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Otro Ejemplo de la Bestialidad Militar

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El 19 de octubre de 1973, un grupo de militares conocido como Caravana de la Muerte mataron y enterraron a 26 ciudadanos chilenos en las cercanías de la ciudad de Calama. Uno de los implicados, el entonces capitán Carlos Minoletti Arriagada, escapó a Estados Unidos el 5 de septiembre de 1988. Ayer decidió entregarse a la justicia chilena.

Este capitán no participó directamente en las ejecuciones, pero fue quien se encargó de enterrar los cuerpos.

Pero a fines de 1975 o principios de 1976, se encargó de desenterrarlos y lanzarlos al mar.

Entre este grupo de hienas, destacan dos: el capellán Luis Jorquera Molina, "que se encargó de engañar a los familiares diciéndoles que se desconocía el paradero de los cuerpos y que los prisioneros fueron ejecutados al intentar fugarse durante un traslado".

El segundo macabro personaje fue el cabo Luis Concha Cid, "les cortaba los dedos con un corvo para robar anillos y argollas de matrimonio".

Esto fue durante la campaña de la mujer de Pinochet, que pedía a los ciudadanos que donaran sus joyas para 'reconstruir' el país. Sabemos dónde terminaron muchas de esas joyas: en el propio pescuezo de la señora Hiriart, según descubrió su ministro Madariaga.

¿Le habrán enviado a ella esas joyas rescatadas tan salvajemente de esos chilenos ultrajados antes y después de su muerte?

¿Dejarán nuestros jueces también en libertad a estas hienas?

En la foto, el campo de prisionero en Pisagua. Aparte de ultrajar y despojar a los prisioneros, como hacían los nazis, se impone otra similitud: Este campo saluda a los que llegan diciendo que alberga a "prisioneros de guerra" -una cruel burla, pues en Chile la última guerra tuvo lugar en el siglo diecinueve. Los nazis, en los campos de trabajos forzados y exterminio, saludaban a sus víctimas diciéndoles:
"El trabajo libera" (“Arbeit macht frei”). Luego eran llevados a las cámaras de gases, diciéndoles que se debían asearse para empezar la jornada de trabajo.

En 1974, el dictador declaró a Chile país miembro de la civilización occidental y cristiana. Otra burla similar de la bestia sedienta de sangre: fue uno de los años más cruentos de la violencia militar, y el año en que se implementó la campaña de torturas masivas y arbitrarias a ciudadanos chilenos, por un sistema de cuotas por guarnición o ciudad, al estilo de Stalin.

Estos criminales y sus defensores quieren poner punto final a los procesos por los crímenes que cometieron. Pero Chile no los podrá ni olvidar ni perdonar. Son ratas salidas del infierno, enemigos de Dios, del pueblo y de la patria.

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