Carta al Cardenal Tarcisio Bertone sdb, Secretario de Estado del Vaticano de visita en Chile
por Personalidades católicas (Chile)
15 años atrás 9 min lectura
S.E. Cardenal
Tarcisio Bertone sdb,
Secretario de Estado Vaticano.
Excelentísimo Cardenal Tarcisio Bertone:
Queremos darle la bienvenida a nuestro país que recientemente ha sido fuertemente estremecido por un gran terremoto y maremoto. Felizmente, entre todos los ciudadanos vamos saliendo de esta tragedia con mucha fe y esperanza en que el bien común sea un verdadero instrumento de progreso y paz para todos.
Como laicas y laicos cristianos educados y formados en la doctrina de nuestra Iglesia católica que es experta en humanidad, queremos entregarle algunas reflexiones que tienen que ver con lo que ocurre en nuestra sociedad chilena. Lo hacemos con respeto y plena fidelidad a las enseñanzas de Jesús que nació en una pesebrera.
Chile, en las últimas décadas de su historia ha tenido que enfrentar diversos acontecimientos sociales y políticos dolorosos, contradictorios y no exentos de una activa participación y acompañamiento de la Iglesia. Caso concreto fue la heroica lucha de la Vicaría de la Solidaridad, fundada por el venerable Cardenal Raúl Silva Henríquez, por el respeto irrestricto de los derechos humanos.
También en nuestro país, el conjunto de la Iglesia y todo el pueblo de Dios ha tenido una activa participación en todas las Conferencias episcopales celebradas en América Latina, desde su inicio en los años 50 con el valioso concurso del recordado obispo, don Manuel Larraín. Especialmente en la última de Nuestra Señora de Aparecida en la que Ud. expresó a los MCS: “la preocupación de la Iglesia Católica por la situación de los países latinoamericanos, quienes sufren “una violencia que asusta”, originada en sus “desigualdades sociales”.
Y destacó lúcidamente: “Hablamos de una violencia que afecta sobre todo a las grandes ciudades; violencia del narcotráfico, siempre más agresivo y potente; violencia de las inmensas desigualdades sociales que todavía no se superan”. Y apuntó enseguida a los problemas del desempleo, de las migraciones, del deterioro de la educación que afecta sobre todo a los jóvenes, del déficit de la democracia representativa. (Folha de Sao Paulo, 07 de Mayo del 2007).
Cómo no recordar hoy a la luz de los diversos dramas sociales que se observan como consecuencia de las injusticias sociales, esta profunda interpelación de nuestros obispos en las Conclusiones de la Conferencia de Aparecida: “Nos comprometemos a trabajar para que nuestra Iglesia Latinoamericana y Caribeña siga siendo, con mayor ahínco, compañera de camino de nuestros hermanos más pobres, incluso hasta el martirio. Hoy queremos ratificar y potenciar la opción del amor preferencial por los pobres hecha en las Conferencias anteriores. Que sea preferencial implica que debe atravesar todas nuestras estructuras y prioridades pastorales. La Iglesia latinoamericana está llamada a ser sacramento de amor, solidaridad y justicia entre nuestros pueblos”. (nº 396).
Nos preocupa enormemente el sistema económico neoliberal que se ha impuesto en el mundo. Estamos conscientes que la Santa Sede en diferentes oportunidades se ha manifestado contraria a los escándalos y abusos que este sistema financiero acarrea a millones de seres humanos. En este aspecto nos parece que ha sido débil la condena a lo que verdaderamente significa para los pobres y desempleados las brutales consecuencias de la crisis global financiera y lo que ocurre cuando la especulación financiera se refugia indemne en los paraísos fiscales causando aún más daño a las resentidas economías mundiales.
Y, Jesús de Nazareth nos desafía a una conducta radicalmente opuesta; “no podeis servir a Dios y al dinero” (Mt. 6,24). La palabra que (Jesús) usa para decir dinero- “mammona” -es de origen fenicio y evoca seguridad económica y éxito en los negocios…(Benedicto XVI, Homilía Catedral de Velletri – 2007). El Dios mammón destruye al hombre, estrangulando despiadadamente con sus manos una gran parte del mundo. (Benedicto XVI, Jesús de Nazareth, pgs. 126 / 127).
En este mismo sentido tienen plena vigencia, Cardenal Bertone, sus expresiones públicas referidas al contexto financiero global antes del inicio de la V Conferencia: “Los préstamos internacionales del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, y los de país a país ya son con usura y deberían ser declarados ilegales”. Usted también declaró que la Iglesia Católica condena la usura definiéndola como “un homicidio indirecto cuando provoca la muerte favoreciendo miseria y pobreza”, y recordó que la deuda pesa 6 mil dólares sobre cada niño nacido en las naciones de baja renta y que la mitad del Producto Interno Bruto de esos países se usa en pagar los intereses.
Gratificante es tener presente lo que señala la exhortación apostólica Pastores Gregis, del Papa Juan Pablo II (2003), referidas precisamente al sufrimiento de toda persona pobre y sin trabajo: “Hoy más que ayer, la guerra de los poderosos contra los débiles ha abierto profundas divisiones entre ricos y pobres…En el seno de un sistema económico injusto, con disonancias estructurales muy fuertes, la situación de los marginados se agrava de día en día. En la actualidad hay hambre en muchas partes de la tierra, mientras en otras hay opulencia. Las víctimas de estas dramáticas desigualdades son sobre todo los pobres, los jóvenes, los refugiados… ¿Cómo callarse frente al drama persistente del hambre y la pobreza extrema en una época en la cual la humanidad posee como nunca los medios para un reparto equitativo?” (nº 67).
Motivo de preocupación y angustia es también la carrera armamentista que se observa en el Continente. Nuestro país es el que más gasta per cápita en armamentos en toda la región. Esta situación es intolerable a la luz de la doctrina católica. Nos parece que nuestra Iglesia no hace escuchar su voz como corresponde ante esta verdadera cultura de la muerte que se nos impone por la vía del armamentismo. Hoy hemos de recordar lo que nos dice el Concilio Vaticano II: “La carrera de armamentos es la plaga más grave de la humanidad, y perjudica a los pobres de manera intolerable. Hay que temer seriamente que, si perdura, engendre todos los estragos funestos cuyos medios ya prepara”. (IM 81).
Estimado hermano Bertone, nos parece pertinente, en este tiempo post Semana Santa, compartir también algunas enseñanzas de lo que significa para todos nosotros ser discípulos de Jesús -tal como lo pide la V Asamblea del Celam-, es decir, cómo hoy aprender y llevar una praxis de vida y misionera en sintonía con las enseñanzas y las actividades de Jesús, entendido este discipulado como un cambio de vida para dedicarse al reino de Dios. “Por la opresión del humilde y el gemido del pobre me levantaré, dice el Señor”. (Sal 12, 6).
Para todo laico cristiano, personal consagrado y persona de buena voluntad es de primera importancia el destacar que Jesús al vivir en Galilea, zona pobre y menospreciada, constató todos los abusos y opresiones a que estaba sometido el pueblo. Jesús cura a los enfermos, da de comer a los hambrientos, acompaña cariñosamente a los pecadores, realiza milagros. El Maestro no se quedó callado, denuncia a los dirigentes religiosos de Israel que imponen miedo en lugar de anunciar la felicidad al pueblo pobre. Hay que tener presente que Jesús enseñó que no quiere sacrificios ni templos ni sacerdotes. Por sobre todo quiere justicia y misericordia y como Laico quiere que su pueblo vuelva a ser un pueblo de laicos, sin clase superior. Y, por supuesto repetir y tener presente que “los que mandan tendrán que portarse como servidores, como inferiores y no como autoridades”.
Es notable recordar como Jesús procede ante el imperio de Roma; denuncia y condena a ese imperio en todos sus aspectos sociales, no calla ante el poder establecido ni ante los promotores de la falsedad y la mentira. El martirio de Jesús es una prueba de su total fidelidad a su mensaje y misión en la tierra. Este es el reto que Jesús nos plantea a través de los tiempos; Hay que hacer actual el contenido de la vida del Maestro para ser verdaderamente discípulo.
Finalmente y siguiendo la enseñanza de Jesús que dijo: “Que vuestro lenguaje sea sí cuando es sí y no cuando es no”, nos parece justo y oportuno decir, junto a no pocos laicos, laicas y personal consagrado, que la Iglesia de Santiago se merece un obispo fiel a lo que ha sido su tradición desde hace muchos años. Es decir, que venga un Pastor abierto al diálogo, sensible al drama de la pobreza, que no excomulgue ni persiga a nadie, que acepte la sana diversidad que de hecho existe en nuestra Iglesia, que prevalezca la comprensión antes que el castigo, que acoja y no oprima.
Chile en el año del Bicentenario e iniciando una nueva fase en su alta dirección política, necesita más que nunca cristianos comprometidos, seriamente, con la justicia social y la solidaridad con los que más sufren. Ese es el camino correcto para la consecución del Bien común. Por lo tanto, sería un grave retroceso y motivo de escándalo que llegue al sillón Arzobispal un obispo más fiel a un proyecto teológico y eclesial distante de la realidad o, alejado de los signos de los tiempos sin ver adecuadamente lo que quiere y necesita toda sociedad sana: fidelidad total a Jesús del Pesebre, a los más pobres y a los sufrientes sin distingos de ninguna especie para la consecución del Reino de Dios.
Hacemos votos, estimado Cardenal Bertone, para que venga al Arzobispado de Santiago un obispo rodeado sólo del Evangelio de Jesús y distante del poder y boato que nada tienen que ver con la hermosura de la Palabra. Que como Pablo, Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Cipriano, Esteban, Ambrosio o Francisco, venga libre y más que autoridad demuestre razón, palabra, diálogo y acogida a todos.
Como cristianas y cristianos fieles al Evangelio, junto a toda persona de buena voluntad queremos un obispo que venga como hermano, servidor y amigo de todos para evitar lo que se ha repetido en la tradición eclesiástica: la imposición de obispos no deseados puede llevar a “que los hombres se vuelvan menos religiosos de lo que conviene” (s. León Magno).
“Entre ustedes no será así, al contrario, el que aspire a ser más que los demás, se hará servidor de ustedes. Y el que quiera ser el primero, debe hacerse esclavo de los demás”. (Mt. 20,26).
Cardenal Bertone, reciba nuestros cordiales y fraternos Saludos; Atte:
Andrés Aylwin Azócar Vicente Sota Barros
Abogado Ex Pdte. Cámara de Diputados
Fernando Castillo Velasco Héctor Gárate W.
Ex Rector de la U. Católica Pdte. Juventud Demócrata Cristiana
Mónica Echeverría Y. Fabiola Letelier del Solar
Escritora Abogada
Ramón Huidobro Loreto Fernández
Diplomático Teóloga
Manuel Jacques Hervi Lara
Abogado Académico
José Frías Esteban Silva
Misionero Laico Sociólogo
Rony Nuñez M. José Galiano
Abogado Abogado
Manuel Guerrero A. Patricio Véjar
Sociólogo Comunidad Juan XXIII
Alejandro Medina Juan Subercaseaux A.
Misionero Laico Abogado
Iván Gutiérrez L. Jaime Escobar M.
Periódico “Crónica Digital” Revista “Reflexión y Liberación”
* Fuente: Redes Cristianas
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