La memoria nombrada, del periodista español Felix Población, pretende combatir ese vaciado moral y responder en lo posible a lo que Walter Benjamin escribió en El Escarmiento: “Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres.»
Recopilación de artículos publicados en medios como Público, La Mara, Periodista en Español, La Voz de Arturias, Nueva Tribuna, Crónica Popular y El Huffington Post.
DESCRIPCIÓN
Decía el escritor Manuel Rivas, en el prólogo a un gran libro (Vencidxs), publicado gracias al trabajo autogestionado de un pequeño equipo de altruistas, que somos lo que recordamos y también lo que olvidamos.
Para Rivas, el olvido provocado es parte de una identidad negativa y también delictiva, pues impide la reparación y la justicia: “La relación con la memoria no es un problema partidario. En todo caso, sería una opción entre el partido de la humanidad o de la inhumanidad”. El periodista gallego estimaba que sin libros como el citado, lo que triunfaría sería el fracking: el vaciado moral, la contaminación del manantial de la conciencia.
La memoria nombrada, de Félix Población, pretende, en su medida, combatir ese vaciado moral y responder en lo posible a lo que Walter Benjamin escribió en El Escarmiento: “Es tarea más ardua honrar la memoria de los seres anónimos que la de las personas célebres. La construcción histórica está consagrada a la memoria de los que no tienen nombre”.
Ferrer Guàrdia | Amaro del Rosal | Gerhard Hoffmann | Miguel Hernández | Antonio Machado | Rosario Acuña | Pablo Neruda | Arnulfo Romero | Ferdinand Hackl | Oliver Law | Maria Ubilerma | El Mazucu | Soacha | Josef Eisenbauer | Cristino García | Manolis Glezos | Agustín García Calvo | Adelina Kondratieva | Eladio García Palacios | Teresa León
A modo de introducción y agradecimientos
Siempre que el artículo periodístico accede a las páginas de un libro, conviene preguntarse –y así lo ha hecho el autor con el que tiene el lector ahora en sus manos– si lo escrito merece pasar de las páginas volanderas de un diario o revista (en papel o digital) a las de un volumen que por su hechura y formato está llamado a ser leído con más detenimiento y permanencia en el tiempo, por aquello de que los libros envejecen un poco más tarde.
Para responder a esa pregunta nadie mejor que el lector cuando ejerza como tal en el transcurso de las páginas que siguen. El autor se ha limitado a seleccionar aquellos textos que a lo largo de nueve años (entre 2008 y 2017) le han parecido más interesantes para conformar esta antología. El título y el contenido se ciñen a una serie de nombres vinculados con la historia democrática y republicana de este país, tanto tiempo silenciada durante cuatro décadas de dictadura y no suficientemente reivindicada ni explicada a las jóvenes generaciones en el transcurso de otras cuatro décadas de monarquía parlamentaria.
A favor de esa recuperación ha jugado la posibilidad del autor de manejar los fondos del Centro Documental de la Memoria Histórica, en los que ha investigado durante muchos años, así como los de otros archivos y hemerotecas del país.
Los cien artículos que aquí se estampan fueron publicados en diversos medios de comunicación generalistas, bien en exclusiva para esos medios –los menos– o compartidos con otros, y siempre, en todo caso, en Diario del Aire, blog donde respira el autor a diario desde hace quince años. Esos medios son Público, La Marea, Periodistas en Español, La Voz de Asturias, Nueva Tribuna, Crónica Popular y El Huffington Post. Se incluyen asimismo otros textos publicados en revistas especializadas como El Viejo Topo, Quimera y Atlántica XXII. El autor ha creído oportuno incluir también la presentación que hizo en su día en Salamanca del libro de Lidia Falcón Ejecución sumaria, que versa sobre la del anarquista catalán Salvador Puig Antich en 1974 y cuyo contenido crítico sobre la Transición forma parte de nuestra memoria histórica más próxima.
Entre todo este material va igualmente, y siguiendo el orden cronológico en que fueron dados a conocer los textos, un opúsculo publicado en 2013 en la revista Cuadernos Republicanos del Centro de Investigación y Estudios Republicanos, dedicado a una figura muy interesante y totalmente olvidada de la no menos olvidada historia
del republicanismo español, un republicanismo que se remonta a los comienzos del siglo XIX, como también data de mediados de ese siglo el nacimiento del protagonista. Se trata del escritor público, fundador y sustentador del semanario satírico El Motín durante cuarenta años, José Nakens, que a su muerte en 1926 fue despedido en las calles de Madrid por una multitud comparable a la que despidió en las mismas circunstancias un año antes al mismísimo Pablo Iglesias Posse, fundador del Partido Socialista Obrero Español. Compárese la trascendencia pública que han tenido uno y otro y júzguese una vez más lo azaroso de la historia póstuma.
La personalidad de Nakens, por su carácter anticlerical y antimonárquico, y su trayectoria periodística ciertamente amotinada contra la Restauración –según reza el título del ensayo al que aludo (José Nakens, un periodista amotinado contra las lacras de la restauración)–, mantuvo toda su resonancia histórica y popular durante la Segunda
República, pues no en vano fue un pugnaz luchador por instaurarla desde los tiempos de la revolución de 1868. Todavía bien entrado el régimen del 14 de abril de 1931 se hacían suscripciones públicas para dar nombre a centros escolares y erigir monumentos en su memoria en algunas ciudades del país.
El golpe de Estado del general Franco en 1936 acabó con el primer régimen democrático de nuestra historia y con la memoria de todos aquellos que se comprometieron y lucharon por la República, entre los que figura una nómina ciertamente brillante de intelectuales crecidos en torno a La Gloriosa. La dictadura sería la culpable de que tanto sobre el director de El Motín como sobre tantísimos otros protagonistas de la historia del republicanismo español se abatiera la niebla de un olvido impuesto por las armas. La guerra primero y la represión brutal bajo el dominio de los vencedores después, consolidaron ese silenciamiento pertinaz que todavía hoy no se ha disipado en la medida que
sería deseable, y que con estos artículos he tratado modestamente de despejar para que el olvido se llene de memoria –según la conocida cita de Benedetti– y podamos ponerle nombre, para así familiarizarnos con su trato, tanto tiempo secuestrado del conocimiento.
No puede faltar en esta breve nota introductoria el agradecimiento del autor a quienes le instaron y animaron a la publicación de esta selección de artículos, sin cuyo estímulo quizá no habrían llegado hasta aquí, a la espera de que haya una segunda parte con otros textos de vario y distinto carácter que han quedado pendientes y que algún día
me gustaría publicar en papel. Un lugar especial en mi gratitud es el que merecen Pablo Iglesias Turrión, por su nota prologal valorando este libro, y su padre y querido amigo Javier Iglesias Peláez, profesor de Historia Contemporánea y firmante del documentado prólogo, que a más de su saber sobre la materia une la generosidad y atención de seguir
desde hace algunos años las colaboraciones periodísticas del autor.
He de hacer también mención expresa de gratitud, sin duda, a Miguel Riera, director y editor de una de las publicaciones más veteranas y prestigiosas de la izquierda, El Viejo Topo, que ahí sigue en la brega a pesar del tiempo transcurrido y la desaparición de tantas otras publicaciones progresistas en las últimas décadas, y que por mediación de la editorial del mismo nombre ha abierto las puertas a este libro.
Agradezco mucho a la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica haber puesto a mi disposición, para la portada de este libro, su copioso álbum de imágenes al pie de las fosas de las víctimas del franquismo. Personalizo esta gratitud en el fotógrafo Óscar Rodríguez, de la asociación memorialista Recuerdo y Dignidad y autor de las instantáneas que hizo en las cercanías de Calatañazor (Soria), lugar donde fue enterrado después de su asesinato uno más de aquellos hombres de bien que lucharon por un país más culto y solidario. Se llamaba Abundio Andaluz Garrido (1888-1936) y sus gafas entre la tierra que cubrió sus restos durante ochenta años bien pueden ser la
imagen más cabal de aquella Segunda República Española, empeñada en rescatar al país de su larga pesadilla de oscurantismo, tal como el músico y abogado soriano ejemplificó con su vida en pro de la educación y bienestar de los más humildes.
La intención del autor con este centenar de artículos es contribuir, en su modesta medida, a nombrar e identificar la memoria olvidada o silenciada, y mover con ello a reflexión e introspección histórica para tenerla en cuenta, pues se trata de algo fundamental para iluminar y fortalecer la encarnadura democrática de la que debemos nutrirnos:
porque fueron somos, porque somos, serán.
El autor
Salamanca, 14 de abril de 2018
*Fuente: El Viejo Topo
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