25-11-13
Se cumplieron el 22 de noviembre los 50 años exactos del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy en el atentado de Dallas, estado de Texas. La versión oficial atribuyó el asesinato a Lee Harvey Oswald, pero hoy existen evidencias de que existió un tirador más, un asesino profesional directamente vinculado a la mafia cubano-norteamericana de Miami. Como se sabe, Oswald fue a su vez ultimado por un sujeto de avería, Jack Ruby, en un operativo extremadamente sospechoso, a vista y paciencia de todo el mundo, sin duda fraguado para que la verdad de los hechos, sus motivaciones y sus causas no fueran reveladas. Menos de cinco años después, el 13 de abril de 1968, fue ultimado Martin Luther King. Dos meses más tarde en Los Ángeles el 5 de junio fue asesinado Robert “Bob” Kennedy, hermano del presidente, el día que había ganado la primaria demócrata en California para la carrera presidencial.
En 237 años los Estados Unidos han sido gobernados por 44 presidentes, cuatro de los cuales fallecieron asesinados: Abraham Lincoln en 1865, James Garfield en 1881, William McKinley en 1901 y John F. Kennedy en 1963. Este último había llegado a la Casa Blanca el 20 de enero de 1961.
Dos acontecimientos fundamentales de la historia de Estados Unidos (y del mundo) precedieron al asesinato del presidente Kennedy, ambos relacionados con Cuba: la invasión de Playa Girón (Bahía de Cochinos) de abril de 1961, que contó con la colaboración directa de la CIA y de fuerzas armadas estadunidenses, y que fue hecha trizas en 72 horas por el pueblo cubano con Fidel Castro a la cabeza, como habría de recordarlo el Che Guevara en la conferencia del CIES en Punta del Este en octubre de ese año; y la crisis de los misiles de octubre de 1962, que se zanjó finalmente con un polémico acuerdo entre Kennedy y Jruschov, que evitó una invasión y una guerra nuclear de alcance mundial y permitió que Cuba siguiera adelante en la construcción socialista. Se ha señalado que la conducta del presidente Kennedy en ambos acontecimientos provocó profunda desazón en los sectores de extrema derecha de EEUU, con un particular subrayado en el caso de la mafia cubano-norteamericana de Miami. Éstos reclamaban que hubiera ido más a fondo en su política agresiva y de confrontación belicista.
Entre la inmensa cantidad de materiales publicados en este aniversario, se destaca un reportaje del tabloide estadounidense The National Enquirer según el cual el tiro fatal que segó la vida de Kennedy fue disparado por un cubano vinculado a la mafia y a la CIA, de nombre Herminio Díaz, que confesó haber participado en la conspiración. Así consta en la reedición que hizo el respetado escritor Anthony Summers de un libro de su autoría del año 1998, titulado Not in your lifetime. Según Summers, el segundo tirador fue Herminio Díaz, un asesino a sueldo que había trabajado para el notorio jefe de la mafia Santo Trafficante Jr. en Cuba durante la dictadura de Fulgencio Batista, incluso como jefe de seguridad del casino del hotel Habana Riviera. Según la publicación, Díaz cometió en su vida al menos 20 asesinatos, y llegó a EEUU a mediados de 1963, unos meses antes del asesinato de Kennedy. Summers afirmó a The National Enquirer lo siguiente: “Él (Herminio Díaz) estaba en el país (EEUU) en el momento adecuado y participó en el movimiento anti-Castro. Muchas personas en ese movimiento pensaban que el presidente Kennedy lo había traicionado durante la invasión patrocinada por la CIA en Bahía de Cochinos en 1961 y en la crisis de los misiles en Cuba en octubre de 1962, y tenían un motivo para matarlo”. Sigue un detallado relato de cómo Díaz le hizo esta confesión a un amigo llamado Tony Cuesta cuando ambos se dirigían en barco a Cuba en una incursión terrorista el 29 de mayo de 1966 para asesinar al entonces presidente Osvaldo Dorticós.
Se mencionan a renglón seguido una serie de detalles técnicos acerca de los disparos, tomando en cuenta el documental filmado por uno de los testigos presenciales del atentado en Dallas, de apellido Zapruder. Allí se muestra la caravana presidencial a través de la plaza Dealey de Dallas, y se advierte que Kennedy es alcanzado primero por detrás, desde donde Oswald se encuentra en el Texas School Book Depository; después el presidente fue golpeado en la parte frontal en un ángulo que indicaría la presencia de un tirador situado en la “loma cubierta de hierba” (que sería precisamente Herminio Díaz).
En forma coincidente, el general (r) cubano Fabián Escalante, que durante años fue jefe de servicios de inteligencia de Cuba, publicó una nota titulada: “50 años del asesinato de Kennedy: una historia inconclusa” en la cual afirma que Kennedy fue asesinado mediante un complot en el cual estuvieron involucrados elementos claves del Estado y del poder real en Estados Unidos, que además pretendían inculpar a Cuba del crimen y cuyos ejecutores fueron aquellos que tenían las motivaciones, los medios y el elemento humano entrenado para ello. En su concepción, la tesis del asesino solitario (Lee Harvey Oswald), se ha derrumbado al paso de los años. Sostiene, eso sí, que Oswald fue agente de la CIA desde 1959; que a su regreso de la URSS en 1962 fue agente del FBI con el expediente 201 a cargo de espiar la colonia rusa en Dallas; que en abril 1963 viajó a Nueva Orleans y se vinculó al grupo “Cuba Democrática” dirigido por el agente de la CIA Guy Banister, participando en la organización de un operativo secreto denominado “comandos mambises”, donde se entrenaban decenas de hombres; que semanas más tarde, para disimular, organizó un sedicente comité “Por trato justo a Cuba”, fingiendo simpatías por Cuba; que luego en un programa radial se declaró “marxista y procastrista”, todo lo cual quedó grabado para ser publicitado a posteriori. Después formuló declaraciones en el sentido de que “sólo la muerte de Kennedy será la solución del caso cubano”.
La conclusión del estudio, sólidamente documentado, es la siguiente: “Lee Harvey Oswald, veterano agente de la CIA, estaba involucrado y era parte de un complot de dimensiones nacionales contra el presidente Kennedy. Todo lo que públicamente realizó Oswald a partir de abril de 1963, consciente o inconscientemente, fue para legalizar la ‘implicación cubana’ en el magnicidio. Su papel era parte consistente del complot criminal, que tenía otros componentes y precisamente por ello, devino en ‘chivo expiatorio’ de las autoridades norteamericanas, quienes finalmente lo culparon del crimen”.
En la fecha del 50º aniversario, medios cubanos sacaron a luz otros elementos hasta ahora secretos relacionados con el asesinato. Por Cubadebate nos enteramos que tras el crimen, Fidel Castro envió un mensaje por canales discretos a Washington pidiendo reunirse con la comisión oficial que investigaba el magnicidio para disipar los alegatos de que Cuba era la responsable. La comisión, encabezada por el presidente de la Suprema Corte de Justicia estadounidense Earl Warren envió a uno de sus abogados, el afroestadounidense William Coleman, en misión clandestina para reunirse con el dirigente cubano en un bote en el Caribe. Después de una prolongada conversación, Coleman informó que no encontró nada que le hiciera suponer que hubiera pruebas de una participación de los dirigentes cubanos. Dijo también que, a pesar de la invasión de Playa Girón, de la crisis de los misiles, de los complots para asesinar dirigentes cubanos y del bloqueo comercial, Castro insistía en buscar una solución a las relaciones con Estados Unidos.
El 23 de noviembre, al día siguiente del crimen, Fidel Castro emitió una declaración por la radio cubana en la que calificaba el asesinato de Kennedy de conspiración maquiavélica contra Cuba, que buscaba justificar una agresión contra la isla cuando aún estaba tibia la sangre y el cuerpo insepulto del presidente. Oswald, declaró Castro, pudo haber sido un instrumento de los sectores más reaccionarios que han estado tramando esta siniestra conspiración, y que pudieron haber planeado el asesinato de Kennedy por estar en desacuerdo con su política internacional.
Ahora se supo algo más y es que, en los días previos, el presidente Kennedy exploraba activamente un acercamiento con Cuba y trabajaba en secreto con Castro para instaurar negociaciones con el fin de mejorar las relaciones. En noviembre de 1963, Cuba estaba involucrada en la creación de una diplomacia por canales reservados que hubiera podido conducir a la normalización de las relaciones. En el momento en que se cometió el asesinato, Castro sostenía una reunión con un emisario que Kennedy había enviado a La Habana en misión de paz (el periodista francés Jean Daniel). El líder cubano recibió la noticia del crimen por teléfono, le dijo a Daniel: “Esto es terrible” y predijo que se iba a intentar acusar a Cuba. Con el agregado de que la CIA se oponía tajantemente a cualquier diálogo de paz con Cuba.
A 50 años de distancia, esta es una de las repercusiones más sensibles del asesinato del presidente Kennedy.
nikomar@adinet.com.uy
*Fuente: Barómetro
barometrointernacional@gmail.com
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