La verdad sobre el golpe de estado de 1973 y la actuación en él del partido Demócrata-Cristiano
por Profesor Haroldo Quinteros Bugueño (Iquique, Chile)
14 horas atrás 15 min lectura
11 de septiembre de 2025
A 52 años del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, vale la pena insistir en aclarar, a la luz de los hechos, el rol que jugó en él el partido demócrata-cristiano o Democracia Cristiana (en adelante DC), a través de la actuación de sus entonces máximos dirigentes. Efectivamente, vale la pena hacerlo, porque el ex-presidente del país, el demócrata-cristiano Eduardo Frei Ruiz-Tagle, se esfuerza por desautorizar a la dirección nacional de su partido de apoyar la candidatura presidencial de Jeanette Jara.
Se recordará que en la campaña presidencial de Patricio Aylwin que lo llevó a La Moneda en 1990, políticos importantes de la izquierda tradicional que desde 1981 se unieron a la DC para terminar con la dictadura, hicieron todo lo posible por exculparlo de su responsabilidad en el golpe, señalando que Aylwin y otros de sus camaradas, en el peor de los casos solo cometieron el error de “apoyar” el golpe de estado contra el presidente constitucional de Chile, Salvador Allende. La verdad es otra.
La DC de hoy no es la misma de la DC de hace más de medio siglo. Entonces, conjurada con la derecha, la DC, como veremos, participó directamente en el planeamiento y ejecución del golpe de estado de 1973. El ala golpista de la DC, era encabezada por el ex-presidente del país Eduardo Frei Montalva, Patricio Aylwin y Andrés Zaldívar, quienes a partir de 1971, lograron neutralizar a los dirigentes nacionales contrarios al cuartelazo, como Radomiro Tomic, Renán Fuentealba y Bernardo Leighton. El primer paso había sido unirse a la derecha en una coalición que llamaron “Confederación Democrática (CODE),” cuyo fin era destituir constitucionalmente a Allende.
Ello era posible si la CODE ganaba el Parlamento con un 66% de apoyo popular en las elecciones de marzo de 1973. La unidad con la derecha fue por razones políticas, porque como partido abrumadoramente mayor que la derecha que se agrupaba en el Partido Nacional, la DC volvería al poder luego de la destitución legal del gobierno socialista de Allende. El asesinato del ex-ministro del Interior de la administración de Frei Montalva (1964-1970) Edmundo Pérez Zujovich, facilitó las cosas. Pérez fue acribillado en una calle de Santiago a unos meses de la asunción de Allende por un comando de la VOP (Vanguardia Organizada del Pueblo), un minúsculo grupo extra-parlamentario de ultra-izquierda, totalmente ajeno al gobierno de Allende. La VOP, bajo su administración, fue aniquilada por completo inmediatamente después de ocurrido el atentado.
Fracasado el objetivo de destituir legalmente a Allende, la DC debía naturalmente separarse de la derecha, si se atiende a su plataforma ideológica y programática, con sus propuestas “sociedad comunitaria” y “revolución en libertad”. Además, al interior de la dirección nacional de la DC surgieron voces que sostenían que la DC debía llegar a un acuerdo con el gobierno de Allende. Finalmente, se impusieron Frei, Aylwin y Zaldívar. El plan DC-derecha no terminó con el fracaso de sacar a Allende del poder, y la política siguió su curso por otro camino, recordando a von Clausewitz. En efecto, después del fracaso electoral, sobrevino el golpe de estado. El plan sedicioso lo ejecutaron las Fuerzas Armadas en razón del antiguo control ideológico de la derecha civil sobre los mandos militares.
Dos eran los acuerdos de la CODE y de los militares golpistas. Primero, el gobierno militar sería breve. Inmediatamente después del golpe, tanto la junta militar que encabezaba el general Augusto Pinochet como los corifeos de la CODE, sin excepción, así lo prometieron al país. Segundo, La junta militar entregaría el gobierno al entonces presidente del Senado, Eduardo Frei Montalva, quien, después de un breve tiempo restituiría el sistema democrático. Como muestra de la lealtad de la DC en el pacto, apenas producido el golpe, Aylwin recorrió el mundo repartiendo el folleto «El Libro Blanco de la Unidad Popular», obviamente de creación de la CODE.
Todo eso ocurría mientras en las cárceles, así como en las calles y en miles de hogares se torturaba y se mataba a mujeres, hombres y niños, lo que nadie en Chile ni en el mundo ignoraba. En esa misma época, Aylwin llegó a declarar a la prensa internacional que el poder de fuego de los partidos que apoyaban al gobierno de Allende era “superior al de las Fuerzas Armadas,” una estupidez que hasta hoy difícilmente tenga parangón en la historia política de Chile.
La derecha no cumplió su palabra. El vocero mayor de la DC Andrés Zaldívar fue expulsado del país, Frei y Aylwin debieron no solo callar sino desaparecer, temiendo por su vida. Como advertencia al resto de la DC, el disidente demócrata-cristiano más conspicuo Bernardo Leighton, sufrió junto a su esposa un atentado en Italia que más tarde les causó la muerte. Contrariamente a Aylwin, Leighton aventaba en el extranjero la verdadera naturaleza del golpe y las sistemáticas violaciones a los Derechos Humanos cometidas por la dictadura. Como Leighton vivía en Italia, la respuesta a sus denuncias no solo fue el atentado en contra suya y su esposa, sino un hecho que solo puede calificarse de horroroso. Manuel Contreras, el jefe de la DINA, el aparato represor de la dictadura, ordenó lanzar el cadáver de la profesora Lumi Videla al patio de la embajada italiana en Santiago. La infortunada joven maestra había conseguido una visa del gobierno de Italia para refugiarse en ese país.
Solo después de ser traicionada, la DC cambió de rumbo. Era tarde, porque ya se había instalado, con su apoyo, la sanguinaria dictadura fascista de Pinochet, la que además, era funcional a los planes geopolíticos del imperialismo norteamericano, obviamente co-autor del golpe.
La DC era parte de la política norteamericana hacia América Latina en plena Guerra Fría. El libro del cientista social español Joan Garcés, Soberanos e Intervenidos, revela que Frei Montalva recibía del gobierno de Estados Unidos, desde el año 1962, un estipendio de US $180.000 y a su partido otros US $ 50.000, según datos que Garcés obtuvo del documento norteamericano desclasificado “Covert Action in Chile, 1963-1973,” en su página 40. Ni hablar del desembolso que realizó la CIA en la elección presidencial de 1964 en apoyo a Frei. El ex – embajador de Estados Unidos, Edward Korry, testimonió que recibió a Frei en vísperas del 4 de septiembre de 1970 en su oficina en Santiago, y que Frei le manifestó su preocupación por un eventual triunfo de Allende. Korry lo tranquilizó señalándole que tenía datos que indicaban que el candidato de la derecha Jorge Alessandri se impondría sobre Allende y, así, lo llamó a la calma.
Poco después del triunfo electoral de Allende en septiembre de 1970, el comandante en jefe del Ejército, René Schneider Chereau, fue asesinado en un atentado del grupo terrorista de ultra-derecha Patria y Libertad. El general Roberto Viaux Marambio, el primer cerebro y ejecutor del asesinato, declaró que su intención fue solo secuestarlo para así levantar al Ejército contra el presidente electo. Diversos relatos involucran al primer dirigente de la DC Frei Montalva en la operación que culminó con el asesinato de Schneider. En el libro – entrevista que le hizo la periodista Florencia Varas, Viaux declaró:
Recibí del señor Nicolás Díaz Pacheco un recado que me enviaba el Presidente Frei a través del sacerdote Sr. Ruiz-Tagle, cuñado del señor Frei, diciéndome que ‘tenía luz verde para actuar’ (secuestrar a Schneider), pero que lo hiciera en buena forma, con completa seguridad del buen éxito, pues de otro modo se vería en la obligación de proceder en mi contra.
Por supuesto, esta revelación podría ser un infundio de Viaux, pero condice con la visita de Frei a Korry y su frustración ante el triunfo de Allende. Además, ¿cómo se explica la relación de Frei con Nicolás Díaz? Luis Jerez, ex – subsecretario del Partido Socialista y concejal de Rancagua, señaló que Díaz, con quien compartió «algunos años en los afanes del municipio de Rancagua” además de ser militante de Patria y Libertad, fue lugarteniente de Viaux en la conjura que acabó con la vida de Schneider, y que por ello fue condenado, junto a Julio Bouchon, conocido empresario vitivinícola de Colchagua, como cómplice de Viaux en el asesinato. Esto consta en la sentencia 603 que lo condenó a tres años de extrañamiento por este crimen.
Un episodio que confirma la resuelta voluntad golpista de la dirección nacional de la DC en esa época es su renuencia a pactar con Allende las empresas del área de propiedad pública, que alcanzaban a 91. Ese acuerdo, que se había alcanzado con la participación del ministro de Planificación, Gonzalo Martner y Eduardo Cerda por parte de la DC, eventualmente descomprimiría la tensa situación política del país y daría un poco de oxígeno al Gobierno. Tal pacto era clave para mantener la continuidad de la democracia en el país; pero a la vez, significaba dar legitimidad y viabilidad al gobierno de Allende, y, por lo tanto, la posibilidad que la coalición que lo llevó al poder, la Unidad Popular, ganara las elecciones presidenciales en 1976. Allende buscó reiteradamente un entendimiento con la DC, pero su esfuerzo fue infructuoso. Como presidente del Senado, se negó a dialogar y mandató a su subordinado, Patricio Aylwin a cerrar toda posibilidad de entendimiento. Ante esto, el presidente Allende respondió en carta pública a Frei lo siguiente:
No deseo dramatizar, pero tengo el deber de recordarle las trascendentales responsabilidades que usted y yo tenemos en la difícil instancia que vive el país y las proyecciones históricas de nuestras decisiones. Por ello, y por el interés superior de Chile, debemos continuar el diálogo. Lo invito formalmente para que prosigamos nuestras conversaciones.
Esta carta, por supuesto, no fue respondida. Por último, días antes del 11 de septiembre, el dramático llamado del cardenal Raúl Silva Henríquez a dialogar tampoco rindió frutos. Los hechos se precipitaron a partir del anuncio de Allende a las dirigencias de los partidos de gobierno que había decidido convocar a un plebiscito para zanjar el impasse con la oposición. Aunque estaba consciente que podía perderlo, con ese plebiscito se salvaguardaría la democracia.
En la mañana del domingo 9 de septiembre, el presidente comunicó su decisión de convocar a plebiscito tanto a Augusto Pinochet, comandante en Jefe del Ejército, y al inspector general del Ejército Orlando Urbina. Por la tarde de ese día, luego de una reunión en la que participó Pinochet, Leigh y emisarios de Merino, el jefe del Ejército decidió sumarse al golpe. Ese acto de alta traición a la Patria impidió el llamado de Allende al plebiscito.
Luego del golpe, el presidente del Senado, Eduardo Frei, realizó una visita protocolar a la Junta Militar, con el objetivo de ratificar el apoyo de la DC al golpe, mientras comenzaba la persecución y la masacre a escala nacional que advino con el cuartelazo.
La actuación de Frei Montalva no debiera causar extrañeza. No se había quedado tranquilo con el triunfo electoral de la Unidad Popular en septiembre de 1970. En los meses en que todavía le era permitido gobernar, convocó a los comandantes en jefe de las tres ramas de las Fuerzas Armadas y al director general de Carabineros con el objetivo de decirles que con la investidura de Allende se implantaría en Chile un “régimen comunista. Esto, por cierto grave, no fue lo peor. En aquellos días de septiembre de 1970, solicitó ayuda estadounidense para evitar que Allende llegara a ser investido. Según consta en documentación oficial desclasificada norteamericana, Frei se reunió con John Richardson, Secretario de Estado adjunto del gobierno de Estados Unidos y con el entonces embajador norteamericano, Edward Korry.
En una entrevista concedida en 1996, Edward Korry se refirió a aquella reunión con Frei en los siguientes términos:
Tomé apuntes de toda la reunión. Entonces fue cuando el Presidente Frei le pidió al señor Richardson, que volvía a Washington: «¿Puede usted transmitir un mensaje personal al Presidente Nixon?» Richardson dijo que sí, que lo podía hacer. Y este fue el mensaje: «Las probabilidades son de cincuenta a uno de que la presidencia de Allende significará en Chile un gobierno como el que hay en Cuba». Yo estaba traduciendo, créanme o no, para el señor Richardson. Intervine al instante: «¿Usted, señor Frei, por medio de este mensaje, está solicitando a EE.UU. algún tipo de acción?» Y escribí en mi cable a Washington que el Presidente Frei, al enviar este mensaje, quería que nosotros tomáramos esa decisión (…), Mandé el cable a Washington resumiendo toda la conversación, dirigiéndolo a Nixon, a Kissinger y a todos los demás.
Fue entonces cuando el gobierno de Estados Unidos, con Nixon y Kissinger a la cabeza, decidieron definitivamente usar todos sus medios para derrocar al presidente Allende.
En las elecciones parlamentarias de 1973, en las que la CODE buscaba los dos tercios legales de los votos para destituir al presidente de la república, Frei fue elegido senador por Santiago, y con los votos de la derecha consiguió ocupar la presidencia del Senado. El 6 de julio de 1973, Frei se reunió con la directiva de la Sociedad de Fomento Fabril (SOFOFA), que presidía el empresario Orlando Sáenz. En dicha reunión, según consta en acta, Frei se reveló de manera definitiva como el primer líder civil del golpe de estado. Declaró Frei a Sáenz y a la SOFOFA:
Nada puedo hacer yo, ni el Congreso ni ningún civil. Desgraciadamente, este problema sólo se arregla con fusiles… les aconsejo plantear crudamente sus aprensiones, las que comparto plenamente, a los comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas, ojala hoy mismo.
En sus memorias, el democratacristiano Gabriel Valdés, ex – ministro de Relaciones Exteriores en el gobierno de Frei, dejó constancia de la siguiente conversación mantenida con éste a finales de julio de 1973:
Eduardo me pidió que habláramos en la calle, frente a su casa, porque temía ser grabado. Me explicó que tenía tres coroneles que le avisarían del golpe de Estado y que ya había recibido aviso de dos de ellos. Me expresó que era una tragedia para Chile, pero era inevitable el derrocamiento de Allende.
La mañana del 11 de septiembre de 1973, Frei llamó por teléfono en tres oportunidades a Pinochet, poniéndose a su disposición en lo que el dictador necesitara, pero Pinochet derivó la llamada a un subalterno, sin contestarle. Como lo declaró Pinochet, Frei, sin ninguna duda, lo llamaba porque contaba con que la Junta militar le pediría, como ex – presidente del Senado, hacerse cargo del gobierno.
Ya pasado el fiasco de la DC, en 1981, Frei se había transformado en la primera figura política contraria a la dictadura. En diciembre de ese año, se sometió a una cirugía de carácter simple, para extirpar una hernia al hiato, en la Clínica Santa María de Santiago. Sin embargo, días después de su intervención su condición empeoró drásticamente y falleció, de manera inesperada, a las 17 horas del viernes 22 de enero de 1982, a la edad de 71 años. La noticia fue oficial, i. e., del gobierno. Se dijo que el deceso se habría producido por una infección bacteriana que habría originado una peritonitis aguda y un posterior shock séptico.
Sin embargo, su muerte originó serias sospechas de asesinato, desde su inicio. Según su hija Carmen Frei, como ella lo relata en su libro “La Muerte de mi Padre”, Frei se habría convertido en un importante foco de preocupación para la dictadura, al erigirse, como figura mayor de la DC, en el principal líder de la oposición, puesto que el resto de la oposición, en ese momento era clandestina. La sospecha de intervención de terceros quedó latente, aunque en un comienzo no hubo pruebas. Sin embargo, en 2006 se exhumó el cadáver y se encontraron rastros de mostaza sulfúrica y talio en los restos de Frei, y años más tarde, en 2013 la justicia chilena encontró restos de gas sarín en el cuerpo.
En agosto de 2017, la justicia civil a cargo del juez Alejandro Madrid acusó a los 6 procesados y confirmó que el ex – presidente fue asesinado. El 11 de septiembre de ese año y en el acto conmemorativo al golpe militar la entonces presidenta Michelle Bachelet lo mencionó como el primer ex – mandatario chileno asesinado en nuestra historia. El 30 de enero de 2019, en un fallo de 811 páginas, el juez Alejandro Madrid ratificó que su muerte fue un homicidio simple. Se condenó por el delito de homicidio a seis procesados: Patricio Silva Garín (médico), Luis Becerra Arancibia (chofer personal de Frei), Raúl Lillo Gutiérrez (ex – agente civil de la ex-DINA, la CNI), Pedro Valdivia Soto (médico), Helmar Rosenberg Gómez (tanatólogo) y Sergio González Bombardiere (tanatólogo).
El médico Patricio Silva Garín, en su calidad de autor, fue condenado a una pena de 10 años de cárcel. Sin embargo, la derecha logró su objetivo de “echarle tierra al asunto”. Sin ninguna dación de pruebas que se hicieran públicas, el 25 de enero de 2022, la Corte de Apelaciones revocó el fallo del juez Alejandro Madrid y absolvió a todos los implicados y condenados por el juez Madrid, a pesar de todas las pruebas que Carmen Frei Ruiz-Tagle había presentado ante la justicia, que sirvieron a la resolución de Madrid, en el sentido que su padre, fue asesinado.
Y ahora, Eduardo Frei Ruiz-Tagle, intenta retrotraer a la DC a su pasado. Muy joven, junto a su padre, se reveló como un leal adherente al golpe de estado y a la dictadura. Como primer testimonio de ello, sus anillos de boda fueron a parar a las arcas fiscales de entonces. Años después, mientras su hermana Carmen, con admirable valor, trabajaba intensamente en aclarar el asesinato de su padre, hizo mutis por el foro vergonzosamente y se negó sistemáticamente a apoyarla en dilucidar para siempre el asesinato de su padre.
*Fuente: EdiciónCero
Más sobre el tema:
Carta de Bernardo Leighton a Eduardo Frei Montalva (26 de junio de 1975)
Frei y la Democracia Cristiana en los documentos desclasificados norteamericanos (republicación)
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