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EE.UU.: Motín a bordo

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Aunque no se trata de la rebelión del HMS Bounty o del Motín del Caine, hay problemas a bordo de la nave. Los demócratas que se oponen al refuerzo de tropas en Irak cuentan con un aliado estratégico en el Congreso y podrían propinarle un serio revés a la ‘nueva estrategia militar’ del presidente George W. Bush.

El tripulante rebelde es nada menos que el senador Charles Timothy Hagel, más conocido como Chuck Hagel, republicano por Nebraska, miembro de la Comisión de Relaciones Exteriores y de la Comisión Especial sobre Inteligencia, un persistente crítico de la ocupación del país árabe.

Hagel se unió a los demócratas que intentan frenar el envío de 21.500 soldados a Irak por considerarlo ‘contrario al interés nacional’. El aumento de efectivos, aseguran los congresistas, ‘sólo puede ser sostenido’ con apoyo de los ciudadanos. Y ahí es donde Bush queda arrinconado contra las cuerdas: según las últimas encuestas, 64 por ciento de los estadounidenses se opone a la guerra.

El senador Chuck Hagel es un político de prestigio en Washington. Nacido en octubre de 1946 y veterano de la guerra de Vietnam, es considerado por los medios de prensa como ‘la estrella más brillante del Capitolio’ y un posible aspirante presidencial para las elecciones de 2008.

Cuando fue elegido en 1996, Hagel se transformó en el primer republicano en ganar una campaña senatorial en Nebraska en 24 años y se cree que logró el respaldo de grupos demócratas, entre los que se contaban electores afroamericanos que nunca habían votado por un republicano. En 2002 se postuló nuevamente y fue reelecto para un segundo período con más del 80 por ciento de los votos, en lo que resultó la mayor victoria política de la historia de Nebraska.

‘Es un excelente senador y un buen amigo. Lo aprecio’, dijo Bush de él en mayo de 2003 en Omaha, la ciudad más grande del estado. Considerado un ‘liberal’ por los más conservadores de su partido, Hagel califica de ‘filibusteros’ a los congresistas que emplean tácticas dilatorias para frenar proyectos y en esa apreciación incluye a algunos de sus propios compañeros de bancada. El congresista opina que Estados Unidos debería levantar el embargo económico que pesa sobre Cuba: en 1998 declaró que la política de Washington hacia La Habana ‘está pasada de moda’.

Chuck Hagel no se deja encorsetar por la disciplina partidaria y no recurre a eufemismos. Ni los demócratas tienen las agallas del congresista de 60 años. En junio de 2005, le dijo a la revista US News and World Report que Estados Unidos se queda cada vez ‘más y más atascado’ en Irak y reafirmó su opinión de que la Casa Blanca ‘está completamente desconectada de la realidad y perdiendo la guerra’. Y cuando el 10 de enero pasado el presidente Bush presentó su esperado ‘nuevo plan militar’ para el país árabe, el senador opinó que podría ser ‘la metedura de pata más peligrosa en la política exterior de este país desde Vietnam’.

Desde luego que Bush se mantiene firme en el puente de mando como el obsesivo capitán Ahab tras la ballena blanca. El presidente ha dicho que no se dejará influenciar por el Congreso ni por la crítica del público: ‘Tomé mi decisión, no me apartaré de ella y seguiremos adelante’, declaró a la cadena CBS de televisión. Y sin tomar en cuenta los sondeos de opinión, remató: ‘Me siento respaldado por el verdadero pueblo norteamericano’.

La ‘nave de los locos’ hace agua. Julian Zelizer, historiador político de la Universidad de Boston y autor de The American Congress – The Building of Democracy, publicado en 2006, expresó que Bush es ‘uno de los presidentes más aislados de que se tenga memoria’.

Especial para Argenpress

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