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En el Día Regional del Teatro…al maestro con cariño… 

En el Día Regional del Teatro…al maestro con cariño… 
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La foto superior muestra a Guillermo Jorquera y fue hecha durante el lanzamiento de su libro
TEATRO ENCANTO.

 26 de enero de 2023

La manera más segura de ser feliz en nuestro transitorio paso terrenal, es vivir haciendo lo que a uno le gusta, decía Gabriel García Márquez, un hombre que   supo navegar con habilidad e imaginación en las turbulentas aguas de  incertidumbres existenciales y, al mismo tiempo, sobrevivir a tempestades y   vicisitudes de la vida diaria y, aun así, merced a un oficio asumido con inquebrantable convicción y a prueba de desencantos, alcanzar ese extraño y esquivo estado de felicidad plena que solo otorga la certeza de los caminos elegidos.

La reflexión de nuestro afamado nobel literario, que por cierto yo también suscribo, me viene a mano para referirme a mi entrañable amigo, compañero y maestro, Guillermo Jorquera Morales, porque creo me ayuda a esclarecer los caminos del arte que él libremente asumió y valorar en perspectiva su tremenda trayectoria y aporte al teatro regional mientras estuvo físicamente junto a nosotros.

Pero, vivir haciendo lo que a uno le gusta, es solo el inicio de una convicción que hay que saber construir con esfuerzo, tesón, y sinsabores varios. Un camino que exige dedicación, por el que se debe luchar siempre, sin claudicar, porque nada está dado de antemano, más aún cuando se elige el   incomprendido y pedregoso trabajo de aportar al arte y a la cultura, donde muchas veces  desde esferas oficiales suele sobrar la “creatividad”, no para apoyar y facilitar sino para subestimar y entrabar que el arte se exprese, se desarrolle y difunda, y cumpla a cabalidad su noble y maravillosa misión de aportar a la felicidad de hombres y mujeres, de contribuir a hacer de este mundo un espacio amable, grato y digno, donde no valga la pena sino la alegría de vivir.

Guillermo supo bien construir su camino, con infinita paciencia pedagógica y perseverancia a todo trance, enfrentando junto al tremendo equipo humano que él supo formar y dirigir, toda suerte de precariedades e incomprensiones cuando no presiones varias, para que el teatro, su “cariño malo” como solía decir, se mantuviera vivo, en pie, y aportara luces en tiempos sombríos, primero con el TIUN, (Teatro Iquique de la Universidad del Norte) y luego con el TENOR (Teatro del Norte).

El TIUN surge en 1974, y el TENOR, continuador del primero, en los años 80,  en un contexto social y político adverso, entre otras adversidades, al despliegue de las artes y la cultura. Tiempos oscuros y frágiles para la seguridad e integridad personal, en que había que convivir y sobrevivir entremedio de la sospecha, el temor y la amenaza cotidiana, siempre al acecho. Había que ser prudentes, pero nunca timoratos, y lo más imperioso, había que insistir en hacer teatro, día tras día, montaje tras otro, “contra viento y marea”, siempre supliendo con imaginación e inventiva la escases de espacios apropiados y la estreches de recursos, representando textos de dramaturgos nacionales y extranjeros, recientes y clásicos.

Quizá esa inspiración por hacer teatro, se nutría de la fuerza y la convicción de que en tiempos de dictadura y represión, de exclusiones y abusos, de sistemático menoscabo a la condición y dignidad humana, el teatro, como actividad social y colectiva es aún más necesario, y tal condición lo torna peligroso para los autoritarismos, por su virtud de iluminar y abrir conciencias, interpelar realidades y sobre todo imaginar y ofrecer como esperanza otros horizontes donde un mundo mejor sea posible, tarea que bien realizó otro inspirado maestro del pueblo, Luis Emilio Recabarren, en cuya misión redentora y educadora llevando el arte por los polvorientos campamentos salitreros del norte, Guillermo reconocía al forjador  del teatro social chileno.

En la construcción de este camino, de esta tarea voluntariamente asumida por convicción y amor al arte, Guillermo no estuvo solo, a la par con él transitaron esta ruta de dulce y agraz, un notable grupo de hombres y mujeres animados por la misma convicción, no solo de quienes bajo su dirección daban vida y derrochaban talento en las tablas, sino también de anónimos colaboradores que nunca faltaron, que aportaban y acompañaban para que el teatro se expresara y su mensaje  se multiplicara y tornara fecundo más allá de los espacios donde se representaba.

En esta tarea, reitero, no estuvo solo, porque en su transitar por la vida le acompañó también Sonia, su inseparable compañera de ruta, soporte afectivo fundamental, con la que construyó una hermosa familia, con dos hijos, y la vida le alcanzó también para en alguna etapa asumir feliz la experiencia de ser abuelo y disfrutar del cariño y la compañía de sus nietos.

Asumo también que fue un hombre feliz, porque vivió haciendo lo que le gustaba y apasionaba. Supo sembrar sobre terreno fértil, y ganarse el cariño, los afectos y la admiración no solo de quienes trabajaron y compartieron con él los afanes de la actividad teatral, sino también de sus compañeros de trabajo en el gobierno regional de Tarapacá, en la que laboró por más de 20 años a cargo de la Unidad de Cultura.

Guillermo tuvo también la fortuna, hay que decirlo, de recibir reconocimientos a su trayectoria teatral en vida, lo que no siempre suele ocurrir cuando de homenajes se trata. Hace unos 10 años, los actores y actrices que conformaron los elencos del TIUN-TENOR, le tributaron un cariñoso y público homenaje, ocasión en la que anunció con tono solemne- recuerdo bien esa tarde de júbilo, alegría y reencuentros – que estaba escribiendo sus memorias, agregando con su fino e ingenioso humor que ya llevaba escritas al menos “cuatro líneas”.

Pronto esas “cuatro líneas” iniciales se multiplicaron y fueron sumando carillas mientras desandaba los nostálgicos caminos de la memoria. Sus afanes literarios se materializaron posteriormente en TEATRO ENCANTO, su libro autobiográfico, en que narra con elaborada y amena prosa, intercalando versos del cancionero popular (Teatro En Canto), sus inicios desde la oficina salitrera Bellavista, lugar donde vino al mundo entre pampas y calcinante sol.

Luego describe su infancia y deambular por pueblos y perdidos campamentos salitreros, para continuar su etapa escolar en el “puerto grande” de Luis Advis, vistiendo con orgullo su uniforme de inquieto liceano, para  asumir más tarde desafíos mayores en su formación profesional emprendiendo el largo viaje en tren desde el desierto nortino hasta arribar a Santiago.

En la capital, e inspirado por una vocación sin duda largamente madurada en las aulas del antiguo liceo de Iquique, Guillermo decide estudiar pedagogía en ciencias sociales en la escuela normal Abelardo Núñez, perteneciente a la Pontificia Universidad Católica de Chile, graduándose con máxima distinción.

Con el flamante “cartón” bajo el brazo, inició entusiasta su labor docente en la escuela agrícola Divino Maestro, experiencia que   plasmó también en un libro dedicado a quienes fueron sus alumnos, aprendiendo de ellos y enriqueciendo su visión respecto de los desafíos de la enseñanza. Fue en el Divino Maestro que Guillermo descubre maravillado en el teatro una efectiva y eficaz herramienta de apoyo a la docencia. Y acucioso y dedicado como era, y sin abandonar su labor en la escuela agrícola, decide estudiar teatro en la Universidad de Chile, adquiriendo así los conocimientos y las competencias técnicas necesarias que años después le permitirían desarrollar una fructífera labor formadora desde el TIUN-TENOR.

Desde julio de 2021, en el mes en que la religiosidad popular alcanza en el norte grande su máxima expresión de fe y celebra a la “reina del tamarugal”, que Guillermo ya no está de manera presencial entre nosotros. Es una ausencia que duele y seguirá doliendo. Se extraña su presencia, su palabra orientadora y oportuna, plena de sabiduría y generosidad para enseñar, animar y fortalecer cuando el desaliento en el quehacer artístico y cultural abruma y desgasta vocaciones.

Las calles del viejo “puerto grande” guardan los ecos de su caminar seguro, también su presencia por los escenarios y por los múltiples espacios donde se despliega y palpita el impulso vital y creativo del arte y la cultura. Es la ausencia de un imprescindible, de un hijo de la pampa, maestro de maestros, de un servidor público de vocación y convicción.

Posterior a su partida, y por directriz nacional, el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio (MINCAP) instituyó los Premios Regionales de Cultura, y por acuerdo de su consejo regional, instancia de la que Guillermo fue integrante, se aprobó que dicho reconocimiento ostentara su nombre, y a la vez se le entregó de manera póstuma el Premio Regional, distinción que fue recibida por su esposa Sonia Cancino y sus hijos.

El pasado lunes 09 de enero, Guillermo estuvo de cumpleaños. En fechas así, la ausencia de los que ya partieron parece pesar con más intensidad en los sentimientos y recuerdos de familiares y cercanos. Pero, este año, ha ocurrido un hecho de relevancia que contribuirá a que Guillermo esté más presente  y menos ausente. Por iniciativa de SIDARTE (Sindicato de actores, actrices y trabajadores de las artes escénicas), Filial Tarapacá, dicha entidad gremial decidió establecer el 09 de enero como el DIA REGIONAL DEL TEATRO en Tarapacá, en su memoria y reconocimiento, sobradamente merecido, además.

No puedo menos que valorar y agradecer la iniciativa de SIDARTE, que hace justicia a quien dedicó su vida, su esfuerzo y afanes a engrandecer el teatro regional y a dignificar el trabajo no solo de actores y actrices, los más visibles para el público, sino de todos quienes aportan desde diversas acciones a que el quehacer teatral se materialice, se preserve y proyecte hacia el futuro.

Confío que la iniciativa de SIDARTE, se consolide y continúe en los años venideros, y al reconocimiento de este día, cumpleaños de Guillermo Jorquera Morales, se sumen instituciones gubernamentales y otras ligadas al quehacer artístico cultural.

La función continúa. El “Cariño malo” también…Mis saludos Guillermo, presente ahora y siempre…

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