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«Yo Obispo»: la verdad de la derecha chilena

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19 marzo, 2017

Cuando algunos conservadores intentan abrirse a un mundo que, como nunca, puede necesitarlos, aparecen voces como las del Obispo de San Bernardo para recordarnos cuan profundamente enclavadas en la violencia están los instintos culturales de los conservadores chilenos. El mundo se mueve rápido y es necesario encontrar apoyos estables desde los cuales continuar la travesía hacia la democratización y el progreso. Un deber ético urgente obliga a enfrentar los dichos de este Obispo, invitando a todos, pero en especial a la derecha que se quiere renovada, a asumir sus responsabilidades ante las ofensivas declaraciones de este hijo suyo elevado a dignidades episcopales.

Un documento del Obispo González de San Bernardo, publicado entre las cartas de El Mercurio, ayer 15 de marzo, resume la integridad de un conservadurismo que para la mayoría es inconsciente y que llama directamente a la represión de las mujeres y de los cambios sociales implicados en los desarrollos de la economía en los últimos decenios.

[NdR piensaChile: Esta es la columna de opinión publicada por el Obispo González en El Mercurio:]

Miércoles 15 de marzo de 2017

Fuimos a ver a Pedro

También nosotros fuimos a ver a Pedro (Gal 1,8) para que nos confirmara en la fe y nos ayudara a continuar nuestra misión de anunciadores del Evangelio. Durante varios días, todos los obispos de Chile hemos estado en su casa, en diálogo fraternal y sincero, orando, escuchando sus orientaciones y trabajando en la edificación de la Iglesia de Dios.

Y hemos vuelto renovados , animados por las palabras, los gestos y las actitudes del Papa Francisco, que con dedicación fraternal ha estado junto a nosotros. Antes de ir a su casa, hemos bajado todos a la tumba del primer Papa, San Pedro, en la basílica vaticana. Al clarear el alba hemos celebrado junto a sus restos la Santa Misa. De la tumba de Pedro subimos luego a la casa de Pedro, y allí estaba esperándonos. Un cálido abrazo, y luego el diálogo por varias horas, donde cada uno pudo expresar lo que sentía, las alegrías de su corazón y las tristezas, que también -de tanto en tanto- se anidan en él y que forman siempre parte del camino. Luego, pudimos conversar con calma con quienes le ayudan en el servicio a toda la Iglesia, que también con dedicación nos escucharon y nos ayudaron con sus orientaciones.

Así es la Iglesia Católica. Pedro es el Papa Francisco, el Vicario de Cristo en la Tierra, cuya misión, como la de primer Romano Pontífice, es confirmar a sus hermanos en la fe y mantener los vínculos de la unidad y la comunión entre todos nosotros, los obispos, que diseminados por todo el mundo servimos a la Iglesia y al pueblo de Dios que vive bajo su amparo.

Puede ser difícil para quien no cree comprender esta realidad, pero ella existe y se manifiesta, y así, desde la diversidad de culturas, caracteres, razas o continentes, se hace una sola Iglesia, fundada sobre las palabras del mismo Hijo de Dios: «Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia» (Mt 16, 18).

¿Y que les dijo Pedro? Nos mostró de nuevo el rostro de Jesús, que con amor y misericordia quiere salvar a cada uno de nosotros; nos descubrió las nuevas fortalezas que tiene nuestra Iglesia ; nos habló del rol de la mujer en ella, de la necesidad de promover la piedad popular y a Jesús Eucaristía, que en nuestros pueblos de América son una gran riqueza; nos pidió que atendiéramos a los más débiles, a los «descartados» ; que nos ocupáramos de los pueblos originarios que son parte de nuestra vida. Nos descubrió su corazón, al decirnos que él ve una gran orfandad en el mundo actual, una gran ausencia de la paternidad de Dios y de la paternidad humana, y que nosotros debemos ser padres para el pueblo y para nuestros sacerdotes y religiosos. Nos insistió en estar cerca de los jóvenes , de manera que se sitúen en el camino de la memoria y la profecía, pues ellos llevan hoy la historia futura en su manos, y nos dijo que los pusiéramos en relación con nuestros mayores, citando al profeta Joel: «Reúnan a la gente, santifiquen a la comunidad, llamen a los ancianos, congreguen a los jóvenes y a los niños de pecho» (2, 16).

Y como un buen padre de familia, con cariño y firmeza, nos advirtió de algunos peligros que acechan al mundo . El abandono de Dios; la mundanidad en la vida de los miembros del pueblo de Dios; «el pecado gravísimo y asesinato» -son sus palabras- que implica quitar la vida al más indefenso de los seres con el aborto, a quienes debemos defender «con lenguaje concreto, que toca». Nos advirtió contra la más «artera» de las ideologías que hoy atacan al mundo y a la fe cristiana, la ideología de género, que implica un cambio cultural completo , que pretende superar la visión cristiana de la persona, la familia y la sociedad, y que rechaza completamente a Dios como creador.

Jesús, el Señor, nos habló por Pedro que es Francisco. Pero al mismo tiempo que nos mostró fortalezas y caminos a seguir, y nos advirtió de los peligros, nos recordó los medios para caminar sin desviarnos. Orar sin desfallecer. Quizá rezamos poco. Nos hizo presente la Cruz, que es el signo de la victoria del cristiano y que debemos no solo amar, sino llevar con alegría y entrega, como Jesús; nos pidió el coraje de hablar claro en la defensa de los derechos de Dios y de la Iglesia, vulnerados por tantas iniciativas humanas que buscan borrar la imagen de Dios entre los hombres. Y nos insistió en la comunión, rechazando las divisiones, que son siempre obra del Demonio. Francisco sabe bien que el padre de la mentira, el Diablo, acecha y ataca a la Iglesia, y también nos lo advirtió. Y siempre invocó a María, la Madre de Jesús y Madre de la Iglesia.

Fuimos a ver a Pedro acompañados espiritualmente por todo el pueblo de Dios. Volvimos alegres y llenos de esperanza, como los discípulos de Emaús. Queda ahora continuar la siembra de la Buena Semilla del Reino de Dios.

+ Juan Ignacio González Erráruriz
Obispo de San Bernardo

*Fuente: (http://www.elmercurio.com/blogs/2017/03/15/49573/Fuimos-a-ver-a-Pedro.aspx )

“Jesús, el Señor, nos habló por Pedro que es Francisco”. “Nos advirtió contra la más “artera” de las ideologías que hoy atacan al mundo y a la fe cristiana, la ideología de género que implica un cambio cultural completo…”. Las comillas responden a la transcripción literal y las negritas que destacan este fragmento -y dentro del fragmento el adjetivo artera-, pertenecen al autor Obispo. Artera es la reivindicación de la dignidad de la mujer y por añadidura, las de las minorías sexuales. Artera, sibilina y peligrosa para el mundo, es la figura que el Obispo convoca para el reencuentro de la identidad del Diablo y de la mujer.

La afirmación está situada a continuación de una referencia al aborto pero en un contexto más amplio en que relata…”él ve una gran orfandad en el mundo actual, una gran ausencia de la paternidad de Dios y de la paternidad humana y que nosotros debemos ser padres para el pueblo….”. Cuatro veces la paternidad en dos líneas de texto. Esta vez la transcripción ha sido intervenida por este comentarista para subrayar lo mismo que el obispo quiere remarcar con insistencia majadera. Según el Obispo, debemos defender la paternidad del hombre en todas las implicancias que han denunciado las mujeres y que nosotros, los varones, padres e hijos que serán padres, no hemos tenido la valentía de defender.

Hasta aquí no ha sido necesario interpretar nada. Solo hemos presentado los argumentos del Obispo extrayendo las conclusiones que él mismo quiere que saquemos. En adelante, seguiremos apegados a su texto, agregando alguna interpretación coherente con su relato pero que su prudencia le impide proclamar en voz alta.

No se puede pedir una declaración más autorizada del paternalismo y una insinuación más transparente de los alcances de la institución patriarcal que nosotros preferimos ignorar.  Desentenderse de las opiniones del Obispo González y mirar para el lado, es esconder la cabeza ante la aparición del inconsciente paternalista en el que estamos más o menos sumergidos todos. Desentenderse es negar los alcances violentistas de las relaciones sociales que el Obispo echa de menos. Es avalar la autorización a los abusos de todo tipo que puedan ser cometidos en nombre del padre, incluso en sus versiones burocráticas.

Conservadores y liberales chilenos saben convivir con el autoritarismo más tenebroso. Hasta ahora les ha acomodado. Desde que estas opiniones se han vuelto incompatibles con el mínimo respeto social, con la mínima verdad y con el funcionamiento real de la sociedad, nuestros conservadores de todo rango han intentado bajarle el perfil a la ideología señorial mientras envían a sus hijos a educarse en la misma fuente de la intolerancia y el autoritarismo.

La operación retórica que transfiere la autoridad desde Jesús a Juan Ignacio González es un recordatorio de que los mandatos del Obispo no son opinables. Lo que reclama para sí el Obispo es el derecho divino, amagado por el nuevo estatuto de la mujer, por la modernidad y por la libertad obligatoria de trabajar. El obispo usa el disgusto del aborto como vehículo para actualizar la obediencia de la mujer al padre y al marido. No es relevante para el Obispo que 70% de los hogares chilenos no tenga marido. No es relevante que las mujeres sean las que llevan todo el peso del hogar. En el mensaje que nos entrega el señor Obispo González los deberes de obediencia se extienden a todos los aspectos de la vida, incluida la sexualidad de la mujer. Ellas deben someterse a la procreación sin esperar satisfacción otra que la de cumplir con el mandato de obedecer y reproducirse.

La familia diseñada por el Obispo es tal, que la mujer, a falta de marido debe recurrir a un padre comunitario para impartir justicia entre sus hijos. La palabra pasa siempre de padre a padre, de hombre a hombre y en esta línea, la maternidad no es más que un instrumento del Padre.

Es verdad que el Obispo no hace más que reflejar la estructura señorial que la Iglesia todavía lleva puesta. A esa estructura que parece una abstracción y que se esconde detrás de las sonrisas acogedoras del padre-obispo; a ese titiritero automático en su carisma se debe que los Papas hayan sido tan blandos con los pedófilos. En los bajos fondos de la Iglesia, los lazos patriarcales, encubren los derechos de vida y muerte del padre sobre sus hijos. El derecho al abuso, físico y sexual, está presente en la esencia del paternalismo.

En este país no va a haber reconciliación posible mientras la gente de derecha no rompa los lazos que mantiene con estos inquisidores y con su tendencia íntima al abuso de poder.

*Fuente: El Mostrador

Más sobre el tema:

¿Qué hay detrás del concepto “Ideología de Género”?
por Olga Larrazabal S. (Chile)
Publicado el 18 Marzo, 2017

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1 Comentario

  1. José Maria Vega Fernandez

    Se se me permite, el temita aquí presentado es de caracter universal. Retiremos la lupa que toca el asunto hombre-mujer, ella es de Venus y yo de Marte, macho vs hembra, etc. Retiremos la lupa del asunto Iglesia-religiones tradicionales….
    No solo nosotros no nos embarazamos. No tenemos en cuenta que en algún momento nos diferenciaron, sea dios, un angel perverso o doña natura, Y esa diferenciación está en los genes, si no me equivoco, que hoy la ciencia trabaja y estudia, y durante 20 mil años ni nosotros ni ellas supimos que estabamos siendo usados, y que el dejarse usar posibilitaba la supervivencia de la especie. Esdecir, que estemos hoy nosotros discutiendo.
    ¿Siempre, por los siglos de los siglos, la cosa tiene que ser así?
    La posibilidad material de estar hoy vivo y algo consciente, se debe a que la mujer obedece a natura en la proporción del iceberg que está en el agua. Y la otro parte, que es aérea, es masculina y es lo que hace a la semi-consciencia.
    El problema es que el agua en la que flotamos se está calentando.

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