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Argentina: Miserables asesinos, ¿qué hicieron con López?

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Hace muchos, muchos años, nos dijeron que éramos libres. Libres de toda, toda esclavitud.
Y lo creímos.

Hace muchos, muchos años nos hicieron cantar y cantar a la nueva y gloriosa nación. Era la nuestra.

Y le cantamos.

Nos quisieron hacer creer que había patria. Que teníamos gloriosos generales. Valientes granaderos. Soldados invencibles.

Y que el sol de la bandera nunca se nublaba.

Y nos reímos.

Hace muchos, muchos años, nos enseñaron a cantar, tres veces en el himno, a una señora llamada Libertad. A las glorias inmarcesibles. Nadie nos decía qué quería decir inmarcesible. Tampoco qué era la libertad. Menos quién la controlaba.

Pocos nos dijeron cómo se conquistaba.

Cuando mataron a los primeros, por defenderla, fue cuando dudamos de todo. Pero ya no pudimos reírnos

Hace muchos, muchos años, los hombres del mundo mueren en las luchas por la libertad.

Hace muchos, muchos años que las glorias de la nación las estamos discutiendo.

Hace muchos años, pero menos, nos dijeron: Nunca más.

¿Fue un sueño?

Es un sueño.

¿Crecimos soñando?

Vivimos soñando.

¿Moriremos soñando?

Ojala podamos vivir creando.

¡Cómo nos engañaron de pequeños!

¡Cómo nos maltrataron de jóvenes!

¡Cómo nos explotaron de adultos!

¡Cómo nos abandonaron de viejos!

Escucho decir que todo es por culpa del sistema. Que todo eso es el sistema.

¿Qué cosa es el sistema?

¿Dónde se compra el sistema?

¿Dónde se vende el sistema?

Sólo sabemos cómo se cambia el sistema.

Siempre escuché, que engañar a un niño, es engañar al hombre o a la mujer que será mañana. Que es crear un resentido.

Es esta sociedad hipócrita y componedora, ¿semillero de resentidos?

Me resisto a creerlo.

Los hombres y mujeres que hoy recorremos las calles reclamando justicia, trabajo, libertad ¿Somos los engañados de ayer? ¿O los desaparecidos de mañana?

¿Dónde están los que fueron mis maestros?

Murieron sin jubilarse.

¿Dónde están los que embellecieron nuestra adolescencia y juventud explicándonos la esencia de la doctrina que iba a liberar al hombre de los temores de crecer en libertad?

Algunos murieron, de muerte obligada. Otros desaparecieron.

¿Dónde reside la libertad?

¡Vamos a buscarla ya!

¿Dónde están sus asesinos?

¡Vamos a ajusticiarlos ahora!

¿Dónde enterraron a los muertos que cayeron por la libertad?

Por favor, no les pongamos flores. No les prendamos velas. Que la iglesia, cómplice y sepulturera, no bendiga monumentos. Salgamos a la calle a buscar sus asesinos. Metámoslos en las cárceles a purgar sus crímenes horribles. Y pongamos al frente de las luchas populares la memoria de nuestros compañeros. Al frente de las luchas contra la explotación. Al frente de las luchas contra el hambre, la esclavitud de la miseria, la vergüenza del crimen por pensar.

No dejemos que se empañen sus memorias, ni que nuestros recuerdos olviden las caras de los criminales. El crimen se sigue cometiendo cada día, hasta que el último asesino esté tras de las rejas. Y que la última madre sin hijo, tampoco olvide ni confunda cual es el lugar y el momento de su lucha.

Nuestra obligación, si no la única, al menos la primera, es exigir que se haga justicia. Que se guarden los discursos. Los cuadros ya los bajaron. Los milicos asesinos están en sus casas. En los cuadros solo están sus fotos. Los helicópteros, bien cuidados. Los muertos, nuestros compañeros, en el fondo de los ríos y del mar.

Los que creen que ya no hay motivos. Los que piensen que es mejor construir que discutir. Los que proponen tolerancia. Tiempo. Atemperar ahora la lucha por la verdad y la justicia. Bueno, ahora mismo. Ya mismo.

Que nos digan donde esta Julio Jorge López. Donde peina sus canas. Que miran sus ojos verdes. Que caras acarician sus manos temblorosas. A quién le cuenta cómo y dónde mataron a sus compañeros de prisión. En que pozo lo tienen torturando. Como es su vida. Cómo. Dónde. Y por qué lo están matando. ¡Miserables asesinos!

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