Yo decidí perder el año académico
por Carla Amtmann (Valparaíso, Chile)
14 años atrás 4 min lectura
No podría mirar a mis hijos a la cara
Y decirles que ellos viven así
Por que yo no me animé a luchar
(Frase del frontis de Gimpert en Toma, PUCV)
Hace unos días se me presentó un dilema.
Según mis planes académicos este semestre tenía que cursar la Práctica Profesional, última labor para obtener mi título universitario. De la veintena de estudiantes de Pedagogía en Historia, Geografía y Ciencias Sociales de la PUCV con estos mismos planes, sólo siete podíamos comenzar a cursarla, debido a que todos los demás no cuentan con los prerrequisitos necesarios ya que no se ha cerrado el primer semestre. Desde el Decanato de Educación fueron claros; de no terminar las movilizaciones dentro de la quincena de agosto sólo los que cumplen con las formalidades exigidas podrían comenzar el curso, asistiendo a clases tanto en el colegio como en el lugar que con los profesores a cargo dispusieran. Entonces plantearon la pregunta ¿Van a cursar o no la Práctica durante este semestre?
Tengo una hija, una pareja con sueldo de profesor, muchas responsabilidades y proyectos a los cuales responder, y junto a esto una cantidad de años importantes ya vinculada a esta universidad. Pude enumerar más de 10 razones para hacer la Práctica Final cuando buscada dirimir frente a este dilema, cada una de ellas más urgente e importante que la otra.
Y me imaginaba lo que piensan en sus casas o en las tomas, los cientos de miles de estudiantes cuando desde el Gobierno, municipios, directivas de colegios o rectorías se les amenaza con “perder el año”. Y ahí tomé mi decisión. HOY DECIDO, CON TODOS LOS COSTOS QUE ESO IMPLICA, PERDER EL AÑO ACADÉMICO.
Estoy convencida que estamos atravesando por una coyuntura política de amplia envergadura, donde la crítica social se extiende hacia todo el sistema imperante, arrojando una crisis de legitimidad del sistema político que pronostica cambios insospechados.
Y la historia nos ha enseñado que los grandes cambios siempre tienen grandes costos. Cientos de obreros, de mujeres y niños sufrieron y han sufrido la dura represión, el hambre y el frío por lograr mejores condiciones laborales, cientos de miles de pobladores se han levantado pese a sus miserias para exigir viviendas y condiciones de vida dignas. Incluso sangre se ha derramado, ¡incluso eso! ¿Y nosotros no vamos a estar dispuestos a atrasarnos un año en la consecución de metas académicas? Suena hasta mezquino siquiera preguntárselo.
Cualquier triunfo será para todos, y cualquier derrota deberemos compartirla también. Hoy cada uno de los que levanta la bandera de una sociedad justa y digna para todo el pueblo, debe saber que carga en sus espaldas con la entrega de millones de hombres y mujeres que antes que nosotros estuvieron dispuestos a defender los derechos de sus familias y en ese rumbo lo dieron todo, incluso sus vidas. De ello debemos ser dignos, estar a la altura.
Y pensaba en tener que pedirle perdón a mi hija por no poder el próximo año estar disponible para traer mejores condiciones económicas al hogar, perdón a mi pareja y familia por no poder ayudarlos como quisiera el próximo año, y pedir perdón también a los que depositan expectativas académicas en mí. Pero al mirarlos, y saber que esta nueva generación de la que me siento parte, tiene todo el potencial de ser la portadora de un mundo nuevo, se que más que un perdón les debo entregar una promesa; la promesa y compromiso que esto valdrá la pena, que hoy son cientos de miles los que están dispuestos a seguir luchando, dispuestos a no claudicar, dispuestos a defender con toda la fuerza necesaria la justicia y dignidad tantas veces prometida, y tantas veces usurpada.
Perder el año académico no es nada, hay costos hoy y mañana que serán aun mayores, y si verdaderamente queremos forjar un mundo nuevo, debemos estar dispuestos a esto y muchísimo más.
Ya habiendo decidido perder el año, si esto sirve como un pequeño aliciente para que se tenga la fuerza de seguir movilizados, habrá valido la pena.
Convencida que esta generación no defraudará los intereses históricos de todo un pueblo
Att. Carla Amtmann
Estudiante Pontificia Universidad Católica de Valparaíso.
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“Uno no baila solo por bailar.
Uno baila con los que ya no están, con los que vendrán
y con esta tierra que todavía pide ser escuchada”.
Gracias Carla, por tu decisión y por difundirla.
Un abrazo ciudadano!!