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Nuevas realidades, nuevos dogmas

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Creo que tengo muy bajos mis mecanismos de defensa porque últimamente me siento muy amenazada en mi integridad .  Me explico:  Tengo mala salud, y las explicaciones que actualmente da la sociedad a ese tema no me ayudan en absoluto a “fluir” como dicen los esotéricos.  Es más, me hacen sentir que tengo un grado de “terrestrismo” inaceptable, del cual es mejor ni hablar para no tener que escuchar una avalancha de juicios, la mayoría bien intencionados, pero mal formulados y por qué no decirlo, bastante agresivos.

La Física Cuántica relacionada con la Meditación y  las Emociones, es uno de los enfoques favoritos de la nueva realidad para enfrentar la enfermedad.

Desde que la Física Cuántica pasó a la divulgación en las redes de información, han surgido una serie de nuevos dogmas, y nuevos sacerdotes, que no se si son peores que los anteriores.  Yo entiendo poco y nada de Física y menos de Física Cuántica.  Pero me informo y según leo, esta teoría explica fenómenos  de elementos que están cerca de la velocidad de la luz, y/o que están compuestos por muy pocos átomos, y que son menos predecibles que los sólidos de nuestro tamaño en su trayectoria, dando origen a un comportamiento probabilístico no determinado.   Además  parece que a ese nivel existen conexiones insospechadas en  el nivel de los cuerpos materiales, que unen como una malla a la realidad energética.  El resto de los cuerpos que conocemos se rige por la mecánica clásica, donde vale la gravedad, las cosas se caen y no vuelan, ya que si lanzo una piedra tendrá que caer, aunque me concentre, y choco con las paredes, no las traspaso.

Como los sólidos que conocemos están formados a escala infinitesimal de partículas energéticas que bordean la velocidad de la luz, con nuestra lógica inferimos que nuestro cuerpo es tan flexible e impredecible como las partículas que lo componen y lo inevitable se puede evitar de algún modo.

Y entonces, por deducciones hechas muy liberalmente ya que no sé si toma en cuenta que las propiedades del todo no son necesariamente la suma de las propiedades de las partes que lo componen, los pobres seres humanos que sufrimos miopía, astigmatismo, que nos caemos en las calles si hay un hoyo, deberíamos pasar a ser semi dioses que tenemos el poder de controlar los átomos de nuestro cuerpo dándoles órdenes de portarse bien,  y si no obedecen, es culpa nuestra. Es decir, a punta de algún mecanismo que tampoco queda claro,  deberíamos manejar tan bien  las cosas a nivel atómico y cuántico, de tal modo de llegar a ser unos superhombres o supermujeres  a nivel  sólido y mecánico.

Para los que no hemos logrado ese salto, que se ofrece en  la versión occidental de ciertos conocimientos logrados por los yogis indios, los monjes budistas  o las escuelas japonesas, con vidas enteras dedicadas a la meditación, la cosa se complica ya que la enfermedad y la muerte son culpa nuestra, por no haber aprendido estas técnicas;   lo que es peor aún que el pecado original, en que le podíamos echar la culpa a la pinche serpiente si la cosa no resultaba.

Además todo lo malo que nos sucede y viene del exterior, nos lo merecemos, porque es nuestro karma, y no nos podemos quejar si un autobús nos pasa por encima, ya que de ahí debemos sacar una enseñanza tal, que nos lleve a “quemar karma” y a transmutarnos en algo superior, aún cuando quedemos como el Jorobado de Nôtre Dame, después del atropello sin saber realmente si atortillamos a alguien en nuestra encarnación anterior para merecer tal destino.

La enseñanza, supongo,  no puede ser algo tan baladí como no atravesar la calle con luz naranja, o no subir nica al Transantiago, para no derrumbarse en un apretujón de esas monstruosidades, mientras un cogotero  tironea la cartera o no pegar un salto desprogramado cuando un taxi se  viene encima.  Me imagino que debe ser algo de más envergadura como dominar tus pensamientos de tal modo de  no hacer nada por una reacción básica de supervivencia,  sino con la concentración de un alumno de Artes Marciales Japoneses, girar en el aire para caer leve y  equilibradamente en la vereda, sin despeinarse.  Y además llevarse este conocimiento al Más Allá de modo de no tener que aprenderlo de nuevo en una próxima reencarnación.

Me siento agotada por la seguridad, convicción y firmeza, con que me pronostican un cambio dimensional para nuestra tierra, por alineación de nuestro planeta y de la inclinación de su eje con el Sol y el Centro de la Galaxia, donde se supone que hay un hoyo negro, y “todos” saben   que pasarán cosas insospechadas.  Y me siento sumamente irresponsable por vivir en un 12º piso sabiendo que puede venir un apocalipsis y al quedar sin electricidad, me quedo sin ascensor, sin luz eléctrica, sin calefacción y sin agua.  Y mi refrigerador está bastante vacío porque confío en el mañana y en el verdulero de la esquina y cualquier exceso de aprovisionamiento termina podrido en el hoy.

Yo solo conozco las tres dimensiones clásicas y el tiempo, que son las posibilidades de moverse en nuestro universo.  Y el tiempo es algo que tiene relación con la velocidad de la luz, y que es un concepto de física que no es el tiempo cronológico del cual hablamos todos los días ni el clima atmosférico.  Y nadie me ha podido explicar que significa cambiar de dimensión.  ¿Será un cambio en nuestra posibilidad de movimiento físico?  Yo pienso en Tahiti, y de repente me encuentro allá….o en Andrómeda…  O de repente es poder hacerse tan pequeña como un átomo o como si hubiera tomado las pastillas de Chiquitolina del Chapulín Colorado… o tan grande que me pasee de galaxia en galaxia mirándolas de frente….

Me da susto que todo el mundo pueda hacer esas cosas y yo me quede repitiendo  curso en tres dimensiones, porque no sé darle órdenes a mis átomos, igual que no pude agarrarle el swing al Golf o a la Estadística Matemática.  O que todos se vayan a otras realidades a través de los hoyos negros que salpican nuestra realidad cósmica y yo me quede aquí sola, sin luz, agua ni gas.

Y eso de hacer cosas sobrenaturales no me da mucha confianza es más, me confunde.  Comúnmente las personas no agresivas y contenedoras, esas que te escuchan y te dan un tecito caliente de toronjil para la pena, no tienen ninguna de esas facultades.  No se desdoblan, no se les aparece la Virgen, se enferman,  y tienen sus pecadillos y  además saben ponerte oreja cuando tú estás convertida en una pesada con tus problemas.  No te niegan tu derecho a quejarte y a llorar, sino que lloran contigo y te acompañan.  Y no lo hacen para irse al cielo o al Walhala, sino porque como también lo han pasado mal por sus limitaciones, en vez de suplirlas con afanes de tener todo controlado a todos los niveles, las reconocen y se hacen uno con las tuyas.

La vieja más maligna que he conocido, se desdoblaba, tenía clarividencia, y con esto quería controlar a medio mundo, meterse en las vidas ajenas ya que era enferma de envidiosa, y era capaz de traicionar a todos los que la ayudaban.  Tendría una conexión neuronal adicional, pero eso no la hacía un átomo más decente, más bien intencionada o más “santa” como diríamos en nuestro lenguaje tan impreciso.

Por eso creo que los poderes paranormales no tienen nada que ver con la decencia, bondad o santidad de nadie,  porque son dimensiones diferentes del ser.  Ni Einstein es más decente, bueno o santo porque su intelecto percibía cosas que los humanos corrientes no perciben porque no vienen del Planeta Kriypton, ni nadie es menos decente, santo y bueno porque se resfría y le da alergia en la Primavera, no entiende la regla de tres ni atraviesa las paredes.

Y si el mundo tiene que cambiar, prefiero que cambie en la dimensión de la empatía, de la compasión, que nos asegura un clima emocional de mayor calidad, que en la dirección de los súper poderes que seducen tanto a los egos, pero que no agregan mucho a la limpieza de nuestros sentimientos. Y a mí hay algo que me dice que por ahí va la cosa, aún cuando no tengo fundamentos científicos ni he tenido una revelación para explicarlo.  Es una corazonada a la cual me aferro, parte de mi terrenalidad, supongo.

Y así los pobres de espíritu, los que no tenemos la fuerza suficiente para acceder a todos estos súper poderes,  tendremos que acogernos a las Bienaventuranzas y tomarnos de la mano y darnos aliento en este mundo terráqueo al borde del apocalipsis que nos ataca por todos los flancos.
Noviembre 2011

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1 Comentario

  1. Mario Céspedes

    Cuál es el mensaje que nos envía piensaChile publicando 4 meses después de recibido un artículo así ? Una respuesta podría ser « es cómico » o « es irónico » o « es representativo de lo que piensan muchos » o « muestra la innegable amplitud de criterio de la publicación » o « forma parte de la reserva de material disponible » o « muestra el efecto de Internet que vehicula muy numerosas informaciones de todos los tópicos imaginables » o « expone un problema y propone una solución »
    Esta última respuesta es discutible porque el problema no está claro, luego es imposible juzgar la calidad de la solución.
    De acuerdo, en todo caso, con la empatía y la compasión. Con respecto a las Bienaventuranzas, como a toda persona que vive en el piso N° 12, « pobres de espíritu » evoca alguien con defecto y no a alguien que no vive por y para los bienes materiales superfluos. Frente al « apocalipsis » hay una sola solución : luchar juntos contra el enemigo común.

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