María Angélica de Luigi se fue en silencio. [Ya había escrito hace 15 años su mea culpa]
por Enrique Fernández (Chile)
4 años atrás 5 min lectura

Fue una de las estrellas del periodismo por más de 20 años. Brilló en el firmamento de la televisión, los diarios y la radio, a partir de la década de los 70. Pero María Angélica de Luigi se fue sin grandes discursos, sin cortejos multitudinarios, sin aviso previo, el pasado 5 de junio.
Prefirió partir en silencio, porque en los últimos años de su inquieta vida ése fue el camino que eligió. Después de sus comienzos en Radio Minería en 1969, recién egresada de la Universidad de Chile, pasó por Canal 13, Las Últimas Noticias, El Mercurio y el diario La Época. Y un día decidió dejar el periodismo para volcar su sensibilidad en la pintura.

María Angélica se alejó entonces de sus colegas y amigos, Buscó refugio espiritual en la tranquila caleta de Guanaqueros, en la región de Coquimbo, y se mimetizó con la paz aldeana de pescadores y pequeños comerciantes. Atrás quedaron sus entrevistas a escritores, artistas, políticos, hombres y mujeres comunes y corrientes. También quedaron en el recuerdo sus crónicas matizadas de fino humor y un contenido profundamente humano.
Leer sus artículos o ver sus reportajes de televisión era como estar junto a ella, escuchando su voz suave y viendo la expresión juguetona de sus grandes ojos. Porque María Angélica disfrutaba o sufría con cada una de sus entrevistas o crónicas.
Desde Canal 13, en los años 70, reivindicó el papel de la mujer y reclamó los derechos que hoy levantan los movimientos feministas. Desde el diario Las Últimas Noticias rescató a figuras del mundo de la cultura, pero con un estilo ameno, cargado de anécdotas graciosas o emotivas.

En una entrevista con el músico y cineasta José Bohr, en 1979, recordaba sus comienzos allá por los años 20 y escribía que este “autor de más de doscientas canciones, protagonista y productor de más de sesenta películas chilenas, mexicanas y argentinas… está como tuna”. Su pluma también trazó una semblanza de Juan Firula, un escritor “especialista en bajos fondos, censurado en Chile por “coprolalia’, no por política”.
En los años 80 se ocupó de las entrevistas a personalidades políticas, en la edición dominical de El Mercurio, durante la dictadura de Augusto Pinochet. Fue esa circunstancia la que determinó más tarde su alejamiento del periodismo, al verse aprisionada por el choque de dos posturas irreconciliables: el autoritarismo y sus secuelas de muertes y arbitrariedades, y el humanismo que cuando niña conoció en el ejemplo de su padre, el escritor y periodista Juan de Luigi.
Tras su deceso, algunos de sus colegas la recuerdan por su “Mea Culpa”, una confesión desgarradora que escribió hace 15 años, donde refleja las contradicciones que le tocó vivir. El artículo fue publicado el 25 de noviembre de 2004 por le revista “The Clinic”, donde su hijo Juan Andrés Guzmán se desempeñaba como co-director. Su texto es el siguiente:
EL MEA CULPA DE UNA PERIODISTA
Por María Angélica de Luigi,
Lo siento.
Mi tiempo ha estado dentro del tiempo de los otros, como perra al mediodía en el Paseo Ahumada.
Yo solo me estiré al sol, remoloneando, entre los zapatos que perseguían y los zapatos que arrancaban por Huérfanos, por Pudahuel y La Victoria.
Soñaba lo normal: ternuras, erotismos, una casita, un buen colegio para el hijo.
Mientras Mónica González, Patricia Verdugo, la Camus, la Monckeberg, la dulce y angustiada Elena Gaete, del Apsi, arriesgaban la vida, yo me daba gustos de perra fina bajo los aleros de El Mercurio.
Gustitos: escribir bien, forzar preguntas inteligentes, poner en aprietos, colar entrelineas sofisticadas.
¿Alguien planteó en alguna pauta en El Mercurio que había que hacer un reportaje a los cuarteles de la Dina?
Yo tampoco.
No puedo culpar a nadie. Nunca se me censuró.
Perra.
Mientras a otras chilenas les rompían la vagina con animales, botellas, electricidad, les daban puñetazos y mataban a sus hijos y padres, yo le leía cuentos a mi hijo, pololeaba, iba a las cabañas de los periodistas en El Tabo, usaba suecos y minifalda, carreteaba, ¿era feliz?
Lo siento.
Yo estuve entre los buenos y entre los malos de la guerra fría de Cheyre.
Entre los malos: me conmovió Allende, su discurso social, la reivindicación del pobre, el vino tinto y la empanada.
Trabajé por él, voté por él, estuve en la Alameda con pancarta para defender su triunfo después del asesinato de Schneider.
Entre los buenos: mandé a la mierda a los compañeros del CUP cuando se convirtieron en camarilla para perseguir periodistas, censurar informaciones y amenazar con matar al momiaje. ¿Te acuerdas, comadre, el cachetón que te mandé por ser tan resentida y odiosa?
Pero tú sí que te acuerdas, Pelao Carmona, donde estés, de esa conversación sofocante en un sillón del viejo Congreso en 1973: “Angélica, lo que se viene es un gorilazo, aquí se viene la CIA con todo, va a ser un baño de sangre».
Y yo: «Ya estai con tu paranoia del imperialismo y la custión, Pelao».
Y después te encontré en un párrafo de crónica, ametrallado en una calle de Santiago.
Guevona.
Pelao, te juro, si ahora tuviera la oportunidad de vivir todo de nuevo, me gustaría figurar entre tus malos.
Lo siento.
¿Qué valor tiene decir «lo siento», así, al voleo?
Pedir perdón a todos, a nadie.
Prefiero personificar: te pido perdón a ti, periodista Olivia Mora, que cuando naciste traías una bandera de Allende, que fuiste izquierdista de alma, que te la jugaste y nunca fuiste sectaria, que nunca quisiste matar a nadie sino hacer justicia social.
Perdona por lo que tuviste que sufrir en el Estadio Nacional, en el exilio, con el asesinato de tu primer marido, el Pepe Carrasco (amigo loco que creíste en mí como periodista).
Y, Olivia, perdona por no haber hecho nada para cortar la cadena de horror que se llevó a uno de tus hijos.
Fui una perra.
Guevona.
[NdR: en el original, viene el video alcomienzo del artículo. Nosotros lo hemos puesto al final]
*Fuente: Kradiario
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