Cuarenta y cuatro años del triunfo Sandinista en Nicaragua
por Enrique Villanueva Molina (Chile)
1 año atrás 8 min lectura
19 de julio de 2023
Han trascurrido 44 años de aquel 19 de Julio heroico, un camino que el tiempo hace olvidar que fue largo y duro, que nació con las esperanzas surgidas en las trincheras de la lucha clandestina, entre el férreo optimismo, la fe en el triunfo y que se fue acumulando durante los años del combate directo con el eterno enemigo de nuestros pueblos. Una fuerza que surgió durante la lucha de liberación nacional y luego, en la defensa del triunfo revolucionario de los ataques de los enemigos de la patria Sandinista, enfrentando a quienes sin escatimar esfuerzos ni recursos intentaron permanentemente invadirla con el fin de dominarla y derrotarla.
El 19 de Julio por lo tanto no es solo una fecha, rememora recuerdos y tambien la invitación a reflexionar, más aún en medio de un momento difícil que se vive en el mundo entero, en el cual la arremetida de los grandes capitales mundiales por decidir el reparto del planeta en acuerdo a sus conveniencias revive lacras como el fascismo en sus nuevas expresiones. Tal cual sucede hoy en nuestro pais, en donde las debilidades del sistema democrático garantizan a sus declarados enemigos y más tenaces, la tolerancia legal y las herramientas legítimas con las cuales se preparan para derribarlo, como lo hicieron hace 50 años el 11 de septiembre de 1973, asesinando a Salvador Allende, el legítimo presidente de la república, ocupando el pais militarmente para imponer un modelo económico político y social afín a sus intereses.
En este contexto las elites financieras globalizadas y con la aplastante maquinaria de propaganda y medios de comunicación, preocupadas de mantener a flote un sistema neoliberal agotado y repudiado mundialmente, opacan o minimizan cualquier intento de recordar aquellos logros que una vez significaron una luz de esperanza para cambiar el rumbo de nuestros pueblos en el continente, triunfos épicos que demandaron el respeto a la soberanía, el justo reclamo del usufructo de sus riquezas naturales y la libre determinación, la justicia social. Hoy esos ejemplos de dignidad y valentía de nuestro pasado son encasillados en el concepto del eje del mal, del terrorismo, entre otros, discurso repetido desde el pulpito siempre mezquino del análisis político o económico, que separa o corta convenientemente en dos las historias, entre el pasado y el presente, intentando hacer olvidar a Cuba y Nicaragua las dos revoluciones triunfantes en nuestro continente.
Pero lo cierto es que no es posible olvidar los logros que en el pasado señalaron un camino de dignidad y justicia social, entre los cuales está la revolución Cubana y el triunfo de la revolución Sandinista en 1979, hechos históricos que contradijeron en su momento y lo seguirán haciendo, los intereses de las elites locales y mundiales en sus afanes de dominación. En tal sentido entonces lo justo es ubicar estos hitos históricos en el lugar que les corresponde, sin dejar de considerar la mirada que cada cual tiene sobre ellos, lo que no debiera opacar el gran significado que tuvieron y tienen para muchos y muchas en nuestro continente y en nuestro pais, para quienes continúan dibujando un futuro distinto al que en el presente nos complica la vida.
Entre varias hay al menos dos razones para mantener vigentes en la memoria el significado de la revolución Sandinista, la primera de ellas es que no podemos ni debemos olvidar, el tremendo y permanente esfuerzo que cientos de héroes y heroínas nicaragüenses hicieron. Dejando sus vidas en el largo camino recorrido para derrotar política y militarmente a una dictadura criminal, que se intentaba consolidar como la principal cabeza de playa de la invasión norteamericana en Centro América.
La segunda razón, es que el triunfo de la revolución Sandinista fue un ejemplo alentador y un mensaje de optimismo para la izquierda latinoamericana, la que en esos años estaba cruzada por la derrota y el pesimismo, luchando por recomponer sus fuerzas y sobreponerse a la represión que día a día asesinaba a valiosos compañeros y compañeras en todo el continente. El Frente Sandinista de Liberación Nacional, despertó la admiración de millones de personas en distintas partes del mundo, con su alegría, sus canciones, la valentía de sus combatientes, escribiendo un mensaje que hoy continua siendo válido, qué si era y es posible organizarse, unirse, para luchar y vencer a un enemigo, por poderoso que este fuera.
Un Mensaje significativo que en su tiempo intentó ser obstaculizado por el gobierno norteamericano de la época, porque la derrota de Somoza fue también una dura pérdida para sus políticas militaristas, por lo que nunca dejo de presionar al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN). El discurso utilizado para estos fines fue el mismo de siempre, que la democracia no debía permitir “una nueva Cuba en Centroamérica”, tal como lo habían hecho antes en Chile, justificando el golpe de estado con la perorata de “no permitir que nuestro pais se transformara en una nueva Cuba”.
Y asi fue que en 1981 Ronald Reagan, presidente de Estados Unidos, organizó una operación de tráfico ilegal de drogas y armas para financiar operaciones contrarrevolucionarias, acciones que consistieron en la preparación de miles de mercenarios para invadir Nicaragua y terminar con la joven revolución. Imponiéndoles a los nicaragüenses una guerra después del 19 de Julio de 1979, que le costó al pais 17 mil millones de dólares, miles de víctimas, muertos, desaparecidos y mutilados.
Asi fue que el FSLN se vio obligado a reconstruir el país y una nueva sociedad, sus instituciones, sobre la marcha, respondiendo entre 1981 y 1990 a una agresión militar en escalada e implacable, que desgastó su economía obligándoles a destinar sus escasos recursos a la guerra para defenderse.
Quienes vivimos ese proceso fuimos testigos de las condiciones desde las cuales hubo que reconstruir al pais, desde las ruinas, con una economía estancada, empobrecida y con una deuda externa por sobre $1.6 mil millones de dólares. Con una pobreza extrema y extendida, con un nivel de analfabetismo que sobrepasaba el 50 % de la población, la que en esos años no llegaba a los 4 millones de habitantes.
Y asi se hizo, a pesar de las adversidades, impulsando la Reforma agraria, la creación de organizaciones que representaban a los grupos de interés populares en Nicaragua, la Federación de los Obreros Sandinistas, Central Sandinista de Trabajadores (CST), la Asociación de Mujeres Nicaragüenses Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE), pero entre todo eso, un impacto especial fue el que produjo la Cruzada Nacional de Alfabetización, unida con el otro gran proyecto del Gobierno de Reconstrucción Nacional para el año 1980, el Plan de Reactivación Económica.
A pesar de la presión militar norteamericana para hacer fracasar todos estos procesos se consiguieron grandes objetivos, entre ellos erradicar el analfabetismo, con el aporte de centenares de jóvenes, hombres y mujeres nicaragüenses, con cientos de profesores y profesoras de Cuba, como de otros países, quienes, quienes se instalaban en los campos de Nicaragua para enseñar a leer y escribir o para llevar atención médica a la población campesina, cumpliendo el sueño de Carlos Fonseca, fundador del FSLN, quien repetía a sus compañeros y compañeras en la montaña cuando se preparaba a los campesinos para el combate, «Y TAMBIEN ENSEÑENLES A LEER».
Paralelo a ello, en 1979 se fundó también el Ejército Popular Sandinista ( EPS ), una Policía y las tropas Guarda Fronteras, las que participaron como actores en la construcción de una nueva Nicaragua y en la defensa de la revolución conquistada. La construcción de ese ejército profesional se hizo asumiendo el papel del hombre y la mujer en las Fuerzas Armadas, así como, el carácter y la naturaleza de clase que tiene todo ejército y en todas partes del mundo.
Pero en este caso, unas Fuerzas Armadas cuya oficialidad y tropa provenía y representaba al pueblo trabajador, al campesino y a la sociedad nicaragüense, estableciéndose así la diferencia fundamental entre la ciencia militar popular, la ciencia militar creada para defender la revolución popular y la ciencia militar que fundamenta el rol de las Fuerzas Armadas represoras de su propio pueblo, como servidores guardianes de los intereses de clase de los poderosos.
Todo esto y mucho más encierra el recuerdo del 44 aniversario de la Revolución Sandinista y sobre todo, es una oportunidad para rendir un homenaje a los nicaragüenses, a los internacionalistas chilenos y de otras nacionalidades, quienes lucharon y algunos dejaron sus vidas en la tierra de Sandino y Fonseca.
En particular el recuerdo respetuoso a los que posteriormente fueron asesinados intentando dar continuidad a las nobles ideas de cambio social y revolucionario en Chile, combatiendo a la dictadura de Pinochet como miembros y dirigentes del FPMR entre ellos; Raúl Pellegrin, Moisés Marilao, Jose Valenzuela Levi, Juan Waldemar Henríquez, Iván Figueroa entre otros.
“La sangre joven nunca ha sido mal aprovechada cuando se entrega por una carta justa y libertaria”.
Gabriela Mistral en una de sus cartas de apoyo al General Sandino
La cacería de Sandino, el «General del Pequeño Ejército Loco»
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