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Iniciativa Laicista para la Consolidación de la Sociedad Civil

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Por el derecho a ejercer la libertad de conciencia. Un proyecto ILEC
 
1.

Triunfo estudiantil laicista.
 
Para el laicismo chileno constituye un momento de auspiciosas proyecciones, el triunfo obtenido por el Movimiento de Acción Librepensadora, en el Centro de Alumnos de la Facultad de Derecho de la Universidad de Concepción. Con un abrumador porcentaje de votación – casi el 70% – y una alta concurrencia de electores, rompiendo la tendencia a la abstención, fueron capaces de vencer a las expresiones tradicionales que habían predominado hasta ahora.

Con los mismos motivos de fondo y la misma fundamentación valórica, otro grupo bajo la influencia del Centro Juvenil Quillagua de Talcahuano, ganó la elección en otra Facultad de Derecho, esta vez correspondiente a la Universidad Católica de la Santísima Concepción. En segunda vuelta, la lista laicista obtuvo el 60 % de los votos.

2.
 
Razón y Libertad.
 
Francisco Córdova
(Centro Cultural y Social Seamos Más)

Nosotros los seres humanos poseemos una herramienta, que al mismo tiempo es un bien. Una posesión que viene adherida a nuestra condición de ser lo que somos, que nos caracteriza e individualiza del resto de los seres biológicos que conocemos.

Este bien propio y útil, trae otro término adherido o más bien incluido en si mismo, es una simbiosis que hace lógica sobre si misma, me refiero a la Razón y a la Libertad. ¿Cómo podemos separar la Razón de la Libertad, si no hay nada más libre que el razonar y nada más razonable que la libertad? Una es a la otra y viceversa, es una relación circular imperecedera mientras, y sólo mientras se tengan y sostengan entre si mismas.

De lo anterior se desprende sin mucha complejidad una serie de relaciones conceptuales que, basadas en su simpleza y pureza, dan una lógica que pocos quisieran intervenir. ¿Quién desearía u osaría a romper la relación entre la libertad y la razón? ¿Qué motivaría a quién o quiénes ha cometer un delito humano tan aberrante?

Dos interesantes preguntas a responder. Pero antes un preámbulo necesario he de desarrollar. La razón ha sido definida y redefinida desde que ella misma existe, y cada quién hará el uso de la misma para decidir las palabras que más logran estructurarla en un sentido. Puedo tomar la libertad de escribir que la Razón es una forma y también un fondo. Esta dualidad conceptual profundiza y ensancha la significancia de su uso.

Es una forma o medio para la utilización de las habilidades cognitivas complejas que establecen o desechan conceptos o concepciones, el razonamiento es el acto de razonar y sin la duda, sin el cuestionamiento no tiene cómo ser. Es un fondo u objetivo ya que el buscar su pureza, su perfeccionamiento y su amplitud es una constante del camino eterno del perfeccionamiento humano. ¿Para qué aprender si no buscamos crecer, para qué conocer si no queremos ir más allá, para qué luchar si no queremos cambiar nada? Mas el ser humano por su genotipo y fenotipo congruente a la especie, sólo sobreviven el hoy como lo fue en el ayer con el aprender, con el conocer y con el luchar.

Quienes han manipulado y maquinado un cómo hacer que las gentes dejen la razón de lado con la pérdida consecuente de su libertad más pura, sólo pueden tener un motivo concreto e irrefutable, el control del otro, para su uso y beneficio personal y/o selectivo comunitario.

La dicotomía humana interna que se produce entre lo que se conoce y lo que se desconoce (pero que se hace evidente que está) crea un espacio para la “creencia”. La curiosidad y su consolidación en el aprendizaje siempre buscan el acomodo de conceptos inexplicables en un andamiaje ya concebido en nuestra psiquis. Esta acomodación perfectamente fue usada por quienes vieron en este espacio de misticismo e irrealidad una parcela fecunda de control.

Qué mejor que un lugar en donde la razón aún no tiene cabida ni control, qué mejor que la posibilidad de limitar el razonamiento con barreras fáciles y simplonas de gran anclaje emocional que estorben e interrumpan los procesos lógicos que basan el razonamiento.

Jugar con la ignorancia, provocarla de manera alevosa, promoviendo la creencia por sobre la sapiencia, estimulando la obediencia sin razón por sobre la obediencia a la razón ha sido la herramienta más efectiva de control y usufructo.

“Jugar” y usar la ignorancia de las personas es un acto repulsivo y despreciable, lo virtuoso sería todo lo contrario. Acercar el uso de la razón y por ende aumentar las libertades de los individuos y de los colectivos eleva al humano a planos superiores, y es un deber buscar este hacer solidario y moral por quienes poseen mayores ventajas biológicas y socioculturales sobre los que no corrieron con esa misma fortuna. No olvidemos que el azar es quién se encarga de decidir lo que todos tenemos como “paquete inicial”.

Quizás intervenir en las estructuras corporativas productoras y promotoras de ignorancia y fe, a estas alturas sea poco fecundo en resultados, porque podrían martirizarse y salir más fortalecidas que menguadas, las religiones han sabido utilizar los ataques en armas efectivas de defensa, saben que hacer y decir en esas mentes privadas de libertad, de su razonar, presas en su creer, en el miedo al padecer si no obedecen y otros trucos más.

La organización político social del humano, llámese Estado actualmente, debe velar por la libertad, por la verdadera y profunda libertad interna, el uso puro y virtuoso de la razón, de la duda, del cuestionamiento. La materialización de lazos entre las religiones y el Estado sólo transforma a este último organismo ficticio en una herramienta oculta y efectiva de estos centros de poder.

La lucha por la libertad y por la razón debe ser iniciada en el seno de la organización social, debe tener como epicentro el organismo que debe velar por el que todos tengamos la plena potencialidad de decidir lo que nuestra lógica y su razón nos determine.

Permitir que esto no suceda es cooperar en complicidad con lo que ha venido haciendo el cristianismo durante más de 2.000 años, y coarta a nuestros hermanos a poder alcanzar el máximo de su potencial. Es deber de Estado prescindir de cualquier nexo con estas estructuras anti-razón y por ende anti-libertad.

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