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Caravana de la Muerte: se entrega Minoletti, el enterrador de Calama

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Llegaría en las próximas horas desde Estados Unidos para presentarse ante Montiglio
Refugiado en Miami, el capitán Carlos Minoletti comandó el entierro clandestino de los 26 cuerpos de los ejecutados en 1973 por la Caravana de la Muerte en Calama. Dos años después, ubicó la fosa para el desentierro. Puede ser la soga al cuello para Trincado y compañía, procesados el sábado.
 
Junto a Armando Fernández Larios, el capitán (R) Carlos Minoletti Arriagada fue hasta ahora uno de los más duros para seguir negando su responsabilidad en los crímenes de la Caravana de la Muerte, aunque no integró el pelotón que en septiembre y octubre de 1973 dirigió el general (R) Sergio Arellano. El 31 de enero de 2000 el juez Juan Guzmán decretó el arresto del ex comandante de la compañía de ingenieros del regimiento Calama, pero Minoletti había huido a Estados Unidos el 5 de septiembre de 1998.

En principio, su arribo está establecido para hoy al aeropuerto de Pudahuel donde lo esperará la policía civil para conducirlo al despacho del ministro Víctor Montiglio, a cargo del proceso por los episodios de la Caravana de la Muerte. Pero la fecha de llegada podría retrasarse.

Su decisión de entregarse en Chile estaría influenciada porque su extradición desde Estados Unidos pondría en riesgo su residencia en ese país y su eventual nacionalidad norteamericana. Además, tendría una seria afección al corazón y ello habría minado su voluntad de resistencia a la justicia.

Siendo comandante de la compañía de ingenieros del Calama en octubre de 1973 con grado de capitán, Minoletti dirigió el entierro clandestino de los 26 cuerpos de los prisioneros que la caravana asesinó el 19 de octubre de 1973 en el sector Topater del desierto de Atacama.

Pero Minoletti también debe responder ante la ministra y presidenta de la Corte de Apelaciones de Antofagasta, Rosa María Pinto, que instruye la causa por el desentierro de los 26 cuerpos y su lanzamiento al mar. Por estos hechos, el sábado la magistrada procesó a los generales (R) Miguel Trincado y Julio Salazar, al coronel (R) Luis Aracena y a cinco suboficiales (R), todos ex del regimiento Calama, excepto Salazar que era jefe de inteligencia de la I División del Ejército de Antofagasta. Trincado comandó esta operación. Los cuerpos fueron desenterrados a fines de 1975 o comienzos de 1976, trasladados al aeródromo de Calama y subidos a un avión Fach C-47 y arrojados al mar. Minoletti fue quien ubicó la fosa para la exhumación y participó en ella. En el lugar también estuvo el general Carol Urzúa, entonces comandante de la División de Ejército de Antofagasta.

Minoletti ha sido interrogado por la policía civil en Estados Unidos, pero hasta ahora niega todo. Podría convertirse en el primer oficial (R) que reconozca la presencia en la zona del desentierro de los generales (R) Trincado y Salazar, lo que ellos niegan. Aunque a Trincado lo acusan varios suboficiales (R).

Cuando Minoletti inició el ocultamiento de los cuerpos en el desierto, estuvo acompañado de su personal de la compañía y del mayor Luis Rojas Delzo, médico del regimiento que constató el estado desastroso de los cuerpos masacrados. También verificó el estado de los cadáveres el capellán del regimiento, Luis Jorquera Molina. El capellán se encargó de engañar a los familiares diciéndoles que se desconocía el paradero de los cuerpos y que los prisioneros fueron ejecutados al intentar fugarse durante un traslado.

ESA NOCHE EN EL DESIERTO
A medida que Minoletti iba ordenando esa noche a sus subalternos cómo debían sepultar los cuerpos, el cabo Luis Concha Cid les cortaba los dedos con un corvo para robar anillos y argollas de matrimonio. Lo último que Minoletti ordenó echar adentro de la fosa fueron los envases vacíos de las botellas de pisco que repartió a sus hombres para envalentonarlos. El brillo por el reflejo del sol en un par de botellas que quedaron tiradas sobre el terreno, fue lo que ayudó después a Minoletti a ubicar la tumba clandestina para el desentierro.
Lunes 26 de noviembre de 2007   

* Fuente: La Nación 

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