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La liberación de Ingrid: ¿una maniobra genial?

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La noticia más impactante del día, y de no mediar otro hecho de iguales característica, la más impactante de los últimos tiempos, acaba de ocurrir hace algunos momento hoy 2 de julio: la ex candidata a la presidencia de Colombia Ingrid Betancourt secuestrada hace seis años por la FARC, ha sido liberada en una operación de inteligencia por el ejercito de su país.

Los hechos concretos, al menos hasta el instante de redactar esta nota, señalan que la operación ha sido una maniobra simplemente genial de los servicios de inteligencia de la fuerzas armadas de Colombia que, mediante un subterfugio digno de un folletín rocambolesco, rescataron a Ingrid y 14 rehenes más sin haber disparado ni un solo tiro, y cuyo único acto de violencia lo habrían sufrido dos integrantes de la guerrilla, entre ellos un comandante de la FARC, el comandante Cesar, que fueron capturados con algunas magulladuras luego de ser reducidos por sorpresa dentro del helicóptero de rescate.

Los acontecimientos habrían ocurrido de la siguiente manera según el propio relato de Ingrid Betancourt que habló en primicia para una radio del ejército colombiano. Infiltrados los estamentos de base de las FARC (el informe del ministro de defensa colombiano agrega que también infiltraron el secretariado del estado mayor de la guerrilla) se habría simulado una orden proveniente del comandante Alfonso Cano, sucesor de Marulanda en la jefatura guerrillera, para trasladar en helicóptero a Ingrid y otros 14 rehenes, entre los cuales estaban los 3 norteamericanos capturados por las FARC hace unos años, a otro sitio en la selva del país. Los helicópteros (se habla de dos), de color blanco, habrían aterrizado en el lugar del cautiverio con varios tripulante que simularon ser guerrilleros, procediendo a maniatar a los rehenes para no despertar sospechas, subiéndolos luego a la nave. Una vez ahí invitaron al comandante Cesar y otro combatiente a subir también para inspeccionar el correcto traslado de los retenidos. En ese momento habría despegado el helicóptero y ambos guerrilleros reducidos por los soldados.

Siempre según el relato de la ex diputada franco-colombiana, los soldados se habrían identificado anunciándoles que a partir de ese momento estaban libres. A la luz de esta narración de los sucesos, que se complementa con la realizada por el ministro de defensa Juan Manuel Santos, la operación bautizada como “Jaque” habría que inscribirla en los anales de los actos de comandos en el mundo como una de las más impecable, superando incluso al audaz y cruento rescate de rehenes judíos en Entebbe, Uganda, en 1976 considerado una acción casi perfecta de las Sayeret de Israel.

A estas horas el mundo entero, porque hay que reconocer que no hay medio informativo en América Latina, EE.UU. y Europa que no esté trasmitiendo en directo la parafernalia informativa del hecho, aún no sale de su asombro y, como es lógico, del júbilo por tan impecable desenlace. Sin embargo, vamos a hacer aquí dos reflexiones, quizás polémicas, quizás no compartidas por muchos que lean estas líneas.

La primera es la profunda duda que desata la operación “Jaque” exhibida como un éxito rotundo del cuestionado presidente Uribe que, como nunca en estos días, tambalea ante el fraude con el cual se hizo reelegir presidente de Colombia. Se trató de una operación demasiado impecable, sospechosamente perfecta no sólo desde el punto de vista militar, sino que por el corte a la medida que resultó el traje para un gobierno repudiado no sólo internamente, sino por el concierto mundial de naciones donde aún prima la decencia.

En primer lugar, la opción armada para rescatar a Ingrid había sido descartada con gran vigor por todos los familiares de la famosa rehén y de las otras personas retenidas por la FARC. A ello se habían sumado los gobiernos latinoamericanos y europeos, sobre todo el de Francia que conminaba permanentemente a su homólogo colombiano para no tomar una medida de fuerza que terminaría, con certeza, costando la vida de los secuestrados. La pregunta resulta obvia: ¿con qué seguridades contaba el gobierno de Uribe que el rescate sería incruento, sabiendo que un error de cálculo mínimo que resultara en la muerte de Ingrid y sus compañeros le costaría el derrumbe estrepitoso a Uribe y sus acólitos? ¿O acaso la maniobra, lejos de ser audaz y de “inteligencia”, estaba planificada con la absoluta certeza que ocurriría como hoy se conoce?

Aquí entramos al plano de las elucubraciones porque, como es lógico en este tipo de artimañas, es poco probable que algo se filtre y dé una pista sobre lo que realmente ocurrió en las oficinas del gobierno colombiano y sus fuerzas armadas. Quizás haya que esperar las famosas desclasificaciones tardías de la CIA para conocer en 40 años más la verdad de este hecho.

Pero bueno, dijimos que haríamos dos reflexiones y la segunda atañe directamente a la sucesión de errores que la dirección de las FARC ha venido cometiendo en el manejo de la cuestión de los rehenes. En esta segunda reflexión se inserta nuestra teoría respecto que, lejos de tratarse de un acto intrépido, un albur jugado por Uribe aun a riesgo de provocar una gran tragedia, se trata de una formidable “mise-en-scene” que contó con la corrupción del deteriorado espíritu revolucionario de una guerrilla que lleva medio siglo de combates sin avanzar un ápice de sus objetivos. Las FARC, que nacieran en un momento álgido de nuestra América en el que la respuesta armada se vislumbraba como el único camino viable para combatir dictaduras y gobiernos represivos, está hoy sobrepasada por la dinámica mundial, tal como dijera Chávez criticando a las FARC, lo que las ha colocado en un pie desfasado con la dialéctica de la historia, cuando la realidad objetiva, que el marxismo recomienda no confundir con los deseos, ha dejado por un tiempo quizás largo, la lucha armada relegada a un segundo plano.

Las FARC, dirigidas por un hombre heroico, pero con una mentalidad que se fue militarizando en desmedro de su capacidad ideológica, cometieron un error histórico al desperdiciar el momento de tomar la ofensiva política demostrando al mundo el humanismo de sus ideas. La liberación, motu propio, de rehenes que no prestaban ninguna utilidad, ni siquiera táctico-militar, a sus captores, sobre todo mujeres y del prestigio de Ingrid Betancourt, sino más bien concitaban la compasión justificada de la sociedad sin excepción, hubiera no sólo enaltecido al frente guerrillero, sino que hubiera contribuido a elevar todavía más el prestigio de un hombre como el Presidente Hugo Chávez y de la senadora Piedad Córdova, que creyeron que la dirección de la guerrilla entendería la oportunidad histórica que le brindaba el destino.

¿Por qué no ocurrió así? He ahí el quid de nuestra teoría que avalaría, de paso, la genial maniobra de Uribe y sus secuaces. Los casos de infiltración, pero no de inteligencia sino de pesos más, pesos menos, y hablamos de ingentes cantidades, las ofertas de prebendas, perdonazos, privilegios, protección, creemos que han ido minando a niveles profundos a una guerrilla que tiene extraviado su horizonte y a la que el tiempo amenaza con lapidar de la peor forma con el rótulo de una descomposición abominable.

Fíjese usted en la cadena de coincidencias que rodean la “inteligente” maniobra del ejército. Lo primero es lo ya dicho: no podía existir mejor momento para Uribe de anotarse este triunfo, aunque pudiera ser tan fraudulento como han sido en general sus actuaciones, que éste cuando la justicia de su país ordena anular su reelección por corromper a parlamentarios que votaron a favor de permitirle este fraude. Otra coincidencia más: en el grupo “liberado” milagrosamente están también los tres norteamericanos, además de Ingrid Betancourt que es su carta máxima. La liberación de los tres estadounidenses coincide con la visita de John McCain a Colombia, el candidato republicano que aspira a ser el sucesor de Bush quien es, a su vez, el mejor aliado de Uribe. Es una artimaña de billar que se da a dos bandas: junto con las flores que recolecta Uribe por el rescate de la dama Betancourt, de paso apuntala a su socio republicano cuya candidatura está alicaída ante el avance del demócrata Obama que se perfila como el próximo presidente de EE.UU.

No, querido, lector; las maniobras a las que puede recurrir la reacción en cualquier lugar de nuestra atribulada América, y el apoyo logístico garantizado por el socio del norte, hacen factible cualquier posibilidad, aunque en medio de la euforia por la justa libertad alcanzada por los rehenes que sufrieron de esta prisión inhumana sólo por la obtusa visión táctica de las FARC, no se pueda aún conocer los verdaderos entretelones de la verdad.

Cabe lamentar, por último, que los años de cautiverio injusto de la ex candidata presidencial, no le hubieran servido para reflexionar acerca de la trágica realidad de su país atenazado por la violencia guerrillera, la de los paramilitares coludidos con la derecha, la del narcotráfico y la del gobierno que masacra poblaciones indefensas y fomenta de esta manera la contrarespuesta de una población cansada de tanta injusticia.

¿Por qué decimos esto? Porque Ingrid Betancourt, refiriéndose al momento de su liberación, señaló el sorprendente hecho que no se dio cuenta del instante en que los militares disfrazados de guerrilleros, habían reducido al comandante Cesar tirándolo al suelo y amordazándolo, además de ponerle una venda en los ojos, no obstante que eso ocurrió dentro del reducido ámbito de un helicóptero. Más o menos textual, dijo la señora Betancourt: “Este hombre (el comandante Cesar) fue el carcelero inhumano bajo cuya vigilancia estuvimos los últimos cuatro años. Pero no lo odio y, por el contrario, me alegra que se le mostrara lo humano y civilizado que es el ejército de Colombia”

Como no queremos empañar la compasión por esta dama así maltratada, ni menos la alegría genuina que todos hemos sentido por su liberación, vamos a pensar que, aislada en medio de la selva colombiana, la señora Betancourt no tuvo oportunidad de saber que apenas hace tres meses ese ejército “humano y civilizado” cayó sobre un grupo de seres dormidos, masacrándolos a todos  ellos y, además, violando de paso la territorialidad de otro país.

Como esta no fue ni cercanamente la primera matanza de los “civilizados y humanos militares”, sino que sus represiones anti campesinas y anti populares son de larga data, mucho antes que la dama fuera raptada por la FARC, vamos a pensar que entre todo el daño que le hizo cautiverio, las vejaciones, la tortura sicológica y dolor de la ausencia del hogar familiar, también, probablemente, haya estado la amnesia.
02.07.2008

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