentemente en mi región, cuesta llevar a un ser humano de la convicción que tiene de que la vida es solamente para conseguir un buen trabajo para un buen comer, a la convicción de que la calidad de vida pasa también por tener buenas instituciones democráticas la cabeza, pero eso es una forma de comprensión neoliberal de la vida humana.
 

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