También las guerras tienen reglas
por Amy Goodman y Denis Moynihan (EE.UU.)
10 años atrás 7 min lectura
Publicado el 13 de noviembre de 2015
El Centro de Trauma de Kunduz estaba en el mismo lugar, practicando miles de cirugías y brindando tratamiento a decenas de miles de personas en la sala de emergencias, desde hacía cuatro años. Médicos Sin Fronteras, conocida internacionalmente por su nombre en francés Medecins Sans Frontieres o MSF, le había proporcionado en repetidas oportunidades las coordenadas de GPSexactas del hospital a funcionarios de gobierno de Estados Unidos y de Afganistán. Jason Cone, director ejecutivo de Médicos Sin Fronteras Estados Unidos dijo en el noticiero “Democracy Now!”: “Como condición previa a la apertura del hospital, negociamos con Estados Unidos, con Afganistán y con la OTAN, así como con las fuerzas de la oposición, con el Talibán. Recibimos el apoyo de todos esos grupos para operar este hospital”. Cone continuó: “Como parte de las negociaciones se acordó que proporcionaríamos nuestras coordenadas de GPS a las distintas partes. Se las proporcionamos incluso recientemente, el 29 de septiembre. Eso fue para reforzar el hecho de que sabíamos que estaban pasando cosas. Empezaban a llevarse a cabo más bombardeos y se nos dijo que esa era la forma de garantizar la protección de nuestras instalaciones».
El 29 de septiembre fue un día de gran importancia en Kunduz, donde se venían librando batallas por el control de la ciudad entre el Talibán y las fuerzas afganas desde el mes de abril. El 28 de septiembre, una unidad del Talibán de tan solo 500 hombres, según se informó, logró derrotar a los 7.000 soldados del Ejército Nacional Afgano allí apostados, tomando así el control de Kunduz. Fue la primera ciudad importante que el Talibán reconquistó desde el inicio de la invasión y posterior ocupación por parte de Estados Unidos en octubre de 2001, cuando los talibanes fueron expulsados del poder. Médicos Sin Fronteras sabía que la primera línea del conflicto les golpeaba la puerta y que el hospital se vería inundado por muchas víctimas más. Cone afirmó: “Este hospital estaba abierto desde hacía cuatro años. De hecho, esa noche se trataba probablemente del edificio más iluminado de toda la ciudad de Kunduz, que tiene una población de unas 300.000 personas, porque teníamos generadores funcionando esa noche. Por lo que estaba bien iluminado y resultaba fácilmente visible desde el cielo. Además, se trataba de uno de los edificios más conocidos de la zona”.
Cuando le preguntamos si el ataque constituía un crímen de guerra, Jason Cone empleó las palabras precisas de un trabajador de ayuda humanitaria: “Se ha discutido mucho si se trató o no de un error. La intencionalidad o no no es necesariamente el umbral que hay que atravesar para que constituya una grave violación del derecho humanitario internacional. Si el ejército no logra distinguir entre blancos militares y civiles, como en este caso, desde nuestro punto de vista y en función de todo aquello que sabemos, consideramos que son culpables de violar el derecho humanitario internacional”.
MSF llevó a cabo una exhaustiva investigación interna y compartió sus conclusiones con el gobierno de Estados Unidos, la OTAN y el gobierno afgano. Al día siguiente, la dieron a conocer públicamente. Cone sostuvo: “Es parte de nuestros esfuerzos para cooperar con la investigación. Pero aún así, sentimos que es necesario que se lleve a cabo una investigación independiente e imparcial del bombardeo”. MSF solicitó al gobierno estadounidense que acepte la intervención de la Comisión Humanitaria Internacional, un organismo con sede en Suiza fundado hace casi un cuarto de siglo en el marco de la Convención de Ginebra con el cometido específico de investigar posibles crímenes de guerra. Hasta la fecha, nunca se le encomendó a la mencionada comisión que realice ninguna investigación. Paralelamente, quienes perpetraron el ataque, es decir el gobierno de Estados Unidos, la OTAN y el gobierno afgano, llevan a cabo sus propias investigaciones. El pedido público de Médicos Sin Fronteras de que se lleve a cabo una investigación independiente cuenta con el apoyo de una petición mundial que hasta el momento ha sido suscrita por 500.000 personas.
Tres semanas después del ataque registrado en Kunduz, otro hospital de Médicos Sin Fronteras sufrió un ataque; esta vez en Yemen. El hospital recibió varios ataques en el transcurso de dos horas, aún cuando en el techo figuraba el logo de MSF y las coordenadas de GPS habían sido proporcionadas en múltiples oportunidades a la coalición que encabeza Arabia Saudita. Todo indica que el Ejército de Arabia Saudita lanzó el ataque, haciendo uso de los bombarderos y las armas proporcionadas por Estados Unidos.
Cone afirmó en relación con el ataque en Yemen: “Definitivamente constituye una violación al derecho humanitario y hemos estado en contacto directo con autoridades saudíes en relación a ello. Desafortunadamente, han modificado su versión en varias oportunidades. Para nosotros, se trata simplemente de reforzar el hecho de que existe la Convención de Ginebra, de que esa Convención rige las leyes de guerra. No somos ingenuos. Somos conscientes de los riesgos de trabajar en zonas de guerra. Venimos trabajando en ellas desde hace más de 40 años. Sin embargo, es necesario saber que los gobiernos continúan respetando esas reglas, porque son las reglas que nos permiten seguir enviando gente a las regiones en guerra para tratar a las víctimas».
El horror vivido durante el ataque al hospital de Kunduz nunca abandonará a la enfermera de MSFLajos Zoltan Jecs, que dormía en un lugar seguro dentro del hospital cuando impactaron las bombas. “Intentamos entrar a uno de los edificios en llamas. No puedo describir lo que se vivía en el interior. No hay palabras para transmitir lo terrible que era. En la Unidad de Cuidados Intensivos había seis pacientes que se estaban quemando vivos en sus camas. Vimos morir a nuestros compañeros. A nuestro farmacéutico… La noche anterior había estado hablando con él y planificando el stock y después murió ahí en nuestra oficina”, relató.
Por el momento, ninguno de los ataques contra los hospitales ha sido mencionado en los debates o foros presidenciales de Estados Unidos. Es necesario que se lleve a cabo una completa investigación de estos crímenes para hacer que los responsables rindan cuentas. Y es necesario que se lleve a cabo un profundo debate en este año de elecciones presidenciales para determinar si se permitirá que continúen perpetrándose ataques como estos que únicamente perpetúan el terror.
*Fuente: Democracy Now
© 2015 Amy Goodman
Traducción al español del texto en inglés: Fernanda Gerpe. Edición: María Eva Blotta y Democracy Now! en español, spanish@democracynow.org
Amy Goodman es la conductora de Democracy Now!, un noticiero internacional que se emite diariamente en más de 800 emisoras de radio y televisión en inglés y en más de 450 en español. Es co-autora del libro «Los que luchan contra el sistema: Héroes ordinarios en tiempos extraordinarios en Estados Unidos», editado por Le Monde Diplomatique Cono Sur.
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Buen intento de tratar de darle reglas a una de las creaciones más perversas de la cultura humana: la Guerra.
Se le puede dar reglas al boxeo, al football, al rugby, al hockey, al golf , al tennis, pero a la guerra hay que combatirla ideológicamente ya que es una actividad económica ideológicamente perversa, que justamente se basa en la perversión de las reglas mínimas de humanidad, al tener recursos ilimitados, y motivos ilimitados para ejercerla creando infinitas formas de maldad.
La humanidad debe condenar la guerra en todas sus formas, porque si no lo hace, está condenada a seguir viviendo en un paradigma de saqueo y esclavitud que no tiene solución decente en el largo plazo.