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Dos emperadores de los mercados financieros: Alan Greenspan y Ben Bernanke

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Edward Gibbon, en su libro Historia de la decadencia y caída del Imperio Romano (History of the Decline and Fall of the Roman Empire ), relata que a finales del Imperio romano de occidente terminaron gobernando dos emperadores a la vez, que tenían más apariencia de señores feudales que de autócratas romanos. Algo parecido está pasando con lo que yo llamo “dos emperadores” del poderoso FED, (Banco Central de Estados Unidos), que tienen una notable incidencia mundial en el comportamiento de las Bolsas mundiales. Aunque la metáfora parezca un poco deschavetada, estos dos personajes pueden ser comparados con los Papas o con los reyes absolutos; la forma como enfrenten la inflación y la caída en el crecimiento norteamericano, determinan las tasas de interés y, por consiguiente, las bajas de las acciones y los bonos, en especial, en los países emergentes.

Alan Greenspan presidió el Banco Central de Estado Unidos desde agosto de 1987 hasta febrero del año 2006, casi dos decenios (19 años). Durante su período, gobernaron el país Ronald Reagan, George Bush, (padre), Bill Clinton y Bush, (hijo) y en  Roma reinaron los Papas Juan Pablo I, Juan Pablo II y Benedicto XVI. Es muy posible que Greenspan haya dirigido al dios mercado más tiempo que muchos emperadores romanos de occidente.

Greenspan es considerado, hasta ahora, un genio de los mercados, poseedor de la omnisciencia: cuando pronuncia una conferencia, aun en el país más lejano, pareciera que estuviera inspirado por el Espíritu Santo, para que todo el mundo se apresurara a vender sus acciones, sobretodo las especulativas. Sus comienzos fueron difíciles, pues no todos los inversionistas  le creían, pero con dos o tres medidas audaces, como bajar las tasas de interés en una época de crisis, posteriormente se fue convirtiendo en un gurú.

Ben Bernanke tuvo un comienzo similar a su predecesor: entre mayo y junio del año 2006, las acciones bajaron varios puntos , sobretodo los instrumentos financieros de los países emergentes que son, por cierto, los más volubles. Después vino la maravilla de este cielo del mercado: bastaron los informes de Bernanke sobre el buen estado de la economía norteamericana y el insaciable apetito de los especuladores  de la Bolsa, para que los países emergentes subieran, en seis meses, en muchos casos, más del 100%, es decir duplicaron el capital. Este fenómeno se dio, fundamentalmente, en aquellos mercados de Bolsas más volátiles, (China, India, Rusia, Brasil, y otros), es evidente que su precio estaba inflado, respecto al resultado de las empresas.

Aunque no creo que la diarquía haya sido la causa de la caída del imperio romano, menos puedo asegurar  que las diferencias de opiniones entre estos dos emperadores del FED, respecto a la recesión norteamericana hayan provocado, por sí solas, la baja de las Bolsas, en los últimos días de febrero. Existen muchos otros factores a considerar, algunos momentáneos y otros más estructurales. Los controles estatales a la especulación en China son bastante sanos si se tiene en cuenta que había que espantar la extrema especulación de los fondos mutuos extranjeros en este gigante asiático, por eso no tiene nada extraño que en un solo día bajara un 9%; ya venía ocurriendo en la Bolsa india, una semana antes. A su vez, varios indicadores norteamericanos estaban mostrando que la explosión de la burbuja inmobiliaria iba a continuar con más fuerza, además de la baja en el PIB, un crecimiento en el gasto de los ciudadanos, una alza en el precio del petróleo y pronósticos negativos con respecto a la inflación. Las mezcla de inflación y alza de tasas de interés equivale al infierno en la iglesia del mercado.

A mi modo de ver, coincidiendo con el ensayista Jorge Vergara, el neoliberalismo no es sólo una teoría económica, también es una utopía (en el sentido de un paraíso inexistente), una religión con Papas, obispos, sacerdotes y fieles, donde los Papas serían, en metáfora, los presidentes del FED; los obispos, los presidentes del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional; los sacerdotes, los analistas del mercado y los fieles, los inversionistas, entre los cuales hay también obligados a participar de esta religión, entre ellos los usuarios de fondos de capitalización individual, en todo el mundo. Existen además unos fieles pecadores: los especuladores, que piden prestado, en Yen, para comprar en mercados más volátiles, pero que dan mayor rentabilidad, fundamentalmente, en el llamado BRIC (Brasil, Rusia, India, China), y otros de Asia-Pacífico y América Latina.

No creo en el Apocalipsis, al menos en lo inmediato: el imperio romano no cayó de la noche a la mañana, tampoco ocurrió con el inglés, ni menos con el autocrático estalinista. El proceso de decadencia y ruina del imperio americano será más lento, pero llegará por causas más estructurales, aun cuando la estupidez de Bush hace todo lo posible para apresurarlo, tratando de provocar un bombardeo rápido a algunas plantas de tratamiento de uranio, de Irán y hundiendo a Irak en la desolación y miseria; también está claro que la utopía, religión, y sistema político que es el neoliberalismo, en cada una de las múltiples crisis va acercándose a su fin. Solo algunos transeúntes chilenos, en camino desde el estatismo a la religión del mercado, aún pueden creer que han descubierto un mundo ideal.
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