Miguel…..usaba un chaqueton azul, con solapas levantadas
por Pablo Varas (Chile)
10 años atrás 12 min lectura
No ha cambiado mucho el mundo desde aquellos días……..
Sigue el hombre trabajando su pan, y la mañana lo recibe con todas sus horas para que las llene de sudor en un camino que tiene el color sepia, desde tantos tiempos pasados.
Es que dejar de tener hambre es leyenda muy antigua, y las calles lo reconocen cuando camina cabeza gacha, o vocifera con la urgencia para evitar los suspiros malos y amargos
Angela Davis llenaba de sombra las calles norteamericanas… y los puños levantados tenían apretados los cantos de la rebelión. El eco de los latigazos en miles de espaldas de hombres y mujeres de color. Los nombres que nadie recuerda de los que apretaron el cuello de su propietario entre gritos y suspiros, están los calendarios donde no es urgente conocer esa hora y dejemos que entre el buen día lleno de sol.
Creció humillada. Jugó buscando encontrar alguna explicación. Una maestra de color le fue indicando los cantos de las letras en una escuela solo para negros en Birminghamm, y se agarró a todas las justas banderas mientras cantaba el Himno Nacional Negro de James Weldon Johnson. Durante seis meses marcó rayitas en una prisión.
Bob Dylan iba predicando sus canciones y en una pauta nueva que tenía incontables líneas y con todas las llaves, iba sacando de su maleta rebelde fusas, semifusas, corcheas y también ciegas.
En alguna pared colgaba el afiche del hombre más rápido que el viento, levantando su puño negro, en el podium de los perfectos en una olimpiada.
En aquellos años, cuando el tomar una decisión era sin tregua en el mundo, había plazas con bancos para negros y para blancos, y ya no era el malestar lo que se iba instalando oficiosamente, se iba construyendo una respuesta con todas sus palabras ordenadas, no era una alabanza, se redactaba el castigo justo a todos y tantos culpables.
Era una forma diferente de ver el mundo que levantaba su mano agitándola como si de una novia se tratara, mientras un tren cansado se acercaba a la estación de algún pueblo con sus casas pequeñas allá en el sur, cuando algunos chicos siguen robando manzanas en el sitio vecino.
Eran días que nadie miraba su mano para conocer el destino. Los gitanos habían abandonado el pueblo, se habían olvidado de mentir. Era a pulso y entre risas como se escribía todas y tantos asuntos, eran las miradas que estaban en la palma de las manos, claro, en la de Miguel también. El había escrito pero de esos otros y tantos otros también. Algo de la cuestión social rondaba siempre.
Nos hubiera gustado conocer el nombre de aquella que se dejó besar por primera vez en el recreo de las 10.25, cuando los cerezos en flor del patio de aquella escuela se daban abrazos de puro contentos…..
Mandela caminaba en silencio…y el mundo entero miraba aquella celda en Robben Island por el ojo de la cerradura. De boca en boca y tantos y tantos fueron diseñando alguna escalera, se reunieron para robar un ladrillo. No era posible quedarse en silencio cuando se conoció esos tantos cantos de adolescentes en las calles de sowueto con sus casas bajas, y que se quedaron mirando aquella esquina de la alegría desde la cual partiría aquel libro que se escribiría entre todos, que por respuesta dejó caer agua con tanta rabia.
Madiba sabe que cuando despierta no puede ver el cielo con tantas alas en ese juego ordenado del vuelo de las gaviotas, si pensó hacerse chiquito y subirse en alguna ala era tan justo. Fija sus ojos en una esquina y repasa las palabras de los jueces en el proceso de Rivonia, ordena sus pensamientos y los va colocando ordenadamente. Un hombre libre sabe lo que son los espacios pequeños, logra entender hasta donde llegan sus zapatos, donde las ganas de correr sufren insomnio.
Nadie sabe en realidad el número exacto de cuantos eran, como saberlo si los calendarios eran fotos de adolescentes alegres y convencidos de puras y tantas ganas, fue por eso que muchas hojas de tantos libros se fueron pasando de boca en boca y construyeron el secreto en secreto, y así fue como todos se juramentaron
Se trataba aquel oficio nuevo de hacer saltar por los cielos la pobreza, sencillamente instalar la dignidad entre tantos agredidos y atropellados, y él se lo tomó muy en serio aquel asunto, y fue tan así, que entre todos ellos construyeron su estandarte y partieron algunos para el sur y otros hacia el norte, y fueron posiblemente, eso se supone, algunas semillas eternas en las esquinas de esos tiempos.
Pero el mundo tenía sus propios asuntos trascendentales también, y la nieve en Moscú era tan blanca como sus ancestros y en un aula universitaria transitaba inquieto aquel hombre de chaquetón azul preocupado por la vida y los sencillos.
Nació escuchando las voces de la revolución francesa como si todo aquello fuera lo más normal con todas las luces. Lo ayudaron a construir aquel fuego que se iba pasando de mano en mano y en silencio se aferraba a los árboles con historias. Y si Miguel hubiera soñado que era Jean Valyan batiéndose por la justa causa de ser feliz……había sido así.
Lumumba tallaba máscaras…. y en cada rostro estaba esa mueca libertaria, ese odio indispensable de tener que haber andado tantos años con blancos al hombro, de colocar las manos a la espalda. Los tigres en la selva escondían los respiros fuertes. Un día en que el calendario estalló como si de una bomba de contacto se tratara, ese color con sus lentes gruesos cantó al gesto que podía levantar la cabeza y los ojos estaban a la misma altura.
Pero el perfume del dinero, el sudor de la tierra bajo la forma de piedras rojas fueron colocando las balas ordenadas con destinatario conocido y sin remitente. Mantenemos el dolor porque no hay en ningún cementerio una tumba con una lápida, a la que ir a llorar, eso tan necesario o ir a invitar para seguir con las tareas pendientes…..tan urgentes
Congo, Ruanda Burundí también existían………. y ese asunto del color
Son tantos los pueblos desde la primera piedra allá en el norte hasta la sombra del último viento en el sur. Son tantos con sus farolas amarillentas, confesores de promesas, testigos de artilugios y de ensayos de alquimistas.
Leyó que el hombre en el norte salió a la calle cuando su noble corazón explotó de tanta injusticia, y en esa tierra no crece nada y cuando pasa sobre ella el sol, cierra sus ojos, algunos cuentan que sin que lo sepa el calendario y en noches, suele dejar escapar palabras justas para que la historia, para que los hombres no los olviden.
Nunca lo vieron con gorro de marinero griego, habiendo sobradas razones para que así fuera
Y si Míguel hubiera sido Jean Moulin…..el día en que los alemanes caminaron tranquilos con patente de corso por las calles de Francia. El sabía que cuando salen de sus jaulas los tiempos enemigos, hay que bañarse de invisible, se debe colocar una nube de corbata y vestirse con los pensamientos más urgentes, que son también buena harina para un mejor pan, y no abandonar la bufanda blanca que ocultaba su garganta tallada.
Y muchos fueron a buscar a los pajares la metralla y la dinamita, en el filo de los cuchillos los dientes apretados, marcha segura la valentía sabiendo que inevitablemente trabajarían en las horas de luna.
Las calles de París llevan y sienten que Jean Moulin ande con esos bolsillos discretos con cartas, tareas y otros asuntos no menores, Charles de Gaulle le había pedido trabajara para unir todas las fuerzas de la resistencia en un ejército secreto que desde la clandestinidad colocara a la historia en su justo camino, y los alemanes sintieron incontables estocadas, tales como que sus trenes nunca llegaran a la hora, que muchos no llegaron a la hora de la cena, y hay muchas calles que se llaman Jean Moulin.
Todas las nubes aquel día se partieron en dos, y las ventanas guardaron todos los nombres y olvidaron todos los números y cuando transitaba por las calles las puertas no lo reconocían y su corazón que olía a canelo en pleno verano encontró en su follaje canciones que tranquilas se vuelven a instalar en cada primavera, eso es asuntos de los tiempos.
Esa noche, cuando las nubes se trizaron en una casa allá en el sur, mientras la lluvia reventaba los techos una muchacha triste sentada en el borde de su cama escondía su cabeza entre sus manos, las olas llegaron cabizbajas a las arenas de la playa de Chacao, era la hora de las nubes negras.
Y como tantos se colocó lentes con marcos gruesos para ver letras enanas en esos libros de tapas de cartón grueso que habitan en las esquinas de las bibliotecas en algún liceo del sur. Hablaba rápido dicen, y escribía en una vieja portátil Torpedo que nunca dijo nada, pero que conocía toda la historia que se escribieron en esos meses.
Era un hombre para creerle siempre, no en todas las cosechas nace el mejor trigo ni se guarda el mejor grano para la próxima cosecha. Tampoco todos los días la piedra vomita el amarillo.
Y las paredes de los cementerios….
En el reloj de aquella mañana no estaba los asuntos de anatomía, ni su delantal blanco, ni sus pasos estudiosos por los pasillos de una sala común en un hospital allá en Concepción. La calle Orompello extendió sus brazos a manera de despedida y en su viejo registro sobre aquellos, guardó las palabras que escuchó cuando Luciano se reía ligero y Edgardo jugaba con una moneda en el fondo del bolsillo de su abrigo negro.
Sabemos que en su memoria andaba como un duende el pelao de Valdivia con ese nuevo evangelio de Alsina, y todos esos de los que nunca sabremos como se llamaban pero que lo habían escuchado, porque también en ese ejército había el lugar para los andrajosos que aprendían según cuentan, de lo que escuchaban, de los que leían en voz alta.
Y desde las radios salían contentas las canciones de la Fresia Soto, Cecilia se paseaba en tonos italianos y los Golpes, y los Angeles Negros y ese que se llama Luís Dimas, y el Larry y el Danny……que alguien se recuerde de esos con los cuales aprendimos a bailar rock and roll. El Baucha era un buen bailarín y se vestía de terno y corbata delgada y con esos asuntos que nacían desde un picap se fueron encontrando todos. La minifalda, justo estandarte, bello, que memoria tienen los brazos apretados a la altura de la cintura, nadie puede negar tantas y tantas palabras y juramentos…… es que eran todos tan lindos.
Octubre tenía aquel día…..
Que hacer en ese instante. Como llegar a esa esquina para que las cosas de la vida no tomaran ese rumbo. La memoria y las noticias no hablaron de los pasos de tantos y tantos por las calles ese día con nubes bajas, si tan solo hubieras podido llamar a todos esos para que llegaran con sus abrigos, con sus chaquetones azules donde los bolsillos estaban llenos de piedritas y caracolas.
El miedo era ya un personaje, un actor de una mala pieza de teatro. Entonces la calle San Diego se puso a releer todo lo que hablaste aquel día notable, y que de tarde en tarde lo escuchamos para continuar endulzando el café y aferrarnos a la vida, y para decir……..yo estuve en el Caupolicán ese día.
Y como poder vivir contando esta historia cuando hay que ir a buscar detalles entre tantos pueblos. Como preguntar por los amantes en tantas esquinas, hay muchos que van a las viejas estaciones abandonadas y se quedan esperando que llegue un tren y que traiga a Dios de pasajero, con su tercer testamento escrito a pluma y con tinta caimán……pero esos ya son asuntos musicales en las esquinas del céfalo.
Sencillamente….
Cuando llega la mañana, cuando sentimos en la espalda ese viento con aquel ruido, quejido, de como se cierra la puerta, en estos días, por alguna razón de hombres te instalas y preguntas como va la vida, cuál será el almuerzo y la camisa para el día siguiente, dicen que eras así, un preocupado de los detalles, de todos los detalles.
No todos los que llegaron a calle Santa Fe están en el lugar que nos gustaría dar pasos silbando alguna cancioncilla.
Algunos se conocen de memoria las baldosas con sus pequeños cuadrados en Londres 38.
Los tiempos pasan, todos los años un minuto es toda la historia de la humanidad, y llegan los mismos con un cuaderno de borrador bajo el brazo pidiendo esa explicación que nunca llegará y seguiremos buscando a Miguel con su ropa de maestro primario que no llegó…..
En estos cuarenta años te abrazamos….
Los que te conocieron y están con sus nombres y apellidos en una piedra…
Los que se acordaron de ti frente al pelotón de fusilamiento…..
De aquel que se acordó de su madre y de su familia. y de la Matadero Palma.
De los que guardaron todas las palabras y que no dijeron nada…..
De todas esas fotos tan lindas cuando muchos tenían menos de treinta años.
De los que le pidieron al oficial civil que le coloque como nombre….. Miguel.
Para tantos besos dados, para esa urgente tarea de que la memoria no se pierda.
Estamos, están, estarán…..
Tú sabes que estas hojas son sencillamente un borrador de puras pasiones de los muchos que recordamos. Tu sabes lo que decían siempre esos antiguos profesores normalistas….. todo es una deuda de la historia.
No hemos logrado ponernos de acuerdo en los asuntos fundamentales. Se sigue escribiendo el programa de nuevo en borrador siempre con tinta fresca, pero sabrá entender el tiempo que los besos también habitan en sus propios espacios y tienen la mejor farola en la resistente, tozuda e invencible memoria que de manera embrujada contamos
Hasta pronto…
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