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A 4 meses, sin respuestas por Jorge Julio López

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En un nuevo aniversario mensual de la desaparición de Jorge Julio López, la Plaza de Mayo será el lugar común para quienes seguimos buscando a este compañero, a pesar del calor agobiante de estos días, mientras tratamos de encontrar las respuestas a los mínimos interrogantes que este hecho suscita a partir del caso Gérez y de plantearnos algunas hipótesis acerca del futuro inmediato, teniendo en cuenta la notoria ineficiencia del Estado Nacional y del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, tanto en la búsqueda como en las acciones destinadas a generar un cerco a las pretensiones de los nostálgicos del pasado.

Luego de la sentencia de la Corte Suprema de Justicia de la Nación por la cual la causa judicial pasó a ser caratulada como desaparición forzada de persona, tendría que haberse advertido un incremento en la actividad tendiente a encontrar al compañero desaparecido pero también tomar en cuenta las exigencias del Encuentro Memoria, Verdad y Justicia para que cese la impunidad de los represores y genocidas que aún están en libertad. Sobre todo, las referidas a la separación de los integrantes de las Fuerzas Armadas y de las fuerzas de seguridad que actuaron durante la dictadura militar y que aún continúan en actividad, como también la anulación de los indultos.

Sin embargo, el caso Gérez y el discurso presidencial nos llevan a plantearnos diversos interrogantes, algunos de ellos plasmados en el documento emitido por el conjunto de organizaciones políticas y sociales nucleadas en el Encuentro, para intentar encontrar algunas luces con respecto a la gran oscuridad en la cual está sumergido este caso paradigmático. En efecto, podríamos preguntarnos si existe algún tipo de negociación con los nostálgicos del pasado; porqué, si tienen información fidedigna sobre la desaparición del compañero, no la difunden y porqué no disuelve el aparato represivo.

Si nos remitimos al discurso presidencial, es evidente que cuentan con algún tipo de información que actualmente desconocemos y existe la posibilidad que se mantengan negociaciones que, por el momento, no puedan ser reconocidas oficialmente más allá de la firmeza discursiva acerca de la negación de las pretensiones de los genocidas y represores.

Ambas cuestiones están sumamente ligadas entre sí y con la ausencia de acciones tendientes a la disolución del esquema represor actual. A pesar de la falta de definiciones oficiales, podríamos sostener la hipótesis del conocimiento cabal del grupo de tareas que ha secuestrado al compañero López y que tiene contacto con sus integrantes, lo que obliga a mantener el secreto para poder continuar con la negociación tendiente a su liberación.

También es posible que la moneda de cambio sea la continuidad de los efectivos que deberían ser exonerados inmediatamente y un proceso tendiente a la instalación del paradigma de la reconciliación, tal como está sucediendo en Chile. Pero tampoco podemos olvidar que el aparato represivo es funcional a las estrategias de control social pergueñadas por el Gobierno Nacional y el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires, al igual que en el resto de las jurisdicciones provinciales, por lo cual siguen demorando una toma de decisiones al efecto.

No se nos puede escapar la actual coyuntura. Estamos en plena campaña electoral y una eventual liberación del compañero desaparecido podría insuflar aire fresco a las caminatas playeras para arrimar los votos del medio pelo bronceado en la costa bonaerense. Sin dudas, constituiría otro golpe de efecto al igual que en ocasión del caso Gérez; más aún, teniendo en cuenta que se busca incrementar el consenso en torno a la política de Derechos Humanos, caballito de batalla de la gestión y del tractor electoral.

Pero también podemos plantearnos otra hipótesis, que ojalá no se cumpla pero que resulta factible, como el asesinato o la muerte fortuita de Jorge Julio López, ya sea a manos de sus captores o que su salud no hubiese resistido la violencia provocada por este hecho, lo que puede estar en conocimiento del gobierno y cuya difusión marcaría a fuego los resultados electorales de octubre, al igual que un fracaso sustantivo del Estado en la preservación de la vida y de la integridad física y psíquica del compañero. No podemos tener dudas acerca de la posibilidad de un eventual homicidio, por cuanto sabemos bien de la sed de sangre de los personeros de la tortura y de la muerte, pero sí con respecto a un eventual desenlace imprevisto. Si bien esta infinitésima posibilidad puede ocurrir, no podemos desestimarla aunque, desde luego, nos resistimos a pensarla pero es necesario tenerla en cuenta para el futuro inmediato.

Lo cierto es que tanto el Gobierno Nacional como el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires deben tener algún tipo de información. No es posible que, después de un discurso presidencial como el que precedió a la liberación de Gérez y con las afirmaciones contenidas en el mismo, sostengan un silencio, cuando menos discutible, acerca del caso que nos ocupa. ¿Vale más la perpetuación en el poder que la vida de un compañero? ¿Vale más el tractor electoral y el discurso de barricada que una política de Derechos Humanos destinada a barrer con los resabios heredados de la dictadura del `76?. Pareciera ser que la coyuntura actual pesa más que cumplir con las obligaciones emanadas de la Constitución Nacional y de los Tratados Internacionales con jerarquía constitucional, pareciera ser que el caso López es una espina clavada en las gargantas de Kirchner y de Solá, al igual que la de Aníbal Fernández…

4 meses son mucho tiempo para un hecho que debiese ser esclarecido, con los medios con que cuenta el Estado Nacional, para lograr la liberación de Jorge Julio López y la captura de sus autores intelectuales y materiales, el que condiciona severamente al Estado de Derecho pero que también amenaza a innumerables militantes o no del campo popular.

También es mucho tiempo para quienes militamos por la vida y por la dignidad humana. Porque continúan las amenazas e intimidaciones a las compañeras y compañeros del campo popular para que cesen con su actividad prolífica en pos de la efectiva vigencia de los Derechos Humanos, los que no debiesen solamente formar parte de lo discursivo sino de la praxis gubernamental, tanto para el pasado como para el presente y el futuro.

Hoy, más que nunca, debemos aferrarnos a la idea de la aparición con vida de Jorge Julio López pero comenzar a pensar en otro desenlace posible. Hoy tenemos que templar nuestro espíritu para que brille la esperanza y no nos gane la impotencia a la luz de una actividad estatal pensada en términos electorales, no fundada en la finalidad última de garantizar la vida y la dignidad humana de los ciudadanos y habitantes de estas tierras. Solamente nos queda seguir exigiendo, con toda la fuerza de nuestras gargantas, coreando el clásico estribillo: ¡ahora, ahora, resulta indispensable aparición con vida y castigo a los culpables!

El autor es Profesor de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales en I.S.P.’Dr. Joaquín V. González’.
www.argenpress.info
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