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Asesinatos modernos con carga tecnológica y engaños: de Yogar Dudayev a Raúl Reyes

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Casi 12 años atrás, el 21 de abril de 1996, un par de misiles rusos disparados a distancia terminaron con la vida del presidente de la separatista República de Chechenia, Yogar Dudayev. La tecnología y el engaño se habían sumado para el exitoso asesinato a distancia. Los misiles habían sido diseccionados hacia el teléfono celular del líder caucásico. Dicho teléfono había estado en uso apenas un momento antes por Dudayev para una conversación con un funcionario ruso en Moscú quién servía como negociador o presunto negociador.

En la noche del domingo 21 para el lunes 22, en Gueji-Chu, una pequeña aldea del Cáucaso, Dudayev ,acompañado por sus colaboradores Mogamed Yaniyev y Jamad Kurbanov (hasta poco antes representante chechenio en Moscú) dejaron una reunión que mantenían en una casa y, en compañía de un negociador ruso que los visitaba, se dirigieron a un bosque vecino. Allí se instalaron la antena telefónica y hablaron a Moscú con el negociador del entonces gobierno de Boris Yeltsin en la capital rusa. Cuando se estableció la comunicación cayeron dos misiles aire-tierra y fueron asesinados los cuatro, incluyendo el enviado ruso que había servido de cebo. Los misiles fueron lanzados desde un avión y el gobierno ruso negó que el ataque hubiese sido planeado.

Por lo menos fue lo que aseguraron Yeltsin y otros jerarcas que en ese momento se encontraban con él en Beijing pero, curiosamente, unas pocas semanas antes, al lanzar su campaña reeleccionista, el, en ese momento, presidente ruso, había asegurado que en breve los dirigentes secesionistas iban a ser capturados y fusilados. No fueron capturados y menos fusilados, sencillamente asesinados mediante una apelación al engaño de los servicios militares de inteligencia y a la moderna tecnología.

Todo indica que ya en cuatro oportunidades anteriores se había planeado algo similar pero las conversaciones de Dadayev habían sido demasiado breves como para concretar el operativo. Todo el operativo, por entonces, demoraba unos 20 minutos y, así, el ex general soviético devenido en jefe separatista pudo salir indemne de las jugarretas de la inteligencia moscovita. Pero esa noche la conversación con el diputado-mediador Konstantin Borovoi duró más de la cuenta y los misiles lanzados desde el cazabombardero Sujol, SU-27, impactaron directamente en el lugar donde el teléfono estaba conectado a la batería de un jeep Niva.

Oficialmente el alto mando ruso desmintió la operación en una primera instancia, pero luego los militares que actuaron en la zona confirmaron la misma a la agencia Itar-Tass. Más tarde ya no quedaron dudas.

Unos meses antes, el 5 de enero, la inteligencia israelí también se había sacado de encima a uno de los principales dirigentes del grupo palestino Hamas. Ijie Ayash, conocido como “El Ingeniero” por ser el responsable de la producción de explosivos entre los suyos, también había volado por los aires cuando le explotó el teléfono celular pero sin la necesidad de misil alguno. Fue el propio teléfono Motorota el que estalló ya que le habían puesto dentro del mismo una carga de enorme potencia del denominado RDX-SMITEX. Pero más allá de lo del teléfono como arma letal, las características de la guerra en el Oriente Próximo y la carencia de engaños mediante falsos o engañados también negociadores, hacen las cosas diferentes.

Pero lo del sábado pasado por la noche en la selva ecuatoriana se parece mucho más a lo de Dudayev. Operación de inteligencia para localizar la zona a través del uso de teléfonos celulares y bombardeos desde el aire; bombas en lugar de misiles y helicópteros en lugar de aviones, todo seguido de ejecuciones en tierra de los heridos, pero todo muy parecido. E incluso en el marco de negociaciones que eran conocidas por todas las partes que participan en el marco del “Canje Humanitario”

La mayor diferencia substancial es política, ya que Chechenia era un territorio separatista y que Ecuador, donde fueron asesinados Raúl Reyes y varios de sus compañeros, es otro estado reconocido por la comunidad internacional y cuyas fronteras fueron violentadas. Todo indica que, como en el caso de Dudayev, había negociaciones en curso en las que participaban, directa o indirectamente, los presidentes Hugo Chávez, de Venezuela; Rafael Correa, de Ecuador; y Nicolás Sarkozy, de Francia, para la liberación de algunas de las personas retenidas por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), en especial la franco-colombiana Ingrid Betancourt, cuyo estado de salud es gravísimo. Algo que, según han señalado algunas de las partes, bien conocía el presidente colombiano Alvaro Uribe, del mismo modo que el gobierno ruso había usado hasta negociadores-cebo para dar con Dadayev.

Así, de repente, la misma tecnología que servía para la búsqueda de la solución para uno de los problemas inmediatos a resolver en el conflicto colombiano, como es el urgente caso Betancourt, se convirtió en una trampa que no sólo ocasionó el asesinato de un grupo de personas integrantes de la guerrilla colombiano sino que puede ser, además, por vía de los manejos de la “inteligencia” político-militar y de la inescrupulosidad, el vehículo para que la política colombiana, opositora de Uribe, termine sus días en la selva colombiana abatida por su virulenta hepatitis.

Las historias de negociaciones arteras, plagadas de traiciones, no son nuevas en esta América. Augusto César Sandino, en Nicaragua, o Emiliano Zapata, en México, lo han probado, lo mismo que el propio Doroteo Arango (Pancho Villa), asesinado también en México por sus enemigos luego de haber acordado la paz mucho antes; sin olvidar antiguos casos, allende los mares, como el del escocés William Wallace, hecho famoso en años recientes por la industria cinematográfica.
07/03/08 

– El autor es periodista, historiador, docente en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires.

* Fuente Rebanadas de Realidad Despachos

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