Para el vicegobernador de Texas, Dan Patrick, no hay dilema, hay que salvar la economía y levantar las restricciones impuestas para frenar la epidemia de covid-19. Aseguró estar dispuesto a morir para reactivar la economía.
La epidemia de COVID-19 ha puesto claramente de manifiesto el proceso de descomposición—progresivamente acelerado desde hace medio siglo—del sistema capitalista en sus aspectos políticos, económicos, sociales y culturales. Las elites políticas dirigentes que se presentaban como —y hace ya bastante tiempo eran hasta cierto punto -mediadores entre el poder económico y la sociedad, han dejado de serlo y, con matices, son ahora simples correas de transmisión del poder real: el gran capital financiero, industrial y comercial. Incluso como gestores del sistema dominante están en franca decadencia: hace dos o tres decenios todavía quedaban entre ellos algunos con cierta capacidad y habilidad para manejar el Estado. Eran capaces de prever, evaluar y decidir. Y solían rodearse de gente competente.
Cuatro ejemplos de la decadencia de las elites políticas dirigentes son Bolsonaro, Macron, Trump y Boris Johnson. Macron, con un diploma de Inspector de Finanzas, fue funcionario de la Banca Rothschild, y nunca había actuado en política, hasta que fue propulsado a ésta por Hollande que lo nombró Ministro de Economía. Ahora es Presidente de Francia, cuando sus verdaderas cualidades sólo lo habilitan a lo sumo para realizar una actividad en el sector de las finanzas.
Podría funcionar como contrapeso de esta degradación de las elites políticas la intervención de la ciudadanía a través de la llamada democracia representativa. Pero cada vez es más evidente que el mito de la “democracia representativa” o “democracia delegativa” como la llaman algunos, luego de una larga agonía se encuentra ahora en estado de descomposición avanzada. Dicha democracia consiste en que periódicamente los ciudadanos son convocados a elegir entre distintos nombres que figuran en las boletas electorales y optan por quienes creen—previo lavado de cerebro sufrido durante la campaña electoral—que serán las personas que representarán mejor sus intereses y opiniones, delegando en ellos –sin limitación ni control posterior algunos—el poder de decidir sobre todo lo que puede afectar de una manera u otra su propia existencia.
Por regla general, los elegidos harán lo contrario de lo que prometieron. Porque—como piensan los políticos profesionales y algunos lo dicen en voz alta—una cosa es hacer campaña electoral y otra muy distinta es gobernar. Situación que se ha agravado considerablemente con el estado de necesidad creado por la pandemia. Es visible la deriva autoritaria, con diferentes niveles, en todos los Estados afectados por la pandemia: ninguna participación en las decisiones de los estratos intermedios de la sociedad: sindicatos de los profesionales directamente involucrados(médicos y enfermeros/as), de los trabajadores afectados por la paralización de vastos sectores del comercio, la industria y los servicios, los Poderes Ejecutivos legislando mediante decretos de necesidad y urgencia sobre asuntos que poco o nada tienen que ver con la pandemia, el recorte, más allá de lo que exigen las circunstancias, de las libertades colectivas e individuales y el incremento de los casos de represión violenta por parte de las fuerzas de seguridad.
La pandemia ha puesto también crudamente de manifiesto las falencias insuperables del sistema capitalista en el ámbito de la salud pública, tanto en lo que se refiere a recursos materiales y humanos, como a las terapéuticas y a las investigaciones médicas.
La situación previa a la pandemia
Con el agotamiento del Estado de bienestar [1] a principios del decenio del 70 el sistema capitalista volvió a mostrar y está mostrando cada vez más claramente su carácter inhumano y antisocial. Así es como los bienes esenciales para la supervivencia (alimentos, servicios de salud, medicamentos, vivienda digna de ese nombre, etc) quedaron fuera del alcance del sector más pobre de la población mundial: los tres mil millones de seres humanos que viven con menos de 2,5 dólares por día. Y la idea de servicio público (salud, educación, etc, para todos) y de un derecho irrevocable a los bienes esenciales para vivir con un mínimo de dignidad, fue reemplazada por la afirmación de que todo debe estar sometido a las leyes del mercado. Dicho de otra manera, toda la actividad del Estado está condicionada por el cálculo costo/beneficio y está orientada a preservar y acrecentar las ganancias del gran capital financiero, industrial y comercial. Este es el dogma que rige al sistema capitalista y a sus vertientes económicas, sociales y culturales y que no acepta refutaciones ni alternativas.
I – Penuria de recursos materiales y humanos en el área de la salud pública
Ésta debe atribuirse, en primer lugar, al enfoque económico costo/beneficio que rige las políticas gubernamentales. Pero ha habido una manifiesta falta de previsión que se debe a diversos factores. Nadie puede ignorar, menos todavía los especialistas, que las epidemias y las pandemias se repiten periódicamente. Si los gobernantes son alertados por sus asesores científicos y aquellos los ignoran, es una prueba evidente de que los dirigentes del Estado actúan en materia de salud pública siguiendo los principios y reglas del sistema vigente y, en la mayoría de los casos, con impericia y negligencia. También suele suceder que los asesores científicos oficiales forman parte de la burocracia científica que es funcional a las políticas gubernamentales en materia de salud pública, plagadas éstas de torpezas y contradicciones en tiempos de emergencia sanitaria.
II – Déficits en el ámbito de las ciencias
El dogmatismo en los métodos científicos está profundamente enraizado en la cultura del sistema capitalista. Comienza en la enseñanza escolar [2] y culmina en la investigación. La cultura dominante ha impuesto un estudio fragmentado, lineal y estático de los hechos, tanto sociales como naturales, que está incorporado a los procesos cognitivos espontáneos del común de la gente y a la metodología prevaleciente en el ámbito de las ciencias. Este enfoque responde al sistema imperante y a la pretensión de sus beneficiarios de que el mismo es permanente, inalterable e inmutable. Visión sintetizada por Margaret Thatcher con la frase “There is no alternative” (TINA). Es la alergia de las clases dominantes a todo lo que signifique cuestionar el statu quo.
En los medios culturales y científicos se produce una especie de selección o jerarquización—entre espontánea y promovida—del prestigio o renombre de determinadas personas, quienes ocupan casi siempre los primeros puestos en las universidades, en los organismos públicos y privados en el campo de la investigación, etc—y son beneficiarios de una “discriminación positiva” en materia de mediatización, cargos, subvenciones y premios. Tienen en común no cuestionar la propiedad privada de los medios de producción y de cambio, atribuir al mercado capitalista la cualidad de inherente a la sociedad humana, no cuestionar el sistema político-social elitista existente (la llamada “democracia representativa” según la entienden las clases poseedoras) y consideran anacrónico o políticamente incorrecto toda referencia a la explotación capitalista.
En sus respectivos dominios formulan teorías y enunciados con pretensión de verdades absolutas, suelen tener un enfoque unilateral para abordar el objeto de sus investigaciones, ignorando sus múltiples determinaciones y se muestran incapaces de cuestionar sus propios métodos. Rechazan la metodología científica consistente en cuestionar permanentemente el resultado de las investigaciones y conclusiones lo que permite reelaborar y reorganizar las hipótesis, las teorías e incluso los métodos y las herramientas de investigación en la búsqueda de una mayor correspondencia entre la observación y los hechos. Metodología ésta que se basa, entre otras cosas, en la aplicación de las reglas de la lógica.
Escribió al respecto Eli de Gortari, mexicano lógico y filósofo de la ciencia: …la lógica, como ya hemos dicho, se ocupa de encontrar en el proceso mismo de la actividad científica, las formas y las funciones con que se procede, para desarrollarlas sistemáticamente y convertirlas así en instrumentos más eficaces para la propia investigación científica.[3] Existe pues, una interrelación necesaria, permanente y enriquecedora entre el método de investigación y el proceso y el objeto de la investigación.
Marx, en el Epílogo a la segunda edición alemana de El Capital (Londres 1873), escribió:
La burguesía, en Francia e Inglaterra, había conquistado el poder político. Desde ese momento la lucha de clases, tanto en lo práctico como en lo teórico, revistió formas cada vez más acentuadas y amenazadoras. Las campanas tocaron a muerto por la economía burguesa científica. Ya no se trataba de si este o aquel teorema era verdadero, sino de si al capital le resultaba útil o perjudicial, cómodo o incómodo, de si contravenía o no las ordenanzas policiales. Los espadachines a sueldo sustituyeron a la investigación desinteresada, y la mala conciencia y las ruines intenciones de la apologética ocuparon el sitial de la investigación científica sin prejuicios.
Y en el mismo Epílogo, defendiendo la dialéctica como teoría general del movimiento y del cambio en la naturaleza y en la sociedad, escribió que es escándalo y abominación para la burguesía y sus portavoces doctrinarios. Dicho de otra manera, el rasgo común de las élites dominantes en los campos de las ciencias sociales y de las ciencias llamadas “duras” es que son alérgicos a todo lo que signifique cuestionar el statu quo, en su propio ámbito de trabajo y en la sociedad en general. Daremos dos ejemplos, uno en la economía política y otro en la biología.
Joseph Stiglitz, muy solicitado en tribunas académicas y políticas y celebrado por los “progresistas” de todo el mundo, recibió en 2001, junto con Akerlof y Spence, el Premio “Nóbel” de Economía (financiado por el Banco de Suecia). Una prueba de la ineficacia de las teorías y de los métodos de Stiglitz para analizar la economía real es un informe que elaboró en 2002, encomendado por los grupos financieros Fannie Mae y Freddie Mac, donde afirmó que la actividad de dichos grupos, que garantizaban los préstamos hipotecarios concedidos por los bancos a clientes poco solventes, no implicaban prácticamente ningún riesgo para el sistema bancario. Según Stiglitz el riesgo era del orden de entre uno sobre medio millón y uno sobre tres millones.[4] Contra las “previsiones” de Stiglitz, basadas exclusivamente en modelos matemáticos, las políticas de Fannie Mae y Freddie Mac contribuyeron en buena medida a desencadenar la crisis financiera que estalló en 2008.
Jacques Monod, premio Nóbel de biología, hizo importantes aportes al estudio de la biología molecular. En el curso de sus investigaciones, siguiendo a Francis Crick y en su libro El azar y la necesidad (un “best seller”), hizo afirmaciones perentorias y pretendidamente definitivas sobre la interacción entre el ADN y el ARN (la supuesta irreversibilidad de la transmisión de información del ADN al ARN), que Crick llamó en 1958, con toda soberbia “Central dogma of molecular biology”. Pero se demostraron erróneas casi simultáneamente con su formulación por Monod en 1970.[5]
La superación del enfoque dogmático y autosuficiente de Monod y Crick permitió avanzar, entre otras cosas, en el conocimiento de algunas enfermedades y de su eventual tratamiento, como es el caso del SIDA. La detección de la transcriptasa inversa en los cultivos de células infectadas permitió el descubrimiento del virus del síndrome de inmunodeficiencia logrado en 1983 por Luc Montagnier, Françoise Barré-Sinoussi y otros investigadores. Pero Monod no era un adepto espontáneo al dogmatismo científico—como son no pocos investigadores—sino un militante consciente del mismo.
En efecto, en la página 145 de la edición en francés du Seuil de 1970 del libro de Monod figura la frase: Como se ve, este sistema, por sus propiedades, por su funcionamiento de relojería microscópica que establece, entre ADN y proteína, como también entre organismo y medio, relaciones en sentido único, desafía toda descripción “dialéctica”.[6] El es profundamente cartesiano y no hegeliano: la célula es sin duda una máquina” (nuestros los destacados). En el mismo libro (páginas 51 a 59 de la misma edición) Monod se dedica a criticar a Marx, al materialismo dialéctico y
particularmente a la Dialéctica de la Naturaleza de Engels. Este enfoque de las clases dominantes contamina entonces también los estudios biológicos y las investigaciones médicas.
III – Coronavirus-19
En este contexto apareció el coronavirus a fines de 2019, cuyo foco inicial estuvo en Wuhan, China, que informó a la Organización Mundial de la Salud el 31 de diciembre de 2019 sobre su existencia y el 12 de enero de 2020 comunicó a la OMS la secuencia genética del nuevo virus. Se lo llamó COVID 19 y se le asignó el nombre oficial de SARS CoV-2, quedando claro que se trata de un virus nuevo que muta continuamente, dentro de la familia de los virus SARS (o SRAS)–CoV: Síndrome Respiratorio Agudo Severo.[7]
Virus de la misma familia –el SRAS-Cov en 2003 y el MERS-Cov en 2012- provocaron también epidemias aunque más localizadas y no planetarias como el actual COVID 19.
El nuevo virus presenta todavía muchas incógnitas sobre su comportamiento. Podría habérselo enfrentado con mayores conocimientos si se hubiera investigado antes más a fondo sobre los virus de la misma familia. Pero en ese terreno también funcionó la lógica capitalista costo-beneficio, que consiste en financiar los estudios de los que se espera obtener un beneficio inmediato o a corto plazo. Así es como se paralizó hace unos años la investigación que estaban haciendo distintos científicos para obtener una vacuna contra las otras variantes de coronavirus.[8]
En las condiciones actuales de un mundo totalmente interconectado, en el que enormes cantidades de personas y de objetos se trasladan de un continente a otro en pocas horas, era elemental prever la dispersión de la epidemia hasta convertirse en pandemia en cuestión de días.
Así ocurrió. Algunos países reaccionaron más o menos a tiempo y otros no. Estos últimos por incompetencia o negligencia de sus dirigentes o se abstuvieron para no dañar la economía, obedeciendo sin vacilar a la regla básica del capitalismo: primero las ganancias y después, si queda margen, la salud y el bienestar de la gente.
No bien la pandemia hizo su aparición en un país, salvo muy pocas excepciones desbordó inmediatamente los recursos materiales y humanos disponibles para combatirla. Mejor dicho, crecieron exponencialmente las carencias previas de dichos recursos, ya existente en tiempos normales. Porque distintas estadísticas y los hechos demuestran con claridad que la tendencia desde hace años es a reducir ambos recursos tanto en cifras absolutas como en relación al crecimiento de la población. Por la aplicación de los criterios empresariales de rentabilidad, flux tendu, just in time, etc,[9] se olvidó hace tiempo que el servicio público de salud no debe someterse a las leyes del mercado y debe prestarse siempre, a todos sin excepción y de manera eficaz.
Así es como, salvo raras excepciones, en todos los países hace mucho que se están reduciendo el número de camas en los hospitales públicos,[10] de las camas dotadas de equipos de terapia intensiva, respiradores, etc. También faltó el material apropiado para realizar los tests, procedimiento indispensable para contener la pandemia.
Y desde hace años el personal médico y de enfermería, que está permanentemente desbordado, protesta y reclama contra esa política de desmantelamiento, sin mayores resultados. Las máscaras o barbijos, destinadas a impedir la contaminación de persona a persona, con las que se deberían haber constituido importantes existencias de manera preventiva, escasearon o directamente faltaron de manera dramática, incluso para las personas más expuestas, como los médicos y enfermeros/as. La razón de ello es que también en este aspecto se aplicaron criterios empresariales: se deslocalizó su fabricación para reducir los costos y no se repuso localmente el inventario.[11]
IV La mercantilización de las pandemias
La pandemia de coronavirus generó naturalmente la movilización para encontrar medicamentos o vacunas curativas para combatirla y vacunas preventivas para evitar su repetición. Felizmente hay muchos investigadores y profesionales que no se someten a los dogmas y códigos imperantes y trabajan en su dominio con rigor metodológico, espíritu de iniciativa, imaginación creadora y sentido autocrítico y están empeñados a fondo motivados al mismo tiempo por su vocación científica, por el juramento hipocrático y por el deseo de contribuir a terminar con esta pesadilla humanitaria.
Pero en la trastienda de esta búsqueda hay una feroz batalla entre los grandes laboratorios. El primero que anuncie que elaboró el medicamento o la vacuna para combatir el coronavirus y logre la autorización para ponerlo en el mercado obtendrá ganancias astronómicas.
El camino para llegar al mercado con un medicamento o una vacuna pasa por los ensayos clínicos que, dados los intereses en juego, están sembrados de toda clase de trampas y manipulaciones. Entre otras cosas, para evitar y/o demorar la aprobación del uso de medicamentos ya existentes y a precios sumamente accesibles, que pertenecen al dominio público dado que la patente que atribuía derechos exclusivos a un laboratorio caducó por el transcurso del tiempo.
Esta búsqueda pone de relieve también el enfrentamiento entre dos concepciones de las investigaciones médicas: la que llamaremos oficial, dogmática, ortodoxa y poco atenta a lo que debe ser su objeto central: los seres humanos que “nacen libres e iguales en dignidad y derechos y están dotados de razón y conciencia”, y otra que, inspirada en el juramento hipocrático, privilegia la búsqueda de soluciones terapéuticas accesibles rápidamente, basadas en estudios ya realizados y en la experiencia acumulada en la práctica médica. Esta última concepción cuestiona, con razón, la larga, laboriosa, costosa y frecuentemente atravesada por poderosos intereses económicos, de la “hoja de ruta” preconizada por la ciencia oficial: los ensayos clínicos tal como generalmente se practican.
Una primera tentativa de encuadrar con reglas los ensayos clínicos tuvo lugar en 1947 como reacción a las atrocidades cometidas por médicos alemanes en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial que utilizaban a los prisioneros para sus experimentos sin consideración alguna por sus sufrimientos, las consecuencias irreversibles sobre su salud e integridad física y mental o su supervivencia. Los médicos alemanes fueron procesados en Nuremberg y sus defensores argumentaron que no les concernía el juramento hipocrático, inaplicable a la medicina experimental y que la ética del médico terapeuta no es aplicable al médico investigador. Poco después de los procesos, en agosto de1947, fue publicado el Código de Etica Médica de Nuremberg. Queremos destacar su artículo 4, donde se lee: El experimento debe ser realizado de tal forma que se evite todo sufrimiento físico y mental innecesario y todo daño. Subrayamos innecesario, porque “a contrario sensu” significa que si el sufrimiento o daño del sujeto es necesario a los fines de la investigación, estos son admisibles. El Código de Nuremberg fue ampliamente modificado por la Declaración de Helsinki de 1964, aprobada por la asamblea de la Asociación Médica Mundial y que luego fue revisada en varias oportunidades: en 1975, 1983, 1989, 1996, 2000, 2002, 2004 y 2008.
Fueron intentos de superar la tensión entre dos concepciones de los ensayos clínicos: 1) una que los considera una actividad puramente cognoscitiva ajena a la terapéutica, a lo sumo matizada en algunos casos (extrema gravedad del paciente participante) por un tratamiento “beneficiente” o “compasional” y 2) otra que considera inescindibles la investigación y la terapéutica, por razones científicas (interacción y realimentación recíproca de la investigación y de la práctica médica) y humanitarias.
Lo cierto es que en los hechos prevalece la primera concepción por varias razones. Una de ellas es la utilización en los ensayos de una metodología científica dogmática y unilateral impuesta por la cultura científica dominante. La otra es la contaminación de los ensayos por los poderosos intereses económicos de los grandes laboratorios transnacionales. Con bastante frecuencia los ensayos clínicos están dirigidos por investigadores económicamente comprometidos con los grandes laboratorios. El llamado “conflicto de intereses”. Tampoco faltan los ensayos clínicos manipulados o simplemente ocultados cuando pueden constituir un obstáculo para los beneficios esperados por los grandes laboratorios. Son varios los casos de medicamentos fabricados por laboratorios muy reputados, aprobados para su venta y uso por los organismos oficiales después de ensayos clínicos supuestamente “concluyentes” que han provocado graves daños o la muerte de sus usuarios. Como Vioxx de Merck, finalmente retirado de la venta en 2004. En los hechos, en los ensayos clínicos prevalece la argumentación de la defensa de los médicos alemanes condenados en los juicios de Nuremberg: la ética del médico terapeuta no es aplicable al médico investigador.
El empleo del placebo en los ensayos clínicos, merece un párrafo aparte, porque además de violar los derechos humanos del paciente es científicamente muy cuestionable por su enfoque unilateral, pues casi siempre ignora el componente psíquico, neurobiológico, del “efecto placebo”.
En un estudio[12] se puede leer:
Hay algunas controversias con los placebos que es interesante mencionar, a) Si el médico le dice a un paciente que lo que le prescribe es una pastilla de talco, la respuesta placebo que depende en gran medida de las expectativas del paciente, se perderá; b) Si el médico le dice al paciente que el placebo que le prescribe es una droga activa, la situación no es ética por falsedad de la información y a la larga será poco eficaz; y c) Si la enfermedad mejora con placebo significa que parte de la enfermedad está en la «mente» del paciente.
Y en otro estudio [13] se señala que el efecto placebo puede hacer que el cerebro del que lo recibe provoque la producción endógena de moléculas con efectos terapéuticos, por ejemplo las endorfinas, aliviando el dolor.
Además, se lee en el mismo estudio:
Los investigadores han demostrado que el efecto placebo no se limita al dolor. Depresión, estrés postraumático, TDAH, asma, trastornos cardiovasculares, enfermedad de Parkinson … Sus campos de aplicación se expanden constantemente.
De modo que el uso del placebo en los ensayos clínicos suscita dos objeciones fundamentales:
1) se basa en que no se le informa al paciente que se le administra un placebo, lo que implica un trato inhumano (no se le suministra el medicamento que puede necesitar) y degradante (se le oculta al paciente esa circunstancia, que recibe así el trato de un cobayo de laboratorio).
2) Se considera erróneamente al placebo como una sustancia inerte, cuando si se tiene en cuenta sus posibles efectos psíquicos y neurobiológicos, en realidad no lo es.
V – Cómo afecta la pandemia a las diferentes clases sociales
1. El confinamiento lo viven de muy distinta manera las personas que disponen de una vivienda pequeña donde a veces cohabitan familias numerosas y los que tienen viviendas permanentes amplias y confortables y/o residencias de fin de semana. En los extremos están por un lado los que no respetan la consigna de quedarse en su casa por la sencilla razón de que carecen de ella y viven en la calle y por el otro los que pueden respetarla porque están “confinados” paseándose libremente en sus enormes residencias rodeadas de grandes parques con piscinas y áreas de juegos, en sus islas privadas o a bordo de sus yates.[14]
Aunque no se publican estadísticas generales, hay datos que indican que la tasa de mortalidad es mayor en los barrios y zonas pobres con infraestructuras precarias. Y quienes deben viajar en los transportes públicos, por razones de trabajo u otras, sufren más riesgos de contaminación.
2. Entre quienes viven de un salario hay varios tipos de situaciones según la naturaleza de su trabajo. Los que trabajan en servicios esenciales, muchas veces lo hacen sin la protección adecuada. Otros pueden continuar su labor en su domicilio vía teletrabajo, si su tipo de ocupación lo permite. Los artesanos independientes que realizan trabajos a domicilio (electricistas, plomeros, ayudantes a domicilio, etc.) tienen que optar entre violar el confinamiento o dejar de percibir ingresos. Lo mismo ocurre con los pequeños empresarios y comerciantes que deben permanecer inactivos por orden gubernamental. Mientras esperan las vagas promesas gubernamentales de ayuda económica.
Hay pues, ahora mucha gente que carece de ingresos y se le plantea agudamente el problema de cómo continuar alimentándose. Y si se enferma y no tiene cobertura social, no puede afrontar los costos de los servicios de salud. Según la OIT el 80% de la población activa del mundo (3300 millones de personas) están afectadas por el cierre parcial o total de los lugares de trabajo.
El estudio de la OIT informa que 1250 millones de trabajadores están empleados en sectores que corren un riesgo elevado de un aumento “drástico y devastador” de despidos, de reducción de salarios y de horas trabajadas. Y 2000 millones que trabajan en la economía informal están particularmente amenazados. Este caso es el de mayor precariedad. En los países de Iberoamérica y de todo el Sur Global, el sector informal es enorme. Por ejemplo, el PIB de México lo sitúa entre las 20 economías mayores del sistema, pero, de acuerdo a la OCDE, su sector informal oscila alrededor de 50%.[15] La orden o recomendación de confinamiento por el Covid-19 les da dos alternativas: permanecer en casa o no comer, pues viven al día. De tal suerte que el riesgo de la pandemia pasa a segundo plano y la mayoría opta por seguir su vida normal y salir a ganarse la vida. El gobierno desde luego no puede obligarlos a respetar la directiva de “Guarda la Sana Distancia y Quédate en Casa” más que dejarlos salir a trabajar pues no puede obligarlos a recluirse. En la práctica se les considera parte del sector de “actividades esenciales” que permite a ciertos sectores (bancos, farmacias, mercados…) seguir laborando.
Como se puede apreciar, la gran mayoría de los trabajadores del mundo están profundamente afectados por la situación creada por la pandemia y lo serán aún más cuando ésta ceda. Porque el sistema social imperante está basado en la explotación de los trabajadores que se visualiza en que la gran mayoría de ellos tienen bajos salarios, jornadas laborales extenuantes, baja calificación e inestabilidad/precariedad laboral. Lo que los hace extremadamente vulnerables en la situación actual.
Mientras tanto, otros—en particular en el sector del capital financiero—ganan millones aprovechando la coyuntura, especulando en la Bolsa, comprando empresas en dificultad o acciones de laboratorios que se prevé que se beneficiarán con la pandemia. Otros simplemente hacen grandes negocios con el material necesario para afrontar la pandemia.[16]
El capital financiero pone en circulación miles de billones para ayudar a las empresas y a los Estados a afrontar la coyuntura.[17] Eso significa un aumento exponencial de la deuda que, como siempre, pagarán los pueblos soportando nuevas políticas de austeridad. Es decir un incremento de la explotación capitalista.
Esta crisis sanitaria y económica muestra muy claramente que cuando quienes realmente crean las riquezas (en la industria, el comercio y los servicios) dejan de trabajar y la población en general consume menos, la economía se paraliza y los grandes capitalistas también pierden parte de las ganancias que obtienen explotando a los trabajadores en la producción y saqueando al pueblo en general en el consumo. Pero no se puede comparar la situación de los trabajadores que pierden una parte o la totalidad de sus ingresos cotidianos, en la mayoría de los casos en el límite de la pobreza o de la extrema pobreza, con la de los grandes capitalistas que pueden perder miles de millones sin que eso afecte para nada su obsceno tren de vida.
Rescatando la “Riqueza Colectiva”
La paralización de la economía ha provocado un paro (total o parcial) de proporciones enormes y los Estados han decidido movilizar recursos financieros para contrarrestar sus efectos. En los hechos, los principales beneficiarios de tal movilización de recursos son las grandes empresas, a fin de que su personal pueda seguir trabajando. Como se suele decir, es la empresa la que “da” trabajo a los asalariados y no, como realmente sucede, a la inversa.
Un ejemplo: Una de las más grandes empresas francesas en el sector del comercio, FNAC DARTY, ha sido la primera en recibir en abril un préstamo de 500 millones de euros al 1% máximo de interés anual por un año prorrogable hasta cinco de un pool de Bancos con la garantía del Estado hasta el 70%. La empresa—para obtener el préstamo—debió comprometerse a no distribuir dividendos en junio y diciembre de 2020. FNAC DARTY facturó en 2019 por 6.000 millones de euros y registró ese año un beneficio de algo más de 100 millones de euros, en baja con relación a 2018 (150 millones). En 2016 su Presidente de entonces, señor Bompard, (salario anual 200 mil euros) cobró un bonus de 14 millones de euros. En el primer trimestre de 2020 FNAC DARTY facturó por 1490 millones de euros. Sus ventas directas disminuyeron verticalmente pero las ventas en línea aumentaron un 30% y la mayoría de su personal está en paro parcial. Su actual presidente, señor Martínez, que percibe un salario anual de 500 mil euros (41000 por mes), reducirá su salario en un 25% ((375.000 anuales, 31000 por mes) mientras dure la coyuntura. La empresa casi no tiene deudas y en 2019 su Tesorería registraba un saldo positivo de 996 millones de euros. Cabe preguntarse por qué esta empresa—en estos momentos en que se dice que el esfuerzo debe ser compartido por todos -ricos y pobres- sin excepción, ha sido privilegiada por el capital financiero con el visto bueno del Estado. Quizás la respuesta puede encontrarse en lo que—hace años—escribió Galbraith: en lo que se refiere a la ayuda a los pobres…se afirma que proporcionarles un ingreso o una ayuda de cualquier tipo, dará por resultado estropear su comportamiento, su sentido de la iniciativa y del esfuerzo…Así como los ricos tienen necesidad del estímulo de más dinero, los pobres tienen necesidad del estímulo de menos dinero. (John Kenneth Galbraith, Voyage dans le temps économique, Editions du Seuil, París, octubre de 1995, pág. 243 [18]
Cuando se termine esta crisis sanitaria y económica, mejor dicho cuando haya una pausa hasta la próxima crisis,[19] quedarán a la vista, como después de un tsunami, los estragos sanitarios, económicos y sociales provocados por ésta. Que pagarán las clases populares con desocupación, caída del salario real, aumento de la jornada de trabajo y regresión de la legislación laboral.[20] Así “pondrán el hombro” para reconstruir e incrementar la “riqueza colectiva”, como ya postulan algunos gobiernos y organizaciones patronales.
VI ¿Se dará una toma de conciencia social hacia un nuevo paradigma radicalmente inédito e innovador?
Esta brutal manifestación de los estragos que causa el capitalismo [21] ¿servirá para un proceso masivo de toma de conciencia y provocará un cambio profundo en el sistema, como piensan algunos? No lo sabemos. En todo caso no ocurrirá si la hegemonía ideológico cultural no cambia de campo y de ese modo las grandes mayorías comienzan a comprender que sí hay alternativas al capitalismo y se propongan participar activamente en la construcción y la puesta en práctica de un proyecto—totalmente inédito e innovador—verdaderamente socialista y auténticamente democrático.
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❖ Acerca de Jus Semper: La Alianza Global Jus Semper aspira a contribuir a alcanzar un etos sostenible de justicia social en el mundo, donde todas las comunidades vivan en ámbitos verdaderamente democráticos que brinden el pleno disfrute de los derechos humanos y de normas de vida sostenibles conforme a la dignidad humana. Para ello, coadyuva a la liberalización de las instituciones democráticas de la sociedad que han sido secuestradas por los dueños del mercado. Con ese propósito, se dedica a la investigación y análisis para provocar la toma de conciencia y el pensamiento crítico que generen las ideas para la visión transformadora que dé forma al paradigma verdaderamente democrático y sostenible de la Gente y el Planeta y NO del mercado.
❖ Acerca del autor: Alejandro Teitelbaum es miembro asociado de Jus Semper desde 2010. Trabajó durante muchos años en el tema de los derechos humanos en el ámbito de las corporaciones globales y otras empresas comerciales. Como ex Representante Permanente, sucesivamente de 1985 a 2006, ante la Oficina de las Naciones Unidas en Ginebra, para la Federación Internacional de Derechos Humanos y la Asociación Americana de Juristas, invirtió tiempo bregando con las burocracias de la ONU y de los Estados miembros, en pos de un marco legal internacional que sometiera a la actividad empresarial para que dejara de violar una amplia gama de derechos humanos en su esfera de influencia, como es el caso consuetudinario hoy en día. Como tal, presenció, una y otra vez, cómo las burocracias sucumbieron a la voluntad de las principales potencias económicas, quienes inflexiblemente insistieron en mantener la preeminencia del interés empresarial sobre su responsabilidad por su violación de los derechos humanos. Alejandro es autor de numerosas obras y publicaciones que se refieren a los derechos humanos en general, en particular los derechos económicos sociales y culturales. Alejandro Teitelbaum es Abogado, Universidad de Buenos Aires, y Diplomado en Relaciones Económicas Internacionales en el Instituto de Estudios del Desarrollo Económico y Social, Université Paris I.
❖ Cite este trabajo como: Alejandro Teitelbaum: Morir por Wall Street — Coronavirus, Clases Sociales y Cultura Dominante – La Alianza Global Jus Semper, Mayo de 2020.
❖ La responsabilidad por las opiniones expresadas en los trabajos firmados descansa exclusivamente en su(s) autor(es), y su publicación no representa un respaldo por parte de La Alianza Global Jus Semper a dichas opiniones.
Versión en formato PDF: ATeitelbaum Morir por Wall Street
Notas:
[1] El Estado de bienestar se generalizó en los países más industrializados sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial y de manera muy circunscripta y temporaria en algunos países periféricos. El Estado de bienestar no fue, como se oye decir con frecuencia, un Estado que llenó las brechas del sistema capitalista o que cicatrizó a fuerza de prestaciones sociales las heridas que inflinge el sistema. El Estado de bienestar se fijó como imperativo mantener una tasa de crecimiento, cualquiera fuese, siempre que fuera positiva y de distribuir compensaciones de manera de asegurar siempre un contrapeso a la relación salarial. (Dominique Meda).
[2] Los alumnos tienden a recurrir a un esquema causal muy simple para explicar los acontecimientos según el cual la relación entre la causa y el efecto es lineal y en un solo sentido, derivado del uso de esas reglas simplificadoras para el aprendizaje implícito cotidiano…Sin embargo, la mayor parte de las teorías científicas requieren entender las situaciones como una interacción de sistemas, en las que… la relación causa/efecto no es en un solo sentido, sino que implica una relación recíproca:No es que un agente actúe sobre un objeto modificándolo, sino que dos sistemas interactúan modificándose mutuamente”. Juan Ignacio Pozo Municio y Miguel Ángel Gómez Crespo: Aprender y enseñar ciencia. Del conocimiento cotidiano al conocimiento científico – Causalidad lineal frente a interacción de sistemas; . Editorial Morata, Madrid, 2006. Pág. 116 3 Eli de Gortari, Lógica general, Edit. Grijalbo, México, 1965, pág. 15.
[3] Eli de Gortari, Lógica general, Edit. Grijalbo, México, 1965, pág. 15.
[4] Como las cifras de nivel de riesgo que proporciona Stiglitz son dignas de un autor de ciencia ficción, para despejar dudas citamos el texto original de Stiglitz en la Conclusión de su Informe: This analysis shows that, based on historical data, the probability of a shock as severe as embodied in the riskbased capital standard is substantially less than one in 500,000 –and may be smaller than one in three millions. Given the low probability of the stress test shock occurring, and assuming that Fannie Mae and Freddie Mac hold sufficient capital to withstand that shock, the exposure of the government to the risk that the GSEs will become insolvent appears quite low”. Implications of the New Fannie Mae and Freddie Mac Risk-based Capital Standard. Fannie Mae papers: Joseph E. Stiglitz, Jonathan M. Orszag and Peter R. Orszag, Volume I, Issue 2 March 2002
[5] En el mismo año de la publicación del libro de Monod, varios investigadores descubrieron la existencia de una enzima, la transcriptasa inversa. Los estadounidenses Harold Temin y David Baltimore, en los retrovirus y el francés Mirko Beljanski, en las bacterias. Los investigadores anunciaron la existencia de esta enzima en el VI Simposio sobre Biología Molecular celebrado en Baltimore (Estados Unidos) en junio de 1972
[6] Monod veía la relación de causalidad como una relación en sentido único, ignorando así la interacción entre causa y efecto.
[7] Un estudio del nuevo virus realizado por especialistas puede verse en The proximal origin of SARS-CoV-2, Kristian G. Andersen, Andrew Rambaut, W. Ian Lipkin, Edward C. Holmes & Robert F. Garry. Nature Medicine (2020) https://www.nature.com/articles/s41591-020-0820-9.
[8] Coronavirus: cómo el mundo desaprovechó la oportunidad de tener una vacuna lista para hacer frente a la pandemia https://www.bbc.com/mundo/noticias-52216766
[9] Métodos de organizar la producción industrial que consiste, para reducir los costos, en tratar de reducir a cero los stocks de materia prima y de los productos terminados.
[10] Por ejemplo en los hospitales de Francia hay 69000 camas menos que hace 15 años. https://www.lequotidiendumedecin.fr/actus-medicales/sante-publique/hospitalisationcomplete-69-000-lits-en-moins-en-15-ans. En los últimos decenios, el número de camas en el sistema hospitalario francés ha experimentado una disminución continua, ya que entre 1982 y 2013 pasó de 612.898 a 428.987, una disminución del 30%. Durante el mismo período, la población francesa creció de 55,7 millones de habitantes a 66 millones de habitantes, un aumento del 18,5%; por lo tanto, el número de camas de hospital por habitante disminuyó en poco más del 40%, pasando de 11 camas por cada 1,000 habitantes a 6.5 (Datos del Banco Mundial, compilados por la Universidad de Sherbrooke). Cuando comenzó la pandemia en Francia había sólo 5.500 camas para terapia intensiva, 5.000 en Italia, mientras en Alemania había más de 25.000 (https://www.franceinter.fr/emissions/le-vrai-faux-de-l-europe/le-vrai-faux-de-l-europe-12-mars-2020) En Italia la situación es similar a la de Francia: privatización de los servicios de salud, un recorte de 25.000 millones de euros en el presupuesto de salud pública entre 2010 y 2015, 70.000 camas menos en los hospitales en los últimos diez años, y 30 % de camas destinadas a terapias intensivas menos que en 2001. ( https://www.laizquierdadiario.com/El-sistema-sanitarioitaliano-se-derrumba-bajo-el-peso-de-los-recortes-y-la-crisis-del-coronavirus). Según las fuentes, las cifras difieren pero en todas se muestra la tendencia general persistente desde hace años al desmantelamiento de los servicios públicos de salud. Una tendencia diferente se observa en algunos países, por ejemplo en Alemania, Corea del Sud y Japón. Un caso en cierta medida particular son los Estados Unidos donde un sistema privatizado y socialmente desigual es el principal factor de riesgo. (https://www.eldiario.es/theguardian/EEUU_0_1001950801.html). En EUA La falta de cobertura sanitaria es un problema persistente y en este momento se vuelve más crucial: en 2018, 27,5 millones de personas no tenían seguro en ningún momento del año, según datos de la Oficina del Censo, que reflejaron un aumento sobre el año anterior.
Ello provoca que algunas de estas personas eviten acudir a un médico en caso de contagio: una consulta para alguien que no tiene seguro puede legar a costar cientos de dólares. https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-52273159 Distintas políticas sanitarias que se reflejan en la tasa de mortalidad por personas contaminadas.
[11] La misma política de deslocalización de la fabricación de barbijos se practica desde hace decenios con los medicamentos y con sus principios activos: en los últimos treinta años China ha pasado a producir el 80% de los principios activos de los medicamentos y una parte sustancial de los medicamentos terminados que se consumen en el mundo. En los años 80 los porcentajes eran exactamente inversos: Europa producía el 80% y sólo el 20% era de procedencia extranjera (https://www.lefigaro.fr/international/quand-l-occident-renoncait-a-produire-sespropres-medicaments-20200413).
Dada la crisis actual (paralización temporaria de la industria china y aumento exponencial del consumo interno en el país asiático), se puede prever –y ya se está produciendo- una penuria generalizada mundial en el suministro de medicamentos para todo tipo de enfermedades. También se puede prever que cuando la penuria en los servicios hospitalarios causada por el COVID 19 comience a revertirse, volverá a reproducirse con el alud de los enfermos afectados por otras dolencias que no fueron atendidos durante la pandemia.
[12] El placebo en la práctica y en la investigación clínica. S. G. Tempone Pérez. http://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0212-71992007000500010
[13] Effet placebo, Marie-Catherine Mérat https://www.science-et-vie.com/corps-et-sante/les-vrais-secrets-de-l-effet-placebo-51442
[14] 14↩Coronavirus: un complejo de mega millonarios con su propio centro de pruebas desata la furia en la Costa Azul https://www.lanacion.com.ar/el-mundo/un-complejo-residencialmegamillonarios-su-propio-centro-nid2356154
[15] Nicola Brandt: INFORMALITY IN MEXICO — ECONOMICS DEPARTMENT WORKING PAPER No. 896 OECD – 17-1—2011.
[16] En abril se posó en un aeropuerto francés un enorme avión procedente de China con 150 toneladas de material de protección contra la contaminación (barbijos, guantes, gorros, blusones, etc). No era un encargo del Gobierno, sino de una empresa privada, cuyo nombre no se reveló.”Business is business”.
[17] Gonzalo Fernández: Vacuna urgente contra la Unión Europea, OMAL, 22 de abril de 2020.
[18] Fuentes:
https://www.lemonde.fr/economie/article/2020/04/20/coronavirus-fnac-darty-premiere-grande-entreprise-a-beneficier-d-un-pret-garanti-par-l-etat_6037150_3234.html;
http://www.fnacdarty.com/actualites-publications;
http://www.fnacdarty.com/wp-content/uploads/2017/07/CP_Conditions-de-r%C3%A9mun%C3%A9ration-de-la-nouvelle-gouvernance.pdf; https://www.liberation.fr/france/2020/04/19/500-millions-pour-fnac-darty-on-prete-mieux-aux-plus-riches_1785716; https://www.liberation.fr/futurs/2017/04/28/alexandre-bompard-un-pdg-a-14-millions-d-euros_1566175; https://www.globenewswire.com/news-release/2020/02/26/1991225/0/fr/Fnac-Darty-r%C3%A9sultats-annuels-2019.html
[19] Como un efecto del cambio climático puede haber un desplazamiento de los insectos vectores de distintos virus (dengue, zika, chikungunya ) a otras regiones, que pueden ser afectadas por nuevas epidemias. Hasta ahora limitadas al contagio episódico provocado por algunos viajeros.
[20] Mathilde Damgé et Maxime Vaudano: Coronavirus : d’où viennent tous ces milliards des plans de relance? Le Monde, 24/04/20
[21] Cuando se haga el balance de este periodo quizás se podrá saber quien tuvo menos fallas en materia de previsión, reactividad y medidas adoptadas frente a la pandemia: si el capitalismo de Estado autoritario chino o el Estado de democracia putrefacta autoritaria occidental, fiel ejecutora de los designios del gran capital privado. Aunque en los Estados capitalistas también habrá que hacer la diferencia entre los distintos Gobiernos en materia de previsión, reactividad y medidas adoptadas y el por qué de tales diferencias.
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