Intelectuales de América y Europa alertan contra Bolsonaro
por Intelectuales y Artistas de América y Europa
6 años atrás 24 min lectura
Pensadores y artistas opinan sobre la posible victoria del ultra en Brasil
La decisiva votación de este domingo en Brasil marcará un antes y un después en la historia del país más grande de América Latina. La victoria del ultraderechista Jair Bolsonaro que pronostican las encuestas sumiría a Brasil en una era incierta, en la que, si se cumplen todas sus amenazas, la democracia sufriría un claro retroceso. Ante este escenario, EL PAÍS ha recabado la opinión de destacados intelectuales, pensadores y personalidades de la cultura de América y Europa, que valoran la posible llegada al poder de Bolsonaro.
Walter Salles, cineasta brasileño

Alice Braga, actriz brasileña

Sergio Ramírez, escritor nicaragüense

Juan Villoro, escritor mexicano

Alma Guillermoprieto, reportera y escritora mexicana

Juan Gabriel Vásquez, escritor colombiano

Claudia Piñeiro, escritora argentina
Me preocupa tremendamente el discurso homofóbico, antimujeres y prodictadura que tiene Bolsonaro y que eso no sea lo suficientemente pesado para que no se lo vote. ¿Cómo alguien puede votar diciendo «no importa lo que dice respecto a los homosexuales porque vamos a tener una mejor tasa de interés»? ¿En qué nos estamos convirtiendo?, ¿cómo una persona sensata puede decir semejante barbaridad? Creo que esto pasó porque durante 20 años hubo un crecimiento de las iglesias evangélicas y la derecha consiguió unirse a ellas. El poder que les faltaba a las derechas latinoamericanas lo están consiguiendo a través de estas uniones. Es un proceso que lo hemos visto, que no hemos podido revertir y que hoy encontramos ya instalado en Brasil. No sé si en otros países se podrá dar una situación similar. (Sebastián) Piñera en Chile ha tenido algunas conversaciones con los evangélicos, acá nos pasamos todo el tiempo viendo que la gobernadora, el presidente, se reúne con la Iglesia católica y los evangélicos como si eso no tuviera ningún costo a futuro. Pero lo tiene.
Jorge Ramos, periodista mexicano

Al igual que como ocurrió con Trump en Estados Unidos, es muy preocupante que a millones de votantes brasileños no les importe votar por alguien como Bolsonaro. Es como si su voto no dijera nada sobre ellos. Pero se equivocan. Tu voto habla de quién eres tú. Les guste o no, los casi 63 millones de personas que votaron por Trump se parecen a él. En algo. Igual ocurre en Brasil. Y prepárense: Trump —con sus ataques, mentiras y prejuicios— partió en dos al país. Los brasileños están a punto de hacerlo también. Y todo, irónicamente, gracias a la democracia.
Héctor Abad Faciolince, escritor colombiano
“O ya no pasa lo que yo entendía, o ya no entiendo lo que está pasando” es un célebre apunte de [el fallecido escritor mexicano Carlos] Monsiváis. Lo que está ocurriendo en Brasil no puede ser entendido con el viejo esquema del enfrentamiento entre izquierda y derecha. El otro esquema binario de comprensión, autoritarismo versus liberalismo, se acerca más, pero tampoco agota el análisis.
Para que la lectura de la vieja izquierda funcione se requiere una masa de población explotada. Pero si en las franjas más pobres de las grandes ciudades el desempleo toca cimas del 20% o del 30%, esta franja no puede llamarse explotada sino marginada, irrelevante en términos laborales porque aunque haya puestos de trabajo esa porción de los ciudadanos no ha sido educada para poderlos desempeñar.
En la vieja izquierda liberal hemos defendido la liberación sexual, la ruptura con la Iglesia católica, la despenalización del uso de drogas, y hemos sido permisivos y laxos con la delincuencia, atribuyendo su causa a la miseria. Esto pudo ser liberador para los burgueses, pero en las zonas urbanas marginadas ha significado embarazo infantil y juvenil, reemplazo del catolicismo por las sectas evangélicas, drogadicción desenfrenada y una inseguridad desatada que afecta, sobre todo, a los pobres y a la clase media. También cerramos un ojo ante la corrupción, si los corruptos eran de izquierda.
En una situación así, desesperante, no es nada raro que gane el más arrogante y el más loco. El que no se parezca en nada al político tradicional, y el que ofrezca supuestas soluciones fáciles de entender: la ira fascista, la represión feroz y el nacionalismo rastrero. Que gane entre los más ricos y reaccionarios es normal. Pero si gana entre las clases medias y marginadas, esto no se debe ni siquiera a lo que dice, sino a que al menos le entienden lo que dice, sobre todo si lo que dice se parece a lo que los pastores evangélicos gritan en los sermones.
Jorge Edwards, escritor chileno

Adolfo Pérez Esquivel, argentino premio Nobel de la Paz en 1980

Noam Chomsky, lingüista

Bolsonaro no sólo es uno de estos vergonzosos líderes de extrema derecha que degradan la política contemporánea. Va mucho más allá. Quizá su momento más vil —y hay muchos— fue durante el grotesco ‘golpe suave’ de la derecha, cuando un Parlamento formado por destacados criminales destituyó a la presidenta Dilma Rousseff basándose en motivos irrisorios. Bolsonaro dedicó su voto al jefe de la espantosa unidad de tortura de la dictadura que fue responsable de la feroz tortura de Rousseff. Quizá no sorprenda viniendo de alguien que critica la dictadura sólo porque esta no asesinó a 30.000 personas, como en Argentina. Una lista de horrendas salidas de tono llenaría muchas páginas. Sus programas para el país, si se aplicasen, serían muy beneficiosos para los inversores y los superricos a expensas de la población considerada sin valor, una categoría amplia, mientras el país declina hacia una caricatura lamentable.
Susana Malcorra, excanciller argentina

Héctor Aguilar Camín, periodista y escritor mexicano
La posible victoria de Bolsonaro es la consecuencia de la destrucción del sistema de partidos políticos brasileños. Es una mala noticia para la democracia, corroída por la corrupción al extremo de que el único que le podría haber competido, el expresidente Lula, está en la cárcel. Me preocupa que hay algo más que populismo en Bolsonaro, que es el fascismo. Me preocupa también que tiene un componente antidemocrático como el integrismo religioso, que viene con el auge de las confesiones evangélicas en Brasil. Este conjunto de problemas, en un horizonte de instituciones destruidas, es muy preocupante. Sobre todo con un hombre que hace parte del linaje militar de una dictadura que no fue derrotada ni por la democracia ni por sus propios errores. El nacimiento de este fascista, apoyado en el elogio de la estructura militar, no augura nada bueno para Brasil ni para América Latina
Gael García Bernal, actor mexicano

Alberto Barrera, escritor venezolano
Parece inevitable no buscar una relación entre los escándalos de (corrupción) Lava Jato u Odebecht y el éxito de Bolsonaro. Él es un nuevo ejemplo de la crisis de la representación del liderazgo, del fracaso de la política, que vive el continente. Su popularidad no es ideológica. En ella hay más desespero que racionalidad, más falta de opciones que discernimiento. Tampoco es una novedad: prometer magia y fuerza. Esa parece ser la clave del populismo autoritario latinoamericano.
Bolsonaro aún no ha ganado y ya es una preocupación internacional. Sus opiniones son una desventaja, para el frágil cuadro institucional de Brasil y también para la situación que vive la región. Otro autoritarismo personalista no ayudará en la compleja crisis que vive Latinoamérica.
Joan Manuel Serrat, cantante español

Alejandro Sanz, cantante español

Juan Cárdenas, escritor colombiano
Sospecho que todas nuestras advertencias contra Bolsonaro y fenómenos afines —Trump, Brexit—, sospecho que nuestras desesperadas explicaciones que invocan derechos, conquistas sociales y valores de la tradición liberal, son totalmente contraproducentes y nada persuasivas entre una gran masa de votantes, que ven estas figuras grotescas como una posibilidad de expresar rabias y frustraciones contra esa misma tradición liberal. Son las contradicciones internas del liberalismo, es en el corazón de las tinieblas del capitalismo global donde se han engendrado los bolsonaros y los trumps. No son una amenaza externa, sino interna. Es evidente que tenemos que vencerlos en las urnas, oponernos a ellos con decisión, pero debemos pensar y atacar las causas profundas del fenómeno. Responsabilizar exclusivamente al progresismo latinoamericano de las últimas décadas por un Bolsonaro es, como mínimo, un acto de mezquindad en el enfoque. Las contradicciones de ese progresismo son solo un capítulo de la historia más amplia del choque entre la lógica depredadora del capital y las dinámicas emancipadoras. Bolsonaro es una creación de nuestras fantasías reprimidas, un amo a la medida de nuestras patologías y nuestro narcisismo liberal. Habría que empezar a derrotarlo dentro de nuestro discurso, de nuestro esquema deseante.
Bernard-Henri Lévy, filósofo y escritor francés

Me cuesta creer que la patria de Chico Buarque y Chico Mendes se deje así tentar por un retorno a un pasado atroz, que ha dejado tantas cicatrices aún abiertas. Me cuesta imaginar que el país dé la espalda de repente al adagio famoso: ‘Brasil, tierra de futuro’. Es por esto que expreso el deseo de que, antes de que sea demasiado tarde, el país rompa el proceso anti-democrático mortífero que se inició en 2014 y que hoy llega a su estadio más crítico. Le queda una semana para evitar un vuelco que difícilmente será reversible. Brasil debe extraer fuerzas de su memoria sufriente y del recuerdo de los horrores de la dictadura militar que entre 1964 y 1985 tomó el país como rehén. Debe decir #EleNão al candidato de extrema derecha que exhibe abiertamente su desprecio por las reglas democráticas. Todos sabemos que el nacionalismo exacerbado, el desprecio por los derechos humanos y las minorías, la agitación del odio como estrategia de campaña son las armas de los populistas. Y la Historia, incluida la brasileña, rebosa de ejemplos dramáticos que indican adónde puede conducir esto.
Brasil no es, ciertamente, el único país que debe enfrentarse a una ola populista. Mi país, Francia, ve también cómo constantemente se pone a prueba la República. Pero, hasta ahora, un frente republicano siempre ha logrado hacer barrera. Brasil puede hacer lo mismo. Puede elegir a un candidato serio y probo, Fernando Haddad. Que pueda, votando a Haddad, evitar que un hombre que con orgullo encarna la barbarie eche por tierra tan reciente democracia. Brasil vale más que esto. El Brasil que el mundo entero admira es el de las mujeres que se manifiestan contra el horror. Es el Brasil de las Marielles. Es el de la una oposición resuelta a Bolsonaro y a sus armas.
Beatriz Sarlo, analista política argentina
Bolsonaro, victorioso, soberbio y desfachatado, prueba algunas de las hipótesis que se hicieron corrientes en estos años. Por ejemplo, que el poder territorial de los grandes partidos se ha debilitado frente a fuerzas que no son políticas en su origen, pero ofrecen consolación espiritual y organización comunitaria. Tal es el caso de los pentecostales, que ya venían demostrando su influencia en Brasil y tienen representantes en el Congreso. Cuando la política se vuelve demasiado compleja, incomprensible o lejana; cuando la corrupción disuelve la credibilidad; cuando la distancia entre el mundo de los representados y el de sus representantes parece un páramo intransitable por ausencia de mediaciones institucionales, entonces llega un dirigente que propone una relación demagógica con los sectores sociales que aspira a conquistar. Halaga sus peores prejuicios y construye escenarios donde el miedo al futuro cultiva predicciones catastróficas.
Milton Hatoum, escritor brasileño
“Un eventual Gobierno de Bolsonaro será un enorme retroceso político y social. Él y sus hijos desprecian e incluso amenazan la democracia y las instituciones democráticas. Ayer (domingo), el capitán amenazó a los votantes del profesor Haddad. ¿Él no sabe que muchas de estas personas votarán en Haddad para defender la democracia? Me pregunto por qué los votantes de Bolsonaro no perciben que su candidato pretende actuar como Nicolás Maduro, el caudillo venezolano que persigue y arresta a sus adversarios políticos. En el fondo, Bolsonaro es influenciado por lo mismo que Maduro, un político autoritario y corrupto, que recurrió al fraude y al chantaje para elegirse. Ambos son violentos y recurren a las milicias para intimidar y denunciar a sus adversarios. Por cierto, la admiración de Bolsonaro por Hugo Chávez es antigua. En septiembre de 1999, el candidato dijo en una entrevista que Chávez era «una esperanza para Latinoamérica». Los brasileños anhelan una nueva política, pero lo que Bolsonaro representa es lo que hay de más viejo y oscuro. Los votantes serán engañados. En menos de seis meses la clase media sentirá el impacto negativo de la política económica. Por último, como escritor brasileño, es una vergüenza ver a ese hombre grosero, misógino, racista e ignorante en la presidencia. Él declaró que su libro de cabecera es la obra de un torturador. ¡Qué hermoso ejemplo de humanismo y cultura democrática!”
Chico Buarque de Holanda, cantante brasileño
“Todavía prefiero creer en la victoria de Fernando Haddad. La otra opción sería un desastre para Brasil y una vergüenza para los brasileños”
Lilian Schwarcz, historiadora y antropóloga
Si Bolsonaro gana las elecciones el día 28, lo hará a través de las urnas y del voto popular. No cuestiono, por tanto, que sea una cuestión democrática. Cuestiono sin embargo la “calidad” de la democracia que él representa. Una democracia que no respeta a los derechos humanos, que incita a la violencia y al armamento, que no admite la pluralidad de opciones de género, que humilla a las poblaciones negras, y que afirma descaradamente que no admitirá las reservas indígenas instituidas constitucionalmente. De la misma forma, la democracia es un concepto que también ha cambiado. Ahora sirve para definir proyectos que la contradicen. Si Bolsonaro gana vamos a tener que estar preparados el día después para formar un frente progresista de tamaño de Brasil. Un Brasil distinto, más generoso, variado e incluyente que este que vemos tomar fuerza en 2018.
Daniela Mercury, cantante
«El candidato hizo durante cuatro años una campaña tensa, extremadamente agresiva, basada en discursos de odio, discriminación de negros y homosexuales y ofensas a las mujeres. Ahora en la recta final de la campaña, hubo la vergonzosa denuncia del periódico Folha de S.Paulo sobre la manipulación de fake news, impulsadas por Caja 2 de campaña. Además, hubo amenazas a la democracia, idolatría a torturadores, irrespeto a los indígenas, amenazas al Supremo Tribunal Federal. (…) Todo eso ha llamado la atención de todo el mundo a lo que está sucediendo en Brasil. Esto sin hablar de la falta de diálogo [del candidato Jair Bolsonaro] y de democracia al desistir de los debates con sus opositores, dejando a la población sin la posibilidad de conocer las propuestas de cada uno. Este clima negativo y sombrío vino tras años muy difíciles para los brasileños, después del impeachment de la presidenta [Dilma Rousseff], después de decenas de escándalos de corrupción que generaron tristeza y desconfianza. Los ánimos se agudizaron y este clima oscuro abrió espacio para más de 50 casos de violencia relacionada con sus partidarios. La violencia llegó junto con intolerancia, prejuicio y discriminación. Al leer este pequeño resumen que hice aquí de lo que ronda esta candidatura, el lector puede responderme si [Bolsonaro] representa un riesgo para Brasil. Desgraciadamente, en esta votación, la elección no es política. Estamos escogiendo entre la democracia y la barbarie para que, en cuatro años, todos puedan votar nuevamente y hacer una elección política de acuerdo con lo que suceda al mando del país, en esos cuatro años que se seguirán. El fascismo necesitaba enemigos para crecer y encontrar. ¡Yo soy de la paz y contra el fascismo y seguiré mi camino por los senderos de la paz, de la inclusión, de la democracia y del bien, sin renunciar nunca a lo que creo! (…) Independientemente del resultado de las elecciones, seguiré cobrando al gobernante, luchando por nuestra libertad y uniendo y fortaleciendo a la población a través del arte»
Han colaborado: Marc Bassets, Juan Cruz, Luis Pablo Beauregard, David Marcial, Francesco Manetto, Federico Rivas Molina, Javier Lafuente, Beatriz Jucá y Tom C.Avendaño.
*Fuente: El País
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