«Bolsonaro no sólo es uno de estos vergonzosos líderes de extrema derecha que degradan la política contemporánea. Va mucho más allá. Quizá su momento más vil —y hay muchos— fue durante el grotesco ‘golpe suave’ de la derecha, cuando un Parlamento formado por destacados criminales destituyó a la presidenta Dilma Rousseff basándose en motivos irrisorios. Bolsonaro dedicó su voto al jefe de la espantosa unidad de tortura de la dictadura que fue responsable de la feroz tortura de Rousseff. Quizá no sorprenda viniendo de alguien que critica la dictadura sólo porque esta no asesinó a 30.000 personas, como en Argentina. Una lista de horrendas salidas de tono llenaría muchas páginas. Sus programas para el país, si se aplicasen, serían muy beneficiosos para los inversores y los superricos a expensas de la población considerada sin valor, una categoría amplia, mientras el país declina hacia una caricatura lamentable.»