Una asonada anárquica que se ha escapado de las manos al Estado, que no responde a activismo político formal, que surge de lo subterráneo, de los códigos de ghetos que articulan su protesta contra el sistema sin que existan líderes, ni propuestas. Una explosión que se extiende por las alcantarillas de la ciudad luz, rebasando fronteras, golpeando los genitales de la Europa liberal. Un país continente que envejece y se encuentra asediado étnicamente por las mayorías pobres norafricanas que llegaron a buscar una oportunidad, pero que chocaron contra los límites impuestos por los nacionales de una nación como la francesa, que expresa su xenofobia con la reaparición del neonazismo como peligrosa tendencia.
En los límites del crecimiento, tal como se discutiera en el Club de Roma de los sesenta, hoy la crisis es expresión de una soterrada sociedad clasista que no se esmeró en corregir las inequidades internas y hoy esas favelas de la cintura pobre de la ciudad brillante, le pasan la cuenta al establishment, le gritan con cócteles molotov que la juventud en las esquinas quiere estar en la mesa, que está cansada de limpiar las excretas de la sociedad rica y panzona que hace gárgaras con la fraternidad. El automóvil, aparente icono de la modernidad, es el objeto preferido para esta hecatombe. Miles de automóviles incendiados nos hablan de la intención de hacer doler a la sociedad de consumo en donde más le duele, en su símbolo de bienestar y de diferenciación, el automóvil.
Pero quizás esto sea sólo una lucubración de quien busca explicar el fenómeno, buscando algo metódico que le dé sentido a la hecatombe. Pero, acá no hay ideas de cambio, ni utopías, ni conciencia de clase, ni nada de eso. Hay vísceras enmierdadas por décadas, bilis suburbanas que como el magma volcánico han reventado arrasando todo a su paso. No hay que comparar esto con el París de Mayo de 1968, en donde la intelectualidad buscaba llevar la imaginación al poder. Ahora lo que ha salido fuera es simplemente la rabia acumulada de no poder integrar el paraíso del consumo y estar condenados esos jóvenes marginales a una pobreza peor que la pobreza de los países de origen de sus padres, porque significa ser pobres en medio de símbolos de opulencia, porque significa carecer frente a estanterías repletas, en tanto la sociedad de consumo los sigue marginando en función de sus criterios mercantilistas: tanto tienes, tanto vales.
Es importante observar que lo de Francia puede ocurrir en toda sociedad que profundiza la brecha entre marginalidad y opulencia, debilita los estratos medios y pauperiza los sectores populares.
Chile demuestra un modelo boyante en su macroeconomía, pero con similares pies de barro como puede haberlo tenido Francia en sus poblaciones suburbanas. Por lo tanto, mirar seriamente los hechos comentados, debiera motivar a un fuerte cambio en la esencia de la sociedad de mercado que se vive hoy, cruzada por los oligopolios y la desigualdad.
En los ochenta, quizás también las esquinas de Francia se llenaron de jóvenes adolescentes pateando piedras. Veinte años después no se conforman con eso y buscan incendiar los íconos de la sociedad clasista que los ha condenado a vivir segregados, mientras la prosperidad sólo alcanza a unos pocos, los mismos de siempre.
12/11/05
Artículos Relacionados
Yo tenía 12 años cuando el asalto a Moncada
por Eduardo Galeano (Uruguay)
12 años atrás 2 min lectura
Valparaíso, paro secundario multitudinario y violencia cero
por Hernán Narbona Véliz (Chile)
18 años atrás 3 min lectura
La ley del más fuerte
por Gloria Clavero Aranda (Quillota, Chile)
3 años atrás 4 min lectura
Jara y su heroica zancadilla en el Maracaná
por Noé Bastías (Chile)
4 años atrás 2 min lectura
Carta abierta a los venezolanos
por Percy Francisco Alvarado Godoy (Cuba)
11 años atrás 5 min lectura
Banderazo en Suecia, 6 de diciembre: «Chile en contra»
por Chilenos en Suecia
9 segundos atrás
«Ante un texto de constitución que nos divide, un voto nos una»
Ucrania: «Ha llegado el momento de echarle la culpa al títere»
por Actualidad RT
23 mins atrás
La OTAN ha decidido que es hora de culpar a su «títere», Vladímir Zelenski, del fracaso en el conflicto en Ucrania, declaró el domingo el líder del partido francés Los Patriotas, Florian Philippot, al comentar la reciente entrevista del secretario general del organismo, Jens Stoltenberg.
Palestina – Con el fin de la tregua, vuelve el horror a Gaza
por Mahmoud Mushtaha (Palestina)
16 horas atrás
“Huimos de la Franja de Gaza hacia el sur en busca de un lugar seguro, aunque sabemos que no hay ninguno. Hoy nos han sorprendido por la mañana las fuerzas israelíes distribuyendo panfletos de advertencia y amenazándonos con evacuar Jan Yunis y conminándonos a dirigirnos a Rafah”.
Israel/Gaza: Las incoherencias del 7 de octubre
por VoltaireNet
5 días atrás
Es evidente que la versión que defienden tanto el Hamas como Israel es falsa. Para no dejarnos manipular por ninguna de las partes, hay que explorar otras explicaciones plausibles.