10 de febrero de 2025
El gobierno de Donald Trump dispuso el cierre de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID), organismo que se autodefine como organización no gubernamental, aunque es uno de los instrumentos de la Casa Blanca que utiliza los servicios de inteligencia para obtener información sobre países de la región e influir en su política interna y externa.
El Departamento de Eficiencia Gubernamental que dirige Elon Musk ha lanzado una iniciativa generalizada autorizada por Trump para despedir a trabajadores gubernamentales y recortar billones de dólares en gastos gubernamentales. USAID es uno de sus principales objetivos. Musk alega que los fondos de USAID han sido utilizados para lanzar programas mortales y la llamó una “organización criminal.
Desde 1961 USAID ha sido la agencia principal de intervencionismo directo de EEUU en las naciones, y desde entonces ha distribuido millones de dólares en “ayudas”; militares y económicas a los países donde ejerce su dominio en protección de sus intereses y los de sus políticas.
Ahora, La Casa Blanca denuncia el “despilfarro y abuso” en programas para promover vehículos eléctricos en Vietnam, en programas contra el SIDA en África o para apoyar la diversidad en los puestos de trabajo en Serbia. La medida perjudicará a millones de personas en el mundo.
Pero esos recursos podrían destinarse a financiar “revoluciones de colores” para desalojar a gobiernos hostiles a las políticas de Washington, señala el analista Mirko Trudeau, quien teme que el presidente Trump quiera aprovechar esos territorios para crear más “resorts”, como quiere hacer con Gaza.
USAID es (fue) un instrumento importante de la política exterior injerencista de EEUU que surgió tras el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, y ha intentado evitar que el fenómeno revolucionario se repitiera en América Latina y el Tercer Mundo en general, bajo el disfraz “del avance del totalitarismo”.
Utiliza para este efecto, diferentes modalidades de “ayuda” como: préstamos para el desarrollo, asistencia técnica, fondos para emergencias y, sobre todo, apoyo militar y político con énfasis en estrategias de espionaje, desestabilización, e intervención armada, siguiendo las normas de su Manual represivo confidencial.
Estados Unidos anunció que revelará el manejo turbio de unos 116 millones de dólares entregados a la ultraderecha venezolana durante el “gobierno” del autoproclamado Juan Guaidó. Archivos de la embajada estadounidense en Venezuela sacados a la luz pública señalan que el opositor venezolano de extrema derecha y prófugo de la justicia venezolana Carlos Vecchio habría recibido esa cantidad de dinero a través de la USAID.
Los aportes de EEUU a diferentes causas de la oposición en Venezuela aumentaron notoriamente desde 2018, un año en el que distintas agencias federales, entre ellas la USAID y el Departamento de Estado, asignaron un total de 25 millones de dólares. Esa ayuda escaló a 73 millones de dólares en 2019, el año en que EEUU desconoció a Maduro como presidente legítimo y respaldó como tal al tristemente recordado Juan Guaidó.
Un año después, en 2020, los aportes de distintas dependencias federales de EEUU, pero esencialmente de la USAID, aumentaron a 163,3 millones de dólares. En 2021, subieron a 197,6 y en 2022 se elevaron a 209,4 millones, siempre a organizaciones opositoras, con el fin de ayudar a derrocar al gobierno.
El largo camino de la desestabilización La USAID ha sobrevivido a la Unión Soviética, que se desintegró en 1991. Hoy en día sus partidarios argumentan que la asistencia de EEUU en el extranjero contrarresta la influencia rusa y china. Beijing tiene su propio programa de ayuda extranjera —la “Iniciativa del Cinturón y Ruta de la Seda”— operando en muchos países que Washington también desea que sean sus socios. Los críticos dicen que los programas son derrochadores y promueven una agenda liberal.
El secretario de Estado, Marco Rubio –nombrado ahora también director interino de la USAID- indicó que el objetivo del gobierno era una revisión programa por programa de qué proyectos hacen que “EEUU sea más seguro, fuerte o próspero”. «Si vas de misión en misión y de embajada en embajada alrededor del mundo, a menudo encontrarás que en muchos casos la USAID está involucrada en programas que van en contra de lo que estamos tratando de hacer en nuestra estrategia nacional», declaró Rubio.
En total, Estados Unidos gastó aproximadamente 40 mil millones de dólares en ayuda extranjera en el año fiscal 2023, según un informe publicado el mes pasado por el Servicio de Investigación del Congreso. Buena parte de esos dineros se utilizaron para desestabilizar gobiernos y países no alineados con Estados Unidos.
Sin embargo, la prensa hegemónica la quiere vender como el instrumento que a lo largo de los años ha ayudado a los países a desarrollarse económicamente y a resolver problemas humanitarios.
La financiación para agencias de Naciones Unidas, incluidas las de mantenimiento de la paz, derechos humanos y agencias de refugiados, han sido blancos tradicionales de los gobiernos republicanos. El primer gobierno de Trump suspendió pagos a varias agencias de la ONU, incluido el Fondo de Población de la ONU y la financiación a la Autoridad Palestina.
En el primer mandato de Trump, Estados Unidos se retiró del Consejo de Derechos Humanos de la ONU y de sus obligaciones financieras con ese organismo. Al país también le está prohibido financiar la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA, por sus siglas en inglés), bajo un proyecto de ley firmado por el entonces presidente Joe Biden en marzo pasado.
USAID opera en el África subsahariana, América Latina y el Caribe, Asia, Europa, Eurasia y Orientre, donde decide, financia y dirige planes, programas vinculados al desarrollo de la agricultura, la democracia y la gobernabilidad, el crecimiento económico, el comercio, la educación, las universidades, el medio ambiente y las alianzas mundiales para preservar el declinante nuevo orden capitalista, bajo el pretexto de la asistencia y/o ayuda humanitaria.
Sus orígenes se encuentran en el Plan Marshall (con un financiamiento de 15 mil millones de dólares) y la Alianza para el Progreso que Washington impulsó, sucesivamente, en 1948 y 1961, con el fin de enfrentar el nuevo mapa político resultante de la II Guerra Mundial y del triunfo de la Revolución Cubana.
En 1971 la CIA organizó un intento de asesinato contra Fidel Castro, aprovechando su visita a Chile, que estuvo a cargo de Antonio Venciana (que trabajaba en la embajada de EEUU en Bolivia, como funcionario de la USAID), terrorista del grupo anticubano Alpha 66, cómplice del complot contra John Kennedy. Entre diciembre de 1996 y 2004, a través de la USAID, Washington asignó más de 34 millones de dólares a 25 organizaciones contrarrevolucionaria cubanas.
Idéntica estrategia de dar dinero a organizaciones derechistas, muchas de ellas de cuño empresarial, usó el gobierno de George Bush para provocar la revuelta en Haití y para promover el referéndum contra el entonces presidente Hugo Chávez en Venezuela, tras fracasar el golpe que financió.
Entre las más oscuras y repugnantes páginas de la estadounidense USAID, Dan Anthony Mitrione, experto norteamericano en técnicas de tortura, se apareció en Uruguay con credencial de la USAID, a finales de 1970, para adiestrar a policías y militares, en un programa secreto de destrucción de las fuerzas de izquierda en toda América Latina
Pese a lo que se ha difundido, América Latina no representa el punto de mayor destino de donaciones por parte de esta agencia: Europa, empujada por Ucrania recibió 17.200 millones de dólares, el África subsahariana 12.100 millones y el Medio Oriente y norte de África 3.900 millones de dólares. De mayor a menor, quienes más fondos recibieron en 2023 fueron Ucrania, Etiopía, Jordania, República Democrática del Congo, Somalia, Yemen, Afganistán, Nigeria, Sudán del Sur y Siria, ninguno de Latinoamérica.
El conservador Center for Family and Human Rights afirma que las políticas formales de izquierda demócrata habían triunfado USAID. Señala que bajo los gobiernos de Barak Obama, y aún más agresivamente bajo el de Joe Biden, el gobierno “ usó USAID para promover la controvertida ideología de género y el lenguaje empleado utilizado para promover el aborto como la salud sexual y reproductiva”.
El dueño de Tesla, Stalink y la red X, Elon Musk, devenido en titular del flamante Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE, por sus siglas en inglés) puso un clavo en el ataúd de la USAID al afirmar que «no tiene solución» y que el presidente Donald Trump está de acuerdo en cerrar esta oficina a través de la cual Washington estuvo financiando miles de proyectos que socavaron gobiernos democráticos en todo el mundo desde su fundación, en 1961.
* Reproducción autorizada citando la fuente
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