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Fidel: «en los tiempos difíciles es cuando se prueban, realmente, los que valen algo»

Fidel: «en los tiempos difíciles es cuando se prueban, realmente, los que valen algo»
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14 de agosto de 2024

Este discurso. del 5 de septiembre de 1992, recien desaparecida la Unión Soviética y los países del campo socialista, en medio de las loas al capitalismo, y las afirmaciones de que la historia había llegado a su fin, Fidel dice este discurso, describiendo la más que crítica  situación que vive la Revolución cubana, pero no mostrando ni una gota de duda de que no hay otra alternativa que seguir adelante, por necesidad de la humanidad. Se trata de un discurso histórico. Leerlo, en medio de los vaivenes de la historia, en medio de los durísimos ataques del imperialismo que viven los pueblos del mundo, ayuda a comprender o a no olvidar que en todos los procesos revolucionarios «hay quienes se confunden, hay quienes se desalientan, hay quienes se acobardan, hay quienes se reblandecen, hay quienes traicionan, hay quienes desertan«.
La Redacción de piensaChile

 

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ, PRIMER SECRETARIO DEL COMITE CENTRAL DEL PARTIDO COMUNISTA DE CUBA Y PRESIDENTE DE LOS CONSEJOS DE ESTADO Y DE MINISTROS, EN EL ACTO POR EL XXXIX ANIVERSARIO DEL ASALTO AL CUARTEL MONCADA Y EL XXXV DEL LEVANTAMIENTO DE CIENFUEGOS, EFECTUADO EN CIENFUEGOS, EL 5 DE SEPTIEMBRE DE 1992, «AÑO 34 DE LA REVOLUCION».

(VERSIONES TAQUIGRAFICAS – CONSEJO DE ESTADO)

Familiares de los combatientes del 26 de Julio y del 5 de Septiembre;

Distinguidos invitados;

Gloriosos atletas;

Cienfuegueros;

Compatriotas:

Aquí, como siempre, hay un pequeño problemita que no tiene solución a esta hora, la parte de esta concentración que no podemos ver porque está del lado de allá de esa muralla de periodistas y de cámaras que tienen que hacer su trabajo, y parece que no se ha inventado todavía la forma de hacerlo y, a la vez, poder dejar libre el campo para ver al público.

Espero que estos compañeras y compañeros que no puedo ver tengan calma, tengan paciencia, tal vez este acto lo repitan por televisión y se vea un poco mejor; les pido excusas por ello (DEL PUBLICO LE DICEN ALGO). Pero oyen, ¿verdad?, y están firmes ahí (EXCLAMACIONES DE: «¡Sí!» Y APLAUSOS).

Como todos sabemos, hoy conmemoramos una doble fecha, el 26 de Julio y el 5 de Septiembre. Es la primera vez que no conmemoramos el 26 de Julio en su fecha exacta, pero es que algunos sacaron la cuenta de que yo había estado presente en todos los actos por el 26 de Julio, y como en este caso tenía ineludibles compromisos internacionales, inventaron posponer la celebración del 26 de Julio: un gran honor, pero no precisamente un gran favor, porque podía haberse tenido en cuenta que si he hablado durante todos los 26 de Julio de los años de la Revolución, me habrían podido librar una vez (EXCLAMACIONES DE: «¡No!»).

Dio, además, la casualidad de que Cienfuegos se hizo acreedor al acto del 26 de Julio, que es una fecha nacional, y que en Cienfuegos tuvo lugar la histórica acción del 5 de Septiembre. Ese día, en 1957, se estaba combatiendo todavía en la ciudad de Cienfuegos, fue un combate verdaderamente resuelto y heroico.

Entonces, se pospone el acto por el 26, se lo asignan a Cienfuegos; en fecha muy próxima estaba también el 5 de Septiembre, y, por tanto, Cienfuegos ha tenido el privilegio de celebrar a la vez dos grandes fechas históricas, privilegio que se ganó con su trabajo, con su esfuerzo, con su lucha —no es que los demás no hayan hecho importantes esfuerzos, y no resultó verdaderamente fácil escoger una provincia, pero le correspondió a Cienfuegos—; y le correspondió celebrar también el más difícil 26 de Julio de la historia de la Revolución y el más difícil 5 de Septiembre, sin que esto quiera decir que sea el más difícil de todos, porque no sabemos todavía cuántas nuevas dificultades tengamos que enfrentar; pero les pregunto a ustedes si acaso las tememos (EXCLAMACIONES DE: «¡No!»), les pregunto a ustedes si acaso no estamos dispuestos a enfrentarnos a todas las dificultades y a los problemas que puedan presentarse (EXCLAMACIONES DE: «¡Sí!»).

Claro que esa es la respuesta de los cienfuegueros y estoy seguro de que es también la de todos nuestros compatriotas, porque Cienfuegos tiene su historia, una historia rica en méritos y en patriotismo desde la guerra del 68, en la que se libraron importantísimos combates, la guerra del 95 y a lo largo de la llamada etapa republicana.

Ya que mencioné la guerra del 95, no debemos olvidar que en el territorio de Cienfuegos se celebró la más famosa batalla de esa guerra, que fue la de Mal Tiempo, cuando las fuerzas invasoras de Gómez y Maceo destrozaron una columna enemiga.

A lo largo de la historia —les decía— de la neocolonia, Cienfuegos siempre estuvo también en primera línea en las luchas patrióticas y revolucionarias; lo estuvo en la última guerra de liberación con su heroica hazaña del 5 de Septiembre, en la lucha contra los bandidos, en la lucha contra los mercenarios de Girón, pues de Cienfuegos salieron fuerzas a combatir contra los mercenarios. Cienfuegos ha estado siempre en pie de lucha, Cienfuegos ha estado siempre firme en todos los momentos de la historia de la Revolución.

Cienfuegos desarrolla hoy un trabajo ejemplar. Yo le preguntaba al compañero Nelson, primer secretario del Partido en la provincia, qué cuestiones, a su juicio, era más interesante resaltar en esta conmemoración con relación a Cienfuegos, y él me dijo que la activa participación popular y de las masas en las tareas priorizadas y en la solución de los problemas (APLAUSOS).

Así, Cienfuegos ha tenido resultados palpables en la lucha contra las dificultades, cumplió su plan de zafra y lo sobrecumplió, cumplió los planes de siembra y de limpia de caña, ha cumplido e incrementado los planes de producción de viandas y vegetales, se ha enfrentado a los dificilísimos problemas de la producción porcina y avícola debido a la falta de granos y de piensos. Se ha enfrentado a los problemas en los servicios y, con muchos menos recursos, ha logrado, incluso, mejorar los servicios de gastronomía; mantiene también excelentes resultados en los programas de salud y de educación. El año pasado logró una cifra de mortalidad infantil de 8,1, una de las dos más bajas del país, creo que fue la segunda, y en todas las actividades va alcanzando resultados. Por eso podemos decir que Cienfuegos es un ejemplo de lo que hay que hacer en el período especial (APLAUSOS).

Es que precisamente en Cienfuegos desarrolló la Revolución uno de los más importantes programas de desarrollo industrial, como hemos explicado otras veces, por su carácter de estratégica bahía, por su ubicación geográfica, por su cooperación siempre presente en cualquier actividad. Aquí se construyeron algunas de las más grandes fábricas del país, la más importante industria de producción de fertilizantes, la más importante industria de producción de cemento; en Cienfuegos se incrementó varias veces la capacidad de generación de energía eléctrica, se desarrolló considerablemente la industria de materiales de construcción, la industria alimenticia y otras ramas, y estábamos en pleno trabajo creador con la terminación de la primera etapa de la refinería de petróleo de Cienfuegos y el proceso de construcción de la primera central electronuclear del país cuando sobreviene este período difícil, originado con el desastre del campo socialista.

Podríamos decir que una de las provincias más afectadas en el orden de la producción industrial con el período especial es precisamente la provincia de Cienfuegos. Después volveremos a hablar de este tema porque no debo seguir adelante sin señalar que una de las características de este acto, además de la doble fecha y del honor que significa para los revolucionarios cienfuegueros, es que también en él rendimos un merecido homenaje a nuestros gloriosos atletas que tan extraordinarios éxitos alcanzaron en las recientes olimpiadas (APLAUSOS).

Sobre esto no me voy a extender porque ya hablamos con motivo del recibimiento, y lo que allí se dijo se publicó en la prensa y se trasmitió por la televisión, que es hoy nuestro medio masivo por excelencia; baste recordar que ellos obtuvieron más del doble de las medallas de todos los países de América Latina y del Caribe juntos; baste recordar que ellos obtuvieron el doble de medallas de oro de los países de América Latina y el Caribe unidos a Canadá, que es un país grande, con recursos considerables, y ellos obtuvieron siete veces más medallas de oro que todos los demás países de América Latina y del Caribe. Por ello, como dije cuando recibí a una parte de los atletas, porque todos no llegaron juntos, algunos estaban de vacaciones ya, nosotros teníamos el privilegio de ocupar el primer lugar del mundo en medallas de oro per cápita, de acuerdo con nuestra población.

Si se midieran los resultados de una olimpiada por el oro per cápita que obtiene un país, nosotros en estas olimpiadas quedamos en el primer lugar (APLAUSOS), este país en período especial, este país bloqueado por el imperio. Y muchos se han asombrado, cuántas personas no han mandado cables felicitando a Cuba, admirados, maravillados. Con toda esa propaganda de que hablaba Barroso contra nuestra Revolución, con todas las calumnias y las mentiras, y, sin embargo, ha tenido que reconocer el mundo lo que somos capaces de alcanzar, porque estos éxitos deportivos son una prueba del desarrollo social de nuestro pueblo, puesto que para alcanzar lo que nosotros alcanzamos hoy necesitarían quién sabe cuántos años otros países; y si no hay un cambio social, si no hay justicia social, si no hay desarrollo social, desgraciadamente nuestros hermanos del Tercer Mundo no podrán alcanzar jamás los laureles que ha alcanzado nuestro pueblo en el deporte.

Claro, también hay que tener en cuenta no solo el desarrollo social, sino la conciencia revolucionaria de un pueblo, porque en estos éxitos influye mucho el espíritu, la conciencia, el honor de los atletas, en un mundo mercantilizado y supermercantilizado, donde a determinados atletas en determinadas disciplinas deportivas les ofrecen cualquier cosa para comprarlos, y ningún dinero fue suficiente, ni será jamás suficiente —como les decía a los atletas— para comprar a un atleta con honor, con dignidad, para comprar a un verdadero revolucionario (APLAUSOS).

No es solo la técnica, sino también el espíritu lo que decide muchas veces una competencia. Por eso estamos todavía asombrados nosotros mismos de que en los últimos Juegos Panamericanos hayamos ganado más medallas de oro que Estados Unidos. Eso no había ocurrido jamás en este hemisferio, ¡jamás! (APLAUSOS)

Luego hay que decir que fue oro para el honor, para la dignidad, para el coraje, para la honestidad, para la vergüenza de nuestros atletas y de nuestro pueblo (APLAUSOS). Por ello yo los exhortaba a prepararse ya desde ahora para las próximas olimpiadas, con período especial y con todos los problemas que podamos tener, porque con ello estamos demostrando cuánto puede hacerse con tan poco y que la riqueza material, esa riqueza que han acumulado unos cuantos países a base de la explotación pasada y presente de una gran parte del mundo, no es suficiente para alcanzar los éxitos que un país pequeño y del Tercer Mundo, como Cuba, puede alcanzar con la Revolución.

Escuché con mucha atención las palabras del alcalde de Puerto Real, nuestro amigo Barroso. Barroso es bastante conocido desde el primer día que llegó a nuestro país y habló por televisión para explicar el trabajo de solidaridad que ellos desarrollaban en favor de Cuba.

El dijo una cosa muy bonita, que no eran tan importantes los bienes materiales donados como la solidaridad política con la Revolución; sin embargo, nosotros también apreciamos mucho esos bienes materiales, no por su valor intrínseco, sino por lo que simbolizan. Pero tienen también un valor real. Me decía el compañero Chávez, presidente del Poder Popular de la Ciudad de La Habana, que una gran parte de las ambulancias de la capital estaban funcionando con esas gomas que ellos habían reunido para enviar a Cuba.

Ellos movilizan el sentimiento de amistad de los españoles que es grande, que es extenso, que es fuerte, con el objetivo de ayudarnos en cuestiones prácticas y, como dicen ellos, ver todo lo que pueden conseguir que sea útil al país. En este caso, el barco que trajo la donación traía motores, ómnibus, piezas de repuesto que son escasas, aceites lubricantes, medicamentos, alimentos, una imprenta; en fin, una larga lista de materiales que fueron reuniendo en distintas partes de España. El me explicaba que cuando es en un puerto resulta más fácil, porque cuando es en una ciudad del interior, lejos de la costa, cuesta más transportar muchos de esos productos.

Aparte de su valor en sí, estimula mucho el mensaje que estas donaciones traen, estimula mucho el saber que hay gente en el mundo —y no poca gente en el mundo— preocupada por nuestros problemas y preocupada por ayudarnos en estos momentos difíciles.

El año pasado, en la conmemoración del 26 de Julio, tuvimos la presencia de Mandela, el dirigente del ANC de Sudáfrica. Por eso nos pareció bien que en este 26 de Julio y 5 de Septiembre tuviéramos la presencia de un amigo solidario, de un símbolo de la solidaridad internacional con nuestro país; por eso invitamos al alcalde de Puerto Real, para que alguien de ese creciente movimiento solidario pudiera participar en nuestro acto, y han sido alentadoras sus profundas palabras pronunciadas en la tarde de hoy.

Es estimulante saber que hay mucha gente en el mundo como ellos, y es estimulante pensar que ellos ven a Cuba como una esperanza. Ellos ven a Cuba como una voz discordante —según dijo él— en un mundo uniforme; quiso decir en un mundo donde los poderosos trazan la pauta y en un mundo donde muy pocos se atreven a disentir abiertamente del poder unipolar del imperio. El sabe que Cuba no vacila, sabe que Cuba está firme, sabe que Cuba está decidida a luchar, y citó algunos ejemplos que son verdaderamente ilustrativos sobre cómo son las cosas en ese Primer Mundo, en el Tercer Mundo y en lo que él llamó el Cuarto Mundo, que son los cinturones de miseria que rodean la opulencia y que comprende a decenas de millones de personas en el mundo capitalista desarrollado. Tal vez más adelante volvamos a estas ideas.

Lo más importante de esta conmemoración es que tiene lugar en medio del período especial y de un período especial serio, agudo. En estos tiempos en que recordamos a nuestros héroes, a los combatientes de aquellas gestas revolucionarias, debemos tener muy presente lo que se juega y que se está jugando toda la historia de este país. En esta lucha que le ha correspondido a esta generación de cubanos se está jugando hasta la última gota de sudor y la última gota de sangre derramada a lo largo de nuestra historia, desde 1868 hasta hoy; se está jugando la independencia de la nación cubana; se están jugando no solo la Revolución y el socialismo, se está jugando la propia nación. Porque aquí se trata de decidir si vamos a resignarnos alguna vez a perder el socialismo, la Revolución, la independencia y la nación (EXCLAMACIONES DE: «¡Jamás!» Y DE «¡No!»).

Esta es una vieja lucha conocida a lo largo de la historia. Y los que conocen la historia de Estados Unidos saben que siempre quiso apoderarse de Cuba, casi desde los primeros tiempos de la república norteamericana, casi desde los primeros años de su independencia.

Es conocida también la historia de la fruta madura, en que Cuba caería en el seno de Estados Unidos como cae una fruta madura. Es conocida la historia de los intentos que hicieron por comprar a la isla de Cuba. Es conocida toda la historia de la Enmienda Platt. Es conocido lo que ocurrió en Puerto Rico. Y esa poderosa nación no ha abandonado los sueños de ser ama como lo fue durante mucho tiempo de nuestro país.

La Revolución y el socialismo vinieron a librarnos de eso, precisamente, y a darnos por primera vez, realmente, libertad, independencia y dignidad (APLAUSOS).

Nosotros no queremos ser otra cosa, nosotros no queremos ser yankis, nosotros queremos ser lo que somos (EXCLAMACIONES DE: «¡Socialistas!»), y cubanos, latinoamericanos e internacionalistas. Queremos hablar español, queremos nuestra hermosa cultura y nuestras costumbres, aunque a veces tengamos que usar el inglés porque no queda más remedio, ya que los ingleses al ser los colonizadores de una gran parte del mundo, más el advenimiento del imperio yanki, convirtieron el inglés —que por otra parte es bastante sencillo— en idioma de las conferencias internacionales, en idioma internacional. Pero queremos ser —repito— lo que somos.

Y aquí se trata de saber si vamos a seguir siendo lo que somos o si vamos a perder para siempre la oportunidad de ser lo que somos y lo que queremos ser (APLAUSOS). Eso es lo que se juega en este período especial; eso es lo que se juega en nuestra lucha; eso es lo que se juega en nuestra resistencia.

Los tiempos difíciles son los tiempos difíciles. En los tiempos difíciles el número de vacilantes aumenta; en los tiempos difíciles —y eso es una ley de la historia— hay quienes se confunden, hay quienes se desalientan, hay quienes se acobardan, hay quienes se reblandecen, hay quienes traicionan, hay quienes desertan. Eso pasa en todas las épocas y en todas las revoluciones. Pero también en los tiempos difíciles es cuando realmente se prueban los hombres y las mujeres; en los tiempos difíciles es cuando se prueban, realmente, los que valen algo. Los tiempos difíciles son la mejor medida de cada cual, del carácter de cada cual, del coraje y el valor de cada cual, de la conciencia de cada cual, de las virtudes de cada cual y, sobre todo, de las virtudes de un pueblo; y las virtudes patrióticas y revolucionarias no le faltaron ni le faltarán jamás a este pueblo (APLAUSOS).

Sin embargo, los revolucionarios tenemos que ser muy conscientes de cuáles son los problemas, de cuáles son las dificultades. Hay gente que no es consciente, hay gente que no entiende, hay gente, incluso, que no entenderá jamás. Hay gente que no entiende lo que es la patria ni lo que es la independencia; hay gente que no entiende qué es la historia, cuáles son las raíces de un pueblo; hay gente que no entiende lo que es el sentido de la dignidad patriótica y revolucionaria; hay gente que no entiende los procesos políticos y cuáles son los problemas objetivos. Hay quienes no lo entienden y contra esa gente tenemos que luchar; pueden confundir a algunos, siempre es una lucha.

El período especial es también una lucha política seria, en primer lugar, frente al imperialismo, a sus campañas, a sus consignas. Contra ningún país del mundo jamás se han dirigido los cientos de horas de transmisiones radiales que se dirigen contra Cuba. Contra ningún país del mundo, en ninguna época, se ha empleado un barraje tal de propaganda reaccionaria como contra la Revolución Cubana para debilitarla, para reblandecerla. Todos los recursos que el imperio dedicaba antes a combatir a los países socialistas y al movimiento comunista internacional los dedica hoy a un solo propósito: combatir a Cuba, reblandecer a Cuba, derrotar a Cuba, aplastar a Cuba.

En la mentalidad imperialista no cabe siquiera la idea de que un pueblo como Cuba haya tenido la osadía de enfrentársele, de hacer una revolución, de seguir adelante; menos le cabe todavía que los cubanos estemos dispuestos a seguir adelante con la Revolución, cuando el campo socialista en Europa se ha hundido (APLAUSOS). Ellos, que tantas veces nos llamaron lacayos, que tantas veces nos llamaron satélites, hoy no les cabe en la cabeza que hayamos demostrado ser el pueblo más independiente del mundo y no les quiere caber en la cabeza que seamos también, por esa misma razón y la de estar aquí a su lado y la de estar enfrentados a ellos, que seamos el pueblo más valiente de la tierra (APLAUSOS Y EXCLAMACIONES DE: «¡Fidel, seguro, a los yankis dales duro!»).

Podríamos decir que su gran sueño en los últimos 30 años ha sido aplastarnos, no pudieron lograrlo. Pero como se desplomó el campo socialista que nos sirvió de apoyo, de sostén, cuya solidaridad jugó un papel importantísimo en esta lucha nuestra contra el imperio y por nuestra identidad, por nuestra independencia, creen que esta es la gran oportunidad de aplastarnos, creen que no somos capaces y no seremos capaces de resistir; creen, o quieren creer, pero, desde luego, no pierden ni un segundo en trabajar con ese objetivo.

Efectivamente, para nuestro país la desaparición del campo socialista fue una gran tragedia, la desintegración de la URSS fue una tragedia todavía mayor y algún día la historia exigirá responsabilidades a los culpables. La desaparición del campo socialista, la desintegración de la URSS, la desaparición del socialismo en la URSS nos hizo un extraordinario daño y nos seguirá haciendo durante un tiempo indefinido un extraordinario daño, porque uno de los efectos que produjo fue una gran desmoralización en el movimiento revolucionario del mundo y una gran confusión; pero nosotros no nos íbamos a desmoralizar ni tampoco nos íbamos a confundir.

Produjo mucho temor en el mundo la desaparición de la URSS y el surgimiento de una situación en que el imperio se convierte prácticamente en amo unipolar, por ahora; pero nosotros no nos íbamos tampoco a atemorizar, nuestra decisión, nuestra única decisión, nuestra única alternativa era luchar. Pero es necesario que nuestros compatriotas —y, sobre todo, los revolucionarios, los militantes revolucionarios— tengan ideas claras de lo que significó para Cuba la desaparición del campo socialista y la desintegración de la URSS, ya no en el terreno político, pues siempre hemos sido fuertes políticamente y lo estamos demostrando en las más difíciles circunstancias; siempre nuestro proceso revolucionario fue muy fuerte.

Hubo aquí bastantes que se confundieron y se fueron detrás de la bola de trapo, que no fueron capaces de pensar con sus propias cabezas y prestaron oídos atentos a los cantos de sirena de determinada retórica política y determinadas teorías que llegaban desde la antigua URSS. Hubo, sí, ese tipo de problemas; pero políticamente nuestro Partido, afortunadamente, porque aprendió a pensar con su propia cabeza, estaba muy claro. Y hay que preguntarse ahora dónde están los que no estaban claros y dónde estamos los que estábamos claros: aquellos desaparecieron y, sin embargo, aquí estamos nosotros luchando (APLAUSOS).

Desde el punto de vista militar, hace mucho rato que sabíamos que si se producía una agresión imperialista teníamos que luchar solos aquí, ¡hace rato que lo sabemos! Hace mucho rato que se elaboró la teoría de la guerra de todo el pueblo y la concepción militar de nuestra defensa, y en ese campo hemos avanzado muchísimo, porque nos creíamos capaces y nos creemos capaces de derrotar una agresión imperialista con la guerra de todo el pueblo (APLAUSOS).

Recibimos grandes cantidades de armamentos de la antigua URSS, de lo cual estamos y estaremos eternamente agradecidos. En nuestro espíritu solidario con el resto del mundo, estuvimos dispuestos a correr los riesgos de una guerra nuclear en aquella Crisis de Octubre que pronto cumplirá 30 años. ¡Qué papel tan valiente y tan heroico desempeñó nuestro pueblo, qué firmeza ejemplar! Pero hemos conocido esas experiencias y somos fuertes, con nuestro concepto de la guerra de todo el pueblo, para defender la Revolución y el país.

¿Dónde nos hizo el más terrible daño? Nos lo hizo en el campo económico, y me pareció conveniente que yo les diera a ustedes algunos datos. A veces los hemos dado y todos estos datos siempre hay que repetirlos para que los revolucionarios los sepan, para que los confundidos no vengan a tratar de confundirnos y para que los equivocados de buena fe sepan a qué atenerse y cuenten con elementos de juicio suficientes.

Es en el campo económico donde nos golpeó de forma más terrible el desastre del campo socialista.

Tengo aquí algunos datos, no muchos —no he querido atiborrarlos—, pero en breves palabras les voy a decir en número lo que significó para la economía la desaparición del socialismo en Europa, en análisis que se han hecho.

Cuánto hemos perdido en nuestra capacidad de importaciones en millones de dólares a precios actuales del mercado, pérdida en precio de exportaciones —es decir, la diferencia entre los precios que recibíamos conveniados con la URSS y otros países, y los precios del que llamamos basurero del mercado mundial, porque ahí va a parar a ese basurero el azúcar que sobra—: por pérdida de precio con la URSS hemos perdido en azúcar 2 469 millones de dólares; con Europa del Este, 270 millones 500 000 dólares; en níquel hemos perdido 30 millones; en otros productos, 14,4. Por disminución de los créditos que recibíamos —ya que nosotros no recibíamos nunca crédito del Banco Mundial ni de organizaciones financieras internacionales controladas por Estados Unidos—, 1 463 millones —estoy hablando de cifra anual—; con los países de Europa del Este, 162 millones. Por crédito que recibíamos del Banco Internacional de Inversiones Soviéticas, 13 millones. Por encarecimiento de las importaciones estamos perdiendo, además, 80 millones. Por dificultades para ubicar productos —cítricos, por ejemplo—, estamos perdiendo 144,6 millones; en otros, 55 millones. En total, por este concepto estamos perdiendo por año 4 701 millones de dólares, y no son las únicas pérdidas; se trata de pérdidas directas de lo que recibíamos por nuestras exportaciones.

Pérdidas indirectas como consecuencia de la desestabilización de los suministros, afectación a producciones de exportación y pérdidas de determinadas facilidades financieras, otros 1 000 millones de dólares, lo cual suma 5 700 millones aproximadamente comparando 1992 con 1989. Esta comparación indica que la capacidad de compra del país en 1989 fue de 8 139 millones contra la capacidad de compra de 1992 —este año—, según estimado, de 2 200 millones de dólares. Vean la diferencia de la capacidad de compra, lo que nos trajo todo esto, la diferencia entre 8 139 millones de dólares y 2 200 millones de dólares que es con lo que nosotros estamos contando este año. Luego,

nuestro país ha perdido con ese desastre un 70% de su capacidad de compra. Vean qué terrible golpe a la economía. No se lo cuento a ustedes para que se desalienten, porque yo sé que ustedes son incapaces de desalentarse (APLAUSOS), se lo cuento para que tengan una idea, una medida del daño que en lo económico nos produjo todo eso, y qué proezas tenemos que realizar para resolver con 2 200 millones lo que antes resolvíamos con más de 8 000 millones de importaciones. ¿Es o no una prueba dura? ¿Es o no una proeza grande lo que se exige de nosotros? (APLAUSOS)

¿Y cómo ha reaccionado nuestro pueblo, el grueso de nuestro pueblo, la médula de nuestro pueblo, el alma de nuestro pueblo? ¿Cómo han reaccionado los verdaderos revolucionarios que constituyen el brazo y el músculo fundamental de la patria? No reaccionaron con pánico ni se desmoralizaron. Reaccionaron con decisión de lucha, siguieron la línea trazada por el Partido, por la Revolución, siguieron la línea consecuente, que en circunstancias como estas hay que seguir. ¿Qué íbamos a hacer? ¿Plegar nuestras banderas? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Rendirnos? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Abandonar nuestra lucha? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Renunciar a la Revolución? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Renunciar al socialismo? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¡No!, como dicen ustedes. Hemos hecho lo que nos correspondía, luchar.

Es posible que pocos pueblos hayan tenido que atravesar por una prueba más difícil, pero también somos afortunados al disponer de las cualidades excepcionales de nuestro pueblo.

Ya habíamos contemplado las posibilidades de un período especial en tiempo de guerra en caso de bloqueo militar total al país; pero no nos quedó otra alternativa que aplicar los principios del período especial en época de paz, que por difícil que sea no es como un período especial en época de guerra, que sería todavía mucho más difícil; y siempre estuvimos dispuestos a soportar un período especial en época de guerra, siempre estuvimos dispuestos a resistir un bloqueo total de nuestro país, porque si se hubiera producido un bloqueo militar total tampoco íbamos a plegar nuestras banderas, tampoco nos íbamos a rendir.

¿Cómo ha reaccionado nuestro pueblo en todas partes? Haciendo verdaderas proezas. Hay que reconocer el esfuerzo de nuestros obreros, de nuestros trabajadores, de nuestros racionalizadores e innovadores, de nuestras Brigadas Técnicas Juveniles, ideando, innovando, inventando, buscando soluciones, fabricando piezas en cualquier torno, buscando muchas veces materiales de desecho para mantener funcionando las fábricas, para mantener funcionando el transporte, los equipos en general de trabajo, de construcción, equipos de procedencia de numerosos países de los cuales no vienen ya piezas. Por segunda vez en la historia nos vemos en el mismo problema, pero esta vez más grave; nos pasó al principio de la Revolución con los equipos capitalistas y ahora nos pasa con los equipos socialistas. No obstante, los trabajadores se empeñaron en hacer funcionar las máquinas, las combinadas, todo lo que pudiera funcionar.

Es admirable la respuesta de nuestro pueblo a las movilizaciones, es admirable el esfuerzo de los movilizados temporales o permanentes de la capital y del resto del país. Solo de la capital de la república han pasado por la agricultura en dos años alrededor de 500 000 ciudadanos para producir alimentos. Millones de personas han pasado por la agricultura en estos últimos dos años para producir viandas, hortalizas, limpiar la caña; antes la caña se limpiaba casi toda con herbicida, hoy una gran parte se limpia manualmente. Y no solo nuestros obreros agrícolas, sino también los movilizados de la ciudad han ido a los campos para enfrentarse a este problema. Y no solo los movilizados de la ciudad, también hemos tenido el esfuerzo de los combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y del MININT, del Ejército Juvenil del Trabajo, de las Brigadas Estudiantiles que se movilizan en el verano, de los estudiantes en general, de los jóvenes, de los profesionales, de los médicos, de los maestros, de los entrenadores, de todos, para enfrentar los enormes inconvenientes que nos trae esta situación.

Claro, en estas condiciones del derrumbamiento del campo socialista el bloqueo económico de Estados Unidos nos hace mucho más daño; cuando existía el campo socialista teníamos créditos, teníamos asegurados los suministros de combustible, de materias primas, importantes suministros de alimentos; cuando teníamos asegurados los mercados el bloqueo económico nos hacía daño, pero no nos podía hacer un daño tan grande como nos hace ahora cuando el campo socialista y la URSS no existen.

El gobierno de Estados Unidos intensifica cada vez más el bloqueo y elabora nuevas medidas contra Cuba que, incluso, lesionan la soberanía de terceros países. No se conforma con esto y quiere someter a nuestro país a pruebas todavía más difíciles: hace todo lo posible para que no podamos comprar combustible en el mercado internacional, pero hace todavía un mayor esfuerzo para que no tengamos dinero con qué comprar y pagar el poco combustible que el país está recibiendo; persigue todo esfuerzo que realiza Cuba por incrementar las exportaciones, persigue todo esfuerzo que realiza Cuba por entrar en sociedades mixtas con empresas capitalistas, persigue todo esfuerzo, hasta el más mínimo esfuerzo que haga Cuba por exportar nuevos productos que está desarrollando, actúa contra nuestra economía como nunca antes y con un poderío tan grande como nunca antes tuvo. Es por eso que ahora en estas condiciones el bloqueo económico de Estados Unidos es mucho más dañino.

Creo que esto les da idea de las dificultades a las que nos enfrentamos. Pero vean lo que ha hecho el pueblo: el transporte casi ha disminuido un tercio; sin embargo, cientos de miles de trabajadores, de estudiantes y de personas se movilizan todos los días en bicicleta. Les puedo señalar un ejemplo: en la capital los viajes de ómnibus han disminuido de 30 000 diarios a 10 000, aproximadamente; la situación es similar en el resto del país. Cómo participa el pueblo en soluciones ante un problema tan grave con un recurso tan modesto como son las bicicletas.

En la agricultura se han incorporado decenas y decenas de miles de yuntas de bueyes para romper tierra y cultivar; los ferrocarriles, aquellos medios de transporte que resulten más económicos, se están empleando al máximo. Pero no solo ferrocarriles, en casi todo el país se han desarrollado servicios de recogida de basura y otros con caballos, carretones, mulos; incluso, los servicios de taxi se están sustituyendo en muchas ciudades, entre ellas esta, con coches o carros tirados por caballos.

¡Ese es un pueblo revolucionario, ese es un pueblo decidido a enfrentar los problemas, ese es un pueblo magnífico y valiente!

En todas partes, para resolver problemas alimentarlos, se han cultivado patios, solares, espacios abiertos por familias, por ciudadanos, por colectivos de trabajadores, buscándoles soluciones a estos problemas.

Quién podría suponer que, en medio de tan difíciles circunstancias, nuestro país pueda decir algo que no puede decir ningún país de América Latina, ningún país del Tercer Mundo y ni siquiera muchos países capitalistas desarrollados: se ha iniciado el curso escolar y no se ha quedado un solo niño o adolescente sin escuela; se ha iniciado el curso escolar y no se quedó un solo estudiante universitario —de los que estaban y de los que ingresaron— sin aula, sin universidad (APLAUSOS).

Estamos ya en el mes de septiembre y en este año del período especial la mortalidad infantil es inferior a la registrada en la misma fecha del año pasado y de cualquier año anterior (APLAUSOS). Estamos en período especial y no se ha quedado un solo trabajador sin empleo o sin amparo constituido por una parte importante de su salario, si es que no se le puede dar una reubicación; es decir, estamos en período especial y no se ha quedado un solo ciudadano desamparado en este país (APLAUSOS).

Estamos en período especial y hemos producido siete millones de toneladas de azúcar, ¡siete millones!; y no solo se han producido, sino que hemos sido capaces de venderlas cuando hemos perdido ya los mercados del campo socialista; y no solo hemos sido capaces de vender el azúcar producido, sino que había más demanda y más compromisos de azúcar que no pudimos cumplir. Es increíble que en las condiciones de periodo especial hayamos producido esos siete millones de toneladas de azúcar con el 30% de los recursos que se empleaban tradicionalmente en la zafra, ¡con el treinta por ciento de los recursos!, y en qué condiciones, sin herbicida, sin fertilizantes (APLAUSOS).

Qué esfuerzo tan grande vienen realizando nuestros investigadores y nuestros científicos para buscar formas de fertilizar los cultivos y controlar las plagas por medios biológicos; qué esfuerzo para buscar nuevas variedades más resistentes. Qué esfuerzo para buscar la forma de alimentar el ganado que se quedó sin cereales y sin pienso, lo cual afecta considerablemente algunas producciones como la de leche, porque los rebaños se vieron abruptamente privados de esos alimentos, y exige un enorme esfuerzo en la aplicación de técnicas y soluciones nuevas, pastoreo racional, siembra de caña para producir saccharina, siembra de leguminosas, una serie de medidas nuevas que se han estado y se están haciendo, que ya en algunas provincias empiezan a dar frutos, pero que no podían compensar en breve tiempo lo que significó la supresión total de pienso en el ganado vacuno.

Qué esfuerzo se realiza para tratar de alimentar por distintas vías, empleando sobre todo derivados de la caña de azúcar, la masa porcina que se quedó también sin pienso. Qué esfuerzo para utilizar el poco que podemos importar para garantizar algo como, por ejemplo, la producción de huevos; siempre en espera de que llegue el último barco con algún cereal, porque toda esa inestabilidad en los suministros causó mucho daño en las producciones.

Qué esfuerzo han estado realizando nuestros técnicos, nuestros investigadores y nuestros científicos para salvar la masa ganadera y preservar las condiciones que nos permitan en el futuro un incremento de las producciones. Y qué esfuerzo han realizado también en otros muchos campos.

Así ha respondido nuestro pueblo, ningún contingente se ha disuelto, mantenemos la decena de contingentes que habíamos organizado para la construcción, muchos de ellos realizando otras actividades, una parte importante en obras priorizadas, porque mantenemos nuestros programas priorizados, en primer lugar, el programa alimentarlo, con todas estas dificultades.

No mencioné tal vez los enormes esfuerzos que estamos haciendo para producir proteínas en los embalses de las presas, las cientos de instalaciones que hemos hecho en estos últimos tiempos para multiplicar la producción de peces de agua dulce y disponer de ese alimento para la población; pero les decía que los programas priorizados se mantienen y se trabaja duro en ello. Los programas alimentarios, los programas de la industria farmacéutica y biotecnológica, los programas turísticos marchan. Quizás no marchen con todo el ritmo que quisiéramos, pero marchan y marchan con un importante ritmo en medio de las dificultades.

Muchos programas sociales hemos tenido que paralizarlos, no nos alcanza el combustible para el cemento, no nos alcanza el combustible para los materiales de construcción, no nos alcanza el combustible para los equipos y tenemos que seguir un orden de prioridades muy riguroso.

Ahora bien, podemos preguntarnos: ¿Habría podido un país capitalista soportar semejante golpe a su economía? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!»)

A lo largo de nuestra historia la economía sufrió golpes exteriores importantes, incluso en el siglo pasado y en este. ¿Quién no ha oído hablar de aquella abrupta caída de los precios después de la Primera Guerra Mundial? ¿Quién no ha oído hablar de los precios del azúcar en la década del treinta? Pero jamás la economía de nuestro país había recibido un golpe tan terrible como el que les señalaba con datos y cifras anteriormente.

¿Habría podido un país capitalista soportar ese golpe? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Habría podido un país capitalista en estas condiciones producir 7 millones de toneladas de azúcar? (EXCLAMACIONES DE «¡No!») ¿Habría podido un país capitalista hacer la distribución justa, equitativa, que se hace hoy en nuestro país de los productos disponibles? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Habría podido un sistema capitalista reducir todavía más la mortalidad infantil en estas condiciones? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Habría podido un país capitalista garantizar empleo a todos los ciudadanos del país, o amparo si no empleo a todos los ciudadanos del país con un golpe tan terrible? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Habría podido garantizar aulas a todos los maestros y profesores? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Habría podido garantizar libros y libretas, profesores, maestros y aulas a todos los niños del país? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Qué país capitalista habría podido hacer esto en medio de condiciones tan difíciles y de un golpe tan terrible? ¡Solo la Revolución y solo un país socialista, verdaderamente socialista y revolucionario, habría sido capaz de resistir un golpe semejante! (APLAUSOS)

¿Qué habría sido de este pueblo en una sociedad capitalista, qué habría sido de este pueblo en circunstancias como esta?

Por bajo que fuera el precio del azúcar, nunca la capacidad de compra del azúcar fue más baja que hoy. Veamos un ejemplo, les hablé de que hemos producido en esta zafra 7 millones de toneladas, de ahí hay que descontar el consumo, lo demás se exporta: con el azúcar que exportamos apenas alcanza para comprar el limitado combustible que estamos utilizando; porque una de las peores cosas —comparada con el pasado— es que

al triunfo de la Revolución, en 1959, 1960, cuando vinieron las primeras medidas de Estados Unidos contra Cuba, con 1 tonelada de azúcar se compraban aproximadamente 8 toneladas de petróleo —fíjense— y hoy con 1 tonelada de azúcar, a los llamados precios del mercado mundial, en este momento se compra solamente 1,4 toneladas de petróleo. ¡Con una de azúcar, una coma cuatro toneladas de petróleo! Esa correlación de precios entre azúcar y petróleo no existió jamás.

Con la URSS teníamos convenios antes de que los precios del petróleo se dispararan hacia arriba como consecuencia de las crisis en el medio Oriente y de determinados fenómenos internacionales, entre ellos la implantación de precios monopólicos. El precio del petróleo creció de 10 a 15 veces, y esos son los precios que más o menos se mantienen. Pero piensen ustedes lo que significa que con 1 tonelada de azúcar hoy compremos solo 1,4 toneladas de petróleo.

Les iba a decir que con los soviéticos tuvimos acuerdos previos antes de la escalada del precio del petróleo, y cuando subía el precio del petróleo subía también el precio del azúcar, por eso casi a lo largo de los últimos 30 años, con 1 tonelada de azúcar, mediante los acuerdos que teníamos con ellos, comprábamos, aproximadamente, 7,5 toneladas de petróleo. Es decir que nuestro pueblo hoy tiene que pagar 1 tonelada de azúcar por 1,4 toneladas de petróleo; eso puede, incluso, disminuir o puede aumentar según aumente o disminuya el precio del petróleo, pero estoy hablando de los precios actuales. Esto quiere decir que cada central térmica, o cada locomotora, o cada camión, cada vehículo está consumiendo azúcar; es como si en vez de echar toneladas de combustible, echáramos toneladas de azúcar. Hoy nuestros vehículos automotrices están caminando con azúcar que se intercambia en una proporción ínfima por petróleo en una correlación de 1 a 1,4. Quiere decir que por cada 1,4 toneladas de petróleo que se gaste, es como si estuviéramos echando allí 1 tonelada de azúcar, y ustedes saben lo que cuesta producir el azúcar: sembrar y cultivar la caña, cortarla, transportarla, elaborar el azúcar, almacenarla y exportarla, vean si los obstáculos son o no grandes.

¿Con esa correlación de precios entre azúcar y petróleo, qué habría pasado en este país en una sociedad capitalista, en una sociedad en que los medios de producción fueran propiedad privada? Les digo que solo el socialismo y solo la Revolución habrían podido enfrentar un golpe tan terrible como el que hemos recibido nosotros, en virtud de acontecimientos que nada tienen que ver con nosotros, en virtud de acontecimientos cuya responsabilidad no es nuestra, sino de otros, y de fenómenos que caracterizan la actual economía mundial. Por eso digo hoy en esta conmemoración histórica que si antes creía mucho en el socialismo, ahora creo mucho más (APLAUSOS); si antes creía en la Revolución, ahora creo mucho más (APLAUSOS); si antes creía en la justicia social, ahora creo mucho más; si antes creía en el pueblo, ahora creo mucho más (APLAUSOS PROLONGADOS).

Habrá por ahí mentecatos que crean que el imperialismo le va a regalar algo a Cuba. El imperialismo jamás ha regalado nada a nadie y lo que ha hecho desde que surgió al mundo es explotar a los pueblos; y cuando al imperialismo se le hace la menor concesión exige más, y cuando le hacen otra exige más, y mientras más le hagan, más exige. Por eso nosotros seguimos aquella filosofía del Che planteada en las Naciones Unidas de que al imperialismo no se le puede hacer la más mínima concesión, y esa es la filosofía que nos enseña la historia de nuestro país.

Si el imperialismo se apoderara de nuevo de Cuba sería para explotarla hasta la médula de los huesos, no para regalarle petróleo, no para reducir la mortalidad infantil, no para dar un aula a cada niño, no para dar un empleo a cada ciudadano, sino para que vuelvan otra vez el analfabetismo, el desempleo, la miseria, el juego, las drogas, la prostitución.

¿Habrá mentecatos que puedan pensar que este país pueda tener otra alternativa que la lucha? Y digo aquí en esta fecha histórica, ante este pueblo valiente y revolucionario, que si la alternativa fuera esa de volver a ser lo que ya fuimos, de dejar de ser lo que somos y queremos ser, los revolucionarios preferimos mil veces la muerte (APLAUSOS), y con los revolucionarios habrá que contar en este país durante mucho tiempo.

Cienfuegos ha sido una de las provincias más afectadas por este desastre socialista, la fábrica de nitrógeno está parada, la fábrica de cemento está con un mínimo de producción, muchas industrias de materiales están paradas, la refinería cuya primera etapa se terminó no pudo echar a andar por falta de combustible, y así hay muchas instalaciones industriales, de las creadas por la Revolución, que estarán parcialmente paradas o temporalmente paradas, que algún día las echaremos a andar todas si somos capaces de preservar la patria, la Revolución y el socialismo (APLAUSOS PROLONGADOS).

Cienfuegos es la provincia que más ha sufrido, pero pregunto: ¿Se quedó acaso algún cienfueguero sin empleo o sin amparo? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Podrá alguna madre cienfueguera o de cualquier lugar del país decir que su hijo no tuvo escuela al inicio del curso escolar? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!») ¿Podrá decir alguna madre embarazada que no recibió la atención de los médicos igual o mejor que la que recibía antes? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!) ¿Podrá decir alguna madre que su hijo se quedó sin asistencia médica o que el riesgo de su hijo aumentó? (EXCLAMACIONES DE: «¡No!»)

Es decir que esta provincia, una de las más afectadas, si no fuera por la Revolución, si no fuera por el socialismo habría tenido que soportar terribles sacrificios (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).

¿Este recuento quiere acaso decir que lo estemos haciendo todo perfecto? No. ¿Quiere decir que todo el mundo esté luchando parejo? No. Lo sabemos. Todo este análisis debe conducirnos a la toma de conciencia de la necesidad de que cada militante, de que cada cuadro del Partido, del Estado, que cada trabajador, que cada técnico en el lugar que ocupe tiene que hacer el máximo de su esfuerzo.

Siempre habrá lumpen, desgraciadamente, y siempre habrá holgazanes que pretendan resolver sus problemas a costa del sudor de los demás, pero eso no nos desalienta, no nos detiene; trataremos de buscar cada vez más y más la forma de que el fruto del trabajo vaya fundamentalmente hacia aquellos que producen o prestan servicios a la sociedad (APLAUSOS). Pero mientras tanto, en condiciones como estas en que es necesario hacer una distribución que se ajuste a esta situación, no nos queda más remedio que darles su cuota de pan también al holgazán y al lumpen, su cuota de vianda y de lo demás. No es que nos guste, pero resulta un deber humano ineludible; sin embargo, ello no impide mejorar cada vez que podamos los comedores de las fábricas, de los centros de trabajo, y hacer cada vez que podamos distribuciones dirigidas hacia aquellos que más trabajan y producen.

Me queda un tema muy importante para Cienfuegos y también para el país. Lamento tener que extenderme un poco en esto, pero no todos los años se reúnen un 26 de Julio y un 5 de Septiembre.

Quería contarles que hace unos días, el 2 de septiembre, hice una rápida visita a la CEN de Juraguá. Ya me imagino que todos los cienfuegueros deben conocer más o menos lo que conversé con los trabajadores que están construyendo la Central Electronuclear.

No nos quedó otra alternativa que paralizar la construcción de esa obra, la más importante de Cienfuegos y posiblemente una de las más importantes del país. Me reuní con los trabajadores, llovía ese día, sin embargo, dimos un acto vigoroso y revolucionario. Les expliqué las razones por las cuales teníamos que paralizar, aunque fuera temporalmente, esa obra; y esas razones —para que se comprenda mejor— fueron las que le dimos al gobierno de Rusia para proponerle la paralización de esa obra.

Como ustedes saben, Rusia se declaró heredera de la antigua URSS, de sus compromisos y derechos. Nosotros le informamos al gobierno ruso las razones por las cuales nos habíamos visto en la necesidad de tomar esa amarga decisión.

Si me permiten, las voy a leer, aunque me tome un poco de tiempo, si la paciencia de ustedes lo admite (APLAUSOS). Es una cosa importante tanto para la opinión pública nacional como internacional.

Las razones que les dimos a las autoridades rusas fueron las siguientes:

«En 1972, cuando las máximas instancias de gobierno de Cuba y la Unión Soviética acordaron el inicio de una cooperación para la introducción de la energética nuclear en Cuba, se abría una oportunidad no solo ventajosa para Cuba sino también para la industria nuclear soviética: desarrollar y perfeccionar su tecnología en un país con condiciones muy diferentes al ámbito europeo, lo que le permitiría —como sucedió realmente— ampliar sus mercados de exportación a otras regiones. En ese contexto de ventajas mutuas para ambas naciones, se comenzaron los pasos para la construcción de la CEN de Juraguá.

«El elemento fundamental para la concertación de un acuerdo de esa naturaleza era la relación de amistad y confianza establecida durante muchos años entre nuestros pueblos, y la voluntad política de apoyar un intercambio justo que comprendiera créditos razonables para una inversión de ese tipo. Sobre esa base se estableció un compromiso serio y sólido para la concepción, la construcción, la puesta en marcha, el suministro del combustible, la atención durante la vida útil de la CEN y la garantía de una explotación segura de la planta.

«En los convenios intergubernamentales sobre la colaboración económica y técnica se incluía el suministro de dos reactores nucleares de 440 megawatts de potencia cada uno —Proyecto B-318—, en condiciones apropiadas de crédito, y se establecieron las obligaciones de ambas partes en la ejecución de esa obra y el suministro íntegro soviético de la tecnología y su asistencia técnica. Se firmaron sucesivos acuerdos. El del 14 de abril de 1976 previó condiciones de pago en 25 años a partir del primero de enero de 1981 o año siguiente al del suministro para las entregas posteriores a 1980, con 2,5 por ciento de interés; el del 17 de abril de 1981 previó 12 años a partir de los dos años siguientes al último suministro necesario para la puesta en marcha, con 4 por ciento de interés; el del 10 de abril de 1986 previó 12 años, con 5 años de gracia a partir de las entregas y 4 por ciento de interés; y el del 29 de diciembre de 1990 se firmó con iguales condiciones que el de 1986» —es decir, 12 años más 5 de gracia. «El 6 de octubre de 1989 se firmó el Convenio Intergubernamental sobre la Colaboración en la Construcción en la República de Cuba de la Central Electronuclear de Juraguá.»

Estos son los convenios suscritos con ellos acerca de la construcción de esta central. En realidad, íbamos avanzando hacia cuatro reactores y ya se trabajaba en los estudios para la construcción de la central electronuclear del oriente del país.

«Un análisis del estado actual de la construcción de la CEN muestra el esfuerzo serio y sostenido que Cuba, en las condiciones más difíciles, ha realizado para cumplir los compromisos suscritos. Así tenemos que el Bloque 1 de la CEN presenta la situación siguiente:

      • se ha terminado el 90 por ciento de la construcción civil;
      • están terminados en más de un 95 por ciento los objetos auxiliares, y algunos en condiciones de puesta en marcha;
      • se han vertido más de 350 mil metros cúbicos de hormigón;
      • se han instalado unas 7 mil toneladas de equipos y cerca de 3 mil toneladas de tuberías tecnológicas; y
      • se cuenta con el 80 por ciento de los suministros para la puesta en marcha del bloque.

«Se han invertido hasta la fecha más de 1 100 millones de dólares,» —vean ustedes lo invertido ahí— «y construido una ciudad con más de 2 000 viviendas, una base industrial de apoyo a la construcción de la CEN, carreteras, líneas de ferrocarril, un politécnico, un puerto para grandes pesos y el resto de las obras demandadas para la infraestructura técnica y de servicios de esa obra colosal. Nuestro país no ha escatimado esfuerzos en la creación de una base sólida de apoyo científico-técnico para la asimilación de la nucleoenergética y la introducción de las ciencias y tecnologías nucleares en la economía nacional, con ese fin se han preparado unos 2 000 profesionales y miles de obreros calificados en esa especialidad, y se han creado una base legal y normalizativa para esa actividad y las instituciones y las entidades que aseguran ese programa.»

Estos son los argumentos que les hemos dado a las autoridades rusas.

«Nuestro país ha dado una muestra superior de respeto a lo acordado a pesar de los atrasos provocados en la construcción de la CEN por las indefiniciones sobre el sistema automático a utilizar en su control, como consecuencia del trágico accidente en la CEN de Chernobil, que obligó a las organizaciones soviéticas a revisar y perfeccionar los requerimientos de esos medios técnicos».

En realidad, este tipo de reactor no tiene nada que ver con el de Chernobil, el de Chernobil es de otra tecnología; este que estábamos construyendo aquí es el más seguro que existe en el mundo y el que existe en todos los países prácticamente. De todas maneras, el accidente de Chernobil obligó —como dice aquí— a las organizaciones soviéticas a revisar bien todo lo relativo a las medidas de seguridad, control, etcétera.

«A esos atrasos» —continuamos diciéndoles a las autoridades soviéticas— «se sumaron otros derivados de las prolongadas dificultades internas en la Unión Soviética, y posteriormente de los cambios radicales y dramáticos que se han estado produciendo en las relaciones de colaboración entre Cuba y Rusia, sin que a nuestro país le quepa la menor responsabilidad por ello.

«En las situaciones más difíciles, el Gobierno de Cuba ha albergado la esperanza de que se pudieran preservar las condiciones de colaboración en la CEN de Juraguá para poder concluir ese objetivo, incluso después de la cancelación de otros también de vital importancia.

«Basándonos en esas consideraciones se ha estado trabajando, y se recibió en los primeros días de abril de este año» —1992— a la delegación rusa encargada de revisar la colaboración sobre la CEN de Juraguá. Lamentablemente las autoridades rusas, después de cambiar totalmente las relaciones de intercambio comercial entre ambos países y suspender unilateralmente todas las relaciones de colaboración, han propuesto continuar la CEN en términos y condiciones que hacen totalmente imposible ese objetivo, ya que hemos comprobado que aunque se nos ofrece un crédito para cubrir una parte de los gastos de las organizaciones rusas, las condiciones nuevas en las que se tendría que concluir la obra serían las siguientes:

      • el crédito no cubriría la totalidad de los suministros y los servicios de Rusia, la CEI y otros países, ni el suministro de equipos, instrumentos y materiales producidos adicionalmente por acuerdo entre las partes, incluidos los de reposición para sustituir a los que quedaran fuera de servicio;
      • una parte del sistema automático tendría que ser adquirida por Cuba directamente en un tercer país, sin contar con la garantía rusa;
      • condiciones y formas de pago muy diferentes por la realización de los montajes especiales de los equipos fundamentales, los trabajos de ajuste y puesta en marcha, la preparación del personal de explotación de la CEN, el montaje, el ajuste y la puesta en marcha del sistema automático de dirección correspondiente al suministro ruso, los servicios en la explotación, y la asistencia técnica; y
      • realizar la entrega de los suministros en condiciones FOB y no CIF como estaba acordado antes.»

Es decir, todos estos hierros que se habían comprometido a traer en la flota de la URSS tendríamos que traerlos nosotros, ¿en qué barcos? Porque una de las cosas que no mencioné cuando hablaba de las dificultades es que antes una gran parte de nuestros productos de importación y exportación viajaban en barcos soviéticos y de países socialistas y, aunque nuestra flota creció mucho, no es suficiente todavía. Hoy todo lo que se exporta e importa prácticamente tenemos que hacerlo por nuestra cuenta, con nuestra flota o alquilando barcos en divisa convertible.

«Proponer que Cuba pague al contado a organizaciones rusas unos 200 millones de dólares y gestione la obtención de créditos adicionales a los anteriormente aceptados por unos 200 millones más en terceros países para la terminación de la CEN, es no tener en cuenta que Cuba está enfrentando decididamente la intensificación del bloqueo económico que durante los últimos 30 años el gobierno de Estados Unidos nos ha impuesto, y no cuenta con acceso a fuentes de créditos de organismos financieros internacionales ni de otros tipos. Por otra parte, tampoco se consideran las dificultades de la economía de nuestro país que nos obligaron a declarar el período especial en tiempo de paz, a causa de la disminución de más de un 60 por ciento de nuestras importaciones, fundamentalmente, por haber suspendido Rusia las tradicionales relaciones de intercambio comercial entre ambos países.

«A la delegación que nos visitó en abril le expusimos nuestras objeciones a las nuevas condiciones planteadas para terminar dicha obra. Se nos ofreció que en el mes de mayo se haría la presentación definitiva y oficial de las propuestas rusas. Decidimos esperar esa presentación antes de tomar una decisión sobre el problema. Transcurre el tiempo y, sin embargo, no se remiten los documentos ofrecidos. Mientras tanto, cada día que pasa enterramos nuevos recursos humanos y materiales en esa obra. Para nosotros es ya sumamente oneroso esperar más.

«Estos hechos nos han llevado a la dolorosa conclusión de que proseguir la obra en las nuevas condiciones propuestas, y con tantos obstáculos, dificultades y dilaciones para definir sobre bases sólidas y realistas la conducta a seguir, es algo insoportable para nuestra economía en las actuales circunstancias. Por tanto hemos decidido proponer al gobierno ruso la paralización temporal de esa obra, y si en un futuro las condiciones que han obligado a esa decisión cambiaran, Cuba estaría en disposición de evaluar la reanudación de su construcción.»

Como les expliqué a los trabajadores constructores de la CEN, ahí estamos enterrando recursos todos los días, todos los años; ya hemos invertido 1 100 millones, ¿para qué? ¿Para esperar quién sabe cuántos años antes de poder encender un bombillo con energía de esa planta, sin ninguna seguridad acerca de los suministros, incluso en este momento sin ninguna seguridad acerca de la entrega de los combustibles nucleares que necesitará esa planta? En esas condiciones que acabo de explicar, que son los argumentos que empleamos para dirigirnos a las autoridades rusas, sería una locura, realmente, continuar empleando millones de horas de trabajo y cuantiosos recursos en la continuación de esa obra.

A los técnicos —y ahí hay cientos de técnicos rusos o de la CEI, buenos técnicos, buenos colaboradores, no tenemos queja de ellos, pero hay cientos de ellos— hoy tenemos que pagarles en divisa convertible la colaboración. Es alrededor de 300 000 dólares al mes lo que hay que gastar. Para citar un ejemplo, con 300 000 dólares al mes, que son más de tres millones y medio de dólares al año, se pueden conseguir materias primas para 6 millones de pares de zapatos plásticos cada año (APLAUSOS), con solo lo que hay que pagarles a los técnicos. ¿Para poder encender un bombillo cuándo? ¿Es justo que en esas condiciones sigamos enterrando esos recursos, como explicamos aquí, con los argumentos mencionados?

Ahí llegaron a trabajar 12 000 hombres, hoy trabajan entre 6 000 y 7 000. ¿Es justo que unos magníficos obreros como esos los estemos invirtiendo en tal actividad en este momento? Todo eso les expliqué a los trabajadores.

Les expliqué que a lo mejor esta suspensión es definitiva, todo dependerá de las condiciones que puedan presentarse en el futuro. Pero vamos a reservar la esperanza de que pueda reanudarse de alguna forma, y pueda aparecer alguna solución en ese sentido que justifique plenamente el esfuerzo.

Para esos trabajadores fue durísimo. Hay compañeras y compañeros que han empleado una parte importante de su vida en esa obra y tenían ilusiones muy grandes.

Pero nosotros no vamos sencillamente a desmantelar eso. Les expliqué que teníamos que transferir esa fuerza de trabajo hacia otra área que diera frutos más rápido y les proponía a los constructores civiles, en lo fundamental, pasarlos al frente de las construcciones turísticas, enviarlos a Varadero, no de vacaciones (RISAS), sino a construir allí, enviarlos a Cayo Coco, a la Isla de la Juventud, a distintos lugares donde estamos desarrollando importantísimos centros turísticos que deben expresarse en importantes ingresos en divisa convertible para el país, en mucho menos tiempo y de una forma mucho más segura.

Ahí hay una gran brigada de montadores, mantener organizada esa brigada de montadores, no dispersar la fuerza, no desorganizarla, mantener unidas las distintas fuerzas que están allí. Estos montadores pueden trabajar en la industria azucarera —quiero decir en las reparaciones, en mantenimiento u obras nuevas—, en industrias priorizadas, en distintas actividades, puesto que son de los mejores soldadores y montadores que tiene el país; mantenerlos organizados y darles tarea, aunque no sean todos juntos en el mismo lugar, pero mantener la organización.

Aparte de esta fuerza de constructores que podemos transferir a otras áreas hay que dejar allí un número importante en los próximos meses. Todavía tenemos que seguir invirtiendo algún cemento y algunos materiales, porque hay objetos de obra que si se quieren preservar hay que recubrirlos, no se pueden dejar en la etapa que están ahora.

Para conservarlos y mantener la esperanza de poder quizás un día reanudar la obra, hay que seguir invirtiendo, hay que seguir trabajando; de modo que allí debe quedar un número importante de obreros durante un tiempo en esas tareas de construcción para preservar los equipos y las tecnologías. Además debe quedarse un grupo de trabajadores en el mantenimiento, hará falta un número allí; pero, además de la fuerza de constructores, tenemos los que iban a explotar la electronuclear.

Hay alrededor de 1 500 trabajadores preparados durante un montón de años, hay cientos de ingenieros y técnicos. Nosotros proponemos que no dispersemos tampoco esa fuerza, darle un empleo allí en el mantenimiento y en otras cosas, en cualquier parte, pero mantener esa fuerza, de manera de conservar todos los recursos humanos que hemos preparado y que hemos creado para la construcción y para la puesta en marcha de la Central Electronuclear.

Hay pocos países que tengan una fuerza tan calificada, tan preparada y tan experimentada como la fuerza que tenemos ahí; nuestra proposición es no desorganizarla, no dispersarla.

Les expliqué que ningún trabajador, constructor o de la futura explotación de la CEN, se quedaría sin empleo, que es el principio que hemos seguido con todos (APLAUSOS). Les expliqué estos detalles a ellos. Hay que decir que con toda franqueza les razoné, les leí estos materiales, les añadí argumentos, a pesar de que sabía qué duro golpe era para muchos de ellos y para todos ellos, y su reacción fue formidable, fue extraordinaria, los invité a todos a este acto. Les expliqué que me adelantaba a explicarles a ellos el problema (APLAUSOS), que en el acto teníamos que explicarlo al resto del país y, lógicamente, esta noticia la divulgará también la prensa internacional. La respuesta de los trabajadores fue excelente, la que esperábamos. ¡Ahí están ellos, dispuestos a ir a trabajar donde sea, dispuestos a trabajar donde se les sitúe y a mantener unida esa extraordinaria familia de constructores y de trabajadores de la electronuclear! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Debo decir que ese día, como es lógico, hubo hombres y mujeres que derramaron lágrimas, hasta la naturaleza lloró esa tarde, y yo les decía que la naturaleza podía llorar, pero que nosotros no podíamos llorar, excepto que fuera por patriotismo y por emoción, como estaban llorando muchos allí (APLAUSOS).

Nos quedamos realmente maravillados del espíritu de esos compañeros, y es una fuerza que no podemos perder bajo ningún concepto. Nosotros debemos estar preparados, listos siempre para todo; si hay que parar definitivamente, parar definitivamente; y si hay que recoger otra vez la fuerza y enviarla para allá, hacerlo. Les prometí a ellos que, incluso, teníamos que recuperar buenos trabajadores que en algún tiempo prestaron servicio allí y después pasaron a otras actividades, que lejos de disminuir esa fuerza constructora debía aumentar para poder contar con ella en cualquier momento. Estas son las cosas que tenemos que hacer en período especial. Y esta medida se dilató, como explicamos ahí: estuvimos esperando, esperando, discutiendo, discutiendo, siempre con la esperanza de alguna solución, hasta que llegó el momento en que quedó clarísimo para todos nosotros que teníamos que tomar esa medida.

No sé si les dije que nosotros con esto nos ahorrábamos 1 200 000 toneladas de petróleo, con las dos primeras unidades; ahora, como ustedes saben, las unidades que mantenemos funcionando en la industria eléctrica son las más eficientes. Estamos haciendo esfuerzos en muchas direcciones, no me gusta mucho hablar de los esfuerzos que hacemos para que el enemigo no esté demasiado despabilado o advertido; pero no nos olvidamos de otras direcciones, de otros frentes, de la búsqueda de otra fuente energética, de las posibilidades de explotación de determinados ríos; no nos olvidamos del petróleo, de las exploraciones, y hemos dado una serie de pasos en esa dirección, hemos estado buscando tecnologías para incrementar la producción de nuestro propio petróleo, que ya este año será de cerca de un millón de toneladas.

No descuidamos uno solo de los programas, de la biotecnología, de la industria farmacéutica, del turismo, de la industria energética, de la producción de alimento para la población, porque no abandonamos ni abandonaremos nuestra lucha, no descansaremos un solo segundo, ese es nuestro compromiso más sagrado.

Ya les expliqué hoy las razones, vamos a luchar, vamos a resistir, no nos vamos a rendir jamás, y con los revolucionarios cubanos el imperialismo tendrá que contar durante mucho tiempo (APLAUSOS).

Si trabajamos bien, si luchamos con inteligencia, si mantenemos nuestra unión, nuestra firmeza, nuestro espíritu, si sabemos estar a la altura de estos tiempos, si no queremos defraudar jamás la confianza que han puesto en nosotros otros pueblos del mundo, la confianza que han puesto en nosotros toda la gente revolucionaria y progresista de este mundo, y todos los pobres de este mundo, que ven a Cuba como un símbolo de lucha y de resistencia, símbolo que no podemos abandonar, símbolo que no podemos destruir, símbolo que no podemos traicionar, marcharemos adelante, encontraremos soluciones a nuestros problemas.

No olvidaremos jamás que este es el pueblo del 68 y del 95, del Moncada y del 5 de Septiembre, de la Sierra y del llano, de la lucha clandestina, de las gloriosas misiones internacionalistas, no lo olvidaremos nunca (APLAUSOS); y que somos los descendientes de aquellos que lucharon 10 años, de aquellos que soportaron la reconcentración de Weyler, quien hizo algo que trata de hacer hoy el gobierno de Estados Unidos, rendir por hambre a nuestro pueblo, matar de hambre a nuestro pueblo, a nuestros trabajadores, a nuestros campesinos, a nuestras mujeres, a nuestros niños. Eso ya lo quiso hacer Weyler una vez en nombre del colonialismo español a un costo altísimo para Cuba y no pudo lograrlo. No pudo lograr rendir a nuestro pueblo, menos lo podrá el imperialismo yanki con las gloriosas y hermosas tradiciones que hoy atesoran nuestro pueblo y la nación cubana (APLAUSOS).

Por eso hoy, en esta histórica fecha, me vienen a la mente, con toda razón y con toda justicia, aquellas palabras que pronunció Camilo en su último discurso, en el viejo Palacio de Gobierno, al recordar los versos famosos de Bonifacio Byrne cuando dijo:

«Si deshecha en menudos pedazos/
llega a ser mi bandera algún día/
nuestros muertos alzando los brazos/
la sabrán defender todavía» (APLAUSOS);

como sabremos nosotros defender a nuestros muertos, a nuestros héroes y mártires, a todos los que han caído a lo largo de la gloriosa historia de nuestra patria. Porque sabemos que si un día el imperialismo pudiera apoderarse otra vez de esta tierra, donde tendría que recoger, como dijo Maceo, el polvo de nuestro suelo anegado en sangre si no perece en la contienda (APLAUSOS), la memoria de nuestros mártires y héroes sería barrida, la lucha de más de 120 años estaría perdida; ni los restos de nuestros héroes quedarían, nada que recordara su historia, un solo símbolo, una sola estatua, una sola tumba, un solo nombre de mártir en cualquiera de nuestros hospitales, de nuestras escuelas, de nuestras cooperativas, de nuestras fábricas.

Sabemos eso, y sabemos lo que significaría el regreso del imperialismo y del capitalismo a nuestro país. Por eso, como decía Byrne, nuestros muertos defenderán nuestras banderas, y nosotros con nuestras manos, nuestras vidas, nuestros corazones y nuestra sangre, sabremos defender a nuestros muertos.

¡Socialismo o Muerte!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

+Fuente: Cuba

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