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Ignacio Santa Cruz:“La muerte de Guzmán se cocinó entre Pinochet y Contreras”

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10 octubre 2013
Disparando contra la UDI, la Fundación Jaime Guzmán y el abogado Luis Hermosilla vuelve a escena el actor, hijo de Rosario Guzmán y sobrino del fundador del gremialismo. Tras cuatro años de investigación obsesiva más una dura obra de teatro mediante, muestra el lado B de Guzmán en la película El tío y acusa a todos los que se han aprovechado de la figura del asesinado senador.
Decenas de recortes de diarios antiguos se apilan sobre el comedor del departamento de Ignacio Santa Cruz Guzmán (33) en Tabancura. Desde 2009 el actor ha estado sumergido buscando obsesivamente para dar con el mejor registro interpretativo de “el tío Jaime”, como llama cariñosamente al hermano de su madre, la periodista Rosario Guzmán Errázuriz.
El tío de Santa Cruz es uno de los personajes más controvertidos e influyentes de la historia del siglo XX chileno.
El tío de Santa Cruz es uno de los personajes más controvertidos e influyentes de la historia del siglo XX chileno. Fundador del gremialismo y de la UDI, ideólogo de la Constitución de 1980, asesinado en 1991, Jaime Guzmán se apoderó de la cabeza de Ignacio primero con la obra de teatro Guzmán, que conmemoró los 20 años de su muerte y luego, sin darle muchas vueltas y también bajo la dirección de Mateo Iribarren, traspasó su obsesión —hubo once versiones del guión— a la pantalla con El tío, cinta en que actúa el propio Santa Cruz como Guzmán, Mateo Iribarren, Aníbal Reyna (como Manuel Contreras), Andrea Freund y César Caillet.
La película, que se estrenará con 20 copias el 17 de octubre —y que ganó el Premio Jurado en categoría largometraje en el 22º Festival de Cine de Biarritz —apunta derecho al corazón de la elite político–intelectual de la derecha chilena. Y lo que más llama la atención es que este relato desmistificador proviene de un miembro de la familia Santa Cruz Guzmán, dos apellidos con historia y peso en la escena conservadora nacional.
—¿Cómo nace esta necesidad de cruzar desde la obra de teatro al cine?
—Dado lo que pasó y no pasó socialmente con la obra, con Mateo quisimos prolongar la experiencia. Se generó una problemática, hubo medios de comunicación que le dieron el valor que tenía este trabajo y otros que nos vetaron.
—¿Quiénes?
—En la película aparece: El Mercurio.
—El tío apunta al corazón de la elite.
—La biografía autorizada o el biopic de Jaime Guzmán lo podría haber hecho Andrés Wood. Para nosotros habría sido un riesgo absoluto contar la historia del asesinato de Guzmán, que todos conocen. Era mucho más relevante mostrar a través de nosotros mismos, de las vidas vulnerables de actores que están tratando de hablar de un personaje. Lo pasamos mal. No sólo fue difícil con los actores, sino que con los medios, parlamentarios del partido que él fundó y que mintieron. Los días previos al estreno de la obra de teatro en 2011, varios ‘coroneles’ de la UDI dijeron que iban a verla y brillaron por su ausencia… No me sorprende.
Conozco algunas incapacidades emocionales y sé lo que ha ocurrido con la figura de Jaime, la relación con mi familia. Yo creo que la gracia de El tío es que es una película rupturista, que unifica los polos. La heterosexualidad más homofóbica, que es Mateo, trabajando con alguien como yo, abiertamente gay. Con Iribarren estuvimos juntos en esta película donde planteo que la persona más tradicional en Chile en los últimos 60 años (Jaime Guzmán) era efectivamente un liberal de alma y que siendo el más liberal de alma, lo que hace es levantar lo más conservador y duro que existe en el país, que es la Constitución.
—Una contradicción muy fuerte. ¿A qué te refieres con que Guzmán era “liberal del alma”?
—El creía mucho en la trascendencia, que la verdadera vida es la que viene después de ésta. Esa teoría de que habría querido inmolarse no me parece tan lejana. El tío Jaime fue víctima del mismo pacto de silencio que ha impedido que hasta hoy los familiares de los detenidos desaparecidos sepan la verdad sobre los restos de sus muertos.
—¿Por qué?
—Uy… Porque hay un pacto de silencio grande. El momento en que la derecha y la izquierda se dan la mano de forma más brutal es en el asesinato de Guzmán. No sólo creo que los grupos de extremos de lado y lado confluyeron y se utilizaron para este asesinato, sino que estoy cierto que el no llegar a puerto de la debida forma en la investigación judicial, que no se haya determinado la totalidad de los autores intelectuales y que los autores materiales hayan escapado impunemente al extranjero, son hechos que me convencen de que aquí hubo y hay un acuerdo político entre izquierda y derecha. La UDI ha usado no únicamente al tío Jaime, sino a la familia Guzmán completa. Trataron de manipularla y cuando se dieron cuenta de que no lo podrían lograr, violentamente nos dejaron de lado.
—¿Qué relación hay entre la Fundación Jaime Guzmán y tu familia?
—Su imagen fue usada para armar y proyectar el partido que fundó, tanto ideológica como económicamente. Se han adueñado de Jaime para utilizarlo, dejando de lado a su familia y a sus hermanas. A mi abuela la utilizaron como símbolo ancla y financista principal de la Fundación. El patrimonio familiar recibió literalmente un zarpazo sobre supuestas necesidades de la investigación judicial, de la continuidad de la obra de Jaime, de la continuidad del partido, de su memoria o de cómo perseguir a la supuesta izquierda asesina. Yo vi como en los últimos años de vida de mi abuela (Carmen Errázuriz) la seducían y le sacaban plata.
—¿Cómo los afectó en la práctica eso?
—Las hermanas Guzmán son muy católicas y creen mucho en poner la otra mejilla, entonces lo han asumido desde el silencio…
—Tú no.
—Yo no. Siempre me he imaginado y creo que esto lo comparto con toda mi familia: debe haber existido una llamada y un informe a Pinochet con la información cierta y concreta del asesinato. Y tal como el gobierno de esa época hizo vista gorda respecto de la fuga y a los autores intelectuales del crimen, Pinochet se evitó problemas y tranquilizó a los actores claves que conocían sus secretos más oscuros.
—En la película dices tener serias dudas que haya sido el Frente el que asesinó a Guzmán. ¿Quiénes están detrás de su muerte?
—Me es difícil pensar que en un momento en que se estaba comenzando a destapar la olla a través de juicios y procesos criminales para castigar a los culpables de las atrocidades en contra de los derechos humanos en dictadura, un personaje tan siniestro y peligroso como Manuel Contreras, que conocía todos los detalles de las operaciones más diabólicas e inhumanas, no haya participado. Claramente se vio amenazado por Guzmán, con quien históricamente se enfrentaron.
—¿Por qué Contreras se veía amenazado?
—Guzmán se había querellado contra él después de la aparición del informe Rettig. Fue portada de la revista Análisis. Incluso hay una información allí de Guzmán yendo a la Embajada de Estados Unidos para pedir que Contreras fuera juzgado en ese país. Si me preguntas, Contreras le avisó a Pinochet que mi tío dejaría de ser un riesgo para los dos y no me sorprendería que haya sido parte de los acuerdos secretos de la transición.
—O sea, piensas que detrás del asesinato está Manuel Contreras.
—Independiente de lo que uno piense o con quien simpatice, para mí es un hecho que Contreras y Pinochet están manchados con la sangre de Guzmán. Tengo la certeza absoluta.
—¿Cómo habría operado Contreras para deshacerse de Guzmán?
—Se infiltró en el Frente. La muerte de Guzmán se cocinó entre Pinochet y Contreras.
Santa Cruz da un largo suspiro. La frase que acaba de decir parece quitarle toda las energías. La dice en voz baja, pensativo, agachando la cabeza y luego tomando un sorbo de bebida, mientras su departamento, ese que está lleno de recortes de diarios antiguos que documentan la muerte del ex senador, un reloj, una dentadura postiza y la copia exacta de los lentes “poto de botella” de Guzmán, parecen mirarnos asintiendo… “Hay un acuerdo político entre izquierda y derecha para que eso se silenciara. ¡La justicia chilena no lo va a resolver nun-ca!”, dice Ignacio.
—¿Qué te hace pensar eso?
—Porque ya no se hizo.
—¿Por qué para Contreras tu tío era un lío en democracia? 
—Hay que leer la querella que Guzmán le puso a Contreras. Yo la leí y Guzmán en forma permanente trató de convencer a Pinochet de cerrar la Dina. Mi tío salvó personas, algo que la Fundación no ha querido reconocer… El historiador Cristián Gazmuri me dio nombres de gente salvada por Jaime, como por ejemplo Angel Parra, Miguel Angel Solar, Roberto Celedón, Osvaldo Andrade y Gabriela Velasco.
—Para la mayoría de los chilenos, Guzmán es el intelectual que validó legalmente una dictadura. ¿Cuándo se dio cuenta de los excesos, de las violaciones a los derechos humanos y de la tortura sistemática?
—Cuando llegó la democracia él se sintió absolutamente solo. Fue electo senador y en el hemiciclo eran otros los personajes… Estaba muy deteriorada la relación con Pinochet. Contreras lo odiaba, lo encontraba un beato recalcitrante y se juntaba a tomar tecito con Lucía, la señora de Pinochet.
—Guzmán representó la primera figura paterna que tuviste, pues tu papá murió cuando eras muy chico. ¿Cómo jugó ese rol?
—Mi madre era viuda, con cinco hijos. El tío más cercano era él. No teníamos mucha relación con los Santa Cruz. Jaime era muy torpe en lo afectivo. No te sabía dar un beso en la mejilla directamente, te ponía el cachete.
—En la película dices que no quieres lavar su imagen ni crucificarlo. ¿Cómo asumes esa posición en el mundo donde te mueves, donde sólo nombrarlo genera odiosidad?
—Creo que hay varios momentos en su vida donde el odio de la izquierda se incrementa. Parte cuando se hace conocido en A esta hora se improvisa, pero yo responsabilizo a la derecha del aumento de ese odio, porque han tratado de santificarlo. Es complejo… Nosotros estamos tratando de instalar un debate a través del sitio “Quién fue Jaime Guzmán” (www.quienfuejaimeguzman.cl) y tú te das cuenta de que al poner una imagen suya es muy difícil que alguien ponga “me gusta”.
Dos hombres teniendo sexo frente a una pantalla donde Guzmán ataca a Allende. La escena, casi barroca, forma parte de la película donde la dupla Santa Cruz-Iribarren se revuelca sobre todas las contradicciones de Guzmán, incluso su cuestionada sexualidad.
—En la cinta es muy explícito el contraste entre como vives tu sexualidad y como la vivió Guzmán. Saliste del clóset hace más de diez años; él nunca.
—No habría podido.
—Pero, ¿era gay?
—Pienso que sí en la orientación, pero no en la práctica. Igual hay personas que no están de acuerdo conmigo. El era un hombre de misa y comunión diaria. Quería ser sacerdote.
—Tienes la convicción de que él no vivió su sexualidad. Era un hombre castrado.
—Sí. Otros podrán decir que la sublimó, pero creo que no la puso en práctica y eso le hizo aumentar su neurosis. Era dominante, sectario, le gustaba que se hiciera lo que él quería. También la falta de imagen paterna resulta determinante y él encuentra en la figura de Jorge Alessandri una referencia importante. Tenía una foto grande de él en su dormitorio.
—Y a Alessandri le decían “la señora”.
—Absolutamente. Hay evidencia sobre la homosexualidad de Jorge Alessandri. De hecho aparecieron testimonios de gente más joven que participó de las fiestas en La Moneda.
—En el caso de Guzmán, si en algún momento se conociera un hombre que haya sido su pareja, ¿le restaría puntos de santidad en la lógica UDI?
—¡Yo pedí que revisaran todo, un hombre o una mujer! ¡Nunca tuvo polola ni pololo! Tenía problemas afectivos.
—Quiéralo o no, la historia lo recordará por la Constitución y hoy las encuestas dicen que la mayoría quiere cambiarla. ¿Qué habría pensado Guzmán?
—Probablemente la habría defendido hasta el final. Mucha gente dice que convirtió a este país en una gran iglesia.
—¿Qué opinión te merece la defensa de los abogados de la familia Guzmán?
—Pufff… Complejo. El tema de los abogados se hizo aprovechándose del patrimonio familiar por personas que no despertaban confianza en mi abuela.
—¿Te refieres al abogado Luis Hermosilla?
—Sí. A él le subió el perfil desde que comenzó a ser abogado del partido y de la familia. Entiendo que se le asignó ese rol por tener contacto con gente de izquierda para poder transar con los terroristas, pero pasaba a buscar a mi abuela, la llevaba a restoranes, era encantador, le compraba carteras Gucci y después pedía el chequecito…
—¿Han pensado en cambiar la defensa?
—No. Creo que esto va a quedar impune.
—Tu familia nuclear ha estado marcada por la muerte. Tu padre se suicidó, tu tío fue asesinado y tu hermano también se suicidó…
—Son las circunstancias de la vida… Muertes trágicas producto de enfermedades. Esto nos ha unido mucho y nos hemos reunido en torno a mi madre, que es una mujer mística, que no tiene Facebook ni celular.
—¿Cómo se tomó ella la homosexualidad de tu tío y la tuya?
—La mía con mucha naturalidad, he tenido parejas estables. Ella tiene una opinión distinta sobre la sexualidad de Jaime. Creo que lo ve como un ser un poco asexuado. Pienso que él pudo haber muerto virgen y lo encuentro terrible. Le parecían atractivas ciertas mujeres, como Nidya Caro, pero los datos duros están en los tecitos del día sábado con Alessandri y todos los discípulos que dejó. Más allá del acto sexual mismo, se entretenía más con hombres. No desarrolló su sexualidad y eso lo avejentó. Murió a los 44 y parecía de 60.
(Jaime Guzmán) No desarrolló su sexualidad y eso lo avejentó. Murió a los 44 y parecía de 60.
—¿Qué te parece que el partido, que según tú ha profitado de su nombre y legado, lo esconda a la hora de las elecciones?
—Me avergüenza oír que los parlamentarios del partido que fundó reciben recomendaciones de no nombrar a Jaime Guzmán en campaña, porque cada vez que lo hacen, pierden votos.
—¿Por qué lavar la ropa sucia en público?
—Quiero que la gente vea la película. Acá no hay ningún intento de lavar su imagen. Al contrario. Siento que con El tío me saco una mochila que es ser artista en este país, sumado a ser pariente de Guzmán. Y, por otro lado, no voy a renegar nunca de ser su sobrino, pues gracias a eso encontré el maravilloso mundo del cine. Yo caí en el cine porque me obsesioné con este personaje.

* * * O * * *

¿Qué sentí al ver El Tío?

Por Rosario Guzmán Errázuriz
Sentí algo parecido a dolores de parto, porque la película es como una hija del menor de mis cinco hijos. El embarazo fue extremadamente complejo para mí, como abuela, porque si bien sabía que la creatura iba a hacer muy feliz a Ignacio —a quien se le puso entre ceja y ceja realizar este filme—, provocaría simultáneamente dolor y angustia en mi entorno familiar, especialmente en Isabelita, mi hermana del alma a la que quiero más que a nadie después de mis hijos.
Sentí pena, cómo no, al reconectarme con las zonas más tristes de mi infancia-adolescencia: siendo la mayor de los tres hermanos fui testigo presencial de la peor ruptura matrimonial entre mis padres, la que provocó el alejamiento para siempre de nuestro papá.
Sentí pena por Jaime, porque siendo un hombre extraordinario e irrepetible, fue puesto en el banquillo de los acusados por lo que hizo y no hizo durante la dictadura. Aunque yo no hubiera elegido ese prisma para abordar a Guzmán, el equipo realizador estaba en su derecho de someter a escrutinio a mi hermano, lo que hizo sin misericordia. Pero debo reconocer que más pena me dan todas aquellas personas que sufrieron los horrores cometidos por la DINA, así como las familias de detenidos desaparecidos que aún no han podido hacer sus duelos, debido a que no se les ha dicho adónde están los restos de sus deudos. Me gusta que El Tío se haya puesto en el lugar de las víctimas y por lo demás, Jaime también fue víctima y no victimario.
Sentí innecesario que Ignacio se detuviera en la compleja orientación sexual de mi hermano para abordar el tema de la homosexualidad, realidad tan difícil de enfrentar en nuestro país clasista, racista, xenófobo y homofóbico.
Dicho todo lo anterior, reconozco que me gustó la factura de la película, la encontré original y estéticamente bella. Me gustaron las actuaciones. Me gustó la honestidad y la valentía para enfrentar los temas. Me gustó que no estuviera ausente el humor, rasgo muy propio de nuestra familia. Encontré notable la transformación de Ignacio para convertirse en Jaime. A fin de cuentas, dejo atrás mis penas y aprensiones para sumarme al gozo de mi hijo que podrá exclamar por fin: misión cumplida.
*Fuente: Caras

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